Recuerdo alguna vez haber visto
una película sobre la vida de los esquimales. Yo era muy chica y los detalles
del argumento se diluyeron en mi memoria con el paso del tiempo, pero sí conservo
algo que me impactó profundamente en su momento y aún hoy evoco con la misma
dolorosa sensación. En una parte de la película se hacía referencia al momento
en que la abuela de la familia, ya muy viejita como para seguir el ritmo del
resto del grupo trashumante –sin dientes, incluso, como para masticar su propio
alimento- era abandonada a su suerte en medio de aquel páramo desolado y helado
que constituía el mundo en el que habitaban desde siempre. Siguiendo las
costumbres de sus ancestros, la familia decidía despedirse del miembro que ya
no podía continuar –era evidente que los lazos sentimentales entre ellos
existían y eran muy estrechos- dejándolo atrás por mutuo acuerdo, resignados y
sabedores que en breve le llegaría la muerte. Aquella costumbre tan ajena a lo
que yo registraba como “normal y humanitario” me produjo un fuerte shock que
tuve muy presente por mucho tiempo. De hecho al surgir el tema de “nuestros
mayores”, hoy es una de las primeras imágenes al respecto que surgen de mi inconsciente.
Tiempo después logré elaborar como
necesidad imperiosa de supervivencia de los más aptos aquella costumbre tribal
que conmovió mi inocencia, mostrándome con dureza la aceptación del ciclo de la
vida al que estamos todos sometidos. Más tarde tuve –lamentablemente- la
oportunidad de verificar que en nuestra “modernidad” resultan mucho más
frecuentes de lo que uno quisiera los gestos de abandono y olvido a que gran
parte de nuestros mayores siguen siendo sometidos. No son excepcionales los
casos en que los ancianos enfermos quedan olvidados en algún geriátrico rasposo,
aguardando la muerte como único incentivo ante la rutina impiadosa del desamor
y el olvido. Sé que no es válido ni justo generalizar, pero creo que no resulta
muy desubicado plantear que nuestras sociedades llevan latente en su
funcionamiento esa cruel y deshumanizada costumbre de desechar a las personas
apenas dejan de ser consideradas “productivas”.
De una u otra manera, quien llega
a anciano aumenta su dependencia hacia quienes lo rodean y me animo a pensar
que en muchos casos la retribución que reciben luego de toda una vida de
actividad y sacrificio no es –para nada- la que merecen. No voy a caer en la
simpleza de victimizar a todo aquel que, al final de su vida, queda solo y sin
afecto. No. Se cosecha lo que se siembra y no sería justo pensar que por el
sólo hecho de llegar a viejo se suavizan y deben olvidarse todas las infamias que
pudiesen haberse cometido. Hay gente que ha sido muy mala y egoísta en sus años
jóvenes y no pueden pretender después recibir lo que nunca han dado. El cariño
no surge espontáneamente ni se asegura por el vínculo. Hay que regarlo con
continuidad y -según haya sido- dará sus frutos. Pero salvando esas excepciones
en donde el abandono en la vejez se explica con lógica por lo que antes fueron
dando, duele comprobar que como sociedad seguimos siendo insolidarios con
nuestros mayores. Lo vemos también en las marcadas injusticias en cuanto a las
asignaciones jubilatorias y a los servicios sociales que -tantas veces-
castigan, más que retribuyen.
Tampoco es sano llegar a la vejez
pensando que todo está ya acabado. Siempre hay posibilidad de ensayar nuevas
perspectivas y si nos disponemos convenientemente, siempre estamos a tiempo de
descubrir nuevas facetas que quizás antes, por falta de tiempo o
desconocimiento, resignamos explorar. No es viejo quien sigue cumpliendo años,
sino aquel quien se entrega y desiste de seguir creciendo, limitándose a la
queja o al uniforme transcurrir del día a día. Felizmente siempre, mientras
haya vida existe la posibilidad de nuevas experiencias, de nuevos ensayos
creativos. La sana inquietud quizás sea el principal alimento del alma y es eso
–sin dudas- lo que nos hace más diáfanos por dentro y logra revitalizarnos en
nuestra integridad.
Creo que gran parte de nuestras
falencias en el trato hacia nuestros mayores radica en que, les cerramos
posibilidades. Le tenemos tanto miedo a la vejez y a la decadencia física que
preferimos ocultarla, engañarnos pensando que nunca nos llegará a afectar
directamente, que se trata de un asunto ajeno al que podremos postergar indefinidamente.
Y una vez que llega lo asumimos como una barrera infranqueable que impide
desarrollar aún las facetas que sí podríamos llevar adelante.
Nos inquieta comprobar en carne
propia que somos seres finitos y caducables. Esa idea nos precipita hacia el
final muchas veces, antes de tiempo. Nuestra capacidad para enfrentar la propia
y ajena decadencia física es muy limitada, nos hiere y nos perturba, más aún
cuando nuestra cultura se ocupa básicamente de resaltar los oropeles de la
fingida eterna juventud como los motores del consumismo irresponsable en el que
estamos absorbidos y condenados. Pero la experiencia es un valor que debe ser
reivindicado, no como negación del progreso y el cambio, sino como sólido
sustento de éste.
No
creo que sea cierto aquello de “todo lo pasado fue mejor”, pero ha sido, y sobre ello nos cimentamos, no
es lógico ni sensato negarlo. Y sin pretender pontificar, cierro con una última
reflexión: tenemos grandes tareas pendientes, entre ellas, construir con
responsabilidad el futuro de nuestras generaciones superando nuestras propias
experiencias, pero deberíamos tener muy presente que nada podríamos levantar si
negamos que los cimientos sobre los que construimos han sido dados por nuestros
mayores.
Más relatos jueveros, en lo de Gustavo.
35 comentarios:
Si, una sociedad sana se construye sobre todos los pilares de su poblaciòn. Es ideal, ¿pero no estamos en este mundo para soñar utopìas y tratar de realizarlas?
Una exposiciòn concienzuda,de esas que estarìa lindo desgranarla cara a cara tomando un cafè, porque hay matices y detalles como en todo que darìan para conversar mucho.
En lo bàsico y fundamental, estoy totalmente de acuerdo.
Muchos besos.
Los cimientos y el tejado...
De jovencita me ocurrió algo semejante con respecto a unos "salvajes" cuyos ancianos se despedían de los suyos y se retiraban a un monte a morir.
Desgraciadamente me parece que es un acción de lo más digna la de reconocer la propia ineptitud y no querer lastrar a los más jóvenes.
También estoy de acuerdo que por regla general se recoge lo que uno ha sembrado a lo largo de la vida, si bien es cierto que muchas veces quienes malsiembran ni siquiera son conscientes de haberlo hecho mal y por supuesto no entienden el abandono. Excepciones siempre existirán.
Sencillamente se trata de ser consecuente con uno mismo en cada momento de la vida y conseguir entender ese invisible hilo de Ariadna que nos une a toda nuestra especie y se alarga hasta las ajenas. Bsss.
N.B. En mi otro blog el del Otoño....http://sanzar-mjt.blogspot.com.es/2013/01/esa-parcelita-de-nada-que-lo-significa.html, hay una mención a tu persona y tu buen hacer.
la película que mencionas, también me impactó mucho, en mi familia, cuando yo nací, había muchas personas mayores, crecí entre ellas, todos fueron cuidados amorosamente por mi madre y tía, también yo les cuidé a mis padres y tía, y la verdad no puedo entender que se abandones a los ancianos. No soporto esas residencias, por muy lujosas que sean, siempre le pido a Dios poder estar en mi casa sin darle la lata a nadie, yo creo que permanecer junto a las cosas que quieres y conoces, eso te prolonga la vida, no el que te lleven a un lugar nuevo, con personas y enseres que no has visto nunca.
Por fortuna no es un mal generalizado, pero si algo que cada vez vemos con más frecuencia, por desgracia. Un beso.
Es verdad que cada casa es un mundo y cada mundo tiene sus razones... Los que lleguemos a viejos no querremos ser "un estorbo" ni que nuestros hijos nos "aparquen" en una última estación de lujo.
Un beso
Muy buena reflexión final.Si los tuviéramos más en cuenta, aprenderíamos mucho más y seriamos una sociedad más justa y solidaria.
Un abrazo
Siempre que pienso en mis mayores, veo el camino recorrido de su mano hasta el presente. Y entre toda esa experiencia, me digo que hay que ser agradecido de lo que han podido, que quizás muchas veces dista de nuestros anhelos.
Y los consejos mas sensatos han venido de ellos.
Por eso mi respeto.
Y comparto que hay cambios que se deben dar socialmente, porque el individualismo ha dejado mucho daño.
Un abrazo.
Lamentablemente el hecho que tanto te impactó al verlo en una película, a día de hoy aún se sigue produciendo y no precisamente porque nuestra tradición sea esa.
Tenemos que tener más humanidad.
Qué buena entrada Neo!
Leí un libro muy viejo sobre esquimales "País de las sombras largas" de Hans Ruesch, y tuve el mismo impacto que vos sobre el tema del abandono al viejo cuando ya no puede siquiera masticar su propia comida por la falta de dientes.
Creo que el impacto aumentó por que en estos años uno tiene la certeza que si no muere antes la vejez llega y más rápido de lo que uno espera.
Le tengo miedo a la vejez, el tema me cuesta y supongo que tener esto en claro será de ayuda para abordar el tema y aceptarlo y prepárame para ese tiempo que quisiera que sea productivo.
Lo que planteas es real, acuerdo. Podrimos pormenorizar ya que el tema es muy basto y hoy por hoy la realidad del adulto mayor es muy diferente a la de hace unos años.
Me gustó el tema, es para el debate.
Te dejo un abrazo!
Rediez, me acabas de regalar una lectura buenísima. Más que nada porque si fuera un manifiesto, lo firmaba ahora mismo. Tienes razón en todo lo que has dicho (incluidas las excepciones a la soledad de la vejez).
Alguien dijo que, más allá del tiempo biológico y los surcos en la piel, la vejez/juventud viene determinada por la proporción de recuerdos/proyectos que tiene la persona. Y ahí entra lo del abandono de los proyectos vitales que lo hacen a uno realmente viejo.
Chapeau!!
Un beso
Hola, Neo.
Ha sido una verdadera gozada leerte. ¡Cuánta verdad llevan tus letras!
El mundo de los mayores es una de las asignaturas pendientes que tenemos que mejorar, pero mucho. Aunque no veo que seamos capaces de hacerlo. En la sociedad actual, queda muy poco tiempo para dedicar a los niños e igualmente a nuestros mayores. Y así nos va.
El tema de esta semana, da para reflexionar a fondo.
Un fuerte abrazo.
Lupe
Todo se aprende, a ser joven, adulto, viejo, de los pasos que damos somos responsables, aceptemos las equivocaciones, y al llegar a la vejez, no falta tanto, aprender a ser vieja, sin consejos, sin lamentos, sin deudas reclamadas, con la curiosidad alerta aunque sea con gafas de aumento (en lo posible).
Haces, amiga, un resumen muy mesurado del tema y lo suscribo.
Hay jóvenes viejos y viejos jóvenes, hay sociedades que olvidan o apartan la vejez cometiendo un error que les pasara factura a cada uno y una.
Besitos.
La vida es eso, una cadena de experiencias.
Dignificar el pasado sin pontificar, de cada error se aprende. Es error porque sucedió, pero parece tan difícil aprender la lección. Un beso Mónica muy buenas reflexiones. El comienzo de la película sobre la vida de los esquimales, lo vi también pero no recuerdo si fue documental o película. Lo de: por mutuo acuerdo, me pareció acertado porque eso es la cultura y costumbre de cada pueblo
Una exposición Neo tan real como ideal en muchos caso. Ojala los hijos pudiesen ocuparse de los padres ancianos, pero desgraciadamente son muchos casos, diria que los más, en los que aun queriendolo es realmente imposible. La sociedad , las políticas han de dirigir esfuerzos hacia estos temas.
Como dice Cass tomando un café cara a cara da para desgranar una dura realidad.
Un abrazo.
Estoy muy de acuerdo con tu exposición, especialmente con su conclusión. Recuerdo la película, la vi y el impacto con lo que ocurría con aquella mujer.
Un abrazo, Neo.
Años que no veía la palabra "rasposo". Acuerdo con el planteo, me parece que el comportamiento hacia nuestros mayores refleja nuestro propio miedo a envejecer. Que terrible.
Lo de enchufar al viejo/a en un geriátrico (rasposo) no tiene justificación natural como el caso de los esquimales. Tiene otras muchas justificaciones, valederas muchas de ellas incluso, pero ninguna natural. Además una cosa es instalarlo alli y otra muy distinta "arrumbarlo" alli y olvidarse de que existe. Muy penoso.
Nunca deja de sorprenderme su claridad de conceptos ni de alegrarme la calidad de sentimientos que traslucen sus escritos.
Abrazos varios pa usté
Magnífica reflexión sobre la vejez. Tienes mucha razón en que no son los años los que impiden que sigamos creciendo y explorando sino esa actitud de abandono que muchos adoptan limitándose a dejar pasar día tras día. Hay que procurar que todos los días nos levantemos con algún proyecto para llevar a cabo, que se consiga o no es otra cuestión, hay que tener ilusiones.
Un beso.
Está claro que sí, que somos lo que heredamos y lo que vivimos a partes iguales. Que debemos la vida a nuestros mayores y vivimos gracias a lo que ellos nos dejaron en herencia para nuestro conocimiento, educación y carácter.
Pero por otro lado hay millones de grandes matices y cientos de variables posibles en los casos de ancianos en centros de mayores. Lo sé por experiencia, no siempre se les abandona allí, eso es un tópico, muchas veces no acceden a que se les cuide y necesitan atención médica constante, por ejemplo.
En cuanto a lo social, está claro que la sociedad no quiere ni acepta lo que no sirve, no recicla al ser humano. Son muchas las personas que no pueden dedicar tiempo completo en casa porque perder su empleo supone graves problemas familiares, y quién así lo decide y permanece en su hogar cuidando de los suyos mayores, sufre porque las ayudas sociales hace meses que no les llegan...
es todo tan relativo y tan cruel a la vez, amiga mía.
Un abrazo y café, a ver si nos animamos.
Pormenorizada reflexión sobre los mayores, su importancia, sus merecimientos, su papel en la sociedad, sus cuidados y abandonos, merecidos o inmerecidos. Visto de una manera global, las sociedades cada vez están más deshumanizadas y el desapego y abandono de nuestros mayores no es sino un síntoma más de esa deshumanización.Creo que ya estamos pagando severamente las consecuencias de esa deshumanización.
Un fuerte abrazo.
Un detallado y realista análisis, Neo, por desgracia nada exagerado y también universal en nuestra sociedad actual, por mi profesión trato con muchas personas por encima de los 80 años y puedo asegurarte que la realidad a veces supera la mas cruda ficción.
Un beso
Todo parece indicar que ser anciano, significa convertirse en un incordio, estorbo latoso, que nos complica la vida a los que todavia presumimos de no contar tantos años.
Con lo que no contamos es que el mañana, esta muy cercano, y pronto seremos los que dan la lata a otros, los que son un incordio para otros. Entonces quizá nos demos cuenta de la sociedad tan egoista y deshumanizada, que emos consentido que nos aplaste.
Besos preciosa amiga.
La base de nuestra cultura está en nuestros antepasados. Respecto a la película que comentas no la he visto pero la buscaré. Me ha parecido una gran entrada. Espero de corazón que hayas tenido muy buen comienzo de año, un fuerte abrazo.
Estoy de acuerdo con vos en que se debe reconocer a los mayores por todo lo que nos han dejado, por todo ese saber que guardan y que tantas veces ignoramos. Respetando a los mayores podemos crecer y aprender, tanto de sus aciertos como de sus errores.
Una muy buena reflexión que nos deja pensando.
Un abrazo enorme!!!
bien pudiera pensarse que te debo de nombrar oradora, eso por un lugar. pero es que por otro, te debiera nombrar como incitadora al pensamiento, a desarrollar el pensamiento, pues en sólo viendo la largura de los comentarios, joderse, veo que no dejas a los compañeros callados. es más, les incitas a escribir y a escribir a la hora de los comentarios.
por otra parte, tus reflexiones me llevan a decirte que en cada sociedad, una costumbre. ni más mala ni más buena.
por otra parte, tus reflexiones me llevan a decirte que mirada una de tus reflexiones, bien podría decirse que en todas las sociedades, en muchas al menos, eso de la ley del más fuerte sigue primando, eso de la supervivencia del grupo sigue primando, es decir, los débiles a tomarpolculo...es decir, ..leches, que no me sale la expresión adecuada y que tiene que ver con eso de la adaptación al medio...y que tiene que ver con eso de los fuertes son los que sobreviven...
por otra parte, en la reflexión esa del abandono de nuestros viejos, en la reflexión esa de que no nos gusta la senectud, de que la escondemos...sí o y sí, como decís los del sur. sí, no nos gusta. se tiende a dejarlos en el ostracismo. y es...es ..una pena. pero así nos ha ido conformando esta sociedad de las cosas, esta sociedad en lo que importa son las cosas que nos llevan al "disfrute"...aún así, creo yo, esto no es ni más ni menos que lo mismo que arriba intentaba dejarte: es decir, la ley de la supervivencia, la ley del más fuerte,la ley de que el débil a tomarpolculo. creo, eh?
medio beso.
Fíjate, yo en cambio lo único que recuerdo de la vida de los esquimales es que se besan con la punta de la nariz, o lo habré soñado...
Reflexivo y polémico texto, creo que en esto pasa como en botica, no hay normas, las referencias son los que son y nunca son las mismas. pero si es cierto que un tema tan definitivo e irreversible como este de la ancianidad, las cosas deberían estar resultas social y familiarmente.
Un abrazo
Parece un comportamiento bestial ese de abandonar o dejar morir al que ya no "produce". Pero uno puede comprenderlo atendiendo las condiciones extremas en las que vivían los esquimales.
Más difícil de entender es que se saque a los abuelos de viviendas con tele de plasma y muebles de diseño :( ¿Será que sus achaques desentonan con el ambiente?
Por mi barrio, también veo hijos que se ocupan de sus padres con mucho cariño.
Saludos.
Genial tu entrada sobre las personas mayores, ellos nos dejan una lección estupenda para la vida y siguen vivos mientras viven y seguimos aprendiendo de ellos. Tenemos que quererlos más que nunca para que se sientan arropados y sobre todo para que sigan viviendo con dignidad y cariño, todo el que se merece por el que nos dieron.
Besicos.
Me has recordado otra película: "La balada de Narayama", donde a los viejos también se les desecha y deben marcharse a morir a otro sitio.
Estoy de acuerdo contigo, es una asignatura pendiente de este mundo llamado "civilizado".
Besos
Muy buena y acertada tu reflexión, es cierto que cada caso es un mundo y que se recoge lo que se siembra, pero se ven casos tan deshumanizados que es aterrador.
Muchos besos!!
Excelente razonamiento del que comparto todo. Yo tambien vi una película parecida y sentí extrañeza ante esa actitud. No era lo que yo habia visto en casa donde convivieron con nosotros abuelos y abuelas. Tu relato me hace reflexionar. Un beso
Pues si Rafael, La balada de Naryama de Shohei Imamura del 83, que tiempos aquellos.
Ahora como la familia come de la paga del "viejo", ya no lo dejan en el olvido, algunos hijos hasta lo sacan de las residencias.
En fin la vejez y sus circunstancial.
¿Como terminaremos nosotras Monica?
Besos reflexivos
Cada edad tiene sus cosas buenas y malas obviamente, pero esta de la vejez que nos ocupa, creo que no todo el mundo sabe envejecer, aceptar que los años pasan y que aceptarlo con naturalidad.
Que la sociedad es egoista, lo se, pero "aparcar" a un anciano en un geriatrico no siempre es síntoma de abandono. Dime a mi que hacen las familias en las que por motivos de trabajo, no puedan atender como es debido a la persona mayor. Creo que una residencia para mayores, es una solución.
Bss.
caminando por el sendero que me acerca a la vejez, me he quedado pensando y sintiendo.
con algunos matices que dan para debate, suscribo casi todo.
y te abrazo. y a tu padre.
Maravillosa y dolorosa reflexión Mónica, es así tal lo dices, tal lo cuentas, tenemos lo que nos merecemos,las cosas tienen que cambiar mucho. Un besito cielo.
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