Con marcada demora, me sumo a la convocatoria de Moli de Canyer sobre esculturas al aire libre
Tumba de Rufina Cambaceres, Cementerio de la Recoleta, Bs As
ESTATUA EN REQUIEM
Anclado a la piedra
que le sostiene
su espíritu antiguo
aún subsiste
ajado y fantasmal,
asido al recuerdo
de un nombre
que permanece
en letras labradas
evocando
su pasado e historia.
Sobreviviendo
a quienes allí le alzaron
se afianza
ante la contradicción
de saber que
en un giro paradojal
curiosamente
ha sido la misma muerte
en sentencia substancial
quien ha inmortalizado
su memoria.
13 comentarios:
Qué paradoja! Tantas veces sucede que las personas se convierten en memoria eterna luego de su muerte. Prefiero reconocerlos en vida.
Excelente texto! Un abrazo enorme.
Se nos olvida que se pueden morir y siempre posponemos los te quiero, luego ya es tarde, con los ajenos pero de todos, preferimos censurar sus vidas sin llegar a haberlos visto nunca y cuando se mueren les cantamos alabanzas y les dedicamos calles. Tu aporte sobre las estatuas es muy original y si me dejas decirlo necesario. Un abrazo
Aunque no lo parezca en muchos cementerios hay verdaderas obras de arte que hicieron por encargo grandes escultores y que pasan desapercibidas.
Besos
Tu poema me ha permitido conocer la existencia de esa mujer a la que la muerte le hizo un extraño guiño, o fue ella la que supo escapar de su terrible embestida.
Trataré. con tiempo, de saber mas de tu indirecta protagonista.
Un beso.
Buenas tardes (de sábado), Mónica:
La lectura de tu poema me lleva a pensar tanto en aquellos cuya muerte ha provocado su vida en mi recuerdo, como en aquellos a los que en vida condeno a la muerte de mi desafecto.
Gracias, Mónica.
Qué lindo poema. Sino es la muerte no inmortalizan su nombre, porque debe existir esa lista de rigor en muchos casos que hasta que fenecen se les da por levantar esculturas, si debieron hacerlo cuando están en vida. La imagen es hermosa. ¡Ah! El ser humano imprevisible. =)
Abrazo
De ser cierta la historia, debe haber sido horrible y sobre todo a su edad, despertar en medio de la noche dentro de un ataúd...La fragilidad de las mujeres de antes las hacía "morir de amor" y en este caso debe haber sido mas fuerte, la decepción de la traición de la madre,..Buscaré mas sobre este par de mujeres, que por lo poco que leí, la mamá debe haber tenido una gran belleza para levantar tales pasiones hasta de un presidente...Besos...me ha cautivado tu relato..
Vaya, se diría que la mamá se apresuró a sepultar a su hija en cuanto la vio en el suelo sin conocimiento. Quién sabe cómo habría acabado el enfrentamiento..., fraticídico? Muchas gracias por ilustrarnos con un pellizco de historia poética.
Un beso grande Mónica
Es triste que muchas cualidades no se reconozcan hasta la muerte, tener que morir para ser reconocido, paradojas de la vida y de los humanos. Besos.
Y no sólo por su muerte, sino por los extraños rumores sobre su muerte.
Prefiero no ser famosa.
Muy buenas tus letras y elección... y es que lo mejor sería ser "reconocido" en vida y no recordado luego de muerto nada más.
Un beso.
Hubo un tiempo en que los muertos vivos o los vivos muertos, eran frecuentes debido a los ataques de catalepsia y a las pocas precauciones que se tomaban para certificar la muerte física.
Bonita poema, Mónica.
Un fuerte abrazo.
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