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miércoles, 29 de mayo de 2024

CADA JUEVES UN RELATO: CUANDO EL DIABLO METE LA COLA

 Me disculpo por haberme extendido en el relato. No pude recortarlo más sin que pierda sentido. Para leer todos los aportes de esta convocatoria pasar por lo de Cecy 



CUANDO EL DIABLO METE LA COLA

El plan era simple. En eso el Rata se destacaba. Nunca ninguna idea complicada que lo hiciera poner más nervioso de lo necesario. Nada improvisado. Esa vez a él le tocaba conseguir las máscaras. Había visto unas del Guasón que estaban muy buenas, por lo que se decidió a comprarlas. No llevaría armas. Así se lo había hecho entender al Rata y después de mucha discusión le aceptó que se calzara una de juguete, como para asustar y nada más. Él siempre creyó que a las armas las carga el diablo y no son de fiar, de ahí su aprensión a llevar una de verdad.

Cuando llegaron al Banco, justo después que llegara el gerente con las llaves, aparecieron las dos cajeras y el guardia, que era el cuñado del Rata -por lo que por ese lado estaba todo controlado- Entre los eventuales clientes, sólo un par de jubilados tempraneros, de esos que aflojan con sólo mirarlos, por lo que el asunto venía bien domado desde el principio.

Mientras el Rata y los otros dos se llevaban al gerente para la bóveda y el guardia simulaba estar inconsciente en un rincón, a él le tocó mantener a raya a los cuatro rehenes. Una de las cajeras, para su sorpresa, resultó ser su amor imposible: una pelirroja espectacular de ojos transparentes con la que compartía clases en el Instituto y que siempre parecía ignorarlo. Según su percepción, jamás lo tuvo en cuenta, no se fijaba en él durante las clases, ni en los debates encendidos en donde solía meterse para hacerse notar. Nunca jamás una mirada, una sonrisa o un saludo al entrar o al salir de clase. La vez que estuvieron más cerca fue en la cafetería, cuando él amablemente se corrió hacia un costado para dejarla pasar, pero nada. Ella ni le dijo gracias y le dio tanta importancia como si se hubiera tratado de un mueble.

En esas elucubraciones estaba, frente a ella, sosteniendo parco su arma de juguete, cuando de repente su máscara del Guasón se le deslizó hacia un costado poniendo al desnudo su rostro obnubilado. Un frio intenso corrió por su espalda cuando la pelirroja descubrió quien era. ¡Sí! Lejos de lo previsto y sin que él lo imaginara, la colorada de ojos claros lo reconoció. Así lo delató su mirada al verle sin la careta protectora. Eso quería decir que sí se había fijado en él y que venía haciéndose la interesante para humillarlo, para hacerse desear y menospreciar su orgullo herido. Pero lo importante era que lo conoció y que podía identificarlo. Y eso no estaba bien. No podía darse ese lujo porque si caía él, caían todos, y el Rata no se lo perdonaría. Debía callarla. Pese a que le gustaba. Pese a que ella sí sabía que existía. Pese a que tal vez él nunca le resultó indiferente.

Sin más preámbulos la tomó fuertemente del cuello queriendo estrangularla. Supo que la oportunidad de tenerla tan cerca se transformaría en un recuerdo que disfrutaría conservar. En ese momento, seguramente alentado por el aullido de los vejetes, el guardia comprado se incorporó torpemente al ver que se incumplía la no agresión pactada. En el ínterin, el arma reglamentaria que el cuñado del Rata aún llevaba en el cinto, cayó al suelo y se disparó por azar.

La bala perdida atravesó la boca sonriente de la máscara del Guasón y su sien en forma coordinada. Se extendió rápido el charco de sangre a los pies de la pelirroja. El griterío ganó coraje y alentó al Rata y sus otros secuaces a escapar corriendo. El botín ya había sido robado y apenas algunos billetes quedaban atrás. A las pocas calles la policía les cruzó el paso y comenzó un breve tiroteo. Después de tres disparos la pistola del Rata quedó trabada y tanto él como sus segundones se entregaron con las manos en alto.

A esas alturas, el hall del Banco era un desquicio. Todos resbalaban sobre la sangre vertida y en un rincón, casi sin mostrarse, un diablo malévolo no paraba de reír.


jueves, 23 de mayo de 2024

CADA JUEVES, UN RELATO: FENÓMENOS ATMOSFÉRICOS

 Debido a la falta de inspiración fresca, recurro a un viejo poema para sumarme a la propuesta que nos hace Mag desde su Trastienda. Dar clic aqui para leer todos los relatos.






MAYO BELLO

 

Es Mayo. El mes que el otoño

llega a este sur de humedades

trayendo ese viento con bríos

cargado de ocres volantes.

 

Con llanto y violines de grillos

llega hasta el frente de casa

haciendo piruetas con nubes

despeina a la gente que pasa.

 

Pilla a las ramas del tilo

sin belleza en su follaje,

con cosquillas y remilgos

se apresura a desnudarlo.

 

Amarillas, las hojas llovidas

sobre el asfalto mojado

ondean y callan, caducas

mayormente resignadas.

 

Cual mayólicas brillantes

sobre la calle explayadas

ellas enjoyan el suelo

entre rellanos y charcos.

 

Con su paleta ambarina

se halla el otoño pintando

trae las huellas de otros mayos

con mi nostalgia sin llanto. 


domingo, 19 de mayo de 2024

CIERRE DE CONVOCATORIA


 

Hola juever@s!

Agradeciendo la nutrida concurrencia y recomendando leer todos los relatos (hubo varios rezagad@s) doy por culminado el encuentro y formalmente le doy el pase a Mag, quien desde su Trastienda será la encargada de proponer tema y conducirnos el próximo jueves. 

Aprovecho para reiterarles la invitación para asumir anfitrionazgos en las fechas libres que pueden verificar acá. Cualquier ofrecimiento, me avisan por mail moni_fr_123@hotmail.com 

Gracias desde ya.

jueves, 16 de mayo de 2024

CADA JUEVES, UN RELATO: SOMBRAS URBANAS - MI APORTE


 

Me sumo con este texto a mi propia convocatoria. Pasar por el post anterior para leer todos los relatos participantes.

la imagen elegida


CASI UNA SOMBRA EN LA PARED

Hubo un tiempo en que la veía, indefectible en mi recorrido junto a la otra, tan ajada y sombría como ella, sentadas ambas en silencio en la vereda, sin hablar, pero diciendo tantas cosas que, si se lo proponía, cualquiera podía escucharlas. Tan semejantes, tan parecidas, tan gemelas que jamás pude identificarlas. Hermanadas ambas por historias paralelas, las imaginaba transitando sus últimos años viviendo en casas aledañas logrando fusionarse de tal manera que no necesitaban emitir palabra para comunicarse. Miraban las mismas cosas con igual sensación de olvido, con la misma mirada ausente de quien ya es sabio en errores y vivencias y ha logrado superar las inquietudes resignando gritos y cuestionamientos inútiles.

A cierta hora después de la siesta, cada una sacaba con lentitud su silla y se acomodaba bajo la sombra del árbol delgado que cobijaba las puertas de sus casas vecinas, igualándose en el gris paisaje del barrio como rito sostenido de silente compañía. Antes de cada anochecer, casi sin anunciarlo, las dos al unísono regresaban a la quietud y encierro de sus respectivos hogares aguardando por otra noche de sueños no revelados.  Jamás supe qué lazos reales las unían, las imaginé hermanas, amigas, íntimamente cercanas en su largo peregrinar de cielos y vidas.

Una tarde, al pasar como siempre por su casa, la vi más solitaria que de costumbre. Más silenciosa, más gris, más sombría. No estaba su sombra gemela. Estaba solo su bastón y su silla destartalada tampoco tenía compañía. Su otra mitad había desaparecido. Y jamás retornó. Y fue igual su ritual de salir después de la siesta, aguardando pasar el aire, las hojas y las sombras sin pronunciar palabra que quebrara la magnitud de esa quietud por tanto tiempo sostenida. Fue una de esas tardes que el capricho del destino hizo que llevara mi cámara durante mi habitual recorrido frente a su soledad sombría. Y sin pensarlo le di clic justo en el momento en que sus ojos nublados parecieran mirarme más allá de lo que en realidad lograban ver.

Después dejé de verla. Seguramente la sombra de su gemela decidió por fin pasar a buscarla. Y se fueron las dos, juntas, sin necesidad de pronunciar palabra, a otro barrio, a otro mundo con otros cielos menos tristes. Estoy segura que si alguna vez vuelvo a pasar por el frente de esas dos casas ya vacías, sobre la pared gris de su rincón, por unos instantes alcanzaré a ver aun sus sombras hermanas dibujadas bajo el árbol desnudo. Ellas estarán allí para siempre, una junto a la otra, viendo sin mirar, diciendo sin hablar, con su sabio y milenario mensaje sombrío.


domingo, 12 de mayo de 2024

CONVOCATORIA JUEVERA PARA LA PRÓXIMA SEMANA

 ACLARACIÓN:

QUIERO AGRADECER LA GENEROSIDAD DE MARCOS, QUIEN NOS CONDUJO POR DOS SEMANAS CONSECUTIVAS EN ESTOS ULTIMOS ENCUENTROS JUEVEROS Y A QUIEN, POR UNA CUESTIÓN DE DESCOORDINACION  ENTRE SU CIERRE Y MI APERTURA NO PUDE FORMALMENTE AGRADECER SU PASE. LAMENTO QUE HAYA INTERPRETADO QUE FUE UN GESTO DE FALTA DE CORTESIA DE MI PARTE. 

NADA MÁS LEJANO A MI INTENCIÓN. 

SI BIEN NO HAY NADA ESCRITO QUE DETERMINE LAS FORMALIDADES ENTRE QUIENES ASUMEN LOS ANFITRIONAZGOS, ES USUAL QUE SEA EL DOMINGO EL DIA QUE SE LANZA LA NUEVA CONVOCATORIA, MAS ALLA DE LAS DIFERENCIAS HORARIAS QUE SE PUEDAN DAR ENTRE LOS PAISES DE ORIGEN DE CADA CONDUCTOR. 

EN ESTE CASO, QUIZÁS CON ALGO DE APURO ENTRÉ EN SU BLOG Y NO ENCONTRÉ DETALLADO UN CIERRE, POR LO QUE NO LE EXPRESÉ OPORTUMANTE MI AGRADECIMIENTO Y LANCÉ SIN MÁS LA NUEVA PROPUESTA. LAMENTO QUE MI GESTO HAYA SIDO MAL INTERPRETADO. ESPERO HABER ACLARADO ENTONCES EL ASUNTO.

..........



Hola amig@s:

Nuevamente me corresponde anfitrionar un encuentro juevero y esta vez se me ha ocurrido proponer como eventual disparador de historias alguna de las imágenes de mi autoría que les dejo a continuación. La interpretación de la imagen elegida puede ser literal o en sentido figurado, eso se los dejo a su criterio y gusto, por lo que –espero- surjan multiplicidad de historias ambientadas en el entorno urbano que les sugieran las fotos.

Como siempre, intenten no superar las 350 palabras y a partir del miércoles pueden ir publicando sus relatos. Con los links de todas las publicaciones que me acerquen, iré armando oportunamente la lista de participantes. Recuerden acompañar sus textos con el título e imagen que les dejo como  cabecera para publicitar la lectura y participación.

P.D

Recuerden que pueden anotarse para conducir algún jueves futuro, comunicándome su interés via mail, moni_fr_123@hotmail.com. Las fechas disponibles pueden consultarlas aquí.

IMAGENES DISPARADORAS 












miércoles, 8 de mayo de 2024

CADA JUEVES, UN RELATO: UNA EXPERIENCIA DE CINE

Me sumo con este relato (algo más extenso de lo sugerido) a la propuesta juevera de esta semana. Dar clic aquí para leer todos los aportes en el blog de Marcos.


FIDANZA Y LA GENTE DEL RIO

(imagen a modo ilustrativo)

Fidanza era un pequeño pueblo rural de unos ciento cincuenta habitantes, que sólo conservaba de su historia diluidos testimonios empolvados, evocados en rito constante durante las siestas perezosas o en las noches estrelladas junto a un fuego de fantasmas sin risas.

Fidanza se estaba por morir. Se iba a morir porque la gente joven se había ido. Ya no quedaba hotel, ni peluquero y la vieja estación sólo conservaba en pie sus paredes de ladrillo, porque los vándalos que llegaban en verano a acampar en el rio se robaban hasta las tejas.

Pero antes que Fidanza muriera, arribaron desde la Capital un par de cineastas jóvenes intentando contar la historia de aquel desarraigo. Buscando armar su documental entre andenes viejos y galerías sombrías, aquellos recién llegados ansiaban bucear en el espíritu de esta gente anclada en el tiempo. Los noveles cineastas encararon el trabajo como si tratase de una galería de fotos de familia, mostrando a cada personaje entrevistado en su veta más cálida y pacífica.

A medida que las conversaciones se fueron sucediendo, quedó de manifiesto que la única preocupación que aquel puñado de sobrevivientes tenía por ese entonces era la preservación   de su vieja estación, según contaban, continuamente vandalizada por los foráneos que ellos llamaban –despectivamente- “la gente del río”. Decididos a defender su territorio, aquellos hombres y mujeres olvidados, venían intentando frenar el constante deterioro de su patrimonio, aunque todo parecía ser insuficiente para detener el pillaje y las roturas.

La historia sonaba conmovedora naciendo de la boca de aquellas personas de pelo cano y mirada franca, e imaginarlos en vilo, a expensas de malintencionados visitantes que no respetaban su lugar y sus raíces, colocaría al espectador de inmediato en actitud solidaria hacia su causa. La historia sería un éxito si sabían venderla, por lo que los documentalistas se sintieron muy entusiasmados por cómo estaba resultando el proyecto.

Para completar la narrativa, los entrevistadores decidieron recorrer las zonas desde donde solían producirse las incursiones de la gente del río, y así ilustrar mejor el saqueo que padecían los sosegados pobladores del pueblo. Apenas cruzar el pequeño puente, a uno de los cineastas se le voló el sombrero, que fue a caer sobre la playa que solían ocupar los indeseables visitantes. La cuerda del mismo se enredó con una rama sobresalida cerca de la orilla, y al tirar de ella, impensadamente quedaron expuestos los restos de una pierna humana. El pavor que experimentaron ambos hombres los dejo sin decir palabra y mientras uno retrocedía -sin ver- hacia un matorral, el otro tropezó con los pilotes del puente. En forma simultánea otros dos macabros hallazgos salieron a la luz en aquel supuesto lugar paradisiaco: el cadáver de un hombre joven atado de pies y manos a una pesada piedra de molino desintegrándose bajo las aguas, y una mano pequeña -aparentemente recién cercenada- sosteniendo aún un par de tejas labradas, precioso tesoro que los habitantes de Fidanza se esmeraban en proteger.

A esas alturas los conmocionados cineastas quedaron absolutamente espantados. Involuntariamente habían descubierto hasta dónde -aquellos pobladores de aspecto manso y bondadoso- habían llegado para defender sus reliquias, sin límites a la hora “hacer justicia” por mano propia.


jueves, 2 de mayo de 2024

CADA JUEVES UN RELATO: UN RETO OCEÁNICO

 Dejo mi aporte (superé las 350 palabras, me disculpo) a la convocatoria de esta semana que nos deja Marcos desde su blog. 

 


EL DOBLÓN DE ORO

Mecido por la borrachera el experimentado capitán corsario decidió hacer un repaso mental de esa noche de apuestas y jolgorios y quedó satisfecho: dieciséis reales, una bolsa de tabaco y un antiguo doblón de oro hendido en el medio que se propuso conservar atado al cuello como símbolo de buena fortuna. Al otro día zarparía su barco, el Barbanegra, en incierto derrotero por la Ruta de Indias persiguiendo galeones españoles cargados de tesoros y todo amuleto que pudiera sumar resultaba bienvenido.

La travesía se inició con un mal augurio: un albatros muerto cayó sobre la cubierta del barco y la tripulación sintió que aquella aventura no terminaría bien. Inmediatamente se desató una fuerte tormenta de viento y granizo, algo totalmente inusual por aquellos mares. El capitán ordenó arriar las velas pero pese a la velocidad con que los marineros respondieron, la del palo mayor quedó rasgada.

Los días siguientes fueron igual de nefastos: una fiebre fulminante mató a su primer oficial, mientras otros marineros cayeron enfermos. Justo en medio de ese trance avistaron al primer galeón español atravesando su ruta y el capitán dio la orden de atacar pese a tener la tripulación menguada. Fue una decisión totalmente errada. Las maniobras de acercamiento fueron imprecisas, exponiendo al Barbanegra a los certeros cañonazos de los españoles, que dejaron gravemente averiada la nave corsaria. El abrumado y supersticioso capitán comenzó a buscar la causa de su infortunio en alguna cosa concreta que pudiera exorcizar. Con la certeza que da la desesperación, recordó de repente al antiguo doblón de oro que llevaba como amuleto desde aquella noche de juerga precediendo su zaga de desventuras, y sin pensarlo dos veces,  con desprecio y rabia lo arrancó de su cuello lanzándolo a las aguas bravías.

A partir de ese momento la travesía comenzó a encarrilarse dentro de lo esperable. Las averías fueron reparadas y los enfermos y heridos fueron mejorando. Días más tarde tuvieron la fortuna de toparse con un pequeño buque mercader que lograron saquear compensando las pérdidas padecidas.

Guarecidos ya en una isla desierta, el corsario sigue reflexionando sobre aquel doblón de mal agüero. Mientras camina por la playa, la frase del viejo al que se lo ganó resuena en su memoria: “solo él decide con quien quedarse”. De repente un destello destaca entre la arena. Instintivamente se inclina para ver de qué se trata. Con pavor comprueba que el maligno doblón hendido está nuevamente entre sus manos, pese a haberlo arrojado con furia a las profundidades del mar.  


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