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jueves, 28 de octubre de 2010

ESTE JUEVES UN RELATO: Hoy tema libre (casi anárquico)




Mi tema: UNA EXTRAÑA SENSACIÓN



Había algo que no encajaba. No sabía qué, pero algo estaba mal. Quizás esa extraña sensación en las cercanías de la boca de su estómago, quizás esa sequedad inusual en sus manos…

La noche anterior había cenado solo. Comió mal, apenas logró encontrar sobras en una heladera tan desierta como su cama y antes de acostarse la soledad lo atrapó sin piedad entre los pliegues de las sábanas gastadas.

Esa mañana se mostraba más fría que lo habitual para esa época del año. El sol ya estaba alto sobre el horizonte pero no lograba sentir la tibieza matinal que solía endulzarle los prolegómenos de sus días. Esa breve sensación que precedía a las que siempre resultaban ser ingratas jornadas laborales tras su escritorio poblado de pilas de facturas esperando ser despachadas.

Mirándose en el espejo del ascensor no lograba reconocerse. Algo en su mirada le producía la extraña sensación de hallarse frente al reflejo de un desconocido. Una inmensa vacuidad interior descendía desde su garganta haciéndole presentir que un hecho extraordinario había sucedido o estaba a punto de acontecer. Quizás sólo fueran suposiciones suyas pero en su interior despoblado ya de sueños y expectativas lograba percibir que algo en su entorno estaba cambiando, o quizás lo que había cambiado fuese él mismo y aún no lograba entender de qué se trataba.

Ensimismado en sus pensamientos se dirigió como todas las mañanas hacia el kiosco de la esquina. Miró impávido los titulares de los principales diarios, como de costumbre. Como de costumbre no lo sorprendieron los títulos catástrofe sobre hechos de violencia y guerras lejanas.

Pese a esmerase en intentar reconocer como habituales las cosas y la gente que lo rodeaba, esa rara sensación que lo embargaba crecía más y más a medida que avanzaba hacia su trabajo y el tiempo parecía estirarse a su alrededor como un chicle pegajoso.

Sobre el empedrado sucio de las callecitas malolientes esa mañana sus pasos no sonaban como todos los días. Aunque no lograba entenderlo, algo en su andar le resultaba ajeno, irregular, distinto. La gente misma, que iba y venía como todos los días apurados por sus urgencias, parecía ignorarlo, cruzando frente a él con displicencia, como si no lo notaran, como si de improviso habitara un mundo paralelo en el que él resultaba ser menos que una sombra.

La ansiedad por llegar a su oficina y sentarse al fin frente a su acostumbrado nido de papeles le resultaba sospechosa, extrañamente reconfortante. Saberse protegido entre los rincones de su rutina en ese momento se le antojaba más que agradable, quizás hasta imprescindible. Intentando infructuosamente mirar a los ojos de los eventuales transeúntes con los que casi se tropezaba, no hizo más que confirmar lo que estaba sospechado desde el momento en que comenzó a sentirse hueco por dentro, deshabitado, fatuo, ajeno: algo a su alrededor –o en su interior – (no lo sabía aún con precisión), había alterado su relación con el mundo y aunque pareciera irreal, tenía la convicción que pronto iba a lograr dilucidar de qué se trataba con exactitud.

Al fin el temor se apoderó de él. Un frío inmenso lo recorrió íntegramente desde la base de la nuca a lo largo de toda su espalda. Intuyó que la verdad estaba a punto de estallar frente a sus ojos y supo también que esa verdad le iba a doler.

Mala señal fue ver a Molina revolviendo impunemente los cajones de su escritorio. Peor aún fue lo que presintió cuando escuchó cuchichear, irreverentes, a las chicas de contaduría mencionando una y otra vez su nombre frente a él, como si nada. Terrible sensación fue la que lo traspasó cuando otro de sus compañeros, haciendo un guiño y señalando su escritorio ya vacío de expedientes y papeles comentó con sorna –“lo vamos a extrañar”-

Pálido se quedó –más aún de lo que ya imaginaba estar-cuando de reojo logró ver en el diario que leía su jefe, entre los obituarios del día, su propio nombre junto a la fecha de su reciente defunción.


Más anárquicos participantes en lo de Gustavo

33 comentarios:

MORGANA dijo...

Guauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu,es magnífico Mónica,un ánima errante entre la gente.Aunque una desgracias saberte muerto y vagar toda una eternidad por el mundo.
En realidad no quería marcharse....
Besazos.

Ciberculturalia dijo...

Estupendo relato. Significativo.
Un beso

rodolfo dijo...

lo bueno de la reencarnación, es que estas cosas ya no te afectan
recuerdo mi primer cuerpo , de vagabundo que dejé tirado en los caminos hace ya cientos de años.
Bonito relato que nos lleva a un final casi imprevisto
te superas Mónica ( si es que eso es posinle)
beso

Montserrat Sala dijo...

Bonita historiA Neo. Auque ya sé que no eras de su mismo partidos ni idea, te doy el mas sincero pésame por el fallecimineto del que fué primer mandatario de Argantina, no hace tanto tiempo. AGRazos desde BArcelona.

Natàlia Tàrraco dijo...

Me has transportado, Mónica, con tu redacción intrigante e intensa, desde el estupor hasta la fría realidad. ¿Cómo debe ser saberse muerto? Nos das una versión, el vacio, el no ser nada. Me abstengo de más preguntas, ahí queda esa particular e íntima ausencia.
Besitooos.

Primavera dijo...

Muy buen relato que me ha dejado con la boca abierta por el final tan especial, que no me lo podia imaginar.
Primavera

La sonrisa de Hiperion dijo...

Estupendo ratito de lectura amiga...

Saludos y un abrazo.

Any dijo...

Ah guau! Que feo que a uno no le avisen que ya no está en este mundo; enterarse asi debe ser un poco impresionante si.
Aunque sería interesante escuchar las opiniones de los que nos rodeaban sin ser visto. Y al que opine mal ... muejejeje, darle el susto de su vida jajajajaj.
Excelente relato vecina.
un beso

Ángel Iván dijo...

Mi querido padre tiene la costumbre de leerse las esquelas del diario y a nosotros nos parece por lomenos curioso porque a diferencia del protagonista de tu relato, si un dia se ve, lo más probable es que alguien se llamase igual que él, jeje.
Me ha encantado el ejercico de separación espiritual, como si de un viaja astral se tratase, por cierto, ¿cómo le ponían los compañeros de trabajo, le criticaron mucho?
Fuertes besos y abrazos con bufanda.

casss dijo...

Excelente recorrido de letras que nos lleva con una inquietud espeluznante hacia el propio obituario. No me gustaría estar ese día allí..(seguro no voy a estar.jajaj)

Besotes

MARU dijo...

He leído de tirón todo el relato, ingresando poco a poco en una tremenda duda...

Pero el final.... plas, plas, plas, es apoteósico y sorpendente.

Debe ser horroroso saberse muerto y no saberlo...

Dios mio, supera todos los miedos que podamos imaginar...
Magnifico, Mónica, magnífico.
Un besito

El Gaucho Santillán dijo...

Encima, parece que nadie lo apreciaba.

Eso debe ser lo peor.


Bien relatado.

Un abrazo.

mariajesusparadela dijo...

Un relato muy apropiado para esta época.

Un par de neuronas... dijo...

Espero que, cuando me llegue el día, al menos me manden una carta avisándome!! Brrrr, qué escalofrío me has dejado...

Matices dijo...

Increible final, se ve que la luz al final del tunel no era lo suyo... pobre, ¿no lo querian en el "cielo"?.. Uff!! se me ponen los pelos de punta, de pensarlo, espero no tener escalofrios hoy... ¿estaran entre nosotros?.

Un beso

Marisol Cragg de Mark dijo...

Vengo del balcón de Cas y ahora paso a visitarte.
Me he quedado helada. Será así que se siente la muerte cuando nos agarra de imprevisto? porque me imagino que tu protagonista murió en su cama mientras dormía. Así lo entendí.
Me ha gustado tu relato...la forma como lo has escrito.
Te dejo muchos saludos berlineses, querida Mónica.

Javier D dijo...

Hola Mónica,
Si no fuera por la proximidad del Halloween.. y nuestra siempre presente atracción por el más allá.. bien podríamos releer este relato como una metáfora sobre la invisibilidad con la que, frecuentemente, muchos transitan y/o transitamos por nuestras vidas.. no sólo me refiero a la invisibilidad evidente y manifiesta de la marginación y los marginados.. sino también, a la invisibilidad producto de otros muchos factores, como la cotidianidad, la costumbre, el anonimato, el aislamiento.. o cualquier otra pérdida de identidad, personal o colectiva.. Bastaría con cambiar, sólo, el detalle final de la esquela.. bueno, igual, en ocasiones, hasta puede que pudiéramos portarla, sin que nos llamara mucho la atención..

Un abrazo
PD: ¿vas a disfrazarte de algo?.. ejejejj.. bué, ya si eso, nos lo cuentas, ¿eh?.. ejej

Andrea Breq dijo...

Qué estupendo relato traes Mónica, tienes un arte especial para dejarme el alma en vilo y boquiabierta con los finales :O

Mi enhorabuena, un gran beso y buena noche,

A.

Tere dijo...

QUE FINAL!! me dejo mandíbula caída, sos genial.

Aplauso medalla y beso!
Tere.

yonky dijo...

UFFF,escarbando en lo profundo del alma humana suelen aparecer estas maravillas de relatos.

Apenas una apreciacion,en el entramado senti la sensacion de que tu personaje ya estaba muerto en vida.

cariñitos

Teresa Cameselle dijo...

Buena historia, morbosa, y con un final genial. Ver tu propio nombre en una esquela, por Dios, qué escalofrío. Claro que si estás muerto, a lo mejor te da igual

Anónimo dijo...

Precioso relato, Monica. Me has dejado impactado con ese magnifico final. Debe de ser estremecedor asistir desde el otro lado de la puerta a nuestro propio deambular.
Un abrazo.

pepa mas gisbert dijo...

Difícil es darse cuenta de que uno ya no está.

Gambetas de lana dijo...

¡Cómo me gusta la forma de escribir que tenés!
Muy bueno el relato.
Me da que pensar, también, que hay gente con la que a veces nos relacionamos, que están muertas pero todavía no le avisaron, que no se dan cuentas de las cosas que hay para disfrutar.
Te mando un beso de 200 km de largo.

Mariela Torres dijo...

Tiene razón Any, es feo irse y que no le avisen a uno. Es feo enterarse por los otros.
Muy buen relato.

Besos.

Anónimo dijo...

Neo...magnifico texto de lectura que atrapa hasta el final..y qué final...

Unknown dijo...

Hola Moni!!
Qué buena mano tienes para relatar historias atrapantes!!... La verdad es que es un lujo poder leerte...
Un beso grande!!


RoB

Ricardo Miñana dijo...

Te queda muy bien el relato,
pasar a leerte es un gusto amiga.
que tengas un feliz fin de semana.
un abrazo.

Eva Magallanes dijo...

Neo, escalofriante pensar que es posible morir y no darse cuenta, eso de verse el nombre en las defunciones del diario ¡para los pelos!. He visto en la tv que, por razones administrativas o de suplantación de identidad, hay casos de personas legalmente muertas, muertas para el sistema, imagínate un día ir ha hacer un trámite y aparecer en la pantalla del pc como fallecido "señora, no puedo tramitar su solicitu, Ud. está muerta"
¡ Pero más escalofriante saber que muchas veces andamos por la vida como muertos en vida, el cuerpo funcionando como un engranaje de un sistema triturante y allí, dándole día a día, viene a ser como el equivalente ha estar muerto sin saberlo.
¡Gracias por tu permanente apoyo linda Neo!
Pd: te cuento que inicié una sección en La Pluma Afilada ( dato que tú me diste), podrías animarte a colaborar allí.

Eva Magallanes dijo...

Horror!, fe de erratas..." ir ha hacer" ¡sin h ese a!
y solicitudddddddd!!!
esto es producto de tanto teclear!

Anónimo dijo...

este jueves bien que te hubiera servido para el jalogüin de teresa...sabes,monica, nunca te he leido esos escritos que haces y que tienen tres o cuatro partes...en parte por que no soy de leer cosas largas en este aparato...en parte por el agobio que me supone atarme a las lecturas que en teoria me apetecen,lo digo por la gente...y tu estas entre la gente a la cual quisiera dedicar mas tiempo...este, la verdad, no lo tengo...y esto lo digo, por que en siendo este jueves tuyo largo, me ha ha ha ENCANTADOO... no conocia esta faceta tuya a la hora de escribir...no se, estoy mas acostumbrado a las lecturas cortas tuyas...pero en esta me has sorprendido y muy muy gratamente...
mil besos, monica.

Mar dijo...

Mónica, Neogeminis:
este relato tuyo es helador... Lees y te vas encogiendo de frío, como el que siente el protagonista... Te vas descomponiendo... Hasta que descubres que el frío está en el mismo, en miles de oficinas, en nuestro mundo... hasta en mí a veces
¿Estaré muerta yo?!!!!
AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH
Me gustó.
Te servía para Halloween... Da miedo.

Besosssssss

María José Moreno dijo...

Magnifico relato Monica de un ser que dejó de existir sin enterarse. Has relatado muy bien lo que podría sentir, si es que pudiera, claro, y que chasco se llevaria.
Un besazo

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