…a propuesta de Auxi, un texto con inicio
El texto que me tocó en el reparto
Así que… ¿quieren saber cómo es el infierno? Yo
se los puedo decir. Llevo muchos años viviendo aquí; aunque todavía no estoy
muy segura de poder llamar vida a esto…
Los veo,
señores, ansiosos en el debate intentando comprender o definir, más bien, de
qué se trata semejante tormento.
Se
preguntan cómo se padece en él, cómo se inicia, cuáles son sus secretos.
Les diré
que se comienza naciendo aquí con genitales femeninos. De esa manera cualquier
ser humano, completo, inocente y sano que llegue al mundo por aquí se asegura,
señores, la entrada directa al más profundo de los padecimientos.
Se
comienza sin saberlo, sumida una en la que pareciera ser una tierna infancia,
mimada quizás por sus padres, correteando entre las piernas de los mayores,
siendo objeto hasta de algunos juegos que logran arrancarnos alguna vez una sonrisa.
Pero ese lapso es breve.
Despierta
una bruscamente de semejante ensoñación padeciendo la ira de sus propios
progenitores, quienes se saben a su vez, infelices y sometidos, disimulando su propia
miseria e impotencia a grito limpio.
Madurando
su sometimiento día tras día, una va asimilando sin cuestionar las enseñanzas
de sus ancestros, aceptando sin pestañar este destino de humillación,
obediencia y padecimientos.
Apenas una
aprende a andar sobre sus propios pies sin caerse, asimila también cuáles son
sus tareas y obligaciones. No alcanza con ser infante para asegurarse aquí su manutención…hay
que ganársela, y aun así, no es eso garantía para que se prolongue el cobijo y
el sostén familiar. Todo lo contrario. Aprende una bien temprano que, si un día
el alimento o el agua escasean más que lo habitual, la familia decidirá desprenderse
del menos útil, o del que resulte mejor pago…por ende las mujeres se
transforman desde que nacen en la más prescindible de las mercancías.
Si son
agraciadas el precio que darán por ellas suele mejorar, siempre que se asegure
su pureza y virginidad aún a costa de su propio padecimiento. Algunas se venden
por lo que valen dos cabras, las más bellas llegan a cotizarse por muchos más
animales.
Las
ablaciones y costuras genitales aseguran a un futuro marido la integridad de la
mercadería, a la vez que garantiza que no habrá motivo para posibles futuros
adulterios si se impide la posibilidad de goce para la susodicha.
Una descubre
entonces bien pronto cuáles son en realidad las diferencias entre los sexos.
Qué consecuencias acarrea el hecho de haber nacido mujer en este mundo tribal de
hombres, guerras, injusticias y venganzas.
Ser
mujer, implica representar un lastre para la familia, una fuente latente de
deshonra por la que hay constantemente que velar, un objeto de decoración, un
trofeo, un botín de guerra; significa ser objeto de tentación y pecado para los
hombres débiles, un mal necesario para la continuidad de la especie, un castigo
divino, una impureza que molesta y que cuesta. Ser mujer supone la
imposibilidad de estudiar, de ser alguien fuerte, de emanciparse, de transitar sin
vigilancia, de andar a cara descubierta, de vivir libremente, de soñar… Hay
muchas que, incluso, son matadas apenas nacer por considerarlas más carga que
bendición, sin que su asesinato sea motivo de culpa o castigo para los padres
que así lo decidan.
Y si a
pesar de tantas coerciones, la mujer logra un mínimo de estabilidad, concreta
un matrimonio conveniente, sin demasiadas violencias, sin celos que agredan y
sin castigos injustificados, si para su suerte los dioses deciden bendecirla
con hijos varones, manteniendo pese a todo algo de la belleza de su juventud,
si logra aún la complacencia de su marido, si la honra familiar la respalda y
la hace merecedora de cierta consideración entre sus vecinos, aún entonces la
mujer deberá andar por la vida en forma condicional, sujeta a quien debe total
respeto y sumisión. Deberá rezar cada
día por la salud de su marido y protector, rogando para que éste no se harte y decida
un día repudiarla por la razón que se le antoje. Deberá pedirle a los dioses
que no la castiguen con alguna acusación falsa, que ninguna horda de borrachos
decida asaltarla y violarla sin que haya provocación de su parte, que tampoco
alguna de sus hijas lo padezca cuando ella estuviera cerca. Deberá rezar para
que no se desate una hambruna, o una guerra, para que su gente no sea invadida
por extraños que busquen sus riquezas y descarguen su ira y su venganza
atacando aldeas, violando y mutilando a las mujeres. Porque desde siempre ha
sido sobre ellas dónde más se vuelca el odio y la bestialidad viril, sobre ellas
que no pueden defenderse, que no son consideradas en igualdad de derechos y
condiciones, ellas que caminan por la faz de este infierno condenadas a padecer
todo tipo de vejámenes desde que son nacidas.
Entonces
señores, no se pregunten cómo es el Infierno. Simplemente imagínense siendo
mujeres en este mundo retrógrado y lo comprenderán de sobra.