Me sumo con este relato a la propuesta juevera que nos deja Mag desde su Trastienda.
LA LUZ OCULTA DEL FARO
No sé por qué te escribo, tal vez no puedo llevar conmigo
tanto peso en la mochila, pero tampoco deseo que te hagas responsable de unos
actos que no te competen. Casi seguro añadiré un peso sobre tu conciencia, pero
también sé que sabrás qué hacer.
Aunque jamás volvimos a hablar del
tema después que ocurrió aquello que nos unió en secreto para siempre, ahora
vuelvo a reabrir la vieja herida para aclarar del todo el motivo de mi partida.
Espero sepas comprender y no me odies más de la cuenta.
Cuando tu marido nos siguió hasta
el faro en obras aquella noche terrible, después que lograste escapar hacia el
pueblo y yo me quedé enfrentándolo como pude bajo la lluvia torrencial, las
cosas no sucedieron como luego te las conté. No se fue ofuscado manejando su
auto bordeando el acantilado para después caer desde lo alto. La verdad es que le
partí la cabeza. Aun respiraba cuando lo metí por un hueco abierto en la pared que
habían dejado los obreros. Apenas gemía mientras me miraba sellar el muro que
pronto sería su tumba.
Después, tomé su auto y simulé el
accidente que a todos contamos. El coche estaba vacío y fue por eso que nunca
hallaron sus restos. La fuerte tormenta fue la excusa perfecta que me ayudó a cubrir
mis huellas y la desidia del albañil borracho sirvió para que nadie sospechara
que el viejo cabrón yacía entre las paredes supuestamente levantadas el día
anterior.
Te preguntarás por qué me tomé el trabajo
de armar ese ardid para emparedarlo vivo en lugar de subirlo al auto y dejar
que cayera también él desde lo alto. La verdad es que aún hoy no lo sé. Supongo
que esa opción no me pareció suficientemente macabra. No puedo darte una razón
justificada, pero así fueron las cosas.
Ahora que estoy lejos y la Parca me ronda, al enterarme de la noticia que habías heredado la propiedad, sentí la
necesidad de advertirte: si no quieres que el asesinato de tu marido salga a la
luz después de tantos años, no dejes que tiren abajo el faro. Aunque quieran endilgarme su muerte yo ya
no estaré. Sólo serás tú la que vuelva a padecer las miradas acusatorias y quisiera
evitártelo.
Al fin de cuentas, no sólo por
dinero fue que me acerqué a ti. Pese a haberte engañado para robarte, aunque no
lo creas, a mi manera también te quise.