Sumándome a mi propia convocatoria con un texto algo más extenso de lo recomendado (Sepan disculpar)
WESTERN
Se baja del caballo y otea el
horizonte con mirada desconfiada. Lentos, sus movimientos, denotan cansancio,
aunque su estampa guarda la elegancia rústica de quien domina lo
necesario para sobrevivir, allí o donde sea. Con movimientos descuidados se
sacude el polvo antes de ingresar al antro maloliente. Su paso firme remarca su prestancia mientras el sol tajante dibuja su silueta junto a
la puerta de dos hojas. Ni una palabra dice mientras todos lo miran avanzar
hacia el mostrador despoblado. Lo aguarda el cantinero con gesto displicente
mientras repasa con desgano vasos y jarras alguna vez lavados. Alzando el
sombrero con leve toque de su zurda aún enguantada, el recién llegado pide un
whisky, más con gruñidos que con palabras. Se instala en la barra de espaldas a
un puñado de desconocidos que lo observan desde lejos. Los
percibe, inquisidores, por el reflejo del espejo sucio que ocupa la pared del
fondo y eso le hace permanecer alerta. Su presencia interrumpe la monotonía de
quienes ya se conocen de memoria en sus miserias y por experiencia sabe que
casi siempre esa calma rota culmina en estallido. Baja el whisky por su
garganta seca mientras, con un casi imperceptible movimiento de cejas, pide
otro. Inmediatamente el nuevo trago
llena el vaso recién vaciado. Los ojos del tabernero ahora se agrandan ante una
irrupción no deseada que espanta hasta el borracho que dormita en la silla
cercana. El rechinar de espuelas desafiantes anuncia que alguien aguarda a sus
espaldas y el forastero siente que los cabellos de su nuca se erizan de
inmediato, aunque ningún signo externo los delata. Intencionalmente se demora
en degustar el último sorbo de alcohol que lo consiente. Sabe con certeza que
de un momento a otro el bravucón comenzará a provocarlo y eso precipitará un
desenlace que no busca, pero no se niega a enfrentar. Gira lentamente sin
mostrar más interés que el que se puede sentir por una mosca zumbona que molesta
en la siesta. Se encuentra al fin frente a una boca desdentada que se abre con obscena
osadía. El primer insulto que de ella brota busca poner en juego su hombría. Lo
esquiva ignorándolo con desgano, escupiendo el piso de tablas junto a la
espuela dormida. Llega el segundo agravio, desafiante, obligándolo a que alce
con desdén el ala de su sombrero y su mirada de hielo perfore el ego del necio
que no sabe que ya está muerto. Alcanza el desdentado a desenfundar primero, guareciéndose
en el ladero que le hace de guardaespaldas. Desdentado y ladero caen, casi al unísono,
cuando las dos armas gemelas del forastero responden, sin previo aviso, fulminándolos
al instante. Humean aún las pistolas cuando vuelve a enfundar el hombre
silencioso, siempre con gesto esquivo, repasando sin prisa con sus ojos claros los
rostros atemorizados de los presentes. Nada que decir. Puede escucharse el silencio.
Sin mediar palabra, el forastero paga sus tragos y apenas con un ademán adusto
vuelve a calzarse el sombrero justo sobre las cejas manteniendo sus ojos encendidos,
y sin levantar queja se aleja como llegó, siempre callado y sombrío.
(para leer todos los relatos, pasar por el post anterior)