Ellos llegaron cuando el cadáver
del último dinosaurio aún estaba tibio. Recorrieron el planeta y analizaron sus
habitantes. Por mucho tiempo recogieron especímenes, extrajeron ADN, estudiaron
comportamientos y arribaron a ciertas conclusiones. Estimaron que una
sub especie de cierto homínido resultaría propicia para llevar adelante uno de
sus más arriesgados experimentos. Luego de mucho debate cuestionando si las
futuras posibles consecuencias encerraban más riesgos que beneficios,
decidieron concretar, al fin, la intervención.
Modificaron la raíz genética de
la especie seleccionada y consiguieron rápidamente que se reprodujeran. El número
de individuos se fue incrementando al punto que, al poco tiempo, extendieron
sus dominios y acabaron con el resto de los especímenes que no habían sido
intervenidos. La nueva raza se afianzó rápidamente y llegó a dominar el
planeta.
Periódicamente el proyecto se fue
monitoreando para ir verificando los cánones de evolución, la persistencia de los
instintos ancestrales, las eventuales mutaciones que alteraran con el paso del
tiempo las características de la especie en estudio.
Pese a lo estricto de las estipulaciones
en cuanto a la no intervención directa, en no pocas circunstancias alguno de los
observadores se vio tentado de actuar por su cuenta, sin respetar el preciso
protocolo de experimentación establecido. Esas injerencias foráneas hicieron
que el ritmo y el direccionamiento de los acontecimientos históricos naturales se
vieran influidos, inevitablemente, por los cimbronazos provocados por lo que
los propios especímenes estimaron como intervenciones
divinas.
A pesar de las innegables
influencias externas, el experimento no fue desechado, tan solo se incluyeron
dentro de los registros las consecuencias visibles que provocaron las
indeseadas intervenciones y las variadas modificaciones intrínsecas que las
mismas generaban en distintos individuos observados.
En la actualidad, pese al
relativo poco tiempo que lleva en vigencia el experimento, los observadores se
hayan divididos en cuanto a la valoración de los resultados obtenidos. Están los
que desestiman cualquier posibilidad de sobrevivencia futura de la raza en
cuestión, juzgando incluso que dicho colapso arrastrará a todo el planeta. Otros,
los menos, aún mantienen un cierto grado de expectativa positiva en cuanto a
ciertas evidencias de superación personal y grupal que la especie demuestra, sobre
todo ante situaciones extremas, constituyéndose este aspecto en un factor
fundamental y determinante a la hora de evaluar probabilidades y riesgos.
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12 comentarios:
Muy bueno, Mónica. Yo también tiendo a creer que tenemos algún origen extraterrestre en nuestro ADN.
Es una interesante teoría. Vaya saber cual bando tiene razón. A los neardenthal no les fue tan bien.
qué mal les salimos...
Besos.
Llegas a resumir brillantemente en tu relato una hipótesis para mí nada descabellada. Lo que tengo claro es que nada fue fruto de la casualidad terrenal.
Me ha encantado amiga. Un fuerte abrazo.
siempre se costata el inicio a partir de un soplo vital
A pesar de los intentos, experimento fallido... Sin prisa, dentro de unos cuantos milenios, igual ha mejorado la especie.
Un abrazo
Excelente historia debo confesar que me encanto leerte, también creo quizás en la teoría de los extraterrestres
Mónica, nos hiciste reflexionar...Siempre pensé que no estamos solos, cerca de nosotros existen otros mundos, que nos observan y vigilan...y quizá intervienen de vez en cuando..Llamémosles extraterrestres o seres espirituales, pero ahí están...Mi abrazo por tu brillante relato.
M.Jesús
Una hipótesis que puede sonar a ciencia ficción, pero que no debemos ingnorar. Nadie puede saber si nos están engañando por terceras personas o entidades multidimensionales.
Un beso
Esta es una inteligente e interesante historia. ¡Saludos!
Bonita versión sobre nuestro origen. La sumaremos a la de creacionistas y evolucionistas. De todos modos, cualquier versión siempre tendrá sus adeptos que la convertirán en mito. Yo, sinceramente, me quedo con la tuya, que al menos es divertida :-)
Un abrazo
Mucho poso tiene este relato, pensar que el dios creador pueda ser un ser de otro planeta que experimenta con nosotros me parece una muy original visión de la propuesta. Muy bueno.
Besos
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