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miércoles, 4 de febrero de 2009

UNA HISTORIA NADA ESPECIAL - Parte1







(aviso: quien ya lo hay leido, sepa disculpar...pero siguen las re ediciones!)





ÉL, EL PUEBLO MUERTO, LILI Y EL LOCO


Era un Pueblo Muerto. Así se sentía, sobre todo en las noches solitarias de invierno o en las tórridas tardes de verano.


Siempre había sido así, desde que Él tenía memoria y así también lo recordaban los pocos que aún no se habían marchado lejos de aquellas tierras desoladas.

La apatía de las personas podía palparse como se sentía al viento seco golpear las caras que escrutaban sin esperanza el horizonte.

Nada especial alteraba aquella desidia en que se había convertido los últimos años de su juventud. Poco era lo que podía hacer en aquel taller donde trabajaba a la salida del pueblo. Tratando de matar el tiempo se llegaba a la estación de trenes, muerta también desde aquel decreto presidencial que privatizó los ferrocarriles por el que se cerraron los ramales improductivos. Entre la hojarasca acumulada y los restos oxidados de algunos vagones abandonados solía pasearse sin rumbo fijo, con los ojos anestesiados por el sol de la siesta, buscando alguna razón extraña que lo motivase a sentirse vivo. Pero nada lo lograba. Apenas alguna anécdota insignificante de algún animal atrapado entre los restos de lo que fuera una estación de cargas sin importancia, nada especial, perdida en los extremos de un desierto.

El único habitante que sobresalía de la chatura general de aquel pueblo era El Loco. Todo poblado, por más pequeño que sea tiene uno. No se conoce la razón, pero es así. Siempre hay un habitante con un colorido peculiar en la mirada que se empeña en descifrar el horizonte extraviado en su propia confusión. En este caso, El Loco en cuestión era totalmente inofensivo. Lo conocía desde que eran niños, ya que Él era unos años menor. Nunca fueron amigos. Siempre se miraron con recelo. Aunque quizás sea más que justo decir que Él fue quien siempre lo miró con recelo, porque El Loco nunca miraba directamente a los ojos de nadie.

Tenía la mayor parte del tiempo la vista dirigida hacia los confines del desierto, entrecerrando con ansiedad los párpados como quien busca extender el alcance de su mirada más allá de lo que le permiten ver en realidad sus ojos, pero nunca parecía mirar a nada especial.

Muy pocas veces El Loco dejaba escuchar su voz. En forma súbita, alterado por algo que nadie alcanzaba a comprender, se levantaba de su destartalada silla de paja para lanzar algún alarido incomprensible, mientras agitaba con desesperación sus brazos en lo alto.

De improviso, así como había comenzado, El Loco dejaba de graznar y en cambio se ponía en la cara una sonrisa. Una lastimosa mueca sin dientes que despertaba la compasión de quien lo observaba.

Alejado de todo lo que fuera real, El Loco iniciaba después un vaivén mal sincronizado que las buenas intenciones de la gente llamaban “baile”…y, poco a poco, adormeciéndose en su propia melodía, aquel idiota se abrazaba a sí mismo suavemente, acariciado por el viento que se iba lentamente calmando con él.

Invariablemente, el día después de aquel circo, El Loco amanecía en el Cementerio, acurrucado entre las mugrosas lápidas, con el rostro tranquilo y sereno, como quien tiene la profunda satisfacción de haber cumplido con su deber.

Esa era la única rareza que aquel pueblo somnoliento podía vanagloriarse de tener: un pobre idiota casi sin habla que pasaba sus días oteando el horizonte listo para exaltarse por un momento y de repente, sin que ocurriera nada especial, echarse a “bailar”.

No faltaban los imbéciles que fabulando alrededor de lo que era sin duda una simple locura, en tardes de hastío y café inventaron la absurda idea de que El Loco tenía el poder de hablar con fantasmas!!!...quién inventó aquel cuento, nunca lo supo, pero sí comprobó que con el paso del tiempo crecía la leyenda.

Pero Él ya estaba aburrido de la nada de aquel hueco en el desierto, por más que se inventaran historias para matizar el implacable hastío.

Sabía que había entrado en la edad en que el espejo refleja la expresión que conservaremos el resto de nuestras vidas…y no le gustaba lo que veía: un hombre solo. Solo, vacío y sin rumbo. Una combinación por demás de desalentadora a la que quería pronto ponerle fin.

Siempre había querido alejarse de aquel sucio pueblo, pero la soledad le impedía tomar decisiones y pensaba que cualquier lugar sería mejor si lo buscaba acompañado.

En aquel Pueblo Muerto no quedaban muchachas. Las pocas mujeres que aún no se habían ido estaban casadas, eran viejas o aún no habían aprendido andar. No tenía tiempo para esperar que ellas crecieran así que la única solución posible era buscar a alguna fuera de allí.

En el poblado vecino había conocido una. Nada especial.
No era muy atractiva pero no lo rechazó…y eso era ya un avance.
Trabajaba en el único bar de varios kilómetros a la redonda, por lo que era conocida por cualquiera a quien le gustara el alcohol.

Ni siquiera sabía su verdadero nombre. La llamaban Lili por lo que intuyó que sería Liliana o Lila o algo parecido. Qué más daba!.

La carencia de otras perspectivas la habían transformado en la única referencia femenina que lo acompañara más o menos regularmente en sus sueños. Y si era en sus sueños, pensó, quizás también aceptara acompañarlo en sus noches en cuerpo presente. Y ese sábado se decidió a ir a verla al bar.

Nada especial: se vistió la única camisa sin remiendos que tenía, se peinó con algo de esmero y poniéndose unos pocos pesos en el bolsillo se dirigió a buscar algo distinto que lo sacara de esa constante rutina que ya le era insoportable.






(continuará)


8 comentarios:

MORGANA dijo...

ME PARECE UNA HISTORIA TRISTE .POBRE HOMBRE POR SER DIFERENTE LE TRATAN DE OTRA MANERA...ESO ME RECUERDA A ALGUIEN A QUIÉN CONOZCO DEMASIADO BIÉN.HERMOSO PERO ME TRAE RECUERDOS QUE NO ME GUSTAN.BESOS

Ardilla Roja dijo...

Pues no puedo decir lo mismo si esta siendo especial.

De momento estoy intrigada, hasta ver como termina esta historia tan aparentemente convencional y nada especial.

:)

Sinuhe dijo...

Bien,bien,bien. :)
Me bebo tus cuentos como agua fresca, y ya sabes, cuanto uno más bebe, más sed tiene¡¡ :)

Más agua por favor.

Smuacks

MORGANA dijo...

NEO TE ACERCASTE BASTANTE ,PERO SI VUELVES Y LEES LO AÑADIDO LO ENTENDERAS MEJOR.BESOS

Ardilla Roja dijo...

jajajaajaja vengo a decirte que el arbol de navidad fue lo primero, primeriiisimo que yo puse en el blog hace mas de un año y al reentrar; puse esa entrada como borrador. Hasta aqui me sigues?, bien.

Resulta que quise probar si en los comentarios, se podia poner nombre sin necesidad de poner URL, porque tengo amigos que no tinen cuenta blogger, pero no les gusta figurar como anonimo. Y eso fue, que publiqué el borrador para probar lo del comentario y automaticamente, lo volvi a meter la entrada en borrador.

Os voy a volver locos, lo sé. Tenedme un poquito de paciencia

Un beso

SILVIA dijo...

Como siempre una vez mas , deleitandome con tus relatos, espero la segunda parte ¡¡¡
Besos¡¡

Anónimo dijo...

Recuerdo que este relato fue diferente...Me impactó.
Pero no desvelaré nada...jisjisjis!

Por cierto, me están dando ganitas de re-editar cosas de aquellas del espacio azul...mmm...


Un beso


P

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Sí Querída P!...me encantaría eso!...y sobre todo recuperarte en tu identidad1...me explico, no? jejje

bsos a todos los que pasan por aquí leyendo mis cosas...

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