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martes, 17 de noviembre de 2009

LOS ÁNGELES MÁS SUFRIDOS NO SUELEN TENER ALAS (Capítulo final)




Capítulo final: Una caricia celestial


Fueron varios los intentos fallidos pero al final, cuando ya casi había perdido por completo las esperanzas, alguien se detuvo, y hasta la ayudó a subir al harapiento viejo enfermo al taxi.

Se ve que era cierto aquello que no todos los ángeles llevan alas porque ése que se compadeció de dos pobres abandonados en la impiedad de una lluvia furiosa ni siquiera pretendió cobrarle el viaje. Ella extendió, no sin dolor, los únicos billetes que había logrado hacer la noche anterior para pagar lo que marcaba el taxímetro, pero él no los aceptó.

Ella no le insistió. Sólo le agradeció con sinceridad y una mirada que no dejaba de ser incrédula y se bajó del taxi sin darle oportunidad de arrepentirse.

Alguna vez, en otro tiempo, se mostró dubitativa, pretendiendo hacer lo correcto y se aprovecharon de ella. No hacía falta otra lección. Ya había aprobado las peores asignaturas. Pero ahora estaba allí. Bajo techo, por fin, escurriendo de su escasa ropa todo un mar de agua que se diría, se le había filtrado hasta las venas.

En el hospital intentaron averiguar algo más sobre la identidad del viejo, pero fue en vano. Sólo balbuceaba algún que otro intento de palabra, quizás hasta en otro idioma, y nadie lograba comunicarse con él.

A ella la asaltaron con preguntas. Sólo lograron marearla más aún. Su habitual entumecimiento matutino empeoraba ahora por el frío infinito que la acosaba. Le ofrecieron un café, pero no quiso aceptarlo. Lo único que quería era sumergirse de una buena vez en algo parecido al sueño. El desmayo profundo en el que anhela caer cada mañana, luego de transitar sin consuelo un infierno que no por conocido se le muestra más acogedor. No quería desvelarse aunque a cambio recibiera un trago de calor. Mucho mejor le caería un poco de licor, pero no hay surtidores de alcohol en los hospitales ni parroquianos que paguen con una copa su interesada compañía.

Así que se durmió. En el rincón cercano a la puerta por donde ingresaron al viejo enfermo. Fue pura comodidad. Nada especial la ataba a él ni a su destino.

El que haya decidido exponerse al frío y a la lluvia por tenderle una mano a un pordiosero desconocido era algo que aún no lograba interpretar, pero su vida estaba ya tan llena de sinsentidos que uno más no afectaría ni su letargo ni su falta de cordura.

Quizás por lo inusual del sitio y de lo ocurrido, su duermevela no fue lo que acostumbraba ser. Voces e imágenes recientes se filtraban y mezclaban con otras más conocidas. Recuerdos de un pasado que le susurraba miedos y alegrías olvidadas, inconexos fantasmas que arrullaban su infinita soledad.

Un acre sabor a nostalgia le invadía la boca, se mezclaba con la pastosidad de su saliva y hacía que la infecundidad en la que intentaba sobrevivir día a día le resultara ahora mucho más angustiante.

El desagradable olor a hospital lograba atravesar las barreras de su inconciente llegando a ser casi protagonista de su sueño: extrañas enfermeras vestidas de camareras recorrían los largos pasillos de hospitales imaginarios empujando camillas que portaban vagabundos desamparados, negros de mugre, chorreantes cuerpos que sólo gemían de pena. Sentada en un rincón, ella misma, cubierta inútilmente por su abrigo que no calmaba su frío, acompañaba con su mirada angustiada y sollozante el paso de cada uno de esos desgraciados. Mientras los miraba, su propia alma pordiosera sólo atinaba a rezar por una botella de alcohol que la hundiera en la insensibilidad de una borrachera salvadora. Al mismo tiempo, aguardando en aquellos pasillos de su angustiante pesadilla, lograba entender que no habría licor capaz de hacerle desaparecer ese hueco inmenso que se agrandaba cada vez más en su pecho.

Si comprender por qué había decidido llevar al hospital a aquel desconocido, era algo que escapaba a su entendimiento, menos explicación hallaba para permanecer aún allí.

Siempre se había esforzado por mantenerse ajena a todo lo que concierne a enfermedades y actitudes solidarias. Nadie siquiera se lo había insinuado como necesario. Sin embargo allí continuaba, dormitando inquieta en aquella incómoda sala de espera aguardando por algo que no tendría por qué importarle.

Mientras intentaba encontrar una postura algo más cómoda para descansar un poco su entumecido cuerpo, en sueños, sus inquietudes más añejas se seguían mezclando con imágenes caprichosas de vagabundos y enfermeras.

No supo bien cuántas horas transcurrieron hasta que comenzó a despertar. Una incipiente migraña comenzaba a atormentarla a la vez que su cabeza buscaba recobrar la lucidez…o lo poca que de ella ostentaba cada día.

Un rostro amable, con barba recién cortada, aroma de ducha reciente y despliegue natural de buenos modales se acercó hacia ella.

El médico parecía tener vasta experiencia. Cabello entrecano, algo mayor, voz firme pero suave, sin la egocéntrica actitud que suelen tener sus clientes con diploma, el hombre la miraba hasta con ternura, procurando hacerse entender abriéndose paso entre las nubes de su sueño recién interrumpido.

Ahora se esmera en explicarle algo que ella no entiende muy bien. Términos médicos que hablan de la extrema gravedad en que hallaron al paciente, sus condiciones de vida precarias, lo oportuna y acertada que fue su intervención, la estabilidad actual de la salud del hombre, la desinteresada actitud que la honra y que fue determinante a la hora de salvarle la vida…

Salvarle la vida…salvarle la vida…dicen que su decisión de llevarlo al hospital le salvó la vida…y lo destacan…y la felicitan…salvarle la vida…

Las palabras de aquel médico siguen retumbando lentamente en sus oídos y se le estremece el corazón al comprender el profundo significado de las mismas.

Sus ojos se van llenando de lágrimas…esta vez no de angustia o de desesperanza. Esta vez su llanto es dulce, cálido, profundamente emotivo…lo que quedaba de pintura en su rostro se sigue escurriendo con ese nuevo llanto y lejos de provocar rechazo o lástima, siente que la gente la mira con cálida aprobación.

Médicos y enfermeras le sonríen mientras con paso tambaleante la mujer sale del hospital llevando en su cara un gesto sincero y profundo de emoción.

Sigue temblando, no ya de frío, sino por la inusual fortuna de comprobar que a veces la vida puede brindar una impensada oportunidad de redención. Por primera vez en mucho tiempo puede decir que se siente útil, conciliada con la vida, verdaderamente feliz…

La lluvia continúa aún bendiciendo ese día especial, cae sobre ella con la delicadeza de una caricia celestial que la renueva y va limpiándola por dentro…por donde su alma más lo necesita.


(fin)



27 comentarios:

Rod_V.C dijo...

Es poderoso como medio de sanación brindar un servicio a otra persona.
Me encantó tu historia, es así...suele ocurrir que brindándose, dando alegría y amor, o calor y consuelo...uno pueda lavar las heridas interiores

Anónimo dijo...

en japón creo que dicen que si le salvas la vida a alguien esa persona ya te pertenece para siempre, eres para siempre responsable de ella, y eso es una lata: ¿no fue a verla quince veces el mendigo durante el mes siguiente? ¿consiguió ella quitárselo de encima? ¿se instaló el mendigo en casa de ella?

ya ves, amor y libertad, pero sobre todo libertad

MORGANA dijo...

Un final como se merecía.Una oportunidad para que su alma se sintiese mejor....
No todo a de ser malo¿Verdad?
Besos Moni.MJ

Nancy dijo...

El solo hecho de saberte útil, de sentirte útil, de servir a alguien desinteresadamente hace que la vida valga la pena. El que no ha sentido esa hermosa sensación de gozo en su alma... no ha empezado a entender la vida. Qué linda historia esta de un ángel con las alitas rotas...

RGAlmazán dijo...

Redondo como siempre. Me encanta el ritmo, y sobre todo la parte de la descripción introspectiva de la mujer, está muy conseguida. Querida, escribes como los ángeles.
Besos.

Salud y República

yonky dijo...

Ante tanta desdicha la vida le tenia preparada esta bella sorpresa a forma de redencion,ella la acogio y logrò en ese destello de luz comenzar nuevamente a caminar con mas confianza.


manteniendo el ritmo y la tension del hilo,dificilmente el armado de la madeja no tenga un buen fin.

buenazo

Unknown dijo...

Listo, leído al completo y dejando unas lagrimillas por el camino (es que hoy estoy sentimental).
Siempre hay cosas buenas para la gente que actua bien y ella se compadecio de aquel vagabundo cuando el resto lo ignoraba. Realmente es un angel con o sin alas, ella le dio la posibilidad de un día más al señor.
Un beso y excelente historia.

Natàlia Tàrraco dijo...

!Bravo Neo! Hay que hacerlo, hay que atreverse a no ser indiferentes. En pago tenemos un toque de alas de ángel, imposible o verdadero.
Las dudas nos atrancan, el miedo al compromiso, al "distinto", al ladrón o al asesino...una sociedad plagada de miedos para atenazarnos, pero...el ángel actua a veces. Gracias Neo, bsito.

Lala dijo...

El dar y darse a los demás es un gran regalo. El de tu relato puede que sea el más importante, salvar la vida de alguien debe ser algo maravilloso y difícil de explicar, pero el dar, el ser generoso en lo cotidiano, también llena la vida.
Me ha dado mucha alegría esa alegría de Ella. Es una alegría de las de verdad y creo que lo sucedido va a abrir puertas y esperanzas a una vida vacía. El milagro es doble, entonces.
Me llevo una sensación limpia y agradable. Qué bien!

:D


Un besito


Lala

Dan d'O dijo...

Hola Neogéminis,

Me gustan estos textos tuyos más extensos. Deberías Continuar con esta historia. A parte de que lo haces muy bien y vale la pena, ¡ya me quedé intrigada con el personaje!

¡Un fuerte abrazo!

Javier D dijo...

Hola, Mónica,
Es duro este relato... porque, aunque física y externamente, podamos sentirnos un tanto alejados de la realidad de su protagonista, interiormente, creo que todos hemos experimentado, alguna vez, esa tremendo vacío, soledad y dolor en nuestras vidas... Es cierto, que la generosidad, el darse, es una manera de aliviar esas heridas... yo, también añadiría el recibir... sobre todo, porque como dice el título del relato... !no solemos tener alas!
Besotes Mónica

Pepi dijo...

Me gustó mucho, lo he leído de un tirón las dos segundas partes. Me gusta ese final, el hacer bien desinteresadamente, es una de las cosas que te dejan mejor recuerdo, quizás ese sea el detonante para que ella le de un giro a su vida, segura que la lluvia y las lágimas la limpian por fuera, y lo más importante, por dentro. Besitos.

Anónimo dijo...

Con mucha calma y serenidad se da el cierre en esta historia, llenando de paz el espacio literario.

Gracias por compartir estas letras. Un fuerte abrazo.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Precioso relato de principio a fin. Muy bien trenzado, intimita, con elegancia y estilo.

Me ha gustado enormemente.

Un abrazo...!

SANDRA... dijo...

El amor es libertad, de lo contrario no es amor. Qué bien contado Neo.
Besitosssssssssssssssssss.

Alhena dijo...

Cálido final, lágrimas de felicidad y esperanza.
Cómo reconforta hacer el bien.

En cualquier estilo de relato nos dejas lo mejor de ti.
Un abrazo,

Monika dijo...

Me pregunto quién le salvó la vida a quién. Estoy segura que las personas nos salvamos mutuamente todos los días mutuamente, a veces con una simple sonrisa, una cortesía o un gesto.
Valga la historia como muestra de la capacidad humana que yace en nuestro interior. Emociona.
Besos tocaya ((::))

iñaki zaratiegui dijo...

Son difíciles de ver las alas de los ángeles porque no miramos con ojos de y es difícil sentir su presencia cuando tenemos el corazón encerrado.
Precioso relato.
Un abrazo Monica.

Any dijo...

Opino como Monika, al final no logramos distinguir quien le salvó la vida a quien. Fué mutuo en todo caso. Tenderle la mano a otro siempre ayuda a sentirse mejor con uno mismo.
Un abrazo vecina

Anónimo dijo...

Excelente Neo, hay tanta falta de solidaridad que muchas veces cuando nos ofrecen ayuda dudamos.

Me encanto tu relato.

Besos.

Sinuhe dijo...

Un relato magnífico Moni. La esperanza o quien sabe si el significado de la vida se nos muestra a veces como un delgado hilo de tela de araña que, pese a estar frente a nosotros, tan solo lo podemos ver cuando un rayo de sol le hace brillar.
Siempre hay motivos para continuar, y cuando no los hay, continuar es el motivo.

Un abrazo¡¡

Anónimo dijo...

Si bien ser reconocida como la salvadora ahora, necesitaba que la salvasen a ella que la saquen de la gran miseria. Bella historia. Un abrazo.

Merche (Campanilla... De Nunca Jamás) dijo...

Hola Moni, menos mal que dentro de esta vida actual donde cada vez mas la gente se centra en uno mismo de repente aparecen angeles sin alas, en muchos momentos aparecen devolviendo la esperanza a quien se los encuentra, creo que todos tenemos un angelito dentro que deberiamos sacar mas a menudo, cuando ayudas a alguien te sientes bien y ya no te digo si le salvas la vida, recuerdo una vez que con mi marido saliamos de un partido de futbol, nos asalto en plena calle y de noche un hombre desesperado, era holandes y no entendiamos ni papa de lo que decia, con gestos y medio en ingles nos explico que su autocar se habia ido y no sabia volver, nos decia una calle, lo subimos al coche y preguntamos a los taxistas, la calle no nos sonaba, resulto que esa calle no existia en Barcelona, casi lloraba, imaginate perdido de noche en una ciudad extraña y sin entender nada, con gestos empezo a explicar y dijo el nombre de un pueblo, cogimos la autopista y salimos de Barcelona al llegar a la salida de ese pueblo cuando vio el cartel se le ilumino la cara, fuimos a la guardia urbana y preguntamos por la calle que el decia y si que existia la calle en el pueblo, el dijo un apellido y los policias locales localizaron el telefono de la familia que el mencionaba y llamaron, sus familiares españoles estaban preocupadisimos pues el habia ido con un autocar de una peña del pueblo a ver el futbol, se habia liado al salir y habia perdido el autocar,su familia habian ido a esperarlo y no estaba en el autocar, cuando vinieron a buscarlo el hombre lloraba y nos queria pagar por llevarlo, como es logico no cogimos nada, solo verlo con su familia despues del rato que habia pasado lo pagaba todo, nos invito a Holanda, no pudimos ir ... pero nos llamaba desde su país de vez en cuando... no fue salvar una vida pero te sientes tan bien que siempre lo recuerdas como algo gratificante.
Besitos a los angeles sin alas.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Campanilla! qué hermosa historia nos has dejado!...en esas circunstancias en que la vida nos da la oportunidad de ayudar y respondemos sin miedos o egoísmos, logramos comprobar lo bien que se siente ayudar al prójimo...ojalá lo tuviéramos más presente y eso nos ayudara a ir construyendo un mundo más solidario.

Gracias a todos por pasar, leer, comentar y acompañarme. Se los agradezco de corazón!!!


Besos angélicos (con o sin alas!!!)

apm dijo...

Neo, en primer lugar, perdoname que entre con este comentario después que tu has cerrado la entrada dando las gracias a todos, -que por cierto, las gracias a tí, por la gozada de leerte-, pero es que no quería quedarme sin decirte que me ha encantado el relato. !Ay por dios, que relato tan bonito!, que sereno y dulce y que bien lo has escrito, que bien descrita está ella, que bien transmitidos los sentimientos... !que bonito, Neo!, me ha encantado el final que es absolutamente precioso, perfecto -diría yo, y genial-, ella marchándose del hospital después de saber que le ha salvado la vida al pobre mendigo, y llorando de gozo interior, lágrimas cálidas de esas que reconfortan y que efectivamente te lavan por dentro, mientras la lluvia, seguía cayendo...GENIALISIMO!

El título, fántastico también porque, efectivamente, los ángeles -que haberlos haylos, como las meigas de Galicia-, esos ángeles más sufridos, no suelen tener alas... o por lo menos no suelen tener alas a la vista.

Que me ha encantado Neo, precioso es poco, todo el relato es maravilloso de leer, en serio, y emocionante a más no poder, y vuelvo a decirte que me perdones por haberte chafado tu cierre de entrada.

Un besote, porsupuestisimo, de esos supergordos

Esthi Rubio dijo...

mi bella Neo a veces encontramos las lecciones más impactantes, en lo más sencillo de la vida, yo odio la lluvia, por que soy alergica a la humedad,,, pero de vez en cuando disfruto como una niña mojándome y recordando cuando iba en moto al instituto y llegaba calada hasta el alma, después iba secando poco a poco,.. y yo me esforzaba en no sentir verguenza, pero era lo que sentia, los papás de los otros chicos tenian su coche, nunca sentí envidia pero si esa extraña sensación de ser diferente. Por eso valoro tanto las buenas acciones, y no me importa vengan de una prostituta o un vagabundo,,, el amor se conoce en las situaciones límites y las alas crecen poco a poco hasta volar.
Besos me encanto tu relato... es precioso,,, necesitamos que la lluvia fina,,, moje nuestro entendimiento y llegue hasta el alma.

ShaO dijo...

Al final tu historia fue lluvia, lluvia que se llevo toda la angustia que venía apretándome desde el primer capítulo, lluvia que deja paso a un cielo verde esperanza, de que todavía puede que haya alguien que haga algo desinteresadamente, de que no todo está perdido.
Pienso como otros comentaristas te han dicho ya, que fue una salvación mutua. Gente cuyas alas la vida se ha encargado de golpear hasta que han olvidado que las tienen. Una vez más Neo, mi más sincera enhorabuena por esa capacidad tuya de meter al lector en cualquier tipo de situación que presentes.
Un abrazo más que fuerte
ps: me encantó la imagen de Gwen ; )

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