Teatro, máscaras y apariencias...esa era la convocatoria y con gran alegría podemos decir que se cierra otro jueves donde las ganas, la creatividad y el entusiasmo han brillado a través de todos los textos que hemos podido disfrutar. Cada quien desde su óptica aportó su cuota de reflexión e ingenio literario para hacer que este encuentro sirva para la reflexión y el intercambio, el disfrute y la opinión. Como anfitriona me he sentido sumamente gratificada al ver que el tema propuesto fue muy bien recibido y que la participación de jueveros ha sido muy numerosa, incluyendo la de nuevos blogueros que nos han honrado con su presencia. Les agradezco a tod@s por haberlo hecho posible.
A modo de cierre, les dejo dos textos, uno de Mario Benedetti y el otro de Amado Nervo, ambos haciendo referencia a las máscaras en sus distintas variantes.
MÁSCARAS
No me gustan las
máscaras exóticas
Ni siquiera me
gustan las más caras
Ni las máscaras
sueltas ni las desprevenidas
Ni las amordazadas
ni las escandalosas.
No me gustan ni
nunca me gustaron
Ni las del
carnaval ni la de los tribunos.
Ni las de la verbena
ni las del santoral.
Ni las de la
apariencia ni las de la retórica.
Me gusta la
indefensa gente que da la cara
Y le ofrece al
contiguo su mueca más sincera
Y llora con su
pobre cansancio imaginario
Y mira con sus
ojos de coraje o de miedo.
Me gustan los que
sueñan sin careta
Y no tienen pudor
de sus tiernas arrugas
Y si en la noche
miran/ miran con todo el cuerpo
Y cuando
besan/besan con sus labios de siempre.
Las máscaras no
sirven como segundo rostro
No sudan/no se
azoran/jamás se ruborizan
Sus mejillas no
ostentan lágrimas de entusiasmo
Y el mentón no les
tiembla de soberbia o de olvido
¿Quién puede
enamorarse de una faz delegada?
No hay piel falsa
que supla la piel de la lascivia
Las máscaras
alegres no curan la tristeza
No me gustan las
máscaras, he dicho.
Mario Benedetti
(La vida ese
paréntesis)
LAS MÁSCARAS
Cada año pone en
tu faz una máscara
Este, alegre;
aquél, otro triste;
el venidero,
gesticulante y ridículo.
Cada año pone en
tu máscara, y se va ...
Pero tu yo
impasible, sólo conocen los dioses,
sabe que él no es
la máscara;
que él ni sonríe,
ni llora, ni gesticula.
Tu yo, al verse en
el espejo
a través de las
ventanas
cada vez menos
luminosas de los ojos,
se dice a sí
mismo:
"He aquí el
antifaz nuevo que me ha puesto la vida",
... Y sigue
pensando en otra cosa.
Muchas de tus
máscaras han quedado
por largo tiempo
en las fotografías.
Durarán más de lo
que merecen.
Pero ninguna ha
sido en ningún momento
la expresión
exacta de tu yo.
Que esto te enseñe
a buscar en los hombres
la fisonomía
interior,
la fisonomía
escondida.
Alguna vez podrás
decir:
"aquí hubo un
ángel y yo no lo sabía".
Amado Nervo
Cierro entonces con un GRACIAS!
y nos encontramos el próximo jueves!