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jueves, 17 de julio de 2025

CADA JUEVES, UN RELATO: EL VIAJE QUE NUNCA HICE

En medio de toses  y cierto decaimiento provocado por una leve gripe o algo similar, rescato uno de mis  textos ya publicados para  sumarme a la convocatoria juevera que nos deja Campirela desde su blog. Creo que la temática de la historia puede adaptarse a la interesante consigna. Dar clic aquí para leer todos los relatos



EL ÚLTIMO VUELO

Apenas llegar al aeropuerto la vi en la fila de embarque del que sería mi último vuelo. Se destacaba de entre el resto de la gente por un extraño halo que parecía envolverla, una especie de irreal resplandor que se desprendía de su rostro pálido mientras observaba a todos con sus ojos turbios y la frialdad de quien se sabe más allá de lo aparente. Pero más que sus ojos indescriptiblemente intimidantes, lo que más desasosiego logró despertarme en aquel momento fue su sonrisa: una perpetua sonrisa incomprensible dibujada secamente sobre su rostro a modo de estudiado camuflaje entre tantas personas ansiosas y entusiasmadas por la inminente partida.

Me impresionó desde el principio, pero al poco rato busqué diluir mi inquietud ocupándome de los rutinarios trámites de embarque. Sólo después de instalado en mi asiento, resignadamente dispuesto a sobrellevar las veinte horas de vuelo de la mejor manera posible, volví a pensar en su inquietante sonrisa cuando por casualidad, entre la multitud del pasaje, la vi ubicándose en primera clase. Un nudo de angustia se me instaló en el estómago desde ese momento y nada de lo que intenté hacer después para distenderme consiguió sacármela de la cabeza.

No logré tragar bocado ni distraerme con juegos, lecturas o películas. Sólo conseguí al fin evadirme gracias al fuerte somnífero al que recurro cuando los nervios me ganan la pulseada en circunstancias difíciles. Sumergido en el grato murmullo que el resto de los pasajeros me regalaban como canción de cuna, me dejé llevar por el sueño buscando espantar los temores que se empeñaban en asomar en mi cabeza. No sé bien cuánto tiempo dormí. No recuerdo nada que me sirva como referencia de lo que pudiera haber pasado. Sólo sé que desperté sobresaltado con el mismo nudo apretándome el estómago y un extraño sabor amargo inundándome la boca.

Al mirar a mi alrededor sólo logré ver butacas vacías. Me puse de pie para conseguir una mayor perspectiva de la cabina y a nadie conseguí divisar entre la penumbra, ningún otro pasajero, ninguna azafata atendiendo algún pedido, todo estaba quieto y silencioso. Avancé aturdido por el pasillo y el mismo panorama desolador se presentó ante mis ojos en la sección de primera clase, ningún ser viviente quedaba a la vista, sólo los inequívocos rastros de que en algún momento sí habían estado allí, sentados y entretenidos en sus cosas: abrigos, bolsos, teléfonos celulares, bebidas aún calientes servidas en las bandejas, pero nadie a quien recurrir para intentar aclarar lo qué pasaba.

Sentí cómo mi sangre se heló en el momento en que la recordé y supe, sin dudarlo, que ella era la causante de todo aquello. Al centrar mi atención en el zumbido de los motores del avión que inexplicablemente aún seguía en vuelo, tuve la firme convicción que la encontraría piloteando la nave. Haciendo un esfuerzo sobrehumano para vencer el terror que se apoderó de mí en aquel instante, me dirigí hacia la cabina de mando y abrí la puerta. Para mi sorpresa, los puestos de los pilotos estaban también vacíos. Los pocillos de café humeantes, las chaquetas colgadas prolijamente sobre los respaldos de los asientos, nada que pudiese indicar alguna lucha o alguna circunstancia fuera de lo habitual, simplemente nadie más que yo quedaba en aquel Boeing que seguía su rumbo entre las nubes de la noche.

De repente el “clic” de la puerta de la cabina de mando delató que alguien la accionaba desde el pasillo. No alcancé a darme vuelta, sobresaltado, y la vi. Otra vez el filo de su mirada parecía observar todo desde un mundo distante, mientras, con su sonrisa incomprensible desafiaba mis interrogantes despertando mis miedos más profundos. Disfrutaba de mi terror y gozaba haciéndomelo saber. No cabían dudas.

Paralizado ante su presencia no atiné a pronunciar ni un grito, menos, una palabra.  Después, avanzando su rostro hacia el mío y dejando entrever unos dientes oscuros y filosos balbuceó:

-sólo faltas tú-


10 comentarios:

Campirela_ dijo...

Qué vuelo más misterioso, creo pensar que la muerte era esa sonrisa que perturbaba al pasajero.
Él la vio, estaba seguro de ella, siempre camuflada , pero al final nadie se escapa de ella. Un viaje ,que todos haremos,aunque cuanto más tarde mejor.
Gracias, Neo, de este viaje, aunque no compremos boleto, lo haremos todos.
Besos, muy feliz semana, aquí estamos en el propio infierno de calor.

Roselia Bezerra dijo...

Olá, querida amiga Mônica!
Sensacional!
Uma inspiração assustadora que prende o leitor do início ao fim.
Gostei muito do enredo tenebroso do aparente 'vampiro'...
Criatividade impressionante.
Ainda bem que foi um voo imaginário.
Muito bom.
Tenha um final de semana abençoado!
Beijinhos fraternos

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Un vuelo que nadie quiere tomar, pero del que tampoco podremos zafar jjejeje. Me disculpo por haber recurrido a una historia vieja, Campi, pero mis musas andan un poco congestionadas jeje. Beso

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Muchas gracias Roselia, me alegra que la historia te haya resultado atrapante desde el inicio. Un abrazo y gracias por la atención.

Nuria de Espinosa dijo...

Un vuelo terrorífico, esa siniestra risa te mantiene en vilo desde el principio hasta ese final tan desconcertante como aterrador. Es inquietante pensar en el último vuelo, ese vuelo que nadie quisiera coger. Un abrazo

María dijo...

Buf menudo vuelo, Neo, no quisiera yo estar ahí jajaja.

Un placer disfrutar de tu relato, Neo.

Un abrazo.

Buscador dijo...

Doy aplausos a este relato. La muerte espera cuando menos se espera y espero recibirla de un solo golpe mientras duermo.
Un saludo de Buscador

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Celebro haber logrado mantener este en vilo, Nuria. Un abrazo y muchas gracias por la atenta lectura

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Me alegra que lo hayas disfrutado. Muchas gracias Maria. Un abrazo

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Te agradezco la atenta lectura y esos aplausos que llegan como caricias jeje. Un abrazo, Buscador

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