Me sumo con este relato a la convocatoria juevera de esta semana que nos deja Demiurgo desde su blog. Dar clic aqui para leer todos los aportes.
DE TURBIO CONTENIDO
La caja extraña venía con la
obscena cara de un payaso exagerando un rictus delirante sobre la portada. Con
letras grandilocuentes, enmarcando el rostro de torva mirada, ofensas e
insultos advertían sobre la pretensión disruptiva del personaje que se anunciaba como contenido
principal del paquete que se exponía, sin mayor explicación, a la vista de
todos quienes pasaban por allí, asfixiados por la locura de un mundo en el que
casi todo venía colapsando.
Pese a lo grotesco de la imagen, muchos
transeúntes se detuvieron frente al inusual envoltorio buscando curiosear en la
letra chica de las instrucciones que figuraban, bastante incongruentes, en la
etiqueta que sellaba el bulto. La inusual estrategia publicitaria cumplió desde
el inicio su objetivo: el paquete llamaba la atención y la mayoría de las
personas se detenían a observarlo.
Luego de revisarlo por todos los
costados, gran parte de los paseantes huían espantados al leer el mensaje
enunciado por aquel rostro perturbado, auto celebrándose entre insultos y
groserías. Sólo algunos marginales festejaban la sarta de delirios que se leían
como fondo en el papel vistoso que envolvía un contenido que aún se mantenía
sin desenvolver.
Con el paso de los días, sin que
casi nadie lo advirtiera ni se preguntara cómo, la estrambótica caja fue
aumentando de tamaño casi al punto de estallar. Sin que la intolerancia fuera
ya un hecho reprobable, a causa de los trastornados postulados que se exhibían indecorosamente
en lo que ya era una mole, la población fue dividiéndose en bandos
irreconciliables: lo que uno de los sectores declamaba, pasó a ser motivo de
ofensa y delirio para el otro bando. El caos y el enfrentamiento creció a
niveles nunca vistos entre la gente de aquel sitio, transformándose pronto en tierra
de fanatismos y venganzas.
De improviso la caja enorme se
desenvolvió por sí misma, ante la mirada incrédula de los oponentes y el
delirio místico de los más irracionales seguidores. El monstruo que de allí
surgió fue mucho más espantoso de lo que aún los más pesimistas esperaban. El
loco payaso salió de su sopor clamando ser dueño y señor de todo lo creado, esgrimiendo
razonamientos absurdos para validar su rol profético con el que se dispuso a
destruir, entre vítores y aplausos, todo lo que odiaba.
A pisotones limpios aplastó a
propios y adversarios desatando una de las masacres más tremendas de la
historia. Fueron pocos los sobrevivientes. No lo lograron los inocentes, los más
íntegros, ni los más aptos. Apenas un puñado de obsecuentes consiguió esquivar
los pisotones de aquel muñeco demente que también murió al final, aplastado por
su propia caja.