TODO POR UN CAPRICHO
Si bien no existen hechos que así lo aseguren, es de suponer que ha sido el ya insostenible tedio del ángel lo que provocara que éste, sin que mediara justificativo aparente, se decidiera un buen día a inducir a que un ignoto mortal de estos tiempos se topara, sin siquiera proponérselo, con una parte fundamental de la información del Vórtice y sus implicancias. De más está decir que desde el primer momento en que el viejo artilugio cayó en las manos del joven traductor y arqueólogo, éste ni siquiera le dio importancia. Fue apenas una curiosidad más para su pragmática mente de investigador ocupado en conocer las costumbres y creencias de culturas ya desaparecidas, y fue sólo en ese plano que algunos signos que acababa de decodificar se presentaban ante él. Nada de su intrínseco y profundo significado logró ser percibido por aquella alma empírica y catalogadora, ocupada más en interpretar correctamente la evolución del arte copto que la gran revelación que tenia ante sus ojos. De ningún modo podía imaginar todas las connotaciones que el acceso a ese Vórtice podría implicar, no sólo para él, sino para la humanidad toda (incluida la pasada y la futura). El objeto en cuestión, era en apariencia un cubo. Si bien la antigua pureza de sus formas se encontraba casi oculta por las consecuencias del polvo, el maltrato y la humedad, para el ojo avezado de quien sabe leer la historia en los sutiles rasgos de las reliquias, ciertos signos, leves y totalmente incomprensibles, se adivinaban bajo lo que simulaba ser restos de un acabado rugoso. El material en que había sido tallado aparentaba ser piedra caliza, pero de una densidad sumamente baja que sorprendía por su ligereza a quien lo sostuviera entre las manos. Luego de haber sido catalogado con el número 777, dentro de una infinidad de piezas de arcilla, piedra y ónice, el cubo fue cuidadosamente embalado para su posterior estudio. Si hubiese sido por la simple curiosidad del joven arqueólogo, aquel objeto no hubiese merecido más atención que la del resto de las piezas extraídas de la excavación. Quizás su forma particular le hubiese otorgado algo más de dedicación en la interpretación de su uso, poco más. Nada a la vista indicaba que el misterio que estaba grabado en sus lados contenía el acceso a uno de los secretos fundamentales relacionados con la conformación del mundo tal como lo conocemos. Sin duda fue por esta apatía tan marcada, que el susodicho ente custodio tuvo que apelar a utilizar un recurso más que perimido en historias de asuntos metafísicos como éste (infiltrar información clave encriptada en un sueño) para lograr despertar el interés del joven arqueólogo, quien, (por capricho ya no disimulado del ángel), había sido el elegido para abrir las puertas del destino, el espacio y el tiempo. Sobre los pormenores de dicho sueño no cabe aquí revelar la naturaleza ni el cariz emotivo del mismo. Sólo vale decir que al otro día que el artefacto fuera descubierto, el joven arqueólogo, sin que mediara una autoexplicación convincente, desembaló subrepticiamente el cubo reemplazándolo por una de las muchas piezas que habían quedado aún sin catalogar. De esa manera tan poco profesional dio por finalizada la intachable conducta de honesto científico que por más de cinco años había logrado afianzar entre sus colegas. El hecho de que así fuera, resultaba más increíble aún si se consideraba que no había un motivo racional para haber consumado lo que sólo podía ser interpretado como un vulgar robo. Solamente podía invocar como justificativo la imperiosa y súbita necesidad que experimentara de poseer y descifrar el código que el cubo, sin dudas, contenía y que él, inexplicablemente, tenía la certeza de poder develar. Si bien en esa tapa de su vida el joven científico había decidido hacer de su profesión el motivo central de su existencia, los restos de un amor recién truncado no dejaban de vagar por su inconciente asechando y amenazándolo en cada descuido con desconcentrarlo y ablandarlo con su tristeza. Quizás por eso la tarea de escudriñar los secretos escondidos en el intrigante cubo demoraron más de lo previsto, a pesar de la incesante intervención del ángel custodio que, a estas alturas ya estaba más que ansioso de que el mensaje críptico que contenían los lados del cubo fueran descifrados. Luego de una metódica limpieza y sucesivas maniobras más que riesgosas, el arqueólogo descubrió que el material del cubo no era calcáreo y que cada lado estaba compuesto por nueve piezas, cada cual ensamblado magnífica y sutilmente con sus vecinas, de manera que el movimiento de cada una implicara la modificación de la ubicación de las demás. Nada tardó en comprender que el misterioso mecanismo era en realidad una antigua versión de aquel famoso entretenimiento de su infancia con el que pasara horas intentando conseguir que cada uno de los seis lados se mostrara íntegramente de un color determinado. En esta magnífica pieza, de precisión extraordinaria, los seis lados no tenían distinto color sino unas sutiles marcas, apenas insinuadas y rehundidas, todas discontinuas y desordenadas, por lo que intuyó, el desafío era intentar compaginar los veintiséis cubos (el que ocupara el número 27 era el corazón del ensamblado) de manera de armar, a la vez, los mensajes que cada uno de los seis lados contenían, eso, considerando además, que en el ínterin debería interpretar a qué cultura pertenecían las inscripciones, en qué idioma y con qué intencionalidad estaban escritos. Semejante tarea implicaba muchas horas de trabajo con una dedicación exclusiva, ambas, condiciones a las que no podía aspirar. En esas circunstancias la resolución del enigma no sería inmediata, es más, la lógica dictaba que la demora iba a ser considerable, aspecto este que no le molestaba en demasía porque no existían plazos que lo limitaran en su cometido. No se sabe con exactitud si fueron días, meses o años el tiempo que le llevó componer adecuadamente el orden de los cubos para que los signos coincidieran entre sí en un cien por ciento. Tampoco se puede asegurar si la decodificación de los símbolos le significó una mayor inversión de horas que el armado del rompecabezas inicial. Lo cierto es que, quizás con algo de ayuda e inspiración angelical, el arqueólogo logró, al fin un día, comprender el significado insospechado de aquellos símbolos. Para que la curiosidad de quien pueda sentirse intrigado por el contenido de semejantes inscripciones no quede sin respuesta, sólo diremos que en dos caras se explicaban en forma genérica los poderes del vórtice y sus alcances. En otra de las caras se hablaban de los riesgos y las posibles consecuencias al traspasar aquel portal. En la cuarta cara se describía a la entidad encargada de completar la revelación y en las dos últimas se hacía referencia a ciertas características del lugar específico en el que se hallaba el Vórtice. Las coordenadas espaciales no estaban puntualizadas, como era de esperar. Esa información resultaba estar en poder de la entidad guardiana que sólo haría conocer en su momento al elegido que hubiese resuelto el enigma de los cubos encastrados. Ese elegido resultaba ser, como ya no cabían dudas, el joven arqueólogo, quien como era de esperar no sólo descreía totalmente de la veracidad del secreto recién revelado sino también de sus méritos y cualidades personales como potencial elegido, sea cual fuere la calidad de dicha elección. Se sabe que el individuo en cuestión, nunca había sobresalido en nada digno de mencionar. Siempre había estado dentro del rango de la normalidad de los no destacados, ya sea en cuanto a sus aptitudes como a sus actitudes. Ni hablar en el plano de sus capacidades de relacionamiento personal. Es evidente que el exceso de timidez, se confunde fácilmente con la carencia de sociabilidad y esa característica, habitualmente hace desistir a las personas de avanzar abiertamente en el campo de las relaciones sentimentales, por lo que es válido arriesgar que en ese sentido, la vida amorosa del hombre estaba a esas alturas, más desierta que las dunas que lo rodeaban. Es posible suponer que se le haya ocurrido pensar que su poca habilidad en las artes de socializar eran impedimento para ser considerado un “elegido” en el asunto del Vórtice y el conocimiento primordial, y quizás ese pensamiento haya sido el causante de que prorrumpiera una risotada que lejos estaba de serle habitual. Lógico también resulta imaginar que dicha risotada se le ahogó al ver ante sí lo que podía inferirse como una entidad no mortal que parecía estar íntimamente relacionada con el artilugio cúbico que fuera el causante de sus últimas vicisitudes. Sólo al despertar de lo que supo luego, había sido un desmayo, comprendió la verdad y el alcance de lo que tenía entre sus manos: la posibilidad cierta de alterar el tiempo y las circunstancias según lo creyera conveniente, un increíble punto de acceso al mecanismo sincronizado que rige el Universo.
(continuará)
Nota: aprovecho para recordarles que allí a la derecha está el enlace para votar en la Blogoteca, por el concurso de mejor blog. Este año, no sé por qué, me animé a participar y me anotaron en dos categorías: cultura y diseño, jejjejee...se agradecen votaciones por el mío!!! jajaja
Saludos y muchas gracias por leerme!
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16 comentarios:
Acabo de leer los dos capítulos, y pufffffffff, qué interesanteeeeee!!! Qué estupendo guión de cine fantástico!
Qué lástima que no lo lea Spielberg!!!
:D
Esperando más desde ya!
Un besito
Lala
"un increíble punto de acceso al mecanismo sincronizado que rige el Universo. "
Todo se mueve, y además todo a la vez.
Saludos
Volvi a leer el primer capitulo y luego este , con matecito en mano disfrutando como si estuviera en el cine , sigo esperando Neo , gracias !!!!
Me transporta al mundo de las energias, esa que no se ven pero son el impulso a mover todo ya sea tanto en objetos como en las personas.
Bueno uno puede dar rienda suelta a la interpretación, quizas sea erronea.
De todas manera me sigue maravillando tu manera de escribir.
Besos.
Y no solo interesante sino extraordinariamente escrito, como ya nos tienes acostumbrados.
He leido la 1ª y la 2ª Parte. Esperaremos a ver el final. Por ahora, lo dicho: me gusta muchisimo.
Besos...!!!
Yo no he sido capaz de hacer el cubo de Rubik :)
Te sigo y te voto . Besos
Un voto, un beso...
LO MISMO VALES PARA UN ROTO QUE PARA UN DESCOSIDO..ASI LO DICEN EN MI TIERRA.VAMOS QUE ERES DE LO MAS POLIVALENTE...¿QUE PASARA?ESPERO ANSIOSA TU TERCERA ENTREGA.¿ODS HA DADO A TODOS POR PRESENTAROS A CONCURSOS?VOY A VOTARTE ,EA...
BESOTES.MONI.MJ
Estemmmm yo tenía un cubo mágico, el Rubik Cube me parece que se llamaba, vos decís que me servirá para entrar en la 4ta dimensión?
Igual nunca terminé de alinearlo completamente, me cansó jajajja
Tienen razón los comentarios anteriores, esto serviría para una película. Mirá cuando seas famosa y vivas en Hollywood, te vas a acordar de nosotros? =P
besos
solo digo guau je te pasaste en los dos
Muy interesante los relatos Mónica, tienes una maravillosa pluma, te felicito porque atrapas al lector y no se puede dejar de leer.
En mi blog tienes un regalo para ti, lleva ciertas reglas pero son amenas. Espero que lo aceptes.
Un beso enorme amiga.
La descubrí en el bus vecina! Vio que la tengo calada ya? ahjajajaj!
besos
jaja me acabo de hacer fan del ángel custodio impaciente! Es una historia genial Neo, bueno no es que las otras no lo sean pero está me está maravillando por lo bien tejida que está y ese punto de suspense que me tiene en un sinvivir. Estoy como el ángel asi que sigo...
Un abrazote
¡Me encantó! ¡Yo también soy Géminis! ¡¡¡Abrazoss!!! marc
Hoy no he tenido tiempo de nada, ahora he visto que has actualizado un montón, buaaaaaa, pero me he leído la segunda parte, voy a dejar el final para mañana, me acostaré con la intriga, pero a estas horas, ya se me cierran los ojitos. Me ha gustado mucho. Besitos.
Moni, varias veces tuvimos coincidencias, te acordás? en conceptos, temas, ideas ... pero esta vez está exediendo todas mis expectativas!!!!!!! después te cuento lo que soñé hace unos años respecto a un cubo y el número siete, no lo vas a poder creer!!! (te lo cuento por mail)
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