ESTE JUEVES UN RELATO, El caso Nisman

Pido disculpas por no haber podido acortar más el relato, quizás la sobreabundancia de noticias de estos días hizo que la historia fuera tomando forma con facilidad. Más relatos en lo de Gustavo


Imagen Horacio Cardo para Clarin

MUERTE DE UN FISCAL (ficción basada en un hecho real)

Si decidió adelantar su presentación porque tuvo información de que las pruebas de su denuncia estaban en peligro o por alguna otra razón, eso nunca lo sabremos, porque ya no está para debatir o defenderse.

Pero el hecho es que el fiscal fue encontrado muerto dentro del baño de su departamento en circunstancias inverosímiles. Nadie que buceara un poco en los sucesos previos al luctuoso desenlace podría imaginar que el suicidio hubiese rondado la cabeza del fiscal, pero así quisieron hacerlo aparentar en un primer momento. Más tarde las versiones oficiales allanaron el camino para introducir la teoría del asesinato, probabilidad que la mayoría de la población ya intuía aunque sin la certeza de poder apuntar la fuerza homicida.

El plan original fue tirarle un muerto al gobierno, armar un aparente suicidio que levantara sospechas sobre la veracidad de la denuncia que lo apuntaba. La guerra interna desatada en el aparato de inteligencia oficial estalló dañando más de lo previsto y fue así que esa estampida de odios y venganzas cobró una nueva víctima.

Para aparentar un suicidio hacía falta plantar un arma en la escena y el fiscal no la tenía, pese a poseer dos registradas a su nombre. Para ello fue necesario que alguien introdujera la suya, aun poniéndose en evidencia. Se recurrió -mediante la extorsión quizás- a uno de sus colaboradores informáticos, aduciendo que la propia víctima la había solicitado para su protección, ya que –según varios testigos- temía por la integridad de sus hijas. En realidad el arma fue introducida en el departamento disimuladas por papeles que sí justificaban la visita del colaborador y luego escondida en un lugar inadvertido por el fiscal.

El empleado de informática luego de llevar a cabo su cometido, se retira por la puerta principal sin levantar sospechas.

Fue uno de los custodios de mayor confianza quien en combinación con ese colaborador se adelanta a los dos oficiales que debían recogerlo esa mañana y antes de la hora señalada, golpea en la puerta de servicio. Aprovechando la confusión inicial del fiscal por el inusual adelanto (aún no estaba vestido para salir) logra reducirlo fácilmente suministrándole alguna sustancia que no deja rastro en el organismo. Se ocupa de volver a dejar en la puerta de servicio los diarios que el fiscal estaba leyendo y así reforzar la teoría de que desde temprano algo no estaba bien. Cierra desde adentro con llave para eliminar la sospecha de su ingreso.

Logra movilizar a su víctima sin problemas hasta el baño, lo sienta sobre el piso y monta la escena del aparente suicidio con el arma que había escondido previamente su cómplice, buscando que el cuerpo quedara obstruyendo parcialmente la puerta para así abonar la teoría de que no hubo intervención de una tercera persona.

Cuidando que no quedaran rastros de su presencia en el departamento, cerrado por dentro y con cámaras de vigilancia – algunas sin funcionar- sólo en el exterior de los palieres y corredores principales, permanece luego oculto en el pasadizo de mantenimiento de la cocina (manteniendo la puerta cerrada aunque sin pestillo) esperando el momento de confusión que sobrevendrá cuando descubran el cuerpo.

La inoperancia y la falta de reacción inmediata de los demás custodias hizo el resto: se demoró en acceder al departamento y confirmen que el fiscal estaba muerto luego de once horas después del primer indicio. A partir de la medianoche el lugar se llenó de policías, médicos y empleados forenses, confusión que aprovechó el homicida para salir sin problemas de su escondite, simulando ser parte del operativo de investigación ya que era conocido y llevaba su uniforme policial.

Después las partes de la contienda política se encargaron de ensombrecer más aún el panorama de conspiraciones que se venía entretejiendo. Las acusaciones cruzadas, las sospechas, las responsabilidades no asumidas, todo comenzó a inflarse buscando que el meollo inicial del asunto pasara a segundo término, dejando la causa de la denuncia de lado e intentando victimizar a quienes en realidad resultaban ser los principales sospechosos.

Quienes jamás podrán comprender ni olvidar la tragedia son las víctimas directas del asesinato: las dos hijas que quedaron para siempre sin padre.