Hola a tod@s!
Esta semana es Marcos, quien desde su blog nos conduce y nos propone relatar una historia de dos en una isla desierta. Los invito a leer todas las historias y dejo a continuación mi aporte:
TÚ Y YO, SOLOS EN LA ISLA
De repente abrí los ojos y vi el
cielo azul, sin una nube. La arena mojada me cubría por completo y un zumbido
punzante taladraba mi cabeza mientras me esforzaba por recapitular.
¿Dónde estaba? ¿Cómo había
llegado hasta allí? Con mucho esfuerzo logré incorporarme sentándome en la
orilla. Mis pensamientos se mecían a la par del oleaje que con desdén traía
restos de un naufragio que me resultaba ajeno. Trozos de madera. Restos de
cajas desfondadas. Un salvavidas cubierto de algas y sogas deshilachadas. Un
zapato de mujer con el taco roto. Y sobre lo que aparentaba ser la tapa de un
piano, el cuerpo hinchado e inerte de alguien cuyo rostro creí reconocer.
La visión de la muerte cercana me
colocó de inmediato en perspectiva y comencé a recordar: el viaje de placer en
el que me había embarcado, se transformó de un momento a otro en un infierno, a
causa de un loco sumamente violento que atacó primeramente a la mujer que lo
acompañaba y luego a mí, que intervine para defenderla. La tripulación, infructuosamente,
intentó controlarlo. Minutos después sobrevino una explosión, presuntamente en
la sala donde lo llevaron, y de inmediato todo colapsó. El crucero se quebró
por la quilla, hundiéndose rápidamente entre olas y truenos de tormenta. Mientras se me helaban las piernas intentando
mantenerme a flote escuchaba gritos a mi alrededor sin lograr ver nada. De
improviso algo me golpeó e instintivamente lo aferré con todas mis fuerzas. Logré
treparme sobre aquel tablón y así me quedé, aterido y en silencio intentando no
escuchar ni pensar, solo rezando para que el tiempo pasara rápido.
Fue así que llegué hasta aquí.
Náufrago y aturdido en medio del océano, relegado en esta pequeña nada que se
extiende apenas unos cientos de metros.
De repente allí, detrás de una
saliente en la playa alcanzo a divisar un bulto, algo oscuro en medio de la
superficie ardiente. Parece un cuerpo extendido. Se trata sin dudas de una
persona. Ahora se mueve. Definitivamente es un hombre, y está vivo. Avanzo
hacia él de inmediato, celebrando la idea de no estar solo en este trozo de
tierra olvidada. Le escucho quejarse. Grita e insulta. Me quedo clavado en la
arena porque ahora lo veo mejor y lo reconozco: es el violento trastornado que horas
antes hizo estallar el barco.