Me sumo esta semana a la propuesta de Molí, desempolvando para esta ocasión un texto escrito hace algún tiempo. Para leer todos los relatos participantes del encuentro juevero, dar clic aquí.
CAMBIOS
Macerado por el tiempo, el
desengaño, la experiencia y el aprendizaje, uno va mutando en su forma y en su
contenido (aunque en sustancia y esencia siempre seamos los mismos). En pocas
cosas respondemos hoy igual que ayer, aunque con obstinación busquemos vernos
siempre igual frente al espejo.
Si bien es cierto que la
identidad se va forjando a medida que pasan los años y seguimos siendo -en
nuestro fuero más íntimo- los mismos que cuando éramos niños, debemos reconocer
que por estar vivos nos hallamos en constante transformación e intentar aceptar
esos cambios demuestra el estado de nuestra fortaleza interior, que no siempre crece
a la vez que decae la de nuestro exterior.
Aunque duela, aunque insistamos
con que no, que en nada hemos cambiado, que todo nos llega igual, que actuamos hoy
de la misma forma que ayer cuando éramos jóvenes y puros… no es cierto; no
puede serlo, porque la vida viene dejándonos huella, y lo que ayer quizás nos
lastimaba profundamente y sin filtro, en el presente no logra calarnos igual
que antes, cuando nuestra inocencia era mayor y nos encontrábamos a merced de
la tempestad de nuestros sentimientos.
Para bien o para mal uno va
construyéndose capas intentando aislarse de todo aquello que no puede
controlar, mientras siente que todo alrededor se descalabra, se vuelve
irreconocible, ajeno e inexplicable.
Es que a medida que transcurren los
calendarios cambia nuestro papel dentro del universo cotidiano en el que nos
movemos y las alas que nos alentaban terminan por caer por los hondazos. Si
bien tras las primeras pérdidas intentamos ser los cimientos de eso que antes
nos sostenía, luego de varios ciclos ininterrumpidos en los que las certezas
viran totalmente hacia lo inesperado, uno advierte que el destino dispone que
seamos roca en lugar de viento y con tristeza y sumisión, pese a no
quererlo, termina uno al fin por resignarse.