Sumándome a la ya clásica convocatoria de Teresa Cameselle
ZOMBIE (una historia de terror)
Bajo la pastosa capa de
maquillaje con la que lo habían “adecentado” y el agobiante calor que producían
los reflectores, la fragancia importada con la que minutos antes se había
bañado dejó de surtir efecto: el hedor rancio que brotaba de sus poros comenzaba
a percibirse desde varios metros a la redonda revelando su naturaleza putrefacta.
Sus asesores de imagen oportunamente
le recordaron varios trucos para parecer distendido frente a la pantalla. Le indicaron
cómo colocar las manos, ciertos gestos que debía evitar y otros a los que podría
recurrir, como por ejemplo, ir secando de vez en cuando con su pañuelo la
espesa baba verdinegra que solía escurrírsele por sus comisuras.
Pese a su esfuerzo por parecer fresco,
lúcido y atento, su mirada obnubilada delataba su avanzado grado de
descomposición interior que se materializaba también en la fetidez de su
aliento, inútilmente encubierto por alguna menta que -hipócritamente solícitos-
le acercaban eventualmente tanto propios como extraños.
Sus movimientos eran notablemente
pausados y erráticos, artificiosos, sin rastros ya de aquel desenfadado
desempeño que exhibieran en un pasado muy remoto. Su rostro macilento delataba
su calidad de cadáver ambulante, un zombie insensible que pretendía camuflarse frente
a los demás, pese a lo obvio de sus fingidas muecas de simpática convivencia. Hacía
mucho que no era capaz de articular palabra, sólo algún gemido casi mudo lograba
salir de su boca para morir de repente en un brusco gesto interrumpido.
Ya no le quedaban rastros de
humanidad. Ni sentimientos, ni responsabilidad honesta con la sociedad en la que
aún insistía en desenvolverse. Sólo perversas ansias por intentar preservar su patético
estado para la eternidad, negándose a aceptar el retiro -al que debiera haberse
resignado hacía siglos- como un gesto de consideración hacia su prójimo.
Y ésta no resultaría ser una
historia de terror real si de verdad no existiese el peligro de que monstruos
de esta especie sigan siendo votados para renovar su cargo ‘in aeternum” en el
parlamento.