Llegando bastante tarde, me sumo a la propuesta de San. Para más detalles y leer a todos los participantes, pasar por su blog.
Ayer fue miércoles toda la mañana. Por la tarde cambió: se puso casi
lunes. Y ese caprichoso cambio en el calendario lo tomé como una abierta provocación.
Al principio no lo entendí pero
después la sospecha se hizo certera convicción y la culpa comenzó a crecerme
por dentro. Me puse a pensar, a repasar mis pasos durante aquella mañana funesta
en donde mi olor a noche rancia se fundió con el de tu encierro auto provocado
apenas traspasar la puerta de tu departamento y entonces lo reviví sin filtros,
sin el pudoroso velo de mi desmemoria ocultando lo inenarrable.
Mi juerga del fin de semana, el
cansancio acumulado, el despecho por tu negativa, la inseguridad de mi
virilidad herida, el fantasma de los celos, la furia en tus ojos, los reclamos
gastados, mil razones mal paridas y aquella tijera absurda sostenida en tu mano
intentando defenderte de mi cercanía.
No conté los puntazos. Sé que
fueron muchos. Nunca fuiste buena defendiéndote. Yo en cambio siempre me supe
fuerte y diestro con cualquier arma improvisada que cayera en mis manos. Las
consecuencias fueron las lógicas y sólo después que el alcohol se disipó en mi
mente presté atención a la cantidad de sangre derramada. De tu sangre
derramada, para ser más precisos.
Y ahora... supuestamente miércoles
según marca mi calendario de rutinas, el
universo conspira contra mí revirtiendo el sentido del tiempo sin piedad ni
consuelo. Otra vez se me hace lunes. Puedo verte nuevamente allí, en medio de
tus gritos con la tijera infame en alto reclamándome lo que no me importó antes
y aun no comprendo bien ahora.