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viernes, 30 de abril de 2021

OTRO RELATO PARA ESTE JUEVES: Curiosidad

 A modo de derivación de mi anterior relato, me tomo el atrevimiento de aportar otra historia juevera para esta convocatoria. Para leer todos los relatos participantes, dar clic aquí

Imagen tomada de la red


LA VALIJA 2

La fuerte tormenta arreciaba con viento y lluvia. Como venía sucediéndole desde hacía varias noches, no podía dormir. Su mente inquieta no lograba alejarse de la ansiedad que le provocaba aquella valija, aguardando detrás del sillón, instándolo a saciar su curiosidad por descubrir su misterioso contenido más allá de las estrictas recomendaciones de su padre.

Intensos relámpagos cortaban la oscuridad de la casa iluminando por breves segundos la mayor parte de la sala hasta la puerta de entrada. Desde su cama lograba, durante esos lapsos, divisar la valija con una claridad seductora, como si la condenada gozara con tentarlo. Pensó que si lograba vencer sus remilgos, ese podría ser el momento propicio para sacarse las ganas de hurgar entre sus misterios mientras todos dormían. Además, no se trataba de algo tan terrible. Ninguna maldad había en sus intenciones, sólo pretendía abrir y mirar -sin revolver nada- simplemente escudriñar inocentemente para sacarse de una vez esa espina en el corazón que lo corroía cada día más.  

El plan era simple: simular una escapada al baño acercándose inocentemente al sillón amparado por el estrépito de los truenos; estaba muy seguro que nadie lo advertiría en medio de aquella tormenta, pero por las dudas, contar con la excusa del baño no estaría de más. Si cobraba un poquito de coraje lo haría. Estaba decidido. Justo con el próximo trueno abandonaría por unos momentos la tibieza de su cama y se deslizaría subrepticiamente hasta el sofá, esquivando la mesita de café. Después la cosa era bien sencilla: escurrirse detrás del sillón y aguardar unos minutos hasta el próximo trueno –seguro que lo habría- y aprovechando la luminosidad del relámpago, destrabaría rápidamente la sencilla cerradura para después curiosear en el interior de la inquietante maleta sacándose las dudas sobre su contenido. ¡Estaba seguro que encontraría algún libro en clave o un par de mapas señalando alguna guarida de espías extranjeros o alguna cosa igual de excitante! ¿Y si hubiera armas? ¡Eso no lo había pensado! ¿Qué haría si encontrara algo peligroso? ¿Se lo contaría a su padre aunque eso pusiera al descubierto su desobediencia? ¡Seguro no le perdonaría semejante falta de integridad! ¡En su momento le había dado su palabra de no tocar aquella valija y aunque su descubrimiento fuera importante y sirviera para desbaratar una banda internacional, la decepción de su padre sería tremenda. ¡Ya no podría mirarlo a los ojos sin hundirse en la vergüenza!

Aquel pensamiento hizo que se le nublaran los ojos de lágrimas y hasta llegó a moquear.

Lo pensó mejor y concluyó que tal vez convendría contener la curiosidad y suspender su arriesgado plan a pesar de la oportuna tormenta. La confianza que su padre tenía en él valía mucho más que cualquier tesoro que pudiese hallar dentro de aquella diabólica maleta y arriesgarse a perderla era de tontos. Nada lo justificaba. 

…además, la tormenta amainaba y ya estaba a punto de amanecer.  


jueves, 29 de abril de 2021

CADA JUEVES, UN RELATO: Curiosidad


 Disculpándome de antemano por no haber podido reducir algo más el texto, me sumo a la propuesta juevera de esta semana, conducida por Moli desde su blog. Los invito a leer todos los textos.

LA VALIJA

La vieja estación se alzaba en medio de la llanura. Las vías paralelas señalaban un preciso punto de referencia más allá del ocre de las espigas. Detrás de los muros de prolijos ladrillos ingleses, se organizaba con ajustada cronometría el ir y venir de trenes, cargas y pasajeros. Tres bancos y un señorial reloj constituían el escaso mobiliario del andén. Junto a la oficina desde donde comandaba la aceitada sincronización de aquel pequeño mundo, el meticuloso funcionario vivía junto a su familia, compartiendo con ellos el orgullo de ser reconocido por su corrección y decencia. 

Un día, entre arribos y partidas, alguien se dejó olvidada una valija sin identificación, por lo que el escrupuloso jefe decidió preservar la maleta en su propia casa, mientras investigaba quién podría haberla olvidado. Apenas cruzar el umbral dio instrucciones para que nadie, por ninguna circunstancia, tocara aquel equipaje que decidió ubicar momentáneamente detrás del sillón junto a la radio que presidía la estancia.

Aquella valija se transformó, desde ese momento, en el foco de tentación de la circunspecta familia, habitualmente desprovista de cualquier emoción fuera de su rutinaria armonía. Sin que nadie se atreviera a confesarlo, cada quien a su manera fue sintiendo la picazón de la curiosidad, comenzando a fantasear sobre lo que la maleta podía contener.

El jefe de estación no podía dejar de pensar que quizás alguien la había abandonado por miedo a portar algo ilegal o inconveniente: tal vez una entrega espuria interrumpida por un imprevisto forzó al cómplice a no acudir a la cita y la carga comprometedora quedó allí en su estación, a la deriva, a merced de quien buscara luego recuperarla. Esa idea le inquietaba demasiado, por lo que su apuro por sacarse de encima aquel problema era evidente.

Su esposa, totalmente ajena a esas preocupaciones, aprovechó el evento para dejar volar su imaginación más allá del incordio que la voluminosa maleta representaba dentro de su sala, fantaseando que tal vez estuviera llena de glamorosos regalos que algún galán de la capital le llevaba a su amada pueblerina, quedando por puro azar olvidados allí, en medio de la nada.

El hijo, incansable lector de novelas de misterio y detectives, forzaba cualquier ocasión para poder tantear la maleta y estimar su posible contenido: demasiado pesado para ropa y muy liviana para lingotes de oro robados, como relataban algunas de sus historias. Tal vez documentos importantes trasladados por espías internacionales perdidos en aquellas pampas gringas. Mil historias volaban ante su mente infantil, ansiosa por divagar más allá de esos muros ferroviarios.

Para la abuela, de gran espíritu práctico, las posibilidades de adivinar el contenido sin abrir la valija se reducían a nada, por lo que era partidaria de destrabarla y darle una inocente y rápida mirada, acabando de una vez con la incertidumbre que a todos perturbaba.

Pasaron varios días y la curiosidad por averiguar algo sobre la maleta no decayó, por el contrario, se consolidó como una inquietante tentación aguijoneando en silencio desde detrás del sillón, poniendo a prueba sus voluntades vacilantes.

Una mañana, cuando el bulto hallado casi se había asimilado al mobiliario de la casa, desde la oficina central llegó la orden de despacharlo hacia nuevo destino: la valija fue trasladada y con el ella el misterio de lo que contenía. Quizás una carga ilegal, quizás encajes, quizás oro o pistas en clave sobre eventuales espionajes. Jamás lo supieron, pero la excitación por descubrir lo que pudo contener quedó por siempre latiendo en su imaginación con fuerza inquisidora.


jueves, 22 de abril de 2021

CADA JUEVES, UN RELATO: mi encuentro con el Mara-verso

Sumándome a la particular propuesta del amigo Demiurgo, (reconociendo que no ha sido fácil) les dejo mi relato. Para leer todas las historias jueveras, dar clic aqui.



POR FUERA DEL MARAVERSO - EL ENCUENTRO

Algo aturdida por el desequilibrio y el impacto que aquel increíble traspaso le produjo, Mara Laira experimentó por primera vez la tercera dimensión de la que tantas veces había escuchado hablar, comprobando -no sin asombro- que aquel aire volátil era efectivamente totalmente diferente al chato espacio interlineal en el que solían desenvolverse los de su especie, seres bidimensionales laboriosamente perfilados a partir de los trazos de algún historietista inspirado urdiendo la trama ingeniosa de sus vidas.

Ella, tan valiente como curiosa, se animó al fin a dar el salto existencial hacia afuera de su acotado mundo bidimensional en donde no existen las profundidades inciertas de esta otra realidad que ahora observa. Sentada allí, sobre el borde del tablero de dibujo donde descansan intercaladas las recientes tiras monocromas que el dibujante ha preparado para enviar a la imprenta, Mara observa, olfatea y escucha todo a su alrededor -indecisa y obnubilada- percibe que, más lejos todavía, existe una ciudad que explota en gritos, bocinas, humos y sirenas en un lenguaje sumamente diferente al que está acostumbrada: aquí no hay onomatopeyas que especifiquen la naturaleza de los sonidos, no hay jerarquía de trazos poniendo énfasis en la ansiedad o en el ímpetu de las voces, hay en cambio profundidad espacial en lugar de la suposición simple de planos en la que habita. Si bien se maravilla ante semejante universo abriéndose ante sus ojos, la carencia de cuadros compartimentados separando las escenas y globos bien dispuestos discriminando voces y pensamientos la perturba y confunde -debe reconocerlo- al punto que se siente totalmente perdida. Casi, al borde de la locura.

De repente alguien irrumpe en aquella inmensa habitación sin darle tiempo a guarecerse nuevamente entre las bidimensiones de su mundo caricaturesco. Sin haberlo visto antes, sabe, por pura intuición, de quién se trata: es “su” historietista. Luego del asombro lógico y esperable, él también la reconoce. No en vano es una de sus más entrañables personajes. Mara y Héctor dejan de lado las preguntas obvias. Ambos conocen las posibles conexiones existentes entre sus respectivos mundos como así también las consabidas diferencias entre una y otra realidad. Se miran profundamente a los ojos sin necesidad de expresar palabras. En silencio se dicen todo. Saben que a partir de ese momento, nada será igual.


miércoles, 14 de abril de 2021

CADA JUEVES, UN RELATO: ANACRONÍAS

 Esta semana me sumo con el siguiente texto a la propuesta que Mag nos hace desde su blog. (Espero haber respondido bien a la consigna jeje).  

Para leer todos los relatos participantes, dar clic aquí.



ANACRONÍAS

Hoy, sin que supiera cómo, de repente el perfume sutil de aquellos mismos jazmines reapareció en mi mente inundando nuevamente todo a mi alrededor y otra vez te sentí, por unos instantes, presente y sin nostalgia.

-No es época- dijiste al entrar, pero pese al calendario que te daba la razón, mi certeza de percibirlo me hizo dudar entonces de la consistencia del tiempo y el espacio, llegando a pensar que confabulando al jardín con la felicidad del momento, el otoño incipiente buscaba camuflarse en un noviembre de jazmines y magia. No supe aquella vez el origen real de la fragancia. Lo comprendí mucho después, cuando te fuiste. Y contigo, el aroma persistente de aquellos jazmines irreales desapareció para siempre de nuestra casa, junto con mi niñez enterrada en tu añoranza.

Sigue marcando otoño el calendario y sin que haya más razón que tu recuerdo, hoy como ayer -por tu gracia- percibo indudable ese aroma a vos que me retrotrae, como en mi infancia,  a aquellas dulces flores blancas.


jueves, 8 de abril de 2021

CADA JUEVES, UN RELATO: VEJEZ

 Sumándome a la propuesta de Dorotea, mi relato. 



VEJEZ

Como todas las mañanas, el rumor del sol la sacó de su ensueño anestesiado. Le pesaban los párpados, sentía entumecidos los músculos. La boca reseca reclamaba algo de líquido para humedecer garganta y comisuras: se sació como pudo con lo que quedaba de agua en el vaso sobre su mesita de luz. Se incorporó con fatiga sobre las almohadas húmedas. La brisa que entraba por la ventana aún no alcanzaba a renovar el aire pesado de la habitación. Sus ojos se fueron acostumbrando a la luz del nuevo día, mientras un dolor agudo en la cintura le hizo sobarse infructuosamente con sus manos aún dormidas, luchando contra el hormigueo incesante que le subía por el brazo derecho desde la punta de los dedos hasta el codo. La curva de su espalda se acentuó sin contemplaciones mientras sus piernas se acomodaban sobre el lateral de su cama buscando instintivamente `las pantuflas. Logró pararse con esfuerzo y con inercia se observó en el espejo: se confirmó inocultablemente vieja.

Con crudeza sintió que su reflejo no era el de la persona que ella aún insistía ser, aquella que en los momentos de mayor enjundia, todavía se sentía capaz de defender imposibles y construir puentes en donde otros se empeñaban en destruir fortalezas. Esa que la miraba entregada desde la frialdad del vidrio plateado, no podía ser ella. ¿A dónde se había ido su añorada juventud? ¿En qué momento sus años habían logrado socavar la que alguna vez se sintió atractiva, con la carne firme y las curvas puestas en los lugares apropiados? Al ver que nada de aquella gastada figura se disipaba con el paso de los minutos, se sintió abatida y desconsolada. Sintió que sus dolores la atravesaban con impiedad por dentro y por fuera. Con matinal angustia, se sintió infeliz.

………………

A medida que transcurre su día, las rutinas cotidianas van diluyendo sus quejas y por momentos vuelve a sentirse positiva y ágil. Los pensamientos se van acomodando junto con sus quehaceres y logra repasar con balance a favor cada una de las etapas de vida que logra evocar. A medida que recuerda sus manos ávidas van construyendo un mundo de sabores improvisados y colores vivos equilibrados con gusto y armonía: el almuerzo para su familia ya está preparado y los platos dispuestos esperando sus destinatarios: cada uno de sus amores representados en el alimento que les aguarda.

……….

Luego de una siesta y una ducha reparadora el mundo se ve algo menos inquietante. Hasta las arrugas llegan a verse menos agresivas si uno se dispone irreverente frente a ellas. Se sienta frente al teclado con el aroma a limpio de su espíritu que se yergue ante la vida con cierta inspiración, y renovada en su fe, muy suelta de cuerpo y alma, escribe… ahora rejuvenece… 


(pasar por aquí para leer el resto de las historias jueveras)


domingo, 4 de abril de 2021

CIERRE DE CONVOCATORIA


Agradeciendo la entusiasta concurrencia y deseándoles a tod@s, amig@s bloguer@s, unas muy FELICES PASCUAS, cumplo en cerrar este jueves dándole el pase a la querida Dorotea, quien desde su blog, será la encargada de conducir el nuevo encuentro juevero de la próxima semana.








jueves, 1 de abril de 2021

CADA JUEVES UN RELATO: EXPRESIONES IDIOMÁTICAS (Mi aporte)

 



Incorporando todas las frases de la lista, éste es mi aporte:

MÁS CLARO, ÉCHALE AGUA!


Nunca, jamás de los jamases imaginé que la aparición de una mojigata me vendría como anillo al dedo, pero así fue. Es que la suerte, cada dos por tres nos sorprende y lejos de hacer llover sobre mojado -como en un principio amenaza- tuerce las cosas y se nos presenta con viento a favor. Te lo cuento ahora, antes que se me olviden los detalles porque a veces tengo memoria de pez y aunque algunos digan que hablo hasta por los codos, sabrás tú que no es tan así, que simplemente no tengo pelos en la lengua y digo las cosas con suma franqueza, aunque sin pasarme de la raya, eso sí. A estas alturas, sin ser vieja –porque como dice mi abuela, viejos son los trapos- he superado hace rato la edad del pavo y no voy a dejar pasar lo que me afecta. No soy como otras, que andan por la vida muertas de miedo, sin pena ni gloria, calladitas la boca sin comprometerse ni ponerse las pilas a la hora de decir lo que piensan… pero bueno, allá ellas. Yo soy como soy y no me arrepiento. Y a renglón seguido paso a contarte cómo se dio el asunto, que ya me estaba yendo por las ramas y aquella escena fue para alquilar balcones… y tú te lo perdiste, pese a haber dado en el clavo el otro día, cuando dijiste que debía echar más leña al fuego para que la semilla de los celos se plantara y el susodicho se sintiera entre la espada y la pared a la hora de decidirse: era ella o yo, así de simple, y al ver como la loca se revolcaba frente a todos en el pueblo asida de los pelos de la otra estúpida, él por fin comprendió que a esa chiflada le falta un tornillo, que tenerla como mujer era como andar siempre con una soga al cuello, celosa enfermiza que lo persigue a más no poder: no lo deja solo ni a sol ni a sombra y le hace pasar vergüenza. Te lo aseguro yo, que para verlo tenía que ingeniármelas buscando una nueva excusa cada vez, disimulando ante ella con la argucia que me caracteriza, ya me conoces. Pero como sé con qué bueyes aro, no voy a dormirme en los laureles. Dejaré que pasen unos días y después atacaré de frente. Le exigiré a mi media naranja que aclare de una vez por todas nuestra situación ante su familia y se defina… aunque -el pícaro-  cada vez que dice “voy a aclarar”… más bien oscurece.


* Para leer todos los aportes, pasar por el post anterior

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