NAVIDAD BLOGUERA

FIGURA Y FONDO

FIGURA Y FONDO
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...un personaje nacido de mi mano...

Cartas que no fueron enviadas

..quedan invitados a conocer el blog de Eduardo, mi papá (que sigue vivo desde sus letras)

LADY DARK

un relato ilustrado

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miércoles, 31 de diciembre de 2008

2009 - NUEVA APUESTA

















Hoy reedito estos versos con los que quiero expresar todo mi optimismo para este nuevo año, que se nos presenta como un gran desafío. Un nuevo comienzo resulta ser una excelente oportunidad para iniciar de una buena vez la tan postergada "construcción de un mundo mejor" (como decía Mafalda con tanta sabiduría), así que creo que en cada una de nuestros gestos, de nuestras acciones, podemos - y debemos- hacer algo (por más insignificante que parezca) para que nuestra convivencia en esta Tierra (que es nuestra gran casa) sea mucho más justa, más pacífica y equitativa.

Con todo mi cariño, les deseo un muy próspero año y les pido mil disculpas por no poder visitarlos a todos como quisiera (estoy de anfitriona en estas fiestas y me la paso cocinando! ajjajaja).



Hasta el año que viene!!!!






Hoy apuesto
por un nuevo cielo
azul, límpido,
sin limitaciones.
Apuesto por las ganas,
las sonrisas,
los aciertos
y las derrotas
(que no son fracasos)
- simplemente son estadios
en el aprendizaje
de la vida –
Hoy apuesto
por renovar mis votos
de vivir a pleno
cada instante,
de sentir el viento
acariciando mi pelo
y mis sueños,
de iniciar mis mañanas
con el deseo
de sentirme parte
indispensable
de este mundo
y sus entornos
para que juntos,
mi yo y el todo,
sintonicemos
en sutil armonía
de infinitos y mortales.





martes, 30 de diciembre de 2008

FESTEJAR BRINDANDO










Dicen que ya en la antigua Grecia se acostumbraba a levantar las copas antes de beber. También agregan que en un principio, lo hacía sólo el anfitrión, quien sumergía su copa en la vasija del vino, la levantaba y bebía en señal de que la bebida no estaba envenenada.

Pasado algún tiempo, la tradición cambió, y comenzó a considerarse que al chocar las copas entre todos los comensales era una buena señal para que el vino se “entremezclara” al salpicarse y se bebiera con confianza.

Hay otra teoría que dice que el ritual nació durante el Impero Romano, en donde se quería conseguir que el vino deleitase afectando a todos los sentidos, y para involucrar al único que aún no lo estaba, se pensó que el leve choque de las copas generaría un sonido grato y característico.

Sea cual fuere el verdadero origen, la historia coincide en por qué a esta costumbre milenaria se le llama “brindis”. Resulta ser que el 6 de mayo de 1527 (a tanta precisión llegan los relatos) los soldados germanos obtuvieron una gran victoria en Roma, y, con las copas en alto, gritaron al unísono: “¡Bring dir´s!, que en alemán significa “Yo te lo ofrezco”. Así fue como el término y la costumbre se trasladó, llegando a tierras hispanas el nuevo vocablo, que, “castellanizado” se fue repitiendo como en nuestros días: “brindis”

Hoy en día, ya sea para festejar el Año Nuevo, un flamante matrimonio, la Navidad, una graduación, un cumpleaños...en el momento culminante todos se ponen de pie para brindar y alzan sus copas, pero en cada continente, en cada país, en cada ciudad, hay rituales levemente distintos.

En Georgia, por ejemplo, lo más importante de este acto, son las palabras que se pronuncian: alguien suele ponerse de pie y comienza a narrar una historia que en apariencia no tiene nada que ver con la festividad, pero que, al final, sufre un giro y se relaciona con el festejo dejando una moraleja, tras lo cual todos gritan y chocan las copas.

Más en el interior del viejo continente, en Alemania y Austria, hay algunas reglas protocolares que jerarquizan el momento: bebe brindarse con todas y cada una de las personas presentes, jamás deben formarse cruces entre los brazos y bajo ninguna circunstancia debe llenarse la copa de alguien si no está antes totalmente vacía.

Más al norte, en Rusia, es usual que el homenajeado (sobre todo durante las bodas) tire al suelo la copa luego de brindar, para que se rompa con ella la desdicha y llegue la felicidad. En Escocia sucede lo mismo, sólo que todos los invitados hacen estallar sus copas luego de beber la última gota (para el beneficio y felicidad de los fabricantes! Jejeje)

Por estas latitudes existen algunas otras creencias por las que se busca alejar la mala suerte, por ejemplo, mirando a los ojos a la otra persona en el momento del brindis, no apoyando la copa en ningún momento antes del brindis, y tampoco son bien vistos los brindis con agua!

Cuando el brindis se da en el festejo de un marco formal, hay reglas ceremoniales a tener en cuenta:
- el primer brindis siempre debe hacerlo el anfitrión, aún cuando sea el homenajeado de la fiesta.
- Quienes reciben el brindis, deben permanecer sentados y sin beber durante el agasajo.
- Cuando un invitado de honor recibe un brindis, todos deben ponerse de pie, y tras las palabras del anfitrión, quien fue agasajado, debe agradecer

Culturas y modismos aparte, lo importante es que haya motivos para festejar, que se intercambien buenos augurios y que la bebida se comparta entre los seres queridos.

Les deseo a todos un muy buen año 2009 y desde aquí levanto mi copa para que lo iniciemos con esperanza y burbujas de felicidad!!!



domingo, 28 de diciembre de 2008

TÚ...CÓMO VES?










Te concentras en lo que falta
o en lo que abunda?
En lo que es vacío
o en lo que está lleno?
Te fijas primero
en lo que se exhibe
o en lo que está oculto?
En lo que tienes
o en lo que careces?
Según sea cómo mires
estará para ti
la copa medio vacía
en lugar de medio llena.
Ten cuidado de no caer
en la trampa
de quien vive ciego
tan sólo porque
siente miedo
de disponerse para ver.









viernes, 26 de diciembre de 2008

2009









Ante la perspectiva
cierta
de un Año
Nuevo
- flamante -
que se anuncia,
quiero inaugurar
confiada
- radiante -
con los mejores sueños
y con todas
las expectativas
este nuevo inicio
que, decreto,
será próspero
trascendental
…y maravilloso!


(para todos,
y con el más cálido
de mis abrazos


miércoles, 24 de diciembre de 2008

PARA TODOS USTEDES













Dado que mañana es Navidad y el espíritu de paz y amor se siente (o sería deseable que se sienta) en el aire, me parece una excelente oportunidad de agradecer desde aquí a tod@s los que en algún momento de mi "bloguear" por los aires virtuales, han dedicado un momento para leer y comentar mis modestos intentos literarios.


Quiero decirles que esta manera de comunicarnos es para mí muy enriquecedora, tendiendo verdaderos "puentes" entre personas que ni se han visto las caras pero a pesar de ello se sienten muy cercanas.


Por todo eso, (y porque sigo sin inspiración fresca, jejejeje) hoy reedito esto que escribí a modo de reivindicación de la comunicación bloguera, sea cual fuere la plataforma desde donde se sostenga.


A todos ustedes, amig@s (personas reales en un medio virtual), les deseo una muy Feliz Navidad y les dedico especialmente esta entrada.





NUEVO PUENTE

Permíteme ser un puente
un lazo
un nexo
una palabra
un recóndito mensaje
en clave
algo que sólo tú descubras
y te sirva
algo que sólo a ti alivie
y alimente
porque al saberte a ti
entero,
satisfecho y alado
volará y se nutrirá
también allí mi suerte
y llegará
al sitio tibio
que me preparaste
desde el inicio
por ese mismo puente.





martes, 23 de diciembre de 2008

CUENTO DE NAVIDAD







Dada la escasez de inspiración que estoy sufriendo últimamente, debo recurrir con asiduidad a la reedición de viejas entradas traidas de alguno de mis queridos viejos blogs "spaceros". Este cuento es una de ellas.
Si ya lo leyeron, les pido sepan disimular el aburrimiento! jajajaja...si es la primera vez, espero que les guste.


Nota: lo que narra es absolutamente testimonial de mi infancia (allá lejos y hace tiempo! jajaja)






CUENTO DE NAVIDAD



Cuando era chica, los días anteriores a una Navidad, eran en sí mismos una fiesta. Durante todo diciembre, terminadas recién las clases, mi prima y yo nos dedicábamos con esmero a preparar tarjetas, versitos para recitar, canciones, obritas de teatro o mini pesebres vivientes para hacer de la noche del 24 un manojo de celebración y alegría porque la llegada de la Navidad, con Papá Noel incluido, así lo ameritaba.


No recuerdo exactamente cuántos años tendríamos pero muy a pesar nuestro llegó a nuestros oídos la versión de que el susodicho gordo barbudo vestido de rojo no existía de verdad, y que los regalos los traían los padres. Ese chisme nos llegó de boca de algunos compañeros de escuela que se empeñaban antes de tiempo en vivir un mundo de racionalidades que todo niño que se precie debe siempre combatir.


Pero una vez que la duda se ha instalado, es muy difícil erradicarla definitivamente (hoy tengo en claro que más de un dictador se vale de esa cualidad de “imborrabilidad” que tienen las versiones, pero esa es otra historia!)

Lo cierto es que en aquellos días, las malas lenguas lograron instalar en el altillo de nuestras tardes domingueras el rumor que el viejito de rojo no existía, y aquello atentaba contra los cimientos mismos de nuestro festejo navideño. La sola idea de pensar que los regalos se compraban en cualquier “tienducha” de barrio me sacaba de quicio.

¡Cómo pretender que eso sea cierto sin tirar abajo las inolvidables noches de víspera de Navidad, cuando ansiosos, los chicos intentábamos en vano lograr ver algo del trineo de nuestro personaje más querido de toda la mitología navideña!


Diría que en esa época era más importante este señor de la bolsa cargada que el mismo niño Jesús del pesebre (del que por cierto, era el cumpleaños, y que, a pesar de la enorme carga de expectativa juguetera que reinaba, nunca olvidábamos).


Como decía, en esos días previos dedicados a los preparativos, ese año ocupamos gran parte del tiempo a pensar en cuánto de verdad tendría esa horrible versión que nos había llegado.


Pasando rápidamente de la fe a la razón, intentábamos buscar lógicas soluciones a ciertos problemas fácticos que presentaba el hecho de que Papá Noel debiera recorrer a velocidades supersónicas las distintas casas que habitaban todos los chicos del mundo para que la entrega de regalos se hiciera en forma casi simultánea.


La respuesta más inmediata era que disponía de la magia necesaria para hacerlo, y ese aspecto no fue, en realidad más que una consideración menor ante el verdadero misterio del asunto: dónde habitaba y cómo llegaba. Esa era para nosotros la mayor incógnita de aquellas visitas anuales que tanto esperábamos y festejábamos.


El cuento que vivía en un lugar secreto del Polo Norte nos dejaba poderosas dudas: cómo podía ser que nunca nadie hubiera ubicado su refugio, con todos los adelantos técnicos que ya había en aquella época: si el hombre había llegado a la Luna, el hecho de que no hubiese podido descubrir aún el lugar exacto de la guarida de Papá Noel era demasiado poco probable.


El verdadero centro de operaciones debería ser otro, eso era seguro, pero cuál y cómo llegaría desde allí nos tenía intrigadísimas y había hecho que ese año nos atrasáramos en la confección de tarjetas y demás parafernalia navideña que solíamos preparar.


Ese domingo había llovido desde temprano pero paró luego del almuerzo, así que cuando dejó de llover dejamos el altillo para buscar inspiración al aire libre, en la terraza de la casa de mi abuela (tierra de juegos y aventuras que se adecuaba a cualquier contingencia).


Cuando salimos a la azotea, con el asunto del domicilio real de Papá Noel sin resolver y dándonos vueltas todavía en la cabeza, vimos que el cielo estaba todavía muy cubierto de nubes, algunas grises y otras más claras, pero de variadas formas y tamaños.


De repente, cuando miramos hacia el sur, presenciamos con gran asombro lo que sin duda fue lo que llaman un milagro de Navidad: en el cielo, poblado de nubes que parecían ser de algodón, pudimos ver con la claridad que sólo alguien de mucha fe puede lograr ver, el camino zigzagueante entre montañas cubiertas de nieve y pinos que bordeaban aquel sendero por donde sin duda alguna, el mismo Papá Noel nos mostraba desde dónde bajaba a la tierra en todas las navidades.


La imagen era tan bella y pintoresca que parecía igual a las postales que se suelen ver en las propagandas y en las tarjetas navideñas que vienen del norte, donde las navidades son frías y la nieve cae en forma de cortina suave.

Esa fue la primera vez que tuve conciencia de lo que es una verdadera experiencia mística: nos sentimos tan cerca de aquel paisaje celestial que casi pudimos tocarlo, aunque no hizo falta: sabíamos de qué se trataba y como era lógico (y porque nosotras no éramos egoístas) inmediatamente fuimos a compartir esa maravillosa visión con los mayores, que estaban en su rutina dominguera de conversación y mate.


Bajamos la escalera gritando, maravilladas y emocionadas por haber sido elegidas como testigos de algo tan increíble como lo que habíamos visto; queríamos que todos fueran a contemplarlo, pero cuando al fin convencimos a algunos para que lo hicieran, así como mágicamente aquel celestial paisaje se había mostrado ante nuestros ojos, de la misma manera se esfumó ante los ojos de los adultos, que simplemente lograron ver alguna que otra nube que simulaba ser alguna montaña y nada más.


Ese hecho, lejos de desilusionarnos, nos terminó de convencer: aquel maravilloso sendero que se había abierto en el cielo y se extendía hasta tocar el suelo mismo, había sido un milagro de Navidad reservado sólo para nosotras dos, sin duda en premio por haber permanecido fieles a la inocencia que se requiere para ser niño y disfrutar de la maravillosa magia navideña.


lunes, 22 de diciembre de 2008

A RIESGO DE VIVIR (También re-editada)










Optar y elegir,
siempre…
En eso consiste
la madurez de la vida:
tomar decisiones
y arriesgarse
a ganar y a perder.
La niñez pasa,
la inocencia
se guarda bajo llave
y la inseguridad sobreviene.
Abriendo puertas
y cerrando otras
el destino hace
que se entretejan los hilos
que nos sostienen a todos.
Que no te amedrente el reto,
que no te angustie la duda.
Deja que tu corazón te guíe
y que la razón…
siempre te acompañe.






domingo, 21 de diciembre de 2008

LLUVIA EN EL VERANO












Luego del calor,
la lluvia…
El acre olor a tierra
que se desprende
entre las gotas,
sobre el suelo de la vida
apenas antes
calcinado,
hace renacer nostalgias
…recuerdos,
algunos lejanos sueños
de pasado
trashumante.

En su dulzura,
el agua
que llega como remanso
alivia de las tensiones,
descubre
otra vez el alma.
Si bien el verano pleno
recuerda que hoy
comienza,
un poco de miel de otoño
regala entre sus sombras,
el viento…
vivificante

Y como promesa mansa
de ventura
y remembranzas,
por minutos en mi pecho
resurgen
otra vez, las ganas.
Se instala
entre el regazo
de la calma y la frescura
de la lluvia que repara
volviendo a nacer
la vida, que es regalo
y esperanza.






sábado, 20 de diciembre de 2008

PARA QUIEN HABLO (de mi viejo espacio)










Puede que el viento se lleve las palabras
puede que la lluvia
o el olvido las desdibuje.
Pero mientras tanto,
mientras crea en lo que creo
seguiré intentando.
Si no alcanza para cambiar las cosas
lo será
para hacer que alguien
aunque más no sea por un momento
se detenga y me escuche.
Si no es hoy,
será mañana
pero la labor de cada vocablo
calará hondo
en el pensar y el sentir
de alguna gente.
Así fue
así ha sido
desde que el tiempo es tiempo
y el humano ha comprendido
que para hablar
y para que valga la pena
hay que hacerlo con sentido
con sustento y convicción
porque el valor de la verdad es uno
y aunque la realidad se altere
y se transformen las circunstancias
el mensaje que ellas dejan
seguirá sonando
para quien quiera

aunque sea alguna vez
seguir escuchando.





viernes, 19 de diciembre de 2008

SECRETOS DE UN ADORNO DE NAVIDAD




















Varios blogs amigos nos hemos unido hoy, por iniciativa del amigo Cardenal (su eminencia!) para contar un cuento de navidad en no más de 80 palabras. Al final encontrarán los enlaces a los otros blogs participantes, para que por favor lean sus versiones originales.



Mi versión:

Soy el despertar de la ilusión… recuerdo de las Navidades añejas y esperanza de las futuras.
Aquí estoy otra vez, pendiendo desde el árbol engalanado que se entrona frente a un pesebre.
En cada uno de mis brillos queda algo de la alegría de aquellas infancias que ante mí se asombraron, y de las nostalgias que por mí reverdecieron.
Reinaré hasta que nuevamente embalado, durante otro año, aguarde el renacer del espíritu de dar y amar, de entregar y recibir…




Enlaces a los otros blogs participantes:


Alexis (http://cid-1eeb04bbdc0d1343.spaces.live.com/blog/)

Alexis Castro (http://loscocos11.spaces.live.com/blog/)

Alhena (http://alhenaaveces.blogspot.com/)

Ankh (http://casadochorao.blogspot.com/)

Ardilla Roja (http://ardillar0ja.spaces.live.com/blog/)

Arena (http://ilfraile.spaces.live.com/Blog/)


Cardenal Farenas (http://parroquiadefarenas.blogspot.com/)

Elena (http://elenaepp.spaces.live.com/blog/)

Gloria (http://shidarta47.spaces.live.com/blog/)

Goibelurra (http://goibelurra.spaces.live.com/blog/)

Irlanda (http://irlanda1962.blogspot.com/)

J. Salvador (http://jsalvador1960.blogspot.com/)

Ly (http://lifgesell.blogspot.com/)

Mimi (http://xqsabes.spaces.live.com/blog/)

Monika (http://porsiempremonika.blogspot.com/)

Musa (http://musadeojostristes.spaces.live.com/blog/)

Nieves (http://cid-1a2bedbf724c2a55.spaces.live.com/blog/)

Pepi (http://pepinubeazul.spaces.live.com/blog/)

Perlita (http://lamiradadeungato.blogspot.com/)

Sandra (http://mipequenioespacio.blogspot.com/)

Sara (http://masdelomismo1.spaces.live.com/blog/)

Sherezade (http://sherezade-mimundointerior.blogspot.com/)


Shi (http://uffffffffsisisisi9.spaces.live.com/blog/)

Silvia (http://lavidaapesardetodo.blogspot.com/)

Sinhue (http://nolopiensesdosveces.blogspot.com/)


Felicitaciones a todos los participantes y muchas gracias a Cardenal por invitarnos a sumarnos a tan linda idea.

...ya pasaré a leerlos a todos! (me va a tomar bastante tiempo, jejeje)


AROMAS Y SUSPIROS










Como un bálsamo de flores
me envuelve el aire,
ese aire levemente cálido
que huele a rosas y jazmines.
Su perfume no es aroma de corolas,
es el alma la que huele,
huele a tardes de silencios ,
huele a mieles de rocíos.
Pero, con el aroma
y la dulzura vienen
los recuerdos y la poesía
que quedaron por un rato
en la tarde, allá escondidas.
Y así con su susurro,
hurgando sólo en parte
en mi tristeza
se va ya , con su premura,
el aroma de las rosas,
para dejarme a solas
al fin, con mis suspiros.






jueves, 18 de diciembre de 2008

UNA PARTÍCULA DENTRO DE ESE PEQUEÑO PUNTO AZUL









Para contrarrestar el egocentrismo de las palabras de mi última entrada (no expresan lo que yo siento, desde ya!) y para poner en evidencia la relatividad de todo lo que nos apesadumbra, tensiona y preocupa, les dejo, para que lo disfruten, el video que la querida Valeria me dejó enlazado a modo de comentario, precisamente en la entrada anterior.

P.D
Muchas gracias Vale, me encantó!





miércoles, 17 de diciembre de 2008

FALACIA



















Se suele caer en la simpleza de pensar,
que nuestra estatura es la medida
con la que se debe comparar el universo
y que nuestro propio ombligo
es el centro de rotación de todo lo existente!








martes, 16 de diciembre de 2008

SOÑANDO CON LA LUNA (Algo que me traje de mi otra casa)












En la noche brota
una palabra de mi boca:
“sueños…”
y de inmediato libres
se hilvanan las otras
en trascendente vuelo.
Se alzan llevando deseos,
lugares, magia,
esperanza y cielos.
Tiñendo de una en una
las fantasías nocturnas
que en mi alma llevo,
con delicada paleta
y pincel de orquídeas
las postergadas quimeras
se me antojan nuevas
y cuando llega la noche
se liberan, etéreas
y ascienden bellas
hacia la luna plena
que también por ellas
y conmigo en silencio,
se libera y sueña…




lunes, 15 de diciembre de 2008

INSTANTE EN EL CREPÚSCULO











En ese preciso momento
en que la tarde se vuelve noche
y el sol se vierte en el horizonte
tiñendo de rojo
sus mágicos confines,
mis nostalgias se estremecen,
apenas sosteniéndose
desde el borde de una nube
mientras, en instante fatal,
el silencio las desvanece.





domingo, 14 de diciembre de 2008

CONSULTA TÉCNICA









Hola a tod@s!

Como verán, poco a poco voy aprendiendo a usar las herramientas de que disponemos por aquí. Algunas no las descubro todavía...ni sé si existen! ajajaja, así que les consulto, por si ustedes lo saben:
Hay alguna manera de saber, (sin recorrer una a una las entradas, obvio!) si alguien dejó nuevos comentarios en entradas antiguas?
Me interesaría saberlo.
Cualquier dato, me lo pasan!
Un abrazo a cada uno!








REFLEXIONES SOBRE EL ESPÍRITU NAVIDEÑO









El año pasado escribí esta entrada a propósito de los comentarios de algunas personas diciendo que festejar en Navidad les resultaba un contrasentido, dada las crisis, las injusticias, las guerras y demás barbaridades que sufre gran parte de la humanidad. A modo de justificativo de mi postura proclive al festejo, publiqué en su momento esta reflexión, que creo, dada la proximidad de la fecha y que las injusticias aún perduran (qué novedad!) resulta adecuada para ser re editada, y así lo hago. Espero que quienes la leyeron no lo sientan muy reiterativo.
Aprovecho para agradecerles sus constantes visitas.

No creo que a pesar de lo terrible de las grandes tragedias que sufre la humanidad se deba bajar los brazos o dejar de lado el festejo navideño porque la crueldad de lo que vemos nos abruma.

Creo que no; precisamente es todo lo contrario lo que deberíamos hacer: decidirnos a que renazca el verdadero espíritu navideño, el dar, el amar, el sentir, el disfrutar, no son incompatibles con compadecerse y luchar para que las injusticias y la violencia cesen.

Cómo se enfrenta a al odio???...con más odio???, con desesperanza????...con apatía??...claro que no!, por el contrario debemos enfrentarlo con al amor en el más amplio de los sentidos; podemos muy bien comenzar por casa, porque todo lo que sembremos en el corazón de nuestros hijos dará sus frutos en el futuro, que cada vez es más cercano. También, si pensamos que para muchos (incluidos nosotros, claro!) esta podría ser la última (por distintas circunstancias) o, para no ser tan drásticos, la última celebrada en familia, por qué no hacer todo lo posible para que sea feliz e inolvidable?, por qué no pensar que esa felicidad trasuntará la frontera de nuestra familia y
repercutirá de alguna manera en la de los demás?...

Yo creo que el bien se contagia, lo que pasa que el mal también. Y si dejamos que nuestro malestar nos gane, la antipatía por la cuñada, las molestias de los chicos ajenos, los rencores, etc, etc…todo eso se refleja y no hace más que generar más rencor.

Además, por qué no animarse y hacer algo más trascendental para nuestro prójimo no tan cercano?...quizás con poco podremos logar mucho…tal vez haya un vecino que no tenga dinero para festejar, o que esté sólo, o tal vez podamos contribuir en alguna colecta de las tantas que hay en esta época, o sumarnos a alguna campaña haciendo una donación…hay tantas formas de hacer el bien para que se multiplique, que seguro sabemos qué está a nuestro alcance.

Claro que hay injusticias y debemos combatirlas con todo lo que esté a nuestro alcance. No sólo en esta época debemos recordar que existen. El dolor de los demás debe ser nuestro propio dolor.

Pero sentarnos amargados por las guerras y la violencia que sobra en este mundo no garantiza que las cosas cambien, al contrario, ellos ganan terreno en nuestro entorno, porque aunque sea que lo hagamos en repudio al odio mismo no es así como se pelea…creo que la mejor de las armas es el amor…no hay otra que de mejores frutos.

Por todo eso, quiero festejar esta Navidad. Para que sea la mejor que haya vivido. No estarán sentados a la mesa los seres queridos que ya han partido, pero estarán los que aquí siguen y merecen lo mejor de mí. El recuerdo de quienes amamos no merece que transformemos en luto una oportunidad para renacer por dentro y reencontrarse.

Voto por un festejo honesto y desinteresado. Voto por que ésta sea una muy Feliz Navidad.

sábado, 13 de diciembre de 2008

INVOCACIÓN














Inspiración!
Como un rayo
ven a mí,
que te invoco
como quien clama
por la bienaventuranza de los dioses.
No abandones a esta ingrata
que se olvida
de dar gracias
cuando a veces
con sigilo
alguna musa influyente
se apiada
y me regala
buena parte de su suerte





jueves, 11 de diciembre de 2008

HISTORIA EN TRES PARTES - FINAL










LA LETRA DE UNA CANCIÓN

Estaba seguro que era ella. No le quedaban dudas. Al pasar cerca y sentarse en la mesa de enfrente pudo verla bien. La hermana de la coneja!...como detestaba que la llamaran así!...se ponía furiosa! Su cara aniñada se encendía de furia y no podía disimularlo ni cuando después recibía, en compensación algún piropo bienintencionado.


Aquellos ojos tan queridos!...cómo podría olvidarlos!...profundos y desafiantes, del color del tiempo, como le gustaba a ella definirlos. Para él siempre fueron verdes, algo tristes pero hermosos…fuente de inspiración de sus primeros versos, aquellos que se mantuvieron siempre en secreto y se frustraron tanto cuando el flaco Tito se le adelantó y se abrió camino hacia su corazón.

Tantos años sin saber nada sin casi recordarla, y de pronto, un día tan gris y de lluvia…allí frente al río (que siempre le pareció mar) venir a encontrarla!

Se la ve muy bien. Todavía linda, como siempre lo fue. Menuda y movediza, inquieta y bastante insolente. Así había sido…cómo sería ahora?

Parece mucho más serena, por lo menos, controlada, ajustada y medida en cada movimiento. Se la ve muy elegante. Ropa cara, colores bien combinados…quién lo diría!

Sin embargo algo en lo profundo de su mirada es distinto…parecería que mucho de aquella luz para él tan especial ya no está…sin duda se diluyó entre las sombras de aquellos días en que debió crecer de golpe.

Da la impresión de estar casada…sí, lleva alianza…la luce en su mano como desafiante, destellando el anillo con cada ademán mesurado con los que bebe su té.

Le queda muy bien el pelo corto…le destaca ese perfil tan delicado que siempre lo enamoró.
Las vueltas que da la vida!...encontrarla así, tan casualmente, tan alejados los dos de su viejo barrio, de su lugar, de su gente.


Recuerda bien la última vez que la vio. Ella pasó por enfrente de su casa, con el Tito. Los ojos llorosos, los dos sin hablarse. Iban tomados de la mano y ella parecía muy asustada. Le daba tanta pena verla así!…después, cuando el asunto se resolvió, se enteró el motivo de aquel llanto…Fue el mismo Tito quien se lo contó, como quien pretende compartir un secreto pero en realidad lo cuenta como una hazaña…pobre infeliz!...a ése, en cambio, siempre le tuvo lástima.

Los años se encargaron de mantenerlo en su lugar, ahí de donde nunca despegó: la mediocridad de los que no se animan a soñar y prefieren la seguridad de las rutinas, de la pasividad de los que se sientan a contemplar la vida desde lejos sin siquiera permitirse pensar en otra alternativa.

Él, ni de chico fue así…siempre deseó algo más, hacer realidad sus sueños de músico que encuentra en su gente la magia que otros no alcanzan a ver. Pero eso no quiere decir quedarse y no crecer. Todo lo contrario. Siempre supo que la vida sonríe a quien le sonríe, aunque a veces demore un poco…

Claro que él sabía soñar!...lo hizo siempre, lo hacía antes, lo hacía ahora. Y muchos de sus sueños de aquellos primeros años tenían una sola dueña…Y después de tanto, allí estaba. En aquella tarde especial, una parte del pasado que se esfumó… su primer amor. El más inocente, el que nunca pudo ser…

Allí estaba ella. Coincidiendo con él en esa misma nostalgia, en ese mismo aire, en esa misma lluvia. Sola. Sin saber que alguien que la había amado la estaba mirando, y que la acariciaba, en su recuerdo, con esa melancolía que brota en los días cenicientos, logrando traer otra vez al presente aquellos lejanos aromas de la adolescencia.

Mientras al fin ella se aleja de aquel bar, él se termina su café… sin arrepentirse de no haberla hablado. Pero en cambio, comienza a hilvanar en unos versos, la historia de la mujer que, otra vez se fue sin siquiera haberlo visto, una tarde cualquiera de lluvia en un rincón de Montevideo.

(Fin)

La hermana de la Coneja (letra)


En un depósito sucio,
bastión de la Ciudad Vieja,
la hermana de la Coneja
perdió la virginidad.
Testigo en la obscuridad
un colchón apoliyado
que quedó como estampado,
con indeleble memoria,
y es origen de esta historia
que no sé bien si es verdad.
Fue como siempre sucede:
se colaron con el Tito,
aquel morocho flaquito
que la conquistó con mimos.
Y desafiando al destino
se dejó de franeleos,
se alborotó el avispero.
Dieciséis años es mucho
cuando te da como un chucho,
y la vida pide cuero.
Después, cuento conocido:
Que qué le vamos a hacer,
que no lo podés tener,
que ya conseguí la guita,
un llanto, cuatro caricias,
que todo va a salir bien,
el fondo de un almacén,
el adiós al flaco Tito
y el comienzo de un periplo
más hamacado que un tren.
Hoy es señora de Tal,
y en el Este veranea.
No imagina el que la vea
que era de Playa Pascual.
Su camelo viene mal,
bate chicos y colegio,
te la trabaja de regio
y anda en checo bien debute
con goma en lugar de yute
y sin preguntar los precios.
Ahora sí que se divierte
en pavada de colchón,
pelo corto a la garzón
y lentes con cadenita.
Recurre al psicoanalista
a la hermana ni la nombra
pero la marca una sombra
que nunca pudo esquivar,
cómo la vino a quedar
allá por la Ciudad Vieja:
la hermana de la Coneja

(Jaime Ross)









HISTORIA EN TRES PARTES - 2










EL FLACO TITO Entre la mugre del viejo taller de su padre, él sigue en el mismo lugar que ocupaba hace más de veinte años. Nunca quiso o nunca supo desprenderse de lo que portaba sobre sus hombros. El barrio, la calle, la casa, su gente. Todo estaba igual, aunque más viejo.


Hasta su memoria ya era gris, opacada por el destino y su suerte. Sumergidos en una nube de indiferencia sus días pasan sin pena ni gloria, con la fortuna mínima de la supervivencia y eso, en aquel rincón del mundo es motivo suficiente para sentirse bienaventurado.


Tenía mujer, un hijo, algo de plata en el bolsillo, un techo que heredó de su viejo, un autito, la seguridad de su rutina. Qué más se puede pedir? Por qué sentirse insatisfecho?


A veces recuerda con añoranza sus viejos días, cuando los sueños estaban aún intactos y la sangre bullía con la juventud de quien quiere descubrirlo todo.


Breves fueron los tiempos de la despreocupación y la locura; la experiencia de aventurarse entre los placeres de quien siente que crece.


Las risas, los amigos, la barra, el fútbol, los domingos bajo el sol, los rincones de su Ciudad Vieja. Cada ladrillo tiene hoy parte de su historia, aunque él no termine de comprenderlo…


Mezclada con la sensación de libertad recién estrenada revive la tibieza de aquel primer beso robado entre las sombras en algún zaguán derruido.


Detrás de un pucho recién encendido, se le animó alguna vez a la que fuera su “pase” hacia a la hombría. Recién salida del cascarón, la pobre tenía miedo. Se le veía en cada gesto. Pero siempre se ablandaba con algunos pocos mimos y como era de esperarse, él en cambio, cobraba nuevos bríos.


Recordaba bien el colchón, allí atrás, en el galpón detrás del taller de su viejo. Hasta casi podía sentir su olor si se esforzaba y hacía memoria. Pero no podía recordar el color de los ojos de ella. Eran claros o bien oscuros?...los años hicieron mella en su cabeza y ya no tiene la claridad de antes. Las cosas importantes sí, pero esos detalles siempre se le escapan.


Qué habrá sido de ella? Después de aquello, del susto que se pegaron los dos, nunca más la vio. Le habían dicho que se había mudado con una tía o una prima. Igual nunca quiso averiguarlo. La cosa se había cortado y no valía ya la pena seguir intentando. Para qué? Si nada hubiera podido ser igual? Ya se había perdido el encanto y eso no se recupera.


A la que sí suele ver es a la hermana: la coneja la llamaban todos, por los dientes salidos y porque tenía una expresión bastante chistosa cuando se reía. Ahora es la señora del turco. El que tiene la venta de repuestos cerca de la avenida. A veces la ve, sentada en la puerta de su casa. Siempre está rodeada de hijos, correteando a su alrededor inquietos y con las caras sucias. Le ha ido bastante bien. Se la ve algo cansada pero dicen que el turco la trata bien, a ella y a los chicos. Hasta los lleva a veranear de vez en cuando…


(continuará)




miércoles, 10 de diciembre de 2008

HISTORIA EN TRES PARTES - 1










Esta historia surge a consecuencia de una canción que quizás muchos conozcan. Sobre ella mi imaginación voló y armó esta versión de lo que pudo haberla inspirado. Con mis disculpas para Jaime Ross, jejjeje…que dudo mucho alguna vez se entere de mi atrevimiento, iré publicando en forma de trilogía (cuándo no!) este divague novelesco.

Nota: Acompañando la última parte, transcribiré la letra y publicaré uno o dos videos con distintas versiones de la misma.




LA HERMANA DE LA CONEJA



Mientras toma el té de las cinco en Montevideo, mirando ese río que parece mar y la lluvia cae como queriendo ser su mismo llanto, ella recuerda, con tristeza y en silencio, su vieja historia.

Haciendo tiempo mientras espera la hora para ir a su analista, ella se deja llevar y se escurre, mientras sus nostalgias afloran y se anudan en su garganta.

Allá lejos y hace tanto, cuando apenas intentaba soñar con el despertar del amor, la vida o ella misma (ya no sabe bien a quién acusar) le tendieron una trampa.
Siempre fue la segunda. Era la menor, en su casa, el colegio y con los amigos. “La hermana de la Coneja”, la llamaban y ella detestaba ese apodo.

Luchó desde siempre para ser vista como “ella”, “única”, “exclusiva”, valiosa”, “distinta”. Buscaba en vano alguien que la mirara sin considerar su cercanía y parecido con su hermana, pero cuando la costumbre se hace carne, no se puede empezar de nuevo. Todos la llamaban así, omitiendo, crueles, su verdadero nombre.

Pero el Tito la miraba distinto...cuando estaban solos, en grupo o se cruzaban en la calle, la hacía sentir “especial”.

Él era flaquito y morocho, nada fuera del común, pero esas miradas tan nuevas, tan para ella, tan intraducibles, terminaron por cautivarla.

Caminando la ciudad vieja, entre galpones, almacenes y depósitos semi abandonados surgió y germinó aquel amor de adolescentes.

Solía llevarse el uno al otro de la mano, con ese orgullo indescriptible de quienes se estrenan en los menesteres del deseo y las ganas, mostrándose provocativos frente a los otros, los que ni siquiera se imaginan de qué la van entre ellos... promesa intensa de amor eterno.

Los demás, el resto de la barra, quizás hasta los envidiaron, porque fueron ellos dos los únicos en animarse a traspasar la frontera que hay entre la amistad y el amor.

Pero cuando los dieciséis años son mucho para cargar y aguantar esa inquietud interior que dista de quedarse en el romanticismo, las consecuencias se vienen de golpe.

Después de aquella única vez, esa que dejó su huella en un colchón apolillado, todo se precipitó y perdió su dulzura.

Ella tuvo que enfrentarse a una decisión que la marcó para siempre, aunque a pesar del tiempo pasado, se empeñara en negarlo.

La vida le mostró su implacable crudeza. Como los rincones de su trozo de ciudad, todo se le vino abajo: la inocencia, la fantasía, la esperanza, el noviazgo, las ilusiones...todo eso quedó desolado en aquel rincón inmundo donde le quitaron ese pedacito de vida que no podía ser.

Después de eso, nada volvió a ser igual. Mucho menos ella misma, nunca más volvió a creer. Nunca más volvió a amar sin considerar compensaciones.

Los años la endurecieron. Le hicieron aprender que el camino se hace a la fuerza, que no valen las ilusiones si no se las viste de lujo. Que para salir del pozo hay que jugarse y que si se quiere algo hay que avanzar sin fijarse a quien se deja atrás.

Y así se propuso vivir: bajando el telón sobre lo que no pudo ser hasta casi el punto de olvidarlo.

Atrás quedaron enterrados la vergüenza, el desdén, la timidez, la mediocridad, y el sobrenombre…

Luego de mucho esfuerzo y pelearla, llegó su tiempo de la buena vida. Aparentando quizás una felicidad que no era, se transformó en aquella mujer que deseó, despreocupada, elegante, mundana y formal. Bastante por encima del resto de los que la conocieron en otras épocas.

Tiene sus problemas. Para qué negarlo!…pero esos se superan…o se disimulan, que para eso esté el dinero y la posición social…pero igual duelen.

Solamente, de vez en cuando, cuando la lluvia se muestra tan tristonga como esa tarde aquellas sombras reaparecen y le conmueven su realidad hasta los cimientos.

Únicamente en aquellas contadas ocasiones se deja llevar por el juego de las suposiciones y haciendo apuestas con su pasado lejano, intenta adivinar si hubiera sido varón o si en cambio le hubiera nacido otra coneja.











(continuará)


SUEÑOS DE ARTISTA









Recordaré
uno a uno
los trazos
del lápiz que te dibuja,
el que reinventa tu rostro
en la delicada
trama de sus artilugios.
Avanzaré en donaires,
combatiré a la suerte
que no quiere que te halle
entera y plena
nada más dentro
de mis ansiosos
y alocados sueños.






lunes, 8 de diciembre de 2008

SOPLANDO PALABRAS












A veces siento que tengo ganas de escribir y no sé sobre qué.

No encuentro el tema y eso me provoca una pequeña angustia que hace que se me cierre el estómago.

“Son las musas que andan decaídas” pienso en tono de auto disculpa, pero ni yo me lo creo! jaja…así que no, no se debe a que esos entrañables y multifacéticos seres mitológicos no han venido en mi ayuda, es simplemente que no sé sobre qué escribir! Y punto, jajaja.

Pero no importa, no me amilano y le sigo dando al teclado clic clic clic clic, clic clic clac y las palabras surgen, como pueden, según el azar o mi subconsciente que las sopla e intento a veces en vano que se unan con un mínimo de coherencia para que quien las lea, por lo menos encuentre en ellas un poquito de entretenimiento.

Sobre la temática posible que cruza mi mente pasan raudas, algunas imágenes que me impresionaron en los últimos días: la decisión de venirme a esta plataforma, la proximidad de la Navidad, los preparativos, el próximo viaje de mi hija mayor, la dificultad para seguir el ritmo de las publicaciones de los que se quedaron en mi otra casa virtual, los coletazos de la crisis mundial, el miedo al futuro contrapuesto a mi natural esperanza , el cólera en África, la tormenta que se avecina, el recuerdo de mis afectos que ya no están…todo eso, al mismo tiempo y dando vueltas alrededor de mi cabeza mientras intento, en vano, ordenarlos en una totalidad simbólica…pero nada, qué puede salir de toda esa melange de sensaciones, pensamientos y temores que aparentan no tener nada en común?...me esfuerzo y sigo pensando, quiero publicar algo y no consigo concretar nada.

Sólo esta levedad de palabras, como burbujas, que apenas logran transmitir que estoy confusa y poco inspirada! …jajajjaa pero bueno, no quiero desesperarme y me quedo pensando en los amables palabras de tanta gente que me dedica unos minutos de su valioso tiempo para leer y comentar mis entradas y siento que se los agradezco infinitamente…porque eso me hace bien, me reconforta…y me dan ganas de seguir intentando en esta actividad bloguera que a veces es tensionante (sobre todo cuando los encargados de crear las condiciones de convivencia en cambio producen un caos) y otras muchas, tan gratificante.

Así que lanzo, como pompas de colores al viento, este leve soplido de palabras y les dejo un sincero y afectuoso: GRACIAS.








MIS TRILOGÍAS - Parte final


















Pequeña historia sobre las alas de Cupido (completa las dos historias anteriores)







Cuando su padre murió fueron él y su madre los encargados de salir a ganar el pan para la familia.

Con dieciséis años apenas, debió abandonar la escuela secundaria para trabajar en lo que encontrara.

Comenzó en una verdulería, luego pasó a ayudar en el bar del barrio gracias a que la flamante esposa del dueño intercediera ante éste despejando la desconfianza que sobre el muchacho tenía el viejo avaro desde siempre.

Allí trabajó más de un año hasta que al morir el patrón, la joven viuda lo ascendió a mozo. Le compró una chaqueta blanca y le regaló un par de buenos zapatos que el difunto había dejado sin usar.

Desde ese día trabajó llevando y trayendo pedidos entre la barra y las mesas, atendiendo a los taxistas que suelen detenerse en su rutina de andar la ciudad para tomarse en el bar un rato de descanso.

Poco a poco se fue transformando en un hombre. Un hombre honesto que se terminó enamorando de su benefactora: una bella mujer, bastante mayor que él, dueña de los ojos azules más bellos que se hayan visto nunca.

La quería en silencio, desde siempre, con sus virtudes y sus defectos, sin pretender nada por ello; pensaba que sería capaz de cualquier cosa con tal de verla feliz.

Ella era la única mujer que ocupaba los sueños de sus días y sus noches. Sufría cuando ella sufría y estaba alegre las pocas veces que ella dejaba volar una sonrisa. Sabía que la vida se había ensañado con ambos en forma parecida, arrancándolos a la niñez antes de tiempo.

Una tarde como tantas, cuando estaba por terminar el invierno, un hombrecito muy formal y de aspecto algo insignificante entró al bar y se sentó junto a una ventana. El joven mozo tomó su pedido y al llevarle su café, olvidó acercarle un servilletero.

Esa fue la excusa que puso el Destino para conseguir que la mujer a quien amaba en secreto se acercara a aquel desconocido que desde ese instante comenzó a caerle molesto.

Cuando vio cómo ambos se miraron, intensa y profundamente casi pudo sentir como aquellas dos almas que recién se descubrían, luchaban contra tontos pudores para que su emoción no fuera descubierta.

La antipatía hacia aquel hombre delgaducho y casi sin presencia fue cediendo cuando vio nacer en los ojos azules de la mujer, una luz extraña que nunca antes le había visto.

A la mirada le siguió una sonrisa, bella y hasta inocente, que hizo que su adorada pareciera de pronto una chiquilla a quien habían sorprendido en una travesura.

El joven se enterneció. Su corazón brincó de felicidad al ver que su amor secreto sonreía, por primera vez en mucho tiempo. Sus celos se fueron transformando en esperanza; esperanza por ver que la vida dejara de hacerle trampas a aquella dama de los tan amados ojos de cielo.

Esperó con algo de desconfianza la actitud que el afortunado hombre de gris tomara, y para su desconcierto, aquel extraño, lejos de cobrar vuelo y envalentonarse con tan abierta aprobación, se intimidó de tal manera que hasta llegó a sonrojarse.

-¿De qué estaba hecho aquel hombre?- pensó, sin duda no era como los bravucones que solían adular y hasta molestar a su patrona. No entendía cómo no decía algo, cómo no avanzaba disminuyendo la distancia breve que lo separaba de aquellos ojos para él tan deseados. Sintió hasta indignación por tanta falta de soltura para aquellos menesteres. ¿Sería posible que aquel tonto no se decidiera?

Después de una media hora de idas y vueltas de miradas casi a escondidas, vio con alivio que el hombrecito lo llamó para pagar la cuenta. - Ahora lo hará - pensó para sus adentros- buscará la oportunidad de hablarla cuando pase delante de la barra- supuso.

La sorpresa pasó a mayores cuando aquel torpe e indeciso, lejos de aprovechar el regalo que le había hecho el Destino, se dirigió hacia la puerta.

De repente adivinó que voltearía. Esperó a ver cuál sería la excusa que pondría para iniciar la charla, pero para rematar su asombro, luego de un instante de duda, se retiró saludando sin decir palabras, con apenas un insípido gesto cortés dedicado a su dama.

Aunque sin que sus celos contenidos desaparecieran, llegó a compadecerse de aquel pobre cobarde. Adivinó que tan baja era la confianza en sí mismo, que prefería quedarse sólo con el feliz recuerdo, antes que correr el riesgo de ser rechazado. - Pobre infeliz – pensó indignado contra el Destino – si hubiera sido yo quien recibiera aquellas miradas no hubiese dudado ni un instante y hubiese sacado coraje de donde no tuviera para corresponder aquel regalo de la vida-

El joven vio en el rostro de su amada otra vez la desilusión que la habitaba desde siempre y el corazón se le estrujó de pena.

Mientras limpiaba la mesa ahora vacía, la que hace unos minutos había ocupado aquel infeliz del traje gris, vio que el Destino quería darles a aquellos solitarios una última oportunidad: el estuche de los anteojos del hombrecito había quedado olvidado junto al servilletero.

Sin dudarlo y sin dar casi explicación a su patrona, salió a la calle detrás de los pasos del desgraciado. Sería él, entonces, quien poniéndose las alas de Cupido buscaría completar lo que no había podido hacer el Destino.

Corrió hasta la esquina y allí lo encontró. Lo llamó para detenerlo y le entregó el estuche – la señora me ha pedido que lo alcance para entregárselo, se lo dejó olvidado – dijo haciendo hincapié en “ la señora” - Ella ha insistido en que saliera a buscarlo para devolvérselo– agregó, tratando de forzar al hombre para que regresara al bar.

Mientras improvisaba una excusa, se preguntaba qué le habría visto su dama a ese pobre tipo que casi tartamudeando, se mostraba sorprendido por su inusual olvido y por el hecho de que “la señora” hubiese insistido en que el muchacho lo corriera.

- Le agradezco mucho por la atención- dijo el hombre de gris – y a la señora por su gentileza- agregó, mientras recordaba, todavía extasiado, aquellos ojos de puro azul.

Una vez más intervino la suerte cuando, frente a los dos hombres enamorados de una misma mirada, se cruzó una pequeña vendiendo rosas.

- A la señora le encantan las rosas… – dijo el muchacho, sin creer él mismo que aquella desubicada frase hubiese salido de su boca – mientras, en su espalda, dos alas invisibles de Cupido iban ocupando el espacio entre sus omóplatos.

El indeciso hombrecito, totalmente falto de experiencia en el arte del galanteo, tuvo que tratar de interpretar más de dos veces aquellas palabras que a primera intención sonaban fuera de lugar.

Pero el Destino y Cupido combinados pueden más que la torpeza de un pobre hombre gris que apenas se atreve a soñar; y así, de repente, sorprendiéndose él mismo por escuchar aquella réplica contestó: - Entonces le agradará que le lleve una, devolviéndole gentileza por gentileza – se apuró a suavizar.

- Seguramente que sí – contestó el muchacho, combinando en esa frase extrañamente satisfacción y celos.

La noche casi primaveral se anunciaba.

El sol teñía ya de rojo el horizonte, mientras un tembloroso y formal hombre de gris cruzaba la puerta de uno de los tantos bares de un barrio cualquiera.

Allí en silencio, detrás de la barra, soñando como siempre con ser amada, una bella mujer de ojos azules estaba a punto de recibir una rosa.



MIS TRILOGÍAS - Segunda Parte







Pequeña historia sobre unos ojos azules

Había una vez una mujer de bellísimos ojos azules a la que desde su más tierna infancia la vida había castigado intensamente: huérfana de ambos padres desde sus cinco años, fue a vivir con unos tíos que no la trataron bien, más bien la hicieron sentir como una extraña, una agregada a la familia que en realidad nadie quería.

Por ese motivo a los quince decidió marcharse con el primer muchacho que le ofreció algo de fantasía. Pero muy pronto descubrió que de la fantasía no se come, y poco a poco se vio hundir cada vez más en un destino de desencantos y humillaciones.

Sucesivamente pasó por varios brazos, buscando alguien que en verdad la quisiera, alguien que no sólo amara su cuerpo, bello desde siempre, ni su juventud, que en poco tiempo terminó por marchitarse detrás de esa mirada azul que nunca encontró donde espejarse.

Después de varios años e historias mal nacidas terminó detrás de la barra de un bar de barrio, herencia ésta que obtuvo después de estar casada un par de años con un hombre hosco y mucho mayor que ella, que la dejó viuda y afortunadamente sin hijos.

Ya descreída totalmente de la vida, había perdido la ilusión de un mañana distinto y mucho menos de comenzar una nueva historia con alguno de los muchos parroquianos que se le insinuaban. Ninguno de ellos la miraba como ella soñaba, viéndola por dentro, íntegra, a través de esos ojazos azules que tanto le alababan.

Una tarde como todas, cuando el sol de los últimos días del invierno calentaba los pasos de los muchos paseantes, uno de ellos, discreto y muy distinto a todos “los don nadie” que estaba acostumbrada a atender, cruzó la puerta y fue a sentarse en una mesa junto a la ventana.

Era un hombre muy pulcro, correctamente vestido - se diría alguien que trabaja con números, por lo detallista en su vestimenta- pensó. De entrada su aspecto la intrigó, la sedujo de una manera desconocida, se sintió curiosa e inquieta por averiguar más sobre su vida.

Cuando el mozo se dirigió hacia él para tomarle el pedido, el hombre se mostró cortés y educado, muy distinto a esos insolentes y mal encarados que solían frecuentar aquel bar.

Mientras el extraño se acomodaba entretenido en sus pensamientos, la mujer intentó imaginar cómo sería su vida, qué sueños tendría, que intereses, qué música le gustaría escuchar…

Mientras el hombre ojeaba el diario, el mozo le acercó un café, el parroquiano agradeció cortésmente y se dispuso a disfrutarlo tomando el pocillo con tanta elegancia que llamaba la atención.

Al ver que se trataba de alguien tan educado, la mujer quiso demostrarle su cortesía, acercándole el servilletero que el mozo se había olvidado de llevarle. En el momento que se acercó, vio que los ojos de aquél hombre se detenían en los suyos, con una mirada tan tierna como nunca antes había conocido.

Aquellos ojos grises que se detuvieron en los suyos parecieron quedar extasiados, como si por toda una vida se hubieran estado buscando. Desde hacía años la mujer no había temblado de emoción ante la cercanía de un hombre, desde hacía años sus ojos no se habían poblado de estrellas como en ese instante, ni tampoco una sonrisa suya brotó tan radiante.

Notó que el hombre se emocionaba como ella, pudo ver en su mirada que era así, pudo sentir que sus almas podían haberse tocado en aquel momento, embelesados por el aroma del café que los envolvía como en un embrujo. No tenía ninguna duda de que ella también lo había impactado.

No quiso resultar muy obvia ni parecerle una mujer fácil, así que sin dejar de sonreírle volvió hacia el mostrador y pretendió acomodar las tazas y lustrar las bandejas que ya antes había lustrado. Pero pese a su esfuerzo, no podía dejar de mirarlo con picardía, como lo hacen los niños cuando son descubiertos en una travesura.

Por una fracción de segundo sintió que sus mejillas se sonrojaban como hacia siglos no sucedía, por una fracción de segundo se sintió joven, se sintió cautivante y extrañamente, con ganas de serlo.

Su corazón se apresuraba a latir, pensando que tal vez el desconocido se acercara y le preguntara algo, cualquier cosa, como excusa para iniciar una conversación y así poder descubrir un poco más a quien le había despertado aquellas sensaciones que creía perdidas hacía tiempo.

De repente, el parroquiano llamó al mozo y pidió la cuenta. Estuvo a punto de arrimarse para ser ella misma quien dijera unas palabras que lo hicieran quedarse conversando, pero qué???. .no se le ocurría nada apropiado que no despertara sospechas sobre sus intenciones, no quería parecer una desesperada que salta sobre cualquier desconocido.

Debía esperar, debía ser él quien hablara…y esperó, esperó cuando el hombre se levantó y con elegancia recogió sus cosas, esperó cuando retiró la silla para abrirse paso, esperó cuando pasó frente a ella dirigiéndose a la puerta, creyó que era el momento cuando él la miró y con un gesto y sin palabras le dedicó ese saludo, tan amable, tan poco frecuente entre aquellos toscos que la rodeaban habitualmente, y volvió a esperar cuando antes de salir, el hombre pareció estar dispuesto a voltear y venir hacia ella…pero no lo hizo…y en cambio, se dirigió a la calle… todavía iluminada por el sol del final del invierno, y mientras se escuchaba cantar una calandria, el hombre se alejó en silencio, para ya no volver…




(continuará)




domingo, 7 de diciembre de 2008

MIS TRILOGÍAS






Siempre me ha interesado considerar que la realidad no es una, sino que varía según el ángulo desde donde se la mire. De ahí que un mismo hecho resulta diferente según el punto de vista de quien lo narre.
Con ese criterio escribí hace ya bastante, una serie de Historias en Paralelo que intentan contemplar estas distintas variantes. Así que iré publicando tres entradas sucesivas que al final se verán interconectadas.
(Sé que algunos de ustedes ya las conocen y no resultará novedoso, así que apelo a su buena voluntad y me soporten, jejjeje)

Historias en Paralelo 1
Primera parte: Pequeña historia de un hombre gris

Había una vez un hombrecito gris, de ojitos pequeños, grises también, casi casi, del color del tiempo.

Acostumbraba siempre vestirse con trajes de ese mismo gris, porque alguien, alguna vez había dicho que era bueno combinar tonalidades de la misma gama para destacar la sobriedad.

Se esforzaba por pasar inadvertido para evitar problemas y malos entendidos, para ello, se diría que llegaba hasta metamorfosearse con lo que lo rodeaba.

Obediente a sus obligaciones, su vida solitaria transcurría sin altibajos, sin demasiadas tensiones, sin más miedo que el de no llegar a fin de mes, que para su pobre cuerpo, siempre frágil desde el nacimiento, ya era bastante.

De casa al trabajo y del trabajo a casa (como lo mandó alguna vez un general que no viene a cuento) así el hombre gris pasaba sus horas, entre el escritorio de su oficina bancaria y su inmóvil cama de soltero.

Acostumbraba tomar un almuerzo ligero, entre boletas de depósito y resúmenes de cuenta. No demasiada sal, tampoco demasiados dulces; no era vegetariano, pero tampoco comía demasiada carne, por prudencia; siempre había escuchado que se debían evitar las grasas, sobre todo para personas como él, gente sedentaria, de mediana edad, y aunque no fumaba ni tomaba mucho alcohol (sólo un vasito con las comidas) pensaba que las estadísticas lo contemplaban como “dentro del sector de riesgo”.

Era hijo único, no sabía lo que era ser llamado “hermano”, no tuvo que pelear en su infancia por quedarse con la cama de arriba ni por el pedazo más grande de torta. Fue el consentido de su madre, que a espaldas del rigor paternal, siempre le guardaba algunos caramelos para después de la cena.

Su padre ya no estaba, había muerto hacía mucho, dejándole la casita y la responsabilidad de mantener a su madre.

Si bien tenía desde siempre el buen hábito del ahorro, dado los gastos fijos y el alza de los medicamentos, hacía tiempo que había dejado de fantasear con hacerse un viajecito a las sierras, por una semanita, no más; como aquél que recordaba siempre, el que había disfrutado tanto cuando sus padres lo llevaron a conocer Córdoba.

No podía permitirse ciertos lujos, debía ser previsor, como siempre lo fue, guardando esos pesitos que le sobran para cualquier eventualidad de las que suele deparar la vida.

En lo que se podría llamar una vida ejemplar, sin excesos pero tampoco sin falencias, el hombre se permitía de vez en cuando, disfrutar de las tardecitas de sol, (esas en las que no hace demasiado frío) caminando sin apuro en lugar de volver a su casa en un subterráneo atestado de gente y malos olores.

Fue en una de esas tardes de caminatas cuando pensó que tenía ganas de tomar un café. Extraño en él, que no era de improvisar decisiones como esa, pero así y todo, luego de evaluar el tiempo de luz que restaba (no quería andar por la calle cuando ya hubiera oscurecido) decidió que el bar de la esquina no tenía un aspecto demasiado sucio, así que se animó a entrar. Tuvo suerte porque el mozo lo atendió en seguida y además, sobre una mesa vecina, había un diario que podría ojear mientras tanto.

-Un café chico. Con edulcorante - agregó con firmeza, pero tratando de no resultar muy cortante. Siempre supo que el tono adecuado de la voz es importante cuando se pretende que lo tomen a uno en serio.

Se ve que el tono fue el adecuado porque con rapidez y sin mayores inconvenientes a los pocos minutos una tacita de café humeante estaba frente a él, y además con el agregado de un pequeño alfajorcito que según parecía formaba parte de la atención de la casa.

Por un momento pensó que tal vez el bar de enfrente hubiera sido una mejor elección, pero inmediatamente alejó esa idea de la mente, - para qué dudar?- pensó - ahora la elección ya está hecha.

Sus pensamientos estaban ocupados en esas elucubraciones cuando de repente la vio.

Era realmente hermosa - una bella mujer, de esas que se recuerdan por varios días – susurró para sus adentros. Sorpresivamente la mujer se acerca a su mesa, a la par que él siente que sus mejillas grisáceas comienzan a sonrojarse. Los ojitos grises del hombre gris se ven reflejados en los azules de la mujer – increíblemente azules – pensó.

- Aquí tiene las servilletas, señor - dijo ella con una sonrisa, mientras que para los oídos del hombre esas palabras parecían provenir de un coro celestial.

-…mmmuchas gracias - afortunadamente logró decir, entrecortado.

Aquel café y su alfajorcito le supieron a mieles, a ambrosía, a nubes doradas, a delicias del paraíso…nunca antes se había sentido así, tan irreal, tan suelto de pies, de alma y de cuerpo.

El tiempo parecía haberse detenido ante esos ojos, tan azules como nunca el cielo se había mostrado, o quizás sí, una vez, aquellos cielos de las sierras, de esas vacaciones en Córdoba con sus padres, quizás el tono de azul era igual de límpido y perfecto.

Hubiese deseado que aquel pocillo no se acabara nunca, o por lo menos haber pedido un café doble, para estar unos minutos más tan cerca de aquél ángel, que aunque parezca increíble, lo miraba con ternura, con picardía, como lo hacen los niños cuando son descubiertos en una travesura.

A él. Lo miraba a él. No era mentira. No cabía dudas, no había nadie cerca con quien confundirse. Aquellos ojos estaban buscando una excusa para enfrentarse a los suyos, no había otra explicación.

Jamás en la vida una mujer lo había mirado como ella. Sabía que desde ese momento ella pasaría a ser para siempre, pobladora de sus sueños.

Llamó al mozo, tratando de que su voz no abandonase el tono que sabía debía tener para lo tomen a uno en serio.

Pidió la cuenta. La pagó dejando junto con el monto una pequeña propina. No era adecuado tampoco caer en excesos. Un café no ameritaba grandes derroches de generosidad. Calculó que un diez por ciento estaría bien, y esa cifra dejó, con delicadeza, junto al servilletero que minutos antes le trajese su dama de ensueños.

Se levantó despacio, con elegancia, casi, cuidando cada uno de sus movimientos y así, disfrutando todavía del aroma a café, se dirigió hacia la puerta. Dudó por una milésima de segundo si debería quedarse, extraño en él, que no era de improvisar decisiones. Volvió su cabeza, saludó cortésmente a la mujer de los ojos de cielo con un gesto y se dirigió a la calle.

La brisa era suave, el solcito parecía no querer despedirse, una calandria cantó desde algún rincón…el mundo parecía perfecto.

Apuró el paso (no quería andar por la calle cuando ya hubiera oscurecido). Se felicitó a sí mismo por la buena idea de haberse detenido a tomar un café. Tal vez otra tarde, cuando no hiciera demasiado frío, lo volviera a repetir.

(continuará)








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