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FIGURA Y FONDO

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..quedan invitados a conocer el blog de Eduardo, mi papá (que sigue vivo desde sus letras)

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domingo, 31 de mayo de 2009

HIPNOSIS






Extasiada de luna

flotando entre destellos

me dejo llevar

en trance

hacia la entraña misma

de la galaxia…

del universo todo…

del que soy parte

y del que me desprendo

(en paradójico vuelo)

hasta alcanzar los bordes

de tu pensamiento.

Desde allí

hipnotizándote en tus sueños

aspiro a vivir

en el corazón

o aunque más no sea

en algún rincón

de tus sentimientos.


(de vez en cuando, un poco de romanticismo hace bien!)




sábado, 30 de mayo de 2009

MÁSCARAS 2




En el medio de la vida

con miedo a ser o a no ser

se nos plantea la cuestión

de sacarnos de encima

de una vez

y para siempre el pudor

que se nos hace ya máscara,

esas falsedades sin razón

que nos tiran para atrás

y terminan ahogándonos.



MÁSCARAS



Como una piel

sobre otra piel

como máscara

que aísla y protege

las apariencias

construidas del ser,

(la fidelidad o no

a lo que se acepta y se debe)

perfilan, en plenitud,

lo que decidimos mostrar

para que nos reconozcan.




A QUIEN ME PUDA RESPONDER

Hola a tod@s!
esta entrada responde a una inquietud, hace unos momento quise entrar al blog de Julia historiasdejulia.blogspot.com y me sale que ya no existe. Alguien sabe algo?

Gracias.

ENTRE PENAS





Relámpago

que quiebra el silencio

en la noche

eterna y nostálgica.

La soledad a gritos

escaparse quiere,

desde la esquinas

de la madrugada.

Y por el rincón

de las penas más lánguidas

la lluvia no se detiene

y con su llorar

me desangra…



(NOTA: afortunadamente para mí,

el tema es puramente casual)



viernes, 29 de mayo de 2009

A PEDIDO: UN FINAL FELIZ…




 

 

Sumergido en ese mar de colores, líneas, fugas y texturas el muchacho se dejó llevar, transportándose blandamente hasta un rincón de ensoñación que lo capturó por completo.

Mientras su amigo pintaba, en silencio, como quien busca ansioso atrapar el viento, el joven contemplaba, en la quietud de la tarde, el paisaje de ventanas, flores y balcones.

Abierto a la magia dorada del momento que la luz difundía filtrándose entre las hojas y el tiempo, asomada a su ventana la vio…y ella desde allí, le devolvió la mirada.

Quizás por el destino, que con ellos buscaba reconciliarse, quizás por la ternura y la intriga de Cupido que quiso así enlazarlos, lejos de esquivarse, como lo hubiesen hecho en otro mundo, en otras circunstancias, dejaron caer ambos al unísono, sus pudores y apelaron a sus semejanzas.

Vulnerable, frágil y sin frivolidades, ella quiso así mostrarse, envuelta también en los dorados de aquella tarde lánguida.

El viejo, atento siempre a las sensibilidades del aire, la vida y los mortales, descubrió desde lejos y sin mediar palabra que era bueno lo que nacía, allí entre esos dos solitarios.

Quiso la vida que ella al fin fuera su musa y a la vez salvación de soledades…apenas bastó un gesto, amigo, sincero y con confianza... para que ella, dispuesta a ser lo que al fin sabía, decidiera en el acto bajar al atelier de su ya mentor en arte y realidades.

Poblados de colores, así, la tarde, el lienzo y los corazones, decidieron honrar por fin la vida que los invitaba, total, posible, dispuesta y cálida a ser lo que ellos tres dispusieran que sea…un mágico presente, un prometedor mañana y el ayer, con sus penas, como un vital aprendizaje para ser mejor, distintos, alejados ya de aquella opresión que los encerró en sus trampas.




jueves, 28 de mayo de 2009

RECORTES DE TRES SOLEDADES - 3 Y EPÍLOGO





RECORTE 3 – EN ALMA Y NOMBRE, SOLEDAD

Se sabe linda, privilegiada, deseada, consentida, frívola, absurda, insegura…Se cree inútil, fatua, tonta, incomprendida, vacía…No quiere sentirse abandonada, odiada, rechazada, controlada, asediada…Teme hallarse sola, traicionada, desesperada, ridiculizada, ignorada…

Por miedo al rechazo y a la soledad optó por sumarse a quienes no pretenden tener otra preocupación que aparentar una felicidad que nada tiene que ver con la verdadera. Es una más de las que van adelante, y con eso le basta. O por lo menos, eso insiste en creer.

Pero cuando está sola en su cuarto, hundida en el silencio de esa casa de lujos y sin vida, en la que las sombras son recuerdos que duelen y no acompañan, suele comprender que no es nada lo que tiene y que no se está menos solo por el hecho de rodearse de mucha gente. Más aún, siente lástima por ser quién es, por ser cómo es y por su destino, tan condenado a la perpetua soledad como a la incomprensión que se le brinda con rostro de risas.

A veces llora en silencio, cuando la tozudez de sus caprichos no es suficiente para ocultar su desolación, cuando el aburrimiento de exigir lo que ni siquiera importa pasa a ser tan necio como el contenido de sus días. Y cuando llora sabe que su reflejo, patética parodia de lo que teme ser, le muestra sin piedad la crudeza de su angustia expuesta en lágrimas, reproches, abandono y tristezas contenidas.

Nadie acude a consolarla. Nadie se entera de sus miedos. Nadie calma sus tristezas. Hasta su nombre parece destinarla a esa angustia: Soledad...

Niña mal mimada que no tiene horizontes, sólo paredes de lujo por los cuatro costados y en la jaula de un destino que no sabe de ternuras ni caricias ella llora mintiendo reír, bailando sola, al compás del ritmo que la desangra por dentro.

A veces se tienta con perderse. Poner punto final a ese “ser y no ser” que la desespera. Pero no puede…o en el fondo no quiere. Y entonces busca, infructuosa otra salida. Algo al pasar, una luz que se encienda y que le muestre que hay algo más para dar y recibir en esta vida.

Tal vez esté enceguecida por luces fatuas, ilusiones vanas que la confunden y no le dejan ver lo verdadero. Si es así, está dispuesta a hacer nuevos intentos, ensayar nuevas perspectivas. Y cuando dice perspectivas se le ilumina el rostro. Recuerda de improviso las maravillosas pinturas de su vecino, ese viejo pintor que suele ver desde su balcón y con quien ha iniciado más de una vez amistosa charla, ese alguien que hizo nacer en ella un interés que nunca antes había descubierto.

Desde esa vez que lo vio trabajar en su atelier intentó muchas veces desahogarse en el papel. Enérgicos trazos. Apenas colores…solo blancos y negros haciendo de terapia y su insolencia se pierde… volcándose en las mágicas líneas que intentan plasmar su pobre alma en pena.

Detrás del ventanal, ahogado ya su llanto, alcanza a ver otra vez a su vecino. Parece que la inspiración al fin ha llegado hasta su puerta. Se lo ve trabajar sin pausa, buscando la mejor luminosidad para su obra, su concentración es grande, se le nota, hasta parece que nacen de sus ojos pequeños chispazos de genio revelado y su satisfacción, por momentos, se deja ver sin pudores en una sonrisa.

Mientras de lejos lo observa trabajar, descubre que no está sólo, alguien más lo acompaña. Es un muchacho algo extraño. Vestido totalmente de negro, parece interesado en algunos de los cuadros más antiguos del viejo pintor. Aquellos que ya le mostró una vez a ella. Esos, en los que se asomaban ráfagas de ira contenida, misterios latentes, nostalgias desgastadas.

Ahora que lo mira bien, ese muchacho no le resulta del todo desconocido. Lo ha visto más de una vez por el barrio, solitario y taciturno, aislado del mundo, con aire de oscura soledad sobre los hombros.

Recuerda también que la primera vez que lo vio creyó sorprenderlo mirándola desde lejos. Cuando sus ojos se cruzaron, ella sintió que su mirada lo intimidó y enseguida busco rehuirla, usando como excusa perderse en sus propios pensamientos.

Su tristeza se le advierte desde lejos, no como la de ella que se disfraza con risas y gritos cuando está entre la gente. Hay algo en él que le atrae, aunque por su aspecto, tan diferente al suyo, quizás debiera sentir rechazo.

Y ahora está allí, extrañamente cerca. Junto al pintor, que también suele ser bastante huraño. No con ella, a quien le contagió cierta inquietud por la magia que esconden los colores, pero sí con el resto de la gente.

Más de una vez escuchó decir que se trataba de un viejo medio loco que nunca salió de mediocre. Pero ella no lo creía. O no le interesaba. Lo único importante era la pasión con la que le describió las posibilidades de aquel arte que empezaba descubrir y eso quizás bastaba para mirarlo con afecto.

Tal vez el hecho de que fuera raro le atrajo más e hizo que se sintiera conectada con él. Tal vez tuvieran en común más de lo que se imaginaba. Tal vez él fuera quien le mostrara la luz que estaba buscando, las ganas de encontrarse, la posibilidad de ser algo más que una linda sonrisa.

Si no tuviera tanto miedo de ser rechazada quizás se animaría y fuera a visitarlo a su atelier, si no tuviera tanta inseguridad sobre sus hombros quizás se animaría a empezar a sentir…

 

EPÍLOGO

Atarse a la soledad es hacerse trampas; negarse a hallar a quien, quizás, ahora mismo nos esté buscando.

Muy cerca, tal vez, dejando de lado las aparentes diferencias que ocultan un mundo de semejanzas, alguien esté deseando extender su mano para tomar la nuestra…



miércoles, 27 de mayo de 2009

RECORTES DE TRES SOLEDADES - 2




RECORTE 2: FRUSTRACIONES DE UNA VIDA

El viejo no insiste, sabe que ese no es el camino. Cuando él era joven, llevando encima sus propios pocos años, nada lo irritaba más que alguna persona intentara inculcarle su propia experiencia.

El que alguien pretendiera mediante la insistencia convencerlo para no hacer lo que él estaba considerando enfrentar, hacía que su tozudez aumentara y lo empujara a cometer los actos más estúpidos y atrevidos, hasta el límite de poner en juego su propia vida. Por el contrario, si de alguna manera menos arrogante los argumentos sostenidos en contra de lo que él pensaba eran puestos sobre la mesa, no dudaba en aceptar su equívoco y desechaba su primer punto de vista por haber razonado por su cuenta y sin presiones lo inapropiado del asunto. Su joven amigo es igual.

Nada que él le diga podrá convencerlo para que cambie su actitud de rechazo indiscriminado a cualquier diferente, cerrando tajantemente las puertas a cualquier posibilidad de encuentro con alguien que le inspirase desconfianza.

Lamenta que así sea. Él conoce a la chica en cuestión y sabe que en realidad es lo que no aparenta: un alma frágil que teme ser lastimada y dejada de lado por no ser como quieren que sea.

Casualmente ella es su vecina. Vive en el edificio de al lado, y desde su estudio alcanza a verla cuando sale al balcón de su dormitorio, con los ojos enrojecidos por el llanto, aturdida por la música que pone  a todo volumen para que nadie la escuche llorar. Más de una vez han compartido confidencias.

No recuerda cuándo fue la primera vez, pero quizás, el hecho de sentirlo ajeno, sin alguna relación especial cercana a sus padres o a su vida, la anima, a veces, a soltarse y contarle algo de sus deseos y tristezas.

El primer cruce de palabras tuvo como excusa su ya apolillada vocación de pintor; bastante espaciada ahora, pero en algún tiempo muy lejano, esa actividad era su pasión y en ella volcaba la mayor parte de sus días. En aquella oportunidad él había creído sentir otra vez, por un instante, aquel escozor sin igual que precedía a la inspiración, magia vital que hacia ya muchos siglos no lo invadía como en sus años dorados.

En esa tarde que recordaba como de primavera, mientras intentaba al aire libre los esbozos de alguna perspectiva, la joven se vio tentada a preguntarle el motivo que lo empujaba a pintar.

Esforzándose por no perder el hilo de lo que parecía ser un rebrote de fructífera improvisación, el otrora pintor se encontró de repente, explicándole a una absoluta extraña cuándo y cómo alguna vez había descubierto aquel arte, que pasó a ser en otra época, el principal motivo de su existencia.

Trató, quizás en vano, de exponer con palabras la pasión que despertaba en él el libre juego de líneas y colores, superficies y texturas, combinándose según su capricho en busca de un propio equilibrio. Le habló de la satisfacción que experimentaba al descubrir que un objeto cotidiano trasmutaba su naturaleza bajo una determinada luz y que ese prodigio generaba en su interior la profunda necesidad de buscar plasmar esa magia sobre un lienzo.

Nunca supo si lo había logrado, pero desde aquella vez, la joven se animó a comentarle lo que inspiraban en ella aquellas pinturas, vanos intentos que el hombre venía realizando para reencontrar a sus mejores musas.

El hombre sintió que, lejos de resultarle poco interesante, la charla atrapó a la muchacha, hasta el punto de llegar a considerar, quizás, la posibilidad de explorar en ella aquella veta artística que empezaba a descubrir.

Mientras él recapacitaba sobre el fracaso que había resultado ser su vida, la joven quizás comenzaba a pensar en cómo desearía que fuera la de ella, y haberla incentivado en esas posibilidades lo reconfortó, sacándolo un poco de aquella rutina autocompasiva y aplastante que suelen ser sus días.


Tal vez ella fuera su nueva musa…tal vez hasta su discípula…si no tuviera el fatal peso de sus años encima, quizás se animaría hasta reencontrar su vocación…




RECORTES DE TRES SOLEDADES - 1






RECORTE 1: SOMBRA DE UN MUCHACHO SOLITARIO


Con sus dieciocho años a cuestas como si de toneladas se tratase, él recorre la ciudad aunque le resulte ajena.

Nada motiva su andar, simplemente se deja llevar hasta donde lo guíe la casualidad.

El negro lo viste por completo. Hasta le demarca los ojos, también negros, como el futuro que ve.

No hace caso a las etiquetas con las que pretenden definirlo: flogger, emo, dark…cada cual le pone el mote que prefiera, él sólo es como se siente y nada más le importa. O sí…y todavía no lo comprende.

Suele andar sin preocuparse por la hora, ha logrado arrancarse de sus días la tiranía del tiempo. El reloj para él no existe. Sólo el sol y la luna marcan su ritmo, o al menos eso pretende.

La que le ha tocado en suerte no es familia. Con los años lo ha comprendido. Madre ausente, padre absorto por su trabajo que lo tiraniza, hijo único, sin hermanos que lo acompañen en la contienda que desde un principio le resultó su vida…que ya, a esta altura, le parece eterna.

Entre la provocación y la indiferencia recorre esas calles que se le antojan agrestes, fatuas, viles…sin vida.

Suele pasar horas contemplando la gente…sin verlos, ignorando la razón de la existencia.

Si bien se considera un animal nocturno, suele también andar a la luz del día, perdido en esa jungla de incoherencias y nostalgias, buscando, quizás, lo que no halla ni comprende.

En esa plaza que para él antes nada significaba, cayó una tarde cualquiera, con su desgano, con su mirada hosca a sentarse bajo esa sombra, en ese banco que le brindó cobijo pasajero.

La estupidez de los diferentes…la normalidad de los estúpidos, (que para él son todos), siempre lo aburrió. Contemplarlos pasar, ignorando sus destinos, haciendo gala de destruir el propio, era la excusa para estar allí. Feliz por comprobar todo lo que no deseaba, hacía oídos sordos al canto de los pájaros, a la brisa, a los juegos de los chicos, al sol que se dormía.

Quizás por capricho, casualidad o trampa, alguien coincidió a su lado. Hombre mayor, entrado en años, canas y carnes. Mirada triste, ojos claros, libro bajo el brazo…se detuvo allí junto a él, en el mismo banco. Parecía disfrutar de la tarde que le regalaba sus mejores mimos.

En un principio ni se miraron. Luego, adivinó uno la presencia del otro, y quizás las diferencias y la intriga por confrontarse los decidió a cruzar palabra.

Lejos de su costumbre, el joven contestó la pregunta casual del viejo sin la agresión o la displicencia que lo caracterizaba. A los pocos minutos convergían ambos en civilizada charla que terminó por sorprender a ambos.

Después de aquella primera vez, los encuentros en al plaza se sucedieron con regularidad. Ambos lograron derribar las barreras de las diferencias y se hicieron amigos.

Quizás la falta de práctica les dificultó al principio el diálogo, pero aquel escollo se fue supliendo por el entendimiento de miradas. Aprendieron a distinguir cuando uno de los dos estaba particularmente poco sociable y el otro, entonces, no insistía demasiado en la búsqueda de respuestas. Ese ejercicio de tolerancia les sirvió para aprender a conocerse, a punto tal que cada uno fue descubriendo del otro, las principales causas de la soledad y el desaliento.

Desde aquella primera tarde, él siente que alguien puede entenderlo. Por eso sigue viniendo, por eso intenta cada día escapar de su acostumbrado desánimo, aunque lo niegue, si se lo preguntan.

Mientras espera el habitual encuentro, la ve…sobresale entre las demás, rubia, ligera, su risa acompaña sus movimientos como si fueran parte del aire.

Quizás se pueda decir que es todo lo que él detesta…o lo representa: frivolidad, pasatismo, consumismo…pero qué linda es!

Desde lejos la observa con una mezcla rara de rechazo y atracción que nunca antes había experimentado. Con el uniforme del colegio, ella parece preocuparse por acompañar a sus amigas en los rituales de la seducción a distancia: cada uno de sus movimientos, sin dudas, está destinado a llamar la atención de quienes las miran.

Hablan entre risas, giran, gritan, con la displicencia que les da su despreocupación y su frescura. Él las contempla, mientras sin que lo advierta, el viejo se sienta a su lado.

No hace falta que le cuente. Sabe que el viejo ha adivinado su inquietud por aquel ángel que ha fracturado su habitual infierno. Sabe también que su nuevo amigo adivina que a él le encantaría descubrir una manera para acercársele, y que no lo hará, porque en el fondo, aunque se muestre muy duro, impermeable a casi todo ser viviente, lleva por dentro una gran timidez y un profundo miedo al rechazo.

El viejo lo comprende. Lo sabe, porque le contó, que en su juventud él fue muy parecido. Por otras circunstancias, pero también el mundo se le presentaba oscuro y hostil… y no lo olvidaba. Recordaba todo su dolor por saberse distinto, por asumirse incomprendido, y quizás por eso ahora se sentía tan identificado con el chico, aunque por fuera aparentasen ser tan diferentes.

Intercambiando apenas palabras él siente que se han dicho todo eso y que su complicada actitud ambivalente no pasa desapercibida para su amigo, quien intenta animarlo a que se decida a asumir los riesgos. Le habla de que seguramente esa chica tendrá también sus propios miedos, sus inseguridades y que, si al fin de cuentas, no resultara ser tan frívola como aparenta, él se perdería la oportunidad de conocerla.

Reconoce que se ve tentado por las palabras del hombre, pero su inseguridad es muy grande y se niega la opción de demostrarlo abiertamente.


Tal vez, si obtuviera una señal, se animaría…una simple mirada de ella bastaría…



martes, 26 de mayo de 2009

EXCUSA INVOCADA









Atarse a la soledad

es hacerse trampas,

urdir la excusa perfecta

para negarse a intentar

un camino compartido,

un sueño recurrido,

un desenlace de a dos...



lunes, 25 de mayo de 2009

UN CUENTO DIFERENTE - Parte final








Colorín colorado

La algarabía se apoderó de la multitud y rápidamente la noticia llegó a palacio. El rey (que estaba al borde de la desesperación cuando creía que iba a ver su reino destruido por un dragón descontrolado) al enterarse de la buena nueva, organizó un baile (restringido a la nobleza, claro!) para agasajar a la heroína, a la vez que aprovechaba la ocasión para notificar el aumento de los impuestos, debido a que se debían solventar los gastos ocasionados por los destrozos que produjo el maléfico dragón.

Llegó la noche del baile, la joven acudió ataviada con un hermoso vestido (que el rey descontó del pago de sus impuestos). Al ver al heredero del trono, inmediatamente la joven quedó prendada de su porte: elegante y atlético, de bellos ojos que la miraban inquietantes.

El príncipe, que nunca había sucumbido ante ninguna de las más populares bellezas, se impresionó sobre manera al comprobar la inteligencia de la joven, su encantadora sonrisa, el conocimiento de botánica que desplegaba, y la determinación con la que se había enfrentado a aquella bestia a la que él y sus amigos no habían conseguido doblegar (los chismes sobre la relación entre la muchacha y el fantasma de la bruja ya habían sido desmentidos!).

Una palabra llevó a la otra, baile va, baile viene… antes de que el reloj diera las doce campanadas, el tan deseado galán le propuso matrimonio a la hortelana quinceañera. Ésta, luego de pensarlo apenas unos minutos, aceptó encantada.

La boda se realizó en los jardines del palacio, como era de suponer; el rey encontró otra excusa para aumentar los impuestos (ya que de alguna manera había que afrontar los gastos de la fiesta), la flamante esposa lució un bellísimo y costoso vestido (que también fue deducido de sus impuestos), el príncipe, encantador como nunca, hizo suspirar a todas las damas que se habían quedado ya sin el sueño de ser princesas.

Luego de la fiesta y en la noche de bodas, la joven, cavilando sobre su futuro, despertó a su consorte y le propuso algo que se le había ocurrido. El príncipe, algo obnubilado todavía por el alcohol y los excesos de la fiesta, alcanzó a escuchar las ideas de su esposa y sin tener mucho que objetar, decidió acceder a su propuesta.

La joven, con la claridad de pensamiento que siempre tuvo, se dio cuenta que las arcas reales no daban para más y que de ninguna manera papá rey iba a poder mantenerlos, (tampoco eso quería ella). Como su carilindo esposo sólo sabía de elegancia y cacería (y eso, ni siquiera en aquellos tiempos era muy rentable) observó que el futuro económico de ambos estaba en sus propias manos. Por eso, usando todo su ingenio, decidió montar una fábrica de pasteles de frutas, usando su exclusiva receta y aprovechando que ya no había malezas que atacaran sus árboles.

El negocio fue viento en popa, poco a poco llegaron pedidos de todas las comarcas vecinas, el huerto fue más fructífero que en los tiempos de su padre, el pueblo disfrutó también de la bonanza económica, ya que crecieron los puestos de trabajo, (lo que también posibilitó al rey encontrar nuevos motivos para aumentar los impuestos), ella tuvo tiempo libre para dedicarse a sus estudios y a sus relajantes paseos por el bosque, y el príncipe, como era habitual y lógico, hacía lo único que sabía hacer: se paseaba, elegante, de un lado al otro montando su grácil corcel, llamando la atención de todas las mujeres que lo seguían con la mirada mientras el viento hacía flamear con gracia su capa; eso sí, la condición impuesta por la astuta esposa fue que sobre el terciopelo de la capa, escrito con letras doradas, se viera desde lejos el slogan que la joven ideara: «Pasteles de fruta El Príncipe, el más tentador de los manjares».

Juntando dedicación, calidad, inteligencia y adecuada publicidad, la empresa familiar fue todo un éxito. Claro está que de vez en cuando, además de pasteles… suelen comen perdices! Jejejeje



(fin)



 




domingo, 24 de mayo de 2009

UN CUENTO DIFERENTE - Segunda parte




Todos contra el dragón

Un imprevisto día, el hortelano no se despertó de su siesta. La joven sumida en una gran tristeza se recluyó aún más en la soledad de su cabaña y su bosque, por lo que la gente del pueblo, ávida de nuevas habladurías, comenzó a decir que la joven se relacionaba con el fantasma de la bruja que rondaba esos lares (eso acabó con lo poco que le quedaba de popularidad!).

Al poco tiempo, mientras la reciente huérfana aún lloraba a su padre, un nuevo peligro amenazaba con caer sobre aquellos postergados rincones. Se corrió el rumor que alguien había visto desde lejos la enorme silueta de un dragón que andaba derribando los árboles del bosque.

El pánico se extendió entre los habitantes de la aldea y creció más aún cuando, azorados, pudieron ver con sus propios ojos al poderoso monstruo que volaba y lanzaba fuego amenazando a los pobladores. Nadie sabía cómo enfrentarlo. Ensayaron varias estrategias pero el terror que representaba para todos adentrarse en el bosque donde le dragón se guarecía, hacia que el acabar con él fuera imposible.

Noche y día el dragón parecía divertirse destruyendo todo lo que encontraba. El primer día fue un pequeño puente, el segundo, un dique, el tercero y el cuarto se entretuvo destruyendo algunas casas de aldeanos, el quinto decidió pisotear parte de los enormes jardines del palacio real. Fue en ese momento (al fin!) cuando el rey se decidió a tomar medidas.

Sin pensarlo dos veces, el príncipe y algunos de sus amigos, diestros como él en el manejo de las armas se ofrecieron para ser los primeros en enfrentar al osado animal.

Se fueron sucediendo varios encontronazos entre nobleza y dragón, todos sin el más mínimo éxito por parte de los enviados del rey. El príncipe se sintió avergonzado pero se esforzó en no demostrarlo (qué hubiera sido de su fama si se hubiera sabido del nulo efecto que surtieron sus años de preparación en las artes de la cacería!!!)

Cuando todos estaban tratando de encontrar a algún otro valiente que se enfrentara al molesto bicho, una tarde, mientras éste descansaba en la espesura del bosque al que nadie se animaba a entrar, la joven hortelana, firme y decidida se plantó frente al enorme animal y con aire de humildad y mansedumbre, a modo de ofrenda de paz, le dejó ante sus pies un enorme pastel de frutas, aún tibio, que ella misma había preparado. La gente del pueblo (a distancia prudencial) se había concentrado para ver qué ocurría con la absurda actitud de la excéntrica muchacha.

Con sumo diplomacia para no hacer enojar a la bestia, la joven le explicó que lo había horneado especialmente para él con el propósito de convencerlo de que no destruyera los árboles de su huerto, que si bien en otro tiempo habían sido fuertes y sanos, en ese momento se veían frágiles y enfermos, amenazados por el avance de esa mala hierba que se extendía por doquier.

Luego de algunas lisonjas le rogó al monstruo que lanzara unas cuantas llamaradas para quemar aquella amenaza que venía destruyendo su huerto. Sólo así, le dijo, podría seguir haciéndole esos exquisitos pasteles de los que tenía la exclusividad de la receta.

El dragón, animal vanidoso si los hay, se sintió muy satisfecho por el respeto y miedo que inspiraba a toda esa gente que no encontraba mejor manera de congraciarse con él, que enviando a tan flacucha mensajera. Lejos de lo previsible, sintiéndose tentado por la deliciosa fragancia del regalo, aceptó la propuesta. Se acomodó en lo alto de una piedra, y desde allí, lanzando precisas llamaradas, acabó con la tan incontrolable maleza.

Después, se adelantó hasta el fragante pastel y lo fue engullendo (sin la más mínima educación y decoro) hasta no dejar ni una miga.

Rápidamente un extraño sopor se apoderó de él y con el estrépito de una montaña que se derrumba, en pocos minutos se halló muerto ante la sorpresa de los aldeanos que desde lejos, había seguido los pasos de la hortelana, quien con gran astucia había logrado terminar a la vez, con dos amenazas: el dragón y la plaga venenosa.

Respondiendo las preguntas que la gente le hacía, la joven reveló cómo se le ocurrió mezclar entre las frutas con las que había hecho el pastel, bastante cantidad de la maleza venenosa que desde años venía invadiendo su huerto, usando como fortaleza lo que aparentaba ser su debilidad.


(continuará)


UN CUENTO DIFERENTE






Hace ya bastante, a través de uno de mis blogs de Spaces, participé de una consigna - No quiero ser una princesa - que surgió como oposición a los estereotipos de los cuentos de hadas, príncipes y princesas por los que las niñas buenas y lindas, para salir de pobres y encontrar la felicidad, sueñan con un apuesto príncipe que las ame y proteja y las rescate de las penurias que no se merecen. Como la propuesta me resultó interesante, en su momento me sumé, e intenté escribir un cuento que saliera de esos cánones. Para no alejarme de lo que ya es un estilo (jejeje) lo reorganicé en tres capítulos que iré publicando sucesivamente.
Les dejo hoy el primero. Espero les guste.




Primera Parte: Un reino venido a menos

En el palacio de un lejano y pequeño reino que años atrás había sido rico y poderoso, habitaba un anciano rey con su único hijo.

El muchacho, habituado a la descansada vida de la realeza y a la comodidad que el padre y toda su corte se esforzaban en mantener, era muy admirado por su destreza en la cacería, su galanura en la práctica de la equitación, pero sobre todo por su refinamiento y galantería para con las damas, quienes suspiraban a más no poder por el atractivo y apuesto príncipe.

El heredero de la corona, si bien todavía lucía su juventud, ya estaba entrando en esa edad en que el rey, (ansioso por ver un nieto que le garantizase la continuidad de la estirpe) empezaba a preocuparse porque su hijo ni remotamente pensaba en casarse.

En el valle cercano al castillo, lugar que en las mejores épocas del reino se había destacado por su fertilidad y belleza, habitaba en una pequeña cabaña un pobre hortelano y su quinceañera hija.

El anciano, enfermo ya, había ido cediendo paso a los años a la vez que las malas hierbas invadían su huerto, único medio de vida de la pequeña familia. La joven, era algo delgaducha, no muy alta, de cabellos y ojos oscuros, y aunque no muy bella, estaba siempre alegre y dispuesta para ayudar a su padre en todos los quehaceres de la casa y el huerto.

Aunque no era una virtud muy valorada en esos tiempos, la ya casi mujer también amaba leer, estudiar la naturaleza, y hacer dibujos, lo más precisos posible, de todas las especies vegetales de aquellos páramos. Era, sin duda, muy rara.

Muchas tardes, para escaparse de sus rutinas hogareñas, la joven se dirigía al bosque cercano, lugar vedado por antiguas tradiciones, y allí se entretenía en recoger los más variados especímenes de hierbas y helechos que crecían bajo los árboles.

La leyenda decía que aquel bosque había sido hogar de una temida bruja, muy entendida en pociones y que hacía años había muerto en el corazón de la espesura. Se pensaba que todavía su fantasma vagaba entre las sombras de aquel lugar solitario y oscuro, por lo que nadie osaba entrar en aquella siniestra arboleda.

La pequeña hortelana, descreía de aquellas historias y disfrutar de esas tardes de quietud y contacto con la naturaleza eran su máximo placer.

A pesar del esfuerzo y la buena voluntad del viejo y su hija, desde hacía ya varios años, la plaga de una extraña y venenosa maleza estaba acabando con sus perales, ciruelos y manzanos que otrora fueran muy fructíferos (quizás haya sido ese uno de los motivos por los que la joven se empeñaba en estudiar los misterios vegetales buscando combatir aquella calamidad)

Poco entusiasmado por los intereses de su hija, el anciano hortelano estaba preocupado por el destino que le esperaba a la joven, ya que sin dote y con poca belleza era muy difícil que algún buen marido la desposara.

Así, mientras en el palacio el príncipe y su corte vivían sin grandes preocupaciones, en la vieja cabaña del huerto, los días transcurrían con mucha incertidumbre, al igual que en el resto del pueblo, que poco apoco, veía disminuir la bonanza y el bienestar de otras épocas.


(continuará)


sábado, 23 de mayo de 2009

INVITACIÓN





Hola a to@s!

Quiero invitarlos a conocer un nuevo blog participativo surgido de la mano de dos amigos ex spaceros: Rod y Rob, por cuya inquietud esta semana se ha inauguardo oficialmente "Historias de Blogs", un sitio abierto a todos para contar, en principio, temas relacionados con la actividad de bloggers y el mundo cibernauta: comienzos, inquietudes, experiencias, en fin, un lugar de encuentro y de intercambio en el que todos podemos participar.

Queda hecha la invitación, los esperamos!



viernes, 22 de mayo de 2009

OTRA REEDICIÓN (una historia real)





A veces algunas vidas resultan ser la excusa para que se desencadenen historias dignas de ser contadas.

Hoy mismo me enteré de una que me resultó sumamente especial y emotiva. De esas que parecen ser parte de un guión de telenovelas, pero en este caso todo es muy cierto.

Hace poco conocí a alguien de quien me hice amiga y hoy me contó la historia de su madre.

Resulta ser que esta mujer estuvo casada por muchos años con el padre de sus cinco hijos, familia sencilla y tradicional y compartían su casa con su propia madre, anciana ya.

Estando ya casados los hijos y teniendo varios nietos, la señora de 65 años enviuda. Tiempo más tarde muere también su madre, por lo que la mujer queda viviendo sola.

Un primo hermano muy querido, un verdadero tío para sus hijos, siempre presente a pesar de estar viviendo en Australia, llega de visita, como solía hacerlo de tanto en tanto.

También él recientemente viudo; después de toda una vida manteniéndolo en secreto, decide de una buena vez (no habiendo ya impedimento ni pudor que lo limite) confesarle su amor a esta señora a quien nunca se le ocurrió mirarlo de otra manera que no fuese la de casi un hermano.

La noticia la sorprende y en un principio hasta la incomoda, pero este hombre, fiel enamorado de toda la vida consigue poco a poco hacerle cambiar la perspectiva.

Así comienzan a salir a tomar un café, ir al cine, compartir salidas a modo de noviazgo. La nueva relación que van tejiendo es muy sana y los reconforta. Se sienten muy felices.

Al poco tiempo, él debe volverse a su país, obligado por motivos de trabajo a ausentarse dos años más. Mantienen contacto telefónico y por correo y ambos se dan cuenta que el tiempo que deberán estar separados les resultará insoportable.

Así que el hombre regresa para buscarla. Antes de partir, deciden casarse formalmente, sin grandes festejos pero con la familia reunida, que los respalda.

Al poco tiempo de vivir allá, lejos de sus hijos y en un país hasta donde el idioma le resulta complicado, la señora le comenta por teléfono a su hija que nota al hombre algo distante y decaído, sospechando que quizás se ha arrepentido del paso que dieron.

Lejos de ser así, descubren que el motivo de ese cambio es una enfermedad irreversible que avanza a pasos agigantados. La mujer debe manejarse allí, tratando de sobrellevar la enfermedad de su primo-esposo de la mejor manera posible, acompañándolo sola en ese difícil trance que termina con su muerte.

Sin nada ya que la retenga en Australia, la mujer retorna para instalarse nuevamente aquí, dos veces viuda en pocos años, ahora nuevamente sola, junto a sus hijos.

Me quedé pensando en lo raro del destino de esa pareja, que estuvieron cerca toda una vida, él con un amor que le perduró desde siempre. Paciente y digno hasta que le vida le ofreció el momento propicio para abrir su corazón y confesarle todo lo que sentía por ella.

Y ella con más de 65, animándose a recomenzar y a vivir la aventura que se ofrecía, dispuesta a arriesgarse a pesar de lo condicionante del parentesco y de los prejuicios que sobre ese aspecto tenía.

Nada de eso los detuvo y al contrario decidieron apostar por lanzarse a los brazos de la felicidad que quizás, tardaron mucho en conocer. Les duró poco, lamentablemente, pero quizás, por lo íntegro de ese amor, la vida les otorgó una poco común oportunidad que no muchos tienen: conocer el amor de la madurez, las delicias del enamoramiento cuando ya otros hubiesen estado pensando en el retiro.

Creo que efectivamente hay vidas que merecen ser contadas, no a causa de grandes sucesos o aventuras peligrosas, simplemente por la manera en que se encara lo bueno que el destino tiene para ofrecernos.

Nunca es tarde cuando se decide hacer lo que realmente se quiere. Siempre puede haber una segunda oportunidad, aunque sea muy breve, y es bueno animarse y arriesgarse.



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