EL VÓRTICE (elucubración de un delirio) - Primera Parte

Advertencia: el siguiente texto NO tiene las pretenciones habituales de mis trilogías. Simplemente surgió, casi por generación espontánea, como prueba de mis poco frecuentes (por suerte) delirios...sepan disculpar! UNA VERDAD BUSCADA Se dice que en algún rincón del planeta existe un punto, un Vórtice, donde el espacio y el tiempo se diluyen y desde ahí es posible transitar en ellos sin que importe ni el sentido ni la lógica. Una especie de puerta hacia lo imposible desde donde sería factible no sólo conocer el pasado y el futuro, sino también alterarlo, o sea, una puerta cercana al destino de los vivos. Dicho sitio, desde ya, oculto al entendimiento de la mayoría de los mortales, suele ser revelado por un ente, (al que podríamos llamar ángel) cuando su tedio o su capricho descubren algún alma en pena que sueñe con modificar la miseria de su realidad y desdicha. No se puede arriesgar a ciencia exacta si ese ente es en verdad benévolo o maligno, ya que, como es fácil inquirir, no se conocen hasta ahora registros de nadie que halla logrado dicho contacto, por lo tanto, la situación última de quien pudiera haber accedido a sus intermediación, resulta por el momento desconocida. Pero la existencia de dicho Vórtice ha sido, intuida desde tiempos inmemoriales (quedan rastros de antiguos criptogramas que lo narran) y debatida (en forma clandestina) por preclaros integrantes de las más altas esferas científicas de la historia. Nadie se animó a apoyar estas convicciones en público, por supuesto. La tendencia humana a denostar lo que no logra comprender en forma empírica es manifiesta, y quizás sea por este motivo que ningún científico respetable haya querido trascender a su época por una aseveración tan tajantemente opuesta a las leyes de la física convencional como ésta. En la antigüedad, quien estuvo cerca de adentrarse en el misterio, fue el famoso Leonardo, nacido en Vinci, quien, bendecido con un genio y una capacidad de observación muy superior al resto de sus contemporáneos, ni siquiera necesitó recurrir al ente angélico para invocar la apertura del Vórtice. Pese a ello, nunca traspasó sus límites. Quizás lo pensó, (nunca lo sabremos) pero llegado el momento parece haber optado por enfocar todas sus energías en la elaboración de un códice secreto destinado a mantener custodiado otra de las puertas, que como ésta, revelaba parte de la verdad suprema tan buscada por sabios y alquimistas. La última vez que quienes asumen con certeza la existencia de dicho nodo atemporal, llegaron a creer, que por fin un desprejuiciado innovador de las ciencias podría animarse a avanzar en este controversial asunto, fue cuando Einstein elaboró su teoría de la relatividad y resumió en una fórmula matemática una de los primeros atisbos de la Verdad Absoluta del Universo y su creación. Pero no fue así. Como ya se sabe y hasta ahora nadie ha desmentido, Einstein no se animó a hablar del Vórtice y sus infinitas revelaciones, ni siquiera llegó a plantear la posibilidad teórica de ello. Quizás esa haya sido la última posibilidad concreta por la que el mundo científico se animara a blanquear lo que sigue siendo uno de los mayores “secretos intuidos” que aún están esperando ser confirmados. Con los avances de la física cuántica y las últimas teorías sobre el caos y las realidades no absolutas, nada hace suponer que alguno de los científicos de mayor relevancia de la actualidad muestre interés en avanzar en la demostración del Vórtice, ya que, como es de suponer, dicha posibilidad no está dentro de lo que se considera sustentable en materia de investigación y dominio o exploración y tecnología. Por todo lo hablado, es fácil inferir que lo relacionado al Vórtice, su ubicación, sus facultades y potestades, ha estado circunscrito en los últimos siglos, en forma exclusiva al ámbito de la magia, la metafísica, la adivinación y a lo que queda de ciertas sectas religiosas muy antiguas que sobreviven, apenas, como diversión perversa entre minorías selectas de marcada influencia en el mundo global. Precisamente, por estar limitado a estos círculos donde la intensidad de las creencias que dicen practicar es más que dudosa, el secreto de la ubicación del Vórtice y la manera de cómo acceder a él ha estado, por milenios, perfectamente a salvo y resguardado entre viejos registros y códices arrumbados, totalmente ajenos al interés práctico de los actuales mortales (que cada vez gustan menos de adentrarse en la senda de los arcanos conocimientos de las verdades más absolutas). Si por pura casualidad, alguna vez algún curioso, avanza en su búsqueda, esa inquietud desaparece más rápido de lo que surgió, dada la volatilidad de la naturaleza del interés del humano actual. Las modas son modas, y sólo eso. Pero toda esta inacción en cuanto a la persistencia del secreto se debe, como se ha intentado explicar, a la pura ineptitud e inconstancia de los mortales que, si bien, ávidos siempre por la acumulación de poder y conocimiento, nunca los mismos han implicado la sincera e inequívoca intención de búsqueda de la Verdad primigenia, ni siquiera de la parcialidad de algunas de sus aristas (como lo es el Vórtice) y que sólo muy pocos privilegiados han intentado comprender. Únicamente cabe destacar en estos últimos tiempos, los esbozos de aproximación a estas verdades trascendentales, narrados a través de las letras de algún lúcido escritor que hiciera hurgar a sus personajes entre signos, amuletos, laberintos y hasta en los significados ocultos de la trama de las pieles de algunos felinos, como sutiles intentos de ahondar en lo que llamara, la escritura de los dioses. (continuará) Nota: Un vórtice es un flujo turbulento en rotación espiral con trayectorias de corriente cerradas. Como vórtice puede considerarse cualquier tipo de flujo circular o rotatorio que posee vorticidad.(http://es.wikipedia.org/wiki/Vórtice)