Me sumo con un texto algo más extenso de lo sugerido, a la propuesta que esta semana nos deja Myriam desde su blog. Dar clic aquí para leer todos los relatos.
EL VIEJO MOLINO
Nadie recordaba cuándo y cómo
había sido construido. Lo cierto es que para todos los lugareños, desde
siempre, el viejo molino había estado allí, a la vera del caudaloso
arroyo a la entrada del pueblo, como hito indiscutido de toda la comarca.
Tanto la vieja estructura de su
edificación como los pilares del puente aledaño resistieron sin mayores
problemas las tormentas y las crecidas que en épocas de deshielo solían afectar
a los caseríos más expuestos, por lo que su solidez resultaba ser tema de
conversación y parámetro para propios y extraños.
Con el tiempo, la gente del
pueblo fue agregando actividades a su función básica de molienda y riego, por
lo que la vieja construcción se fue transformando en un activo centro de
encuentro y refugio para vecinos y viajeros. El viejo molino pasó a ser entonces
el indiscutido corazón de la aldea sin necesidad de ceremonias fundacionales o
placas consagratorias.
Un mal día, de esos que marcan la
historia de los sitios y la gente, llegó desde lejos el emisario de quien se
adjudicaba la propiedad del molino y su territorio circundante. Los ajados
documentos que mostró parecían ser legítimos y nadie encontró manera de
desdecirlos.
El nuevo dueño pensaba llevar a
cabo un proyecto que implicaba tirar abajo la vieja construcción, sin
miramientos hacia lo que podían significar para quienes vivían a su alrededor.
Así fue que de inmediato el enviado del rico citadino convocó a los
trabajadores del lugar para ser parte de las tareas de demolición. Si bien la
oferta resultaba tentadora, la idea de ser parte de aquella afrenta les
resultaba indigna, por lo que nadie del pueblo aceptó ser contratado.
Ante la negativa de los
lugareños, llegaron desde lejos cuadrillas de obreros dispuestos a tirar abajo la
vieja construcción, comandados por un despiadado capataz engreído y malhumorado.
Todo el plantel decidió pernoctar en el interior del molino aquella primera
noche, justo cuando una fuerte tormenta de nieve y viento se desató sobre la
región.
Al parecer los rayos, los
chirridos propios del desgastado mecanismo de molienda y la loca imaginación de
aquel grupo de supersticiosos desencadenaron la que resultó ser una terrorífica
noche de espanto, provocando que a la mañana siguiente ninguno de los obreros
estuviera dispuesto a quedarse.
La ira del despreciable capataz
se manifestó sobre ellos con palabras de burla y resentimiento, buscando en el
alcohol un turbio consuelo. La segunda noche, mientras aquel hombre agrio
dormía su borrachera junto a las aspas de la adormilada rueda, algo inesperado
surgió de entre las sombras haciendo que el desafortunado caporal cayera
sobresaltado entre los engranajes de molienda que, inexplicablemente, comenzaron
a funcionar sin que nadie los accionara.
A partir de allí la leyenda
macabra que surgió sobre el viejo molino determinó que nadie volviera a
intentar demolerlo, protegiendo su legado para un pueblo orgulloso de serle
leal.