Para celebrar el aniversario del blog del amigo Demiurgo y sumándome a su propuesta juevera de elegir entre una serie de argumentos que expone en su blog, dejo mi aporte de esta semana y los invito a pasar a leer todos los relatos.
P.d Feliz aniversario Demi!!
ENTRE LA VIGILIA Y EL SUEÑO (argumento número 5)
Después de varios días sin
dormir, gracias a las pastillas que le prescribió su médico, pudo conciliar el
sueño. Al menos, una duermevela poco profunda en la que la conciencia de estar
despierto se fue diluyendo lentamente, pasando a ser -en cambio- una pastosa
nubosidad en donde su identidad parecía flotar sin exigencias ni rumbos
prefijados hacia sustratos del subconsciente que jamás había visitado antes.
Luego de un breve lapso que no
sabría dimensionar, comenzó a sentirse cómodo en aquella levedad irreal en la
que se sumergía. Fue en esa instancia en la que por primera vez sintió
tambalear sus habituales certezas, aflorando en su mente como vagas moralinas
irrisorias, adquiridas desde su infancia sin más sustento que la aceptación
ciega a la que fue sometido.
Enfrentando tentaciones filtradas
en su subconsciente desde épocas arcaicas, el durmiente se dejó llevar por
ellas con la tranquilidad de saber que las estrictas reglas aprehendidas no
tenían validez en aquel universo. Para diluir totalmente los últimos resquicios
de sensatez y culpa que pudieran quedar en su conciencia, una máscara de
extraños poderes le fue proporcionada para que, al usarla, diera rienda suelta
a su más oscura naturaleza sin cuestionamientos ni pudores.
Alentado por el alto realismo de lo
que allí se le ofrecía, presenció mientras estuvo en aquel plano onírico todo
tipo de excesos: abominaciones impensadas, violencias sádicas, perversiones sin
límites a las que le invitaban a sumarse. Y sumergido en un baño de exuberancias
e inconciencia, sin lazos que lo frenaran, el durmiente consintió y participó.
A la mañana siguiente cuando el
tibio sol asomaba ya por la ventana, el hombre fue paladeando el blando retorno
a la cotidianidad mientras en su boca persistía el sabor agridulce de las
frutas prohibidas que había probado. A medida que la lucidez ganaba paso en
medio de los oníricos ecos que aún retumbaban, un objeto inesperado captó su
atención recién despabilada mientras un mudo grito de espanto intentaba brotar
de su garganta: una máscara pegajosa, aún chorreante de fluidos inciertos,
reposaba sobre su mesa de luz como signo inequívoco de que lo soñado había
resultado ser tan real como lo que ahora comenzaba a experimentar.