Aporto para la convocatoria de este jueves, la primera parte de una trilogía que escribí hace un tiempo -mis disculpas para quienes la hayan leído- Al final y en verso, una especie de conclusión sobre la necesidad de preservar la ilusión.
Gracias a tod@s desde ya.
LA MAGA DEL AGUA - LA VERDAD DE UNA LEYENDA
Desde tiempos inmemoriales, quizás desde cuando los dioses amasaron el barro primordial que nos hizo vivos, entre los humedales del litoral, las islas, el delta, los esteros, entre camalotes e irupés, entre sauces y juncos, la Maga o Madre del Agua cuida del río y sus habitantes. Algunos la llaman Yacupamama, otros, Mayumaman.
Despertando amores y temores, leyendas e historias, ella se guarda de mostrarse ante la gente porque sabe de sus intrigas, de sus limitaciones y egoísmos.
Sigilosa y vigilante siempre está. Siendo a veces espuma, niebla, rocío, lluvia o río fluctuante, se detiene en cada bañado cuidando de los peces, las nutrias, las aves y los isleños.
Se ha hablado que usa sus encantos para atraer a jóvenes descuidados hacia las profundidades, pero eso es cuento de viejas para asustar a los niños. Ella no tiene maldad, mucho menos gusta de ser vista.
Sin embargo, cuando la luna se muestra en plenitud y se complace en reflejarse entera en el agua temblorosa del río, sólo en esas circunstancias la Maga se atreve a revelarse sin disimulos. Dejando de lado su habitual apariencia acuosa, toma forma de mujer y hasta se anima a andar por la orilla del Paraná bajo el oscuro manto de sombras y estrellas. Los pocos privilegiados que así la han visto cuentan que es en verdad hermosa. Sus largos cabellos blancos reflejan la luz plateada de la luna siendo ella misma una fuente de fulgor nocturno que ilumina a su alrededor mientras se desliza silenciosa jugueteando entre totoras y mimbres.
Los que más saben del río y sus secretos dicen que ella vela por la vida de los humedales en todas sus formas, manteniendo el equilibrio entre agua, animales, plantas y hombres. A su paso, mientras atraviesa el río o las lagunas, mimetizándose con el agua, las aves revolotean a baja altura, según cuentan, para comunicarse entre ellas y disfrutar del prodigio de su presencia y de la etérea brisa que se desprende de su aliento.
Gracias a su magia la humedad brota en forma de niebla y asciende en círculos hasta hacerse nubes, para luego, otra vez, volverse agua y dejarse caer, besando cada arboleda.
En ese círculo perenne de constante transformación, el agua emprende el camino de ser fuente de vida para todo el humedal y de allí, hacia el resto del paisaje.
Pero dentro de las principales preocupaciones de la Maga, entre las más importantes de todas sus capacidades, está el encontrar el justo armonía entre peces y pescadores.
Desde siempre el río ha brindado a todos su riqueza para alimentarse y subsistir. Si por alguna causa se rompiera la avenencia que une hombres y río, la creación toda se afectaría, desbordándose las aguas de su cauce, o resultando insuficientes los peces para sobrevivir.
Es así que su abnegada labor gusta de ser conservada bajo las sutiles formas de lo cotidiano, mimetizándose con al normalidad para pasar así desapercibida.
Sólo las almas más sensibles consiguen a veces agudizar sus instintos de tal manera que advierten su grácil presencia y su fundamental intervención. Generalmente se trata de hombres, niños o mujeres que aman la Naturaleza con intensidad, que viven “con” ella y no “a sus expensas”.
Ella premia al generoso, al respetuoso, al agradecido. Desprecia en cambio, a quien no tiene medida, ni respeto, ni aporta en algo al círculo de la vida.
Suele suceder que la ambición de los hombres o su acostumbrada estupidez (que casi siempre van de la mano) produce estragos mayores dentro de ese equilibrio perfecto entre Naturaleza y humanos y es entonces donde la recuperación del equilibrio primigenio requiere de un notorio milagro para anular el desastre acaecido. Es allí donde la Maga se luce con sus galas y hace desborde de su magia y poder para poner cada cosa otra vez en su justo lugar, en su justa medida. Se esmera, por supuesto para que cada quien reciba su merecido. Para bien o para mal lo que se entrega, igual o con creces será recibido.
No siempre es grato su trabajo, es así…sobre todo en los tiempos en que al corazón humano se le da por brindar prioridad a la razón sobre su intuición y a la mezquindad sobre su escaso y mal llamado sentido común.
Si no fuera por ella, hace rato que el río ya no sería río, ni los humedales fuente de vida y belleza.
SOBRE MITOS Y LEYENDAS
Hay quienes piensan
que es más sano
desistir
de la ilusión
antes que correr el riesgo
de que la realidad
la aplaste en un segundo
o en una eternidad
de espera.
Hay quienes piensan
que es mejor
vivir matando
“mitos e irrealidades”
aunque nieguen
-con esa actitud-
de ese vivir
el encanto de soñar despierto,
la esperanza de un mejor mañana,
la magia que nutre el espíritu,
el impulso que motiva el presente,
la constancia que apaga derrotas,
el elixir que cura dolores,
la fe que mueve montañas,
la virtud que concreta imposibles,
la fuerza que destruye barreras
la inocencia que nos limpia por dentro.
La ilusión no es mala
si en lugar de negar realidades
nos sostiene
con sus alas al luchar por ellas.
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