Sumándome a la propuesta juevera de la mano de la querida Charo me dejo llevar para volver, con la memoria y la imaginación, a uno de los lugares más bellos que he tenido la suerte de conocer: Venecia.
Arribar en vaporetto a la
legendaria Venecia y recorrerla por unas horas no basta para sentir en
profundidad su magia y su encanto inigualables.
Hay que, al menos estar en ella
tres o cuatro días, paladear sin apuro sus intrincados laberintos, amigarse con
sus rincones fantásticos, con la omnipresencia del agua en sus canales, sentir
minuto a minuto como nace y muere un atardecer junto a la majestuosa Plaza San
Marcos y disfrutar del cielo de sus noches por cada rincón ya antes recorrido
bajo la luz diurna.
Sólo vagando sin apuro, dejándose llevar sin el control del
reloj, familiarizándose lentamente con sus particulares rumores, percibiendo el
ritmo cotidiano de su gente y sus rutinas uno puede llegar a sentir que se
acerca, al menos, a la poesía intrínseca de su espíritu y de los laberintos
sinuosos en ese ambiente tan especial y místico. Y una vez que eso sucede,
luego que uno logra conectarse con la magia de su orgánica belleza, siente
oficializado el romance perpetuo que se llega a sentir hacia ella para desear siempre volver.
Para ilustrar su magia, algunas fotos de mi colección:
7 comentarios:
Preciosa, romántica, única.
Yo tengo de ella un recuerdo muy especial.
Sin duda un lugar maravilloso que también tengo en mi lista de destinos. Y, por lo que leo, llegaste a sentir el penetrar en toda su plenitud. Me alegra que tengas en la memoria una puesta de sol tan especial.
Un beso muy grande Mónica
Creo que tiene que tener una magia especial y tú lo has descrito muy bien. No tengo la suerte de haber ido pero espero que llegue ese día.
Las fotos son preciosas.
Muchas gracias por participar.
Un beso
Solo después de fundirse con el alma de Venecia se puede disfrutar plenamente de ella. Lo has descrito de forma tan bella que me han entrado unas ganas enormes de enamorarme de Venecia y tener la necesidad de visitarla eternamente.
Un beso
¡Que hermoso Mónica! me has dejado sin aliento...
Abrazo fuerte
Precioso Mónica, no has podido describirlo mejor, yo que estuve tentada hasta de quedarme a vivir! Creció en mi la idea romántica de aprender a realizar máscaras, y para eso buscaba a un maestro mascarieri (creo que se les llama) que realizaba sus máscaras en un pequeño taller cerca del puente de Rialto. Bellísimas las fotos, gracias por compartirlas, besos.
Amé y odié Venecia al mismo tiempo. Creo que no era mi mejor momento para visitarla. Ahora después de leerte creo que debería de volver ;-)
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