Me sumo con esta historia a la convocatoria juevera de esta semana que nos propone Mercedes desde su blog. La misma se inspiró en una de las escenas más metafóricas de la película El árbol de la vida que me conmovió hondamente. Espero les guste.
LA
PLAYA DE LA VIDA
Se despierta frente al mar pero no recuerda haberse
dormido. Tampoco haber llegado hasta allí. Su inadecuada vestimenta lo delata y
contrasta con todo lo que tiene registrado en su memoria como apropiado: traje
oscuro, camisa blanca, corbata negra y zapatos lustrados que se hunden en la
arena húmeda mientras intenta, como por instinto, llegar hasta la orilla. Se
descalza, la molestia es grande y quiere estar cómodo. El oleaje acuna al sol
que se abre paso entre las nubes. Todo a su alrededor lo conmueve en su
arrullo, lo serena, lo hipnotiza. Libres gaviotas surcan los cielos graznando
hacia el infinito, invitando a sus pulmones a inspirar hondo. La sal del aire
lo reanima mientras la humedad marina atraviesa su piel aún debajo de su
acicalada vestimenta. La sorpresa inicial se disipa completamente. De inmediato
se afloja la corbata como queriendo respirar más profundo y así atrapar con
intensidad la energía vital de ese momento. Su mente se aclara dejando atrás las
trivialidades, las urgencias, las tensiones, las absurdas contradicciones en
las que vamos cayendo a medida que avanzamos por la vida. Su percepción busca
ir más allá de los sentidos, más allá de lo aparente, esmerándose en atravesar
hacia la esencia de ese extraño mundo. Se deja llevar, liviano, por los
arrebolados giros del aire que eleva su alma hasta las nubes. Íntimas preguntas
afloran en su interior buscando certeras respuestas. La esencia de su ser intuye
que frente a ese mar confluyen todos los orígenes y todos los destinos y no
será su razón quien logre dilucidar los nudos de los porqué con que se ha
venido interrogado a lo largo de su existencia.
Respira. Hondo. Pausado. Profundo. Concentrado su ser
en ese sencillo y esencial acto primordial. Respira. Mientras, con los ojos
cerrados, la levedad de una flama vital se asoma rompiendo la oscuridad en la
soledad de su corazón. Dibuja el fuego cambiantes nebulosas, difusas nubes,
ondeantes galaxias de maravillosos colores descubriéndose ante él, abriéndole camino a su espíritu. Las puertas
del infinito se abren en ambos sentidos: hacia afuera, hacia la enormidad del
cosmos que lo embelesa y hacia adentro, buscando la intrínseca universalidad de
su esencia. Todo confluye. Todo se muestra. Todo se prepara para ser
descubierto. Respira otra vez. Hondo. Pausado. Profundo. Concentrado en la
determinación de su propio ritmo.
Otra vez el mar. El oleaje acunando. El viento y el
sol arrullados por la paz que lo abarca y completa todo. El aroma a salitre
penetrando todas las cosas. Blanquísimas gaviotas y albatros suspendidos en el
aire van surcando hacia un horizonte rojizo. La luz crepuscular se filtra en su
interior con cada nueva inspiración. Percibe al fin su propia identidad tal
cual le fue dada en los inicios. Se descubre. Se reconoce. Dibujadas entre la
bruma marina que se diluye, alcanza a divisar otras siluetas. Libres y
armoniosas van caminando hacia ese mar que a todos convoca. La espuma del agua
besa los pies descalzos de quienes allí se saben íntegros y protegidos. Extienden
ellos hacia él sus manos, saludándolo. Leves y sinceras sus sonrisas. Reconoce
miradas, algunas, nunca antes vistas. Son sus pares. Sus prójimos. Los que
fueron antes que él. Los que le amaron. Los que le aman. Los que llegarán
luego. Los que persisten. Entre ellos se siente vivo. Se sabe cierto. Se
reconoce inmortal.
4 comentarios:
Al leerte me has hecho recordar las hipótesis que hay sobre que procedemos del mar , y en que vez de mirar hacia el cielo debemos mirar a las aguas profundas de los océanos, donde se dice que hay vida extraterrestre.
Tal vez el protagonista viera a sus congéneres y descubriera que él pertenece a ellos. Un besote, feliz semana.
El mar nos hace ser uno mismo y, a la vez, todos los que nos amaron alguna vez. Bella imagen la que plasmas.
Un abrazo y feliz verano.
En la película, el protagonista se despertaba en una especie de paraíso, una dimensión superior en donde las almas -todas, incluso las aún por nacer- se reencontraban. Un abrazo, campi. Muchas gracias por estar siempre entre las primeras que comentan
Me alegra José Antonio. Muchas gracias por pasar y leer. Buen invierno x acá, jaja
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