Esta semana, coincidiendo con Halloween, nuestro anfitrión juevero, Juan Carlos, nos propone hablar de seres malignos en cualquiera de sus acepciones. Por falta de tiempo para escribir un nuevo relato, recurro a uno que alguno vez publiqué y creo se ajusta al tema.
Para leer todos los aportes, pasar por aquí.
Les dejo a tod@s un abrazo.
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Al filo de lo que intuye y casi
imagina, el miedo surge y crece a la par de los truenos que hacen estremecer
antepasados y ventanas.
La antigua casona, cuna de su rancio
linaje a veces lo contiene, otras, se empeña en querer empujarlo hacia nuevos
confines. No sabe, cuál será de ahora en más su destino. Tiene la certeza que
algo sucederá, pero no logra definir en qué ni en cuánto.
Bullen en su memoria, como eco de
develados misterios, aquellas últimas palabras de su abuelo en su lecho de
muerte…”cuídate de los que conoces y están cerca, porque de ellos vendrá tu
perdición”…y rematado por un prolongado suspiro postrero -como de alivio- el
viejo expiró, sumido en la soledad que supo cultivar en vida.
Sólo él logró quebrar desde su
infancia, con su presencia de huérfano infortunado, las barreras que por
incomprensión, venganza o mero capricho, el viejo conde fuera levantando a su
alrededor desde que su segunda esposa muriera en extrañas circunstancias, allí
mismo, entre los muros de la vieja mansión.
Por propia convicción o por
impuesta voluntad –no sabe definir cuáles fueron en realidad las causas-
también él, único heredero del noble en título y fortuna, había vivido hasta ese
momento en forma más que austera y solitaria, ahogando sus muchas inquietudes
tan solo con letras, vinos añejos y la escueta compañía de su abuelo y tutor.
Jamás osó traspasar los límites
de las indicaciones de su inapelable mentor, nunca lo contradijo, aún a costa
de cercenar su propia voluntad y sus impúberes sueños de aventuras y lejanías.
Siempre respetó sus palabras como la auténtica verdad a la hora de elegir
camino y modo de vida. No sospechó siquiera que hubiese otro punto de vista
válido frente a la realidad. Jamás se le cruzó esa herejía por la mente. Por
eso, apenas enterrado su abuelo y maestro, meditó desolado junto a la chimenea
del viejo salón, intentando interpretar con justeza y propiedad la última de
sus sabias advertencias. En ella estaba, sin dudas, la clave del que sería su
propio final, si no actuaba en consecuencia para evitar que la advertencia de
su abuelo se transformara, en definitiva, en ineludible sentencia.
Echó a los pocos sirvientes que
aún quedaban en la inmensa casona. Aún a los más fieles, los que habían cuidado
de él desde pequeño, aquellos con los que compartió las breves sonrisas de sus
días de infancia, también a ellos despidió en consideración de esa última frase
moribunda en labios de su abuelo, sin dudas, oráculo iluminado de su oscuro
futuro. Si la perdición vendría de manos de quienes estaban cerca, debería
entonces aislarse aún más del resto de los mortales, resguardándose de
eventuales perfidias y traiciones. Huiría de todo tipo de relaciones, se
apartaría del roce de la gente, desconfiaría incluso de los aparentes
bienintencionados, se recluiría, al fin, tal como le quiso advertir su abuelo con
sus últimas palabras.
Pasados ya los años, su soledad se
compara con la de su antecesor. Más cruel aún, ya que él no tuvo siquiera
alguien en quien volcar su experiencia, sus letras aprendidas o su compañía. La
ancianidad llegó con la decrepitud propia de quien ha vivido sus días solo, entre
húmedas paredes, frugales cenas, solitarias noches e inexistentes alegrías,
todo en función de evitar al máximo la posibilidad de que aquella lapidaria
frase final se hiciera manifiesta en su destino.
Mientras la tormenta arrecia allá
afuera, dentro de la vieja casona el silencio es tan cerrado que sólo lo
interrumpe el crepitar de los leños encendidos y el de sus latidos acelerados
que insisten en augurarle malos presagios. La mirada implacable de su abuelo lo
observa, autoritaria como en vida, omnipresente desde el retrato que corona la
chimenea. Al observarlo, cae en la cuenta que pese a tener ya tantas arrugas
como él, su misma calva despoblada, su misma nariz, similares sienes
encanecidas, el mismo color de ojos, pese a todo, en nada se parecen sus
miradas: la de su predecesor, implacable y segura, impone de inmediato
autoridad sobre quien la percibe, la suya, sometida y apagada, no habla más que
de tristeza, desencanto y pesadumbre.
Llega a la conclusión que, a pesar de intentarlo toda su vida, jamás logró ser como él, jamás consiguió vencer sus
propios miedos y complejos, jamás se animó a ser desafiante con su destino,
todo lo contrario, optó por esconderse dentro de su propio escudo interior,
buscando escapar de la perdición que le augurara en su lecho de muerte su
venerado protector.
Al tiempo que un relámpago
inusitado atraviesa la densidad de la noche, mirando obsesivamente aquel vetusto
retrato, vuelve a recordar las lapidarias palabras que marcaron su vida desde
su juventud –quizás enterrada en ese mismo acto- y de repente, como en una
fulgurante revelación comprende todo: nadie más cercano y conocido que su
abuelo -tiránico, arrogante, huraño y mal predispuesto hacia todo y hacia
todos- nadie tan influyente en su vida como él, nadie con más poder como para
dominarlo y manejar su destino aún no estando vivo… nadie como él para llevarlo,
al fin, por arbitrio e imposición, hacia la nulidad de sus días y su persona…
hacia lo que inequívocamente resultó ser su propia perdición.
26 comentarios:
Estupendo post. Creí que el ser terrorífico sería el mismo protagonista, azuzado pro el abuelo a que se previniera de seres cercanos, pero sin duda, el abuelo es quien lleva el infortunio al protagonista, incitándole a ser un ser asocial y miedoso.
Muy bueno. Narración con ritmo muy bien llevado. Felicidades por este texto de terror. Un abrazo
Impresionante , has enganchado al lector desde la primera frase , el abuelo le crucifico desde antes de morir , pobre muchacho nunca logrará conocer la dicha ...a veces aquellos que creemos que nos quieren son los que más daño nos hacen ..
Me encanto Neo muy bueno .
Abrazos y te deseo un buen día.
Un comentario puntilloso y religioso que me enorgullece mucho recibir, Albada. Te agradezco mucho por pasar y leer con atención. Un abrazo
Muchísimas gracias Campi, me alegra saber que te ha gustado la historia. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer.
Es la primera vez, después de leerte, que me he alegrado de no haber conocido a mis abuelos.
Besos.
Un relato envolvente y descriptivo, que te lleva a analizar y escudriñar entre líneas, los motivos de esa pesadumbre que lo invade, hasta dar con el verdadero responsable de tal manipulación, aun después de la muerte…
Muy bueno, Mónica.
Abrazo enorme, y feliz finde 😘
Me ha encantado. Una historia que se saborea tanto por su significado como por el modo en que lentamente entras en el personaje y en su gran tragedia interior.
Un abrazo
Jeje, no todos son iguales Juan, jaja
Muchas gracias Ginebra!
Muchísimas gracias Maite
y es que la vida sorpren de muchas veces a la imaginación. :-)
La realidad a veces supera a la ficción, si Rodolfo, para bien o para mal. Gracias x pasar comentar, un abrazo
Hay mandatos como esos, que no son de ficción. O figuras paternalistas que en realidad disfrazan algo peor que el autoritarismo.
Me encantó.
Besos
Hlas palabras demsu abuelo,resultaron una profecia auto cumplidda. Seguirlas,lo llevóma,la,soledad.
Un abrazo
Muchísimas gracias Sr. Oso, me alegra mucho que te haya gustado.
Seguir la sentencia de su abuelo fue su perdición, pese a su intención de evitarla, muchas gracias Demiurgo por pasar y leer. Un abrazo
Que relato más escalofriante. Menos mal que tu protagonista no heredó la tiranía de su abuelo tóxico. Sin embargo, debió crecer infeliz, luchando en su interior por no dejarse llevar de toda la influencia negativa y manipulativa del que fue víctima durante todos esos años. Muy bien planteado!
Abrazo
Muchísimas gracias Yessy, me pone contenta saber que te pareció un planteo bien argumentado. Un abrazo
Impresiona la oscuridad de este relato tuyo donde el amor está ausente en todo momento, donde solo vive la voluntad anulada de un esclavo porque eso es lo que ha hecho el abuelo durante toda su vida y, ahora, durante toda la eternidad hasta el fin de los días del muchacho. Espero que después la luz que anida en el interior del chico sí tenga la fuera para deshacerse de esa prerrogativa del hombre que, contempla, como un santo oscuro, la vida de quien se supone debía proteger y no destruir.
Es duro pero hay personas así que desean cumplir la voluntad de alguien sin darse cuenta del precio que por ello pagan solo por el mero hecho de no defraudarlos, de seguir admirándolos...
Un beso muy grande.
Sé que el planteo es muy novelesco,Mag, pero me pareció valedero y de alguna manera siempre vigente. Muchísimas gracias por tu amable y detallado comentario. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo
Es buenísimo, buenísimo, que manera tienes de contar, envuelves con tus palabras. He estado muy, muy a gusto entre tus letras. Sí, él realmente sería del que se tenía que cuidar...
Muchos besos.
Jeje, muchísimas gracias sakkarah! Me halaga tu comentario. Te agradezco por pasar y leer con atención. Un abrazo
La herencia del abuelo.
Beso heredado.
Tal cual, Fabián, una herencia nada deseable. Muchas gracias por tu visita. Un abrazo
Un tremendo relato, muy bien escrito, que hace pensar en como esas absurdas tradiciones, prejuicios, arruinan una vida que no puede desarrollarse con libertad.
Gracias por participar, amiga. Un fuerte abrazo.
Fue un placer participar, Juan Carlos, aunque haya tenido que recurrir a un texto ya publicado. Muchísimas gracias por toda tu dedicación. Un abrazo
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