ESTE JUEVES UN RELATO Tres elementos

Esta semana nos conduce Juan Carlos con una propuesta muy divertida y algo complicada: intentar combinar en un relato tres elementos bastante disonantes buscando que la historia tenga coherencia argumental pese a ello. 
Los elementos en cuestión son:

*ESTRELLA DE CINE EN DECADENCIA

*LUCHADOR/A DE SUMO

*PISCINA AL ATARDECER

MI RELATO

Con el paso de los años su fama y su gloria como actriz de cine habían quedados sepultados en el olvido. Apenas resultaba ser un nombre conocido para algunos entendidos, aunque para otros sonaba apenas como referente de una época superada.

La gran fortuna acumulada en su época de marquesinas y reflectores sobrevivía aún gracias a los malabares financieros de quien había sido su mentor y director -además de su abnegado enamorado- y que en el presente actuaba como fiel mayordomo solucionador de extravagantes caprichos.

Además de su propia evocación, poco y nada quedaba de sus años de diosa del séptimo arte: apenas una gastada colección personal de fotos y afiches que exponía orgullosa en una sala de su mansión a la que llamaba ostentosamente, “su museo personal” y en la que solía recluirse cada tarde intentando revivir su pasado. Allí, macerando en soledad sus recuerdos y frustraciones, de vez en cuando se lanzaba a pergeñar alguna maniobra alocada para volver a llevar su nombre al foco de la noticia periodística, recurso desesperado que poco tenía que ver con la racionalidad que su marcada experiencia haría presuponer.

Una de esas tardes de encierro y divagaciones, hojeando una revista de actualidades, la vieja estrella olvidada se vio seducida por las formas desbordantes de quien sería un promisorio luchador de sumo recién llegado de oriente para participar en unas prestigiosas competencias internacionales. Jamás habían visto los ojos desgastados de aquella vieja actriz una figura como la del joven luchador. Aquel físico impresionante y robusto no le impedía desplegar una gran agilidad y destreza, según se veía en las imágenes que ilustraban la revista, cualidades que siempre habían resultado por demás atractivas para su peculiar personalidad ávida de nuevas propuestas. 

Sin más dilaciones consiguió que su resoluto asistente consiguiera ubicar al entrenador del deportista y –vaya a saber uno mediante qué argucia- lograron concretar un encuentro privado entre el atleta y la vieja actriz en su mansión, más precisamente junto a la piscina convenientemente acicalada como decorado cinematográfico para disfrutar a pleno un atardecer especial.

Lejos de lo que cualquier descreído pudiera imaginar, la química entre ambos –deportista recién iniciado y veterana actriz decadente- nació con naturalidad. Aparentemente tan distintos y con tan alejadas realidades, aquellos dos solitarios tenían a su manera, mucho de lo que el otro agradecía: él resultó un entendido cinéfilo, admirador de aquellas películas clásicas que la actriz había protagonizado, motivo por el cual ella se sintió tan halagada como rejuvenecida; ella, inquieta y abierta a las nuevas experiencias, aportó un renovado impulso a la carrera del novel atleta motivándolo en su constancia y superación personal, tal como lo venía haciendo con ella misma pese a menguar su estrella.

Extrañas tramas tiende el Amor cuando, lejos de guiarse por prejuicios y preconceptos, travieso y juguetón, teje historias a partir de encuentros impensados.