NAVIDAD BLOGUERA

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CERCARE E TROVARE, un blog de entretenimiento

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Con paciencia, los invito a buscar los elementos pedidos en cada entrada

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sábado, 19 de septiembre de 2009

ABERRANTE

Hay ciertas noticias que nos conmueven, nos siguen rondando en la cabeza por varios días y la impresión que nos causan hace que veamos al mundo con mucho escepticismo.

Ayer recibí un mail que no pude dejar de reenviar (suelo hacer una selección bastante intensiva y según mi estado de ánimo).

Hoy, apenas me levanté, abro otra vez mi correo y vuelvo a releerlo y otra vez siento ese mismo nudo en el estómago que me angustia enormemente.

Pensando en que quizás sea una información manipulada políticamente (no sería raro) busco en Google y veo una y otra vez las mismas imágenes, el mismo texto, la misma condena, la misma indignación.

No creo que el evento al que se hace referencia no haya ocurrido. Las fotos son inequívocas y esas miradas lo dicen todo. Me pongo en la piel de esas pobres nenas, en las de sus madres, en la de esos hombres que las llevan orgullosos de sus manos para desposarlas y no lo puedo entender.

Me cuesta creer que en nuestros días una cultura, una religión, llegue a ser tan machista, tan absurda, tan falta del sentido de lo correcto.

No se puede hacer mucho más que manifestar públicamente nuestra indignación ante tamaña aberración, es así que desde este blog me proclamo abiertamente en contra de estas prácticas desembozadas de pedofilia bendecidas por la ignorancia, el fanatismo y el desprecio por los más elementales derechos humanos.

Sepan disculpar si el tema de este post no es apropiado para un fin de semana, pero la indignación no hace caso de las fechas.


A CONTINUACIÓN TRANSCRIBO LITERALMENTE TEXTO Y FOTOS RECIBIDAS

Casamiento Musulmán Masivo. 450 novios se casan con niñas menores de diez años en Gaza.

Redacción | Publicado el 24 Agosto, 2009 | Por Paul L. Williams, Ph.D. |
Mahoma se casó con una niña de seis años. Pero el Islam ha evolucionado en 1.500 años. En la tierra de Hamas, en 2009, las novias tienen casi siete.
“Presentamos este casamiento como un regalo a nuestro pueblo que se mantuvo firme enfrentando el sitio y la guerra”, dijo en su discurso el hombre fuerte de Hamas, Ibrahim Salaf. Las fotos del casamiento cuentan el resto de la sórdida historia. El Centro Internacional de Investigación Sobre Mujeres estima que, actualmente, hay 51 millones de niñas desposadas que viven en el planeta tierra y casi todas en países musulmanes. 29% de esas niñas desposadas son golpeadas regularmente y abusadas por sus esposos en Egipto; 26% sufren un abuso similar en Jordania.
Cada año, de acuerdo a UNICEF, tres millones de niñas musulmanas son objeto de mutilación genital. Esta práctica no ha sido ilegalizada en muchas partes de Estados Unidos. La práctica islámica de la pedofilia proviene del profeta Mahoma, que acumuló once esposas y muchas concubinas, después de la muerte de su primera esposa Khadijah, en 619 D.E. Después que la anciana esposa de Mahoma, Khadijah, murió en 619 D.E., él acumuló once esposas. Coordinó las visitas a las tiendas de sus mujeres a lo largo de sus ciclos menstruales. Su capacidad para la actividad sexual parecía no tener fronteras. Sahih Bukhari, uno de los más reverenciados textos islámicos, dice: “El Profeta solía visitar a sus esposas en forma cíclica, durante el día y la noche, y ellas sumaban once. Le pregunté a Anas, “¿Tenía el Profeta la fortaleza para ello?” Anas respondió, “Solíamos decir que el Profeta tenía la resistencia sexual de treinta hombres”.
1] Porque, en medio de esas delicias, el Profeta mantenía un establo de concubinas, incluyendo a Reihana, su cautiva ‘judía’. Sus esposas y amantes estaban obligadas, por la ley musulmana, a satisfacer sus necesidades sexuales en cualquier momento del día o de la noche, y el Profeta se reservaba el derecho de disfrutarlas “desde la cima de sus cabezas hasta la plan ta de sus pies”.
[2] Esto parecería no ser terrible para los estudiantes del Informe Kinsley, con excepción del caso de Aisha, la esposa favorita de Mahoma. Aisha era la hija de Abu Bakr, el mejor amigo del Profeta y su más fiel seguidor. Ni bien Mahoma posó sus ojos en Aisha, comenzó a fantasear con tener sexo con ella. Había un problema con esta fantasía. Aisha, en ese entonces, era un pequeña niña de cuatro o cinco años, mientras Mahoma era un hombre de mediana edad de cincuenta.
[3] Y aún así, el Profeta no perdió tiempo en hacer realidad su fantasía. Cuando Aisha cumplió seis años, Mahoma le pidió a Abu Bakr la mano de su hija en matrimonio. Abu Bakr pensó que esa unión sería impropia – no porque Aisha fuera simplemente una pequeña sino más bien porque él se consideraba hermano de Mahoma. El Profeta dejó rápidamente de lado esta objeción diciendo que la unión era perfectamente correcta a los ojos de Allah. Abu Bakr consintió. Y Mahoma tomó a la pequeña niña como su nueva desposada. Cuando estuvieron casados, Mahoma, en su misericordia, permitió que Aisha llevara sus juguetes, incluyendo sus muñecas, a su nueva tienda [4]. El casamiento fue consumado cuando Aisha tuvo nueve años y el Profeta cincuenta y tres [5]. Los tres años del período de espera no se debieron a la preocupación de Mahoma de no abusar de una niña sino, más bien, al hecho de que Aisha contrajo cierta enfermedad que provocó la pérdida de su cabello [6].
La pedofilia no fue practicada sólo por Mahoma, sino también sancionada por el Corán. En el debate sobre el período de espera requerido para determinar si una esposa está encinta antes del divorcio, el texto sagrado dice, “Si estás en duda en lo concerniente a aquellas de tus esposas que han cesado de menstruar, sabe que su período de espera debe ser de tres meses. El mismo período se aplica para aquellas que aún no han menstruado” (65:4). Aquellos que piensan que los musulmanes mod ernos han abandonado estas enseñanzas, deberían estudiar las fotos y videos que acompañan este artículo y recordar las palabras del Ayatollah Khomeini, el clérigo islámico más famoso del siglo 20:
Un hombre puede tener placer sexual de una niña tan joven como un bebé. Sin embargo, no debe penetrarla; sodomizar a una niña está bien. Si un hombre penetra y daña a una niña, entonces debe ser responsable por su subsistencia toda su vida. Esta niña, sin embargo, no cuenta como una de sus cuatro esposas permanentes. El hombre no tendrá derecho a casarse con la hermana de la niña… Es mejor para una niña casarse en una época en que comenzará a menstruar en la casa de su esposo, mejor que en la casa de su padre. Un padre que case a su hija tan joven, tendrá un lugar permanente en el cielo

jueves, 17 de septiembre de 2009

ESTE JUEVES, UN RELATO! REFUGIOS


Están quienes buscan refugio

anquilosados en miedos

intentando esconderse

la mayor parte del día

esquivando hasta la suerte

para pasar ignorados.

Buscan acotar todo riesgo

minimizando sus males

permaneciendo inertes

ocultándose en secreto

hasta de viejos amores

y de posibles quebrantos.


Hay otros que buscan refugio

tan solo, para aquietarse un rato

descansan soñando posibles

horizontes y esperanzas.

Hallan silencio y reposo

en la noche, que es su remanso.

No buscan evadir las vivencias

no quieren soledad ni estrellato

Descansan su inquietud

por un tiempo

para luego arremeter

a destajo.


Hay gente

que construye sus nidos,

…sus refugios,

con virtud y coraje

no usa ni ladrillos ni palos

tan sólo calidez y cordura

no conoce destemplanza

es gente que porta segura

como bandera y sus armas

tolerancia, paz y mesura

la verdad (que no es una sola)

y se alimenta a esperanza.



Más refugios en Tésalo http://odisea27.blogspot.com/



ESE RÍO




Salvando las distancias

este mundo

es como un río

surcando siempre

por el mismo cauce

apenas mutando

en su recorrido

y entre las aguas del tiempo

formándolo,

como gotas,

…una a una,

…todas las vidas.


…...y como la vida pasa, y lo hace tan rápido,

me parece mejor disfrutar del recorrido de las aguas que nos tocan

y dejar atrás las piedras que se interpongan en el camino...



martes, 15 de septiembre de 2009

EL ENIGMA - Parte final




LA REVELACIÓN

En medio de su júbilo no supo si dirigirse al fin hacia la biblioteca o en cambio retornar a la pensión. En ambos sitios tenía material de sobra como para iniciar la búsqueda de puntos conectores con la plantilla ya en su poder.

En su cabeza ávida de respuestas definitivas mil y una posibilidades rondaban como alternativas para ser exploradas. Pensó que debería comenzar examinando detenidamente el esténcil, tal vez encontrara alguna inscripción que lo orientara o le ayudara a limitar su búsqueda. Quizás debería continuar con la verificación de la cantidad exacta de azulejos relevados coincidentes con su diseño. Por ahora lo que más le inquietaba era hasta dónde acotar la búsqueda.

Pensó también que los datos del lugar exacto donde había adquirido la plantilla sin duda deberían tener algún significado especial, por lo que memorizó inmediatamente la dirección de aquel tugurio donde había hallado la inestimable pieza: Matanza 611 y tomó nota también de un dato que le pareció relevante: el nombre del local era El caballito.

Decidió por fin refugiarse en la pensión para hurgar plácidamente en los secretos de su recién adquirido tesoro. Allí podría manipular, comparar y chequear a su antojo tanto la plantilla en sí como los innumerables ejemplares de sus réplicas asentadas en los registros.

Al llegar, su nerviosismo fue tal que la llave de su cuarto parecía no querer entrar en la cerradura. Al fin logro abrir la puerta para aislarse completamente del ruido de la calle, los vecinos y el jolgorio de los pibes que a esa hora regresaban de la escuela.

Su primer gran descubrimiento fue advertir que bajo la gruesa capa de óxido y desgaste la plantilla dejaba ver una inscripción bastante pequeña de la que sólo se alcanzaba ver a simple vista unas pocas letras: “C x ML”.

De más está decir que rápidamente se puso a experimentar con cuanta sustancia abrasiva encontró en las cercanías. Lo más efectivo fue remojar la plancha en cloro y luego frotarlo cuidadosamente con arena tratando que en el proceso no se alteraran las inscripciones.

Después de un tiempo que no registró pero que debió haber sido considerable (al culminar la luna ya se veía claramente en el cielo) la leyenda vio la luz bajo la tutela del velador de la mesita de luz de aquel cuarto silencioso y despoblado.

Lo que en apariencia sería un código de serie convencional y ordinario (IV IXI XX M c ML) pasaría ahora (si sus capacidades de intérprete de lo oculto así lo posibilitaran) a develar su significado más trascendental y recóndito.

Buscó inferir si aquella inscripción correspondería a una clave que buscara esclarecerse según otro dato implicado en alguno de sus contrapartes azulejadas, que, a estas alturas ya habían sido computadas y resultaban ser exactamente mil seiscientos once.

M 611 garabateó caprichosamente. Y no supo si aquella arbitrariedad se debía al cansancio acumulado, la ya imperiosa necesidad de alimentarse o algún intrincado sortilegio que así lo hizo transcribir.

Lo cierto es que de inmediato le vino a la mente la dirección del compraventa de la calle Matanza, cuya localización correspondía (por supuesto no casualmente) al número 611. Aquella primera prueba tangible de que sus exhaustivas investigaciones estaban bien encaminadas lo renovaron por dentro.

Su corazón parecía latir con más insistencia. Sentía en su interior lo que podría asemejarse a la fuerza de un potrillo…y aquella feliz comparación terminó por exaltarlo más aún, al tiempo que recordara los dos principales episodios relacionados con equinos de todo su periplo callejero: el nombre del otrora almacén figurante como domicilio de sus últimos azulejos registrados “El Potro” (donde había varios de los ejemplares coincidentes con su esténcil) y precisamente el nombre del la casa de compraventa de la calle Matanza, designada coincidentemente “El Caballito”. Su felicidad no podía ser mayor.

Llegó la mañana. Por lo menos así lo anunciaba la luz del sol que insistía en asomar entre las cortinas deshilachadas de la única ventana de aquel cuarto de alquiler.

La debilidad que lo invadía era asociada por él a la profunda satisfacción que el hecho de haber logrado enlazar varios de los secretos escondidos en su diagrama de azulejos, códigos, nombres claves y esténciles le producía como lógica consecuencia.

No culpaba ni por lejos a que tal estado de decaimiento tuviera que ver con los días de ayuno prolongado, producido más por descuido que por voluntad y a consecuencia del gran apasionamiento que su vocación de revelador de acertijos implicaba.

Decidió permitirse un descanso luego de aquella anterior jornada plagada de positivas señales y buenos designios.

Hundida en un mar de sueños, su cabeza se empeñaba en no querer desprenderse del hilo conductor al que se habían prendido sus razonamientos. Uno a uno los sucesos más trascendentes de su pesquisa se fueron hilvanando en la libertad de su ensueño y su mente, que no paraba de buscar nuevos significados derivados de aquel entretejido sutil de registros y de claves.

Surgida entre las sombras de su inconsciente, la noción del tiempo fue tomando otra vez la forma de las convenciones y a pesar de no estar despierto, la certeza de estar transitando por día y fecha determinados alertaron a sus sentidos para que, con presteza, la urgencia de lo importante lo hiciera despertar.

Sin llegar a sentirse plenamente lúcido, la convicción de que otra gran revelación estaba por serle concedida hizo que el hombre, esta vez muy inconexo con la realidad, intentara una vez más hurgar en los secretos de aquella inscripción encriptada.

Al mismo tiempo que la certeza de padecer un fortísimo dolor de cabeza tomaba forma en su conciencia, un dato con el que se topó alguna vez durante sus investigaciones en la biblioteca, llegó de improviso a su mente buscando ser puesto en práctica.

Según recordaba haber leído, para las culturas más arcaicas, como la de los celtas, los espejos, desempeñaban otro tipo de funciones además de las que actualmente tienen. Solían ser interpretados como puerta de comunicación con los dioses o ancestros, y por lo mismo, funcionaban como una fuente de conocimientos ocultos, oráculos o presagios, ya que de ellos podían emerger, según lo acreditaban algunos antiguos textos, mensajes o seres procedentes de otros mundos.

Extrañamente sudoroso, sintiéndose muy débil, el hombre intentó comprobar qué efecto recibía al confrontar con un espejo aquella escritura de la plancha de esténcil. Tambaleándose y como pudo, consiguió instalarse frente al pequeño espejo de la pared sosteniendo entre sus manos la plantilla metálica que de repente parecía haber adquirido un peso descomunal.

Con titánico esfuerzo logró mantener en posición la inscripción para ser reflejada en forma conveniente, mientras su afiebrados ojos se esmeraban en visualizar las letras que ahora se le antojaban impiadosamente borrosas.

Como era de esperarse, lo que en apariencia era un simple número de serie, al reflejarse pasaba a cobrar otra significación bien distinta: el supuesto “IV IXI XX M c ML“ resultaba ser (con ciertas licencias) “ LM c M XX IXI VI”, o, para ser más claros L (50) MCMXXI (1921) XI (11) VI (6). Cifras éstas que cobraban entidad a la luz de haber vuelto a tener conciencia de la fecha en que transcurría aquella situación, 11 - 6 -1921 casualmente ese mismo día…el día de su cumpleaños número 50!.

Temblando de pies a cabeza y sin saber ya si aquellos síntomas tan inusuales eran provocados por la exaltación lógica de haberse encontrado con un enigma dirigido inequívocamente hacia él o si, en cambio, los temblores, la fiebre y la debilidad eran el resultado acumulado de alguna especie de sentencia que estaba apunto de ser cumplida.

Los datos de la fecha exacta en que se encontraba no terminaban de revelar su sentido si no lograba entrever de qué pronunciamientos estaban acompañados. Pensó en aquella otra señal relacionada con la dirección del local de compraventa: M 6 11. Otra vez 6 y 11, o sea 11 de junio…como poniendo énfasis. En qué?...M. M de calle Matanza…Matanza = Muerte, infirió… y de repente tuvo la certeza de aquel intrincado juego de artilugios y señales confabuladas no habían sido más que una burla. Una sádica sentencia hacia donde el destino había decidido conducirlo. Quizás para humillarlo. Quizás para castigarlo por la soberbia de pretender asumirse como intérprete de un lenguaje del que no era digno y para el que no estaba realmente entrenado.

Presintiendo la inminente llegada de la muerte, sin que esto le generara pánico alguno, sino más bien una patética sensación de haber sido usado y menospreciado, tuvo aún la inquietud de intentar revelar qué último significado tendría la presencia de caballos en aquel oscuro mensaje del que era destinatario.

Pensó que quizás fuera el mismo sitio donde comenzara a elaborar su aventurado proyecto el lugar adecuado para culminar de concretarlo. Hacia allí se dirigió, sacando fuerzas de flaquezas.

Confirmando que el destino suele prepararnos jugadas magistrales en las que nos coloca de repente frente a algún hito trascendente o enigma dispuesto a ser descifrado, el hombre decidió abandonarse a él, o quizás a ese hilo virtual que hilvanaba su rumbo desde siempre, particularmente en las tardes somnolientas de los barrios porteños.

Hurgando en el misterio de zaguanes frescos y silenciosos se dejó llevar por los sortilegios de los mensajes cifrados de imágenes, símbolos y recuerdos.

Mientras divaga entre fiebre y delirios cuál será el papel que jugarán los caballos en su inminente final, como al descuido y sin haberlo antes registrado, un curioso azulejo albiazul se destaca en un rincón de un zaguán ignoto.

Es uno muy atípico. Algo especial. Un minúsculo caballito, crines al viento, al que, como broche final del encriptado juego al que fue sometido, el hombre no llega a catalogar (a pesar de proponérselo), antes que arribe su muerte.


(fin)


lunes, 14 de septiembre de 2009

EL ENIGMA - Parte dos




UNA FELIZ TRANSACCIÓN


La tarea subsiguiente al inventariado, si bien aparentaba ser más tranquila y sedentaria, implicó también muchas horas de consagración excluyente, tanto en la búsqueda de información específica de la fabricación en serie de los azulejitos como de la significación de las sutiles variantes de sus decorados.

Durante dicho proceso el hombre tuvo la posibilidad de retomar algo de sus ocupaciones mundanas, totalmente postergadas en los últimos meses debido a sus regulares expediciones callejeras.

Se dedicó principalmente a buscar un nuevo trabajo, alguna actividad que le facilitara el acceso a alguna fuente de información útil en su investigación. Dada su buena educación, su capacidad de adaptación ante nuevas propuestas y su interés natural hacia todo lo que fuera clasificación de información, organización metódica y archivado, no tuvo dificultad para conseguir un puesto como ayudante de biblioteca.

No se trataba de un trabajo bien remunerado, tampoco la jerarquía del mismo concordaba con sus antecedentes laborales. Los horarios en que debía trabajar eran breves, apenas unas horas por la tarde, pero la comodidad para llevar allí sus cuadernos y anotaciones y la inmediatez para acceder a algún tipo de información accesoria necesaria para su investigación, hizo que el hombre aceptara de inmediato el trabajo.

A pesar de no ser su obligación, pasaba allí la jornada completa, retornando al cuarto de pensión sólo durante las noches, horario éste imposible de aprovechar dada la intransigente actitud de la bibliotecaria que se empeñaba en ser la única depositaria de las llaves. Este pequeño inconveniente se vio sorteado al poco tiempo, cuando la necesidad de ampliar sus horas de investigación bibliográfica determinó que fuera necesario hacerse de un duplicado de las mismas, ignorando el criterio absurdo de la vieja bibliotecaria que persistía en su capricho. Ese inteligente recurso hizo posible que el hombre lograra recorrer tranquilamente todos los libros relacionados con técnicas de esmaltado, sistema de catalogación de piezas seriadas, información específica sobre la tradición de la industria ceramista en Devres y sus alrededores, las principales fábricas, su ubicación y su trayectoria, los pormenores de su producción, incluso el significado celta del nombre de la ciudad, sus lejanos orígenes, sus primeros habitantes, las leyendas surgidas en aquellos parajes, sus posibles interpretaciones…un invalorable panorama de información que se abría ante él haciéndolo felicitarse por la buena decisión que había tomado al optar por aquel trabajo, en apariencia tan poco relacionado con el objetivo mismo de su investigación, pero que, sin embargo, resultaba estar estrechamente incrustado en el elaborado camino que el destino había trazado a modo de rompecabezas y que él (sólo él) podía y debía componer.

El tiempo pasó sin que fuera necesario que el hombre cayera en la cuenta de su medición ni persistencia. Simplemente los días se sucedían uno tras otro, sin que importara la diferenciación del clima, los festejos comunitarios o individuales, las particularidades que cada ser le pudiera inferir al período que va desde un momento a otro, eso que se tipifica arbitrariamente como “día”, “semana”, “mes”, “año”…todos esas inconsistentes unidades de tiempo, impuestas para intentar medir el ritmo de los sucesos, dejaron de tener, para él, significación e importancia.

Sólo el avance de su investigación, las nuevas informaciones encontradas, el encadenamiento con datos anteriores, iban poniendo mojones de jerarquía dentro de la trayectoria en la resolución del enigma que, sin dudas, bastaba como única recompensa.

A la par que su entusiasmo crecía por el avance de la investigación, su estado físico en cambio decaía, dada la poca atención que le brindaba últimamente a su salud y a su aspecto.

Una mañana, luego de una de las pocas veces que pernoctara en la pensión, recorriendo el camino que tanto transitara, muñido de los últimos datos que cotejara sobre mensajes cifrados y antigua simbología de códigos numerarios, cayó en la cuenta que en una vieja casa de antigüedades que hasta ese momento había pasado para él desapercibida, en uno de los rincones escondidos del ventanuco que hacía de vidriera, se encontraba, sin duda esperando ser descubierto, lo que sus ojos expertos enseguida detectaron como plantilla esténcil para decoración de azulejos!...

Aquella pieza, imposible de hallar en esos rincones sin que el destino decidiese intervenir en una de sus caprichosas mediaciones, reproducía indudablemente una de las variedades de diseño más repetidas en el escrupuloso catálogo por él registrado.

Sin necesidad de comprobarlo directamente (su memoria funcionaba para estos menesteres más fielmente que el mejor de los archivos) recordó que ese decorado se repetía particularmente entre los cosechados por su barrio natal.

Semejante hallazgo no podía ser casualidad ni mínimo su significado. Sin más dilaciones entró al negocio, (denominación ésta más que generosa, dada la inmundicia generalizada, la falta de orden y minuciosidad en la exhibición de los objetos allí expuestos). Sin duda fue su agitación, su indisimulable interés por obtener aquel objeto inapreciable y su poca viveza en el arte del regateo lo que hicieron que el dependiente (de apariencia apática e impasible) se transformara de repente en el más hábil de los mercaderes.

Tanteando sagazmente la ya irrevocable decisión del hombre de comprar lo que aparentaba ser para el ojo inexperto un estropeado artilugio sin valor, aquel avispado vendedor inescrupuloso se aprovechó de la situación y consiguió llevar a cabo lo que para cualquier persona decente sería un robo desembozado: a falta de efectivo contante y sonante para concretar adecuadamente semejante adquisición, el desvergonzado comerciante convenció al desesperado comprador de realizar la transacción a modo de trueque: el reloj de oro que llevaba en la muñeca a cambio del esténcil.

Acceder a semejante propuesta, para cualquier individuo no entrenado en el arte y ciencia del desencriptado de símbolos y señales, hubiera sido catalogado como muestra de insanía.

De no haber sabido de antemano el singular valor de lo que aparentaba ser sólo un maltrecho trozo de metal, aquel dependiente no se hubiera arriesgado a perder una venta proponiendo semejante disparate. Precisamente fue ese el motivo que determinó que el hombre accediera a concretar la operación.

El sol mañanero parecía acompañarlo en su íntimo festejo, mientras su mano portaba, (desde ese momento y para siempre desnuda en su muñeca), envuelto apenas con una mugrosa hoja de diario del día anterior, sin duda el que fuera uno de los mayores tesoros encontrados por hombre alguno sobre la Tierra.


(continuará)


Vocabulario:

El estarcido o esténcil ( del idioma ingles:stencil) es una técnica artística de decoración en que una plantilla con un dibujo recortado es usada para aplicar pintura, lanzándola a través de dicho recorte, obteniéndose un dibujo con esa forma.

La mayólica es una cerámica con un acabado vítreo especial. La terracota es la base de los trabajos de cerámica y en este caso se le aplica un esmalte metálico compuesto de sílice, cenizas sódicas calcinadas, plomo y estaño

(Wikipedia)



domingo, 13 de septiembre de 2009

EL ENIGMA - Parte uno



Nota: (cualquier punto de referencia con el cuento El hombrecito del azulejo De Mujica Láinez juro que ha sido pura coincidencia!)


EL CATÁLOGO


Buenos Aires, comienzos de 1920

Presuponiendo que el destino suele prepararnos jugadas magistrales en las que nos coloca de repente frente a algún hito trascendente o enigma dispuesto a ser descifrado, el hombre se abandonaba al azar o quizás, a algún hilo virtual que hilvana su rumbo en la tarde somnolienta de los barrios porteños que se desperezan entre tranvías y monotonía callejera.

Hurgando en el misterio de zaguanes frescos y silenciosos se dejaba llevar por los sortilegios de las mayólicas y azulejos que sorprenden con sus mensajes cifrados de imágenes, símbolos y recuerdos.

No sabe bien por qué, pero algo en el aire le decía que en ellos, en el entretejido invisible de la simbología que los une, hay alguna clave trascendental esperando ser develada.

Siempre creyó que la Historia con mayúscula (y también las particulares, las escritas en minúscula) van dejando pistas aparentemente inconexas, veladas, sutiles, para que quien esté lo suficientemente entrenado en el significado críptico de los signos pueda contar con su ayuda esclarecedora sobre lo que acontecerá. Esos indicios, dejados intencionalmente como advertencia (o quizás simple capricho) son parte de un mensaje cifrado que algún poder ignoto envía a quien quiera interpretarlo.

Por alguna razón, decidió despreocuparse por lo referido por las coloridas mayólicas, rebosantes de ribeteados y relieves, concentrándose simplemente en las características, mucho menos ampulosas de esos discretos azulejitos albiazules que abundaban como decoración en las entradas de las casas de clases más populares.

En algún lugar leyó que la mayoría de esos pequeños azulejos que revisten con particular estética los zaguanes rioplatenses, han arribado en su momento desde Francia, precisamente de un mismo sitio, Desvres, probablemente de una misma fábrica que concentra desde los finales de la época colonial la casi totalidad de la producción de esas pequeñas piezas que decoran muchas de las casas de los suburbios.

Al parecer, los más menospreciados, los que simplemente lucen guirnaldas y simples adornos azules sobre fondo blanco, eran de muy bajo costo en aquellos años, y se utilizaban como lastre en los barcos que llegaban desde Europa en busca de las carnes rioplatenses. Por ese motivo y porque igualmente lucían humildemente atractivos, en lugar de ser desechados, dada su cantidad y buen estado general, eran clasificados, vendidos y utilizados en la arquitectura de casas económicas y conventillos.

Quizás el motivo por el que se viera decidido a centrar su búsqueda en ellos fuera la intrincada sucesión de factores que había conjugado la suerte para que aquellos azulejitos blancos, apenas surcados con monocromáticos trazos, hubieran llegado a destino partiendo desde tan lejos, sin tener previsto un rumbo fijo, siendo extrañamente utilizados como estabilización de buques que surcaban los mares hasta un sur casi inexistente en aquellos años, y sin que una razón lógica justificara adecuadamente aquel subterfugio de la causalidad que aparentaba en cambio ser casual. Alguna razón más trascendente tendría que haber y él estaba dispuesto a descubrirla.

Haciendo gala de lo más destacado de su espíritu metódico y catalogador, muñido de lápiz y cuaderno, aquel hombrecito de apariencia inofensiva e intrascendente se dispuso a enumerar meticulosamente todas las variables de diseños de los consabidos azulejitos, sus subespecies, las cantidades relevadas, las posibles variables y anomalías que surgieran durante la observación, la rítmica que adquirieran sus signos entrelazados y cualquier otra característica que sirviera para la interpretación del enigma que sin duda, ellos trasuntaban.

La tarea no fue fácil. Desde el día que comprendió cuál debería ser su objetivo en el incomprendido oficio de descifrador de señales azulejadas, hasta que culminó su ardua tarea de clasificación (circunscripta a cuatro de los barrios que juzgó más representativos), transcurrieron varios meses.

Los cuadernos empleados en dicho relevamiento fueron varias decenas, cuidadosamente etiquetados, ordenados y fechados. Con la certera convicción que cualquier detalle conexo que sucediera durante su relevamiento, podría añadir algún gesto particular a tener en cuenta en el momento de la interpretación de su simbología.

Durante el tiempo que la recolección de datos fue llevada a cabo, el hombre se vio forzado a ir dejando de lado paulatinamente la mayoría de sus habituales tareas no relacionadas con el registro. Primeramente fue suspendiendo las más accesorias, las vinculadas con su relacionamiento social o de esparcimiento. Más tarde optó por relegar horas de descanso. Luego fue retaceando notablemente el tiempo dedicado a sus comidas, actividad ésta que se presentaba como una antojadiza convención de horarios impuestos que nada tenían que ver con la simple y natural función fisiológica de alimentarse para sobrevivir.

A pesar del esfuerzo empleado, de la dedicación casi exclusiva, conseguir arribar a la elaboración sistematizada de suficiente material de estudio implicó que el hombre debiera dejar por varias semanas de concurrir a su trabajo, diligencia ésta que pasó a estar supeditada básicamente a la necesidad de comprar más material para sus archivos.

Transcurridos los primeros meses las consecuencias del deterioro de su físico fueron apreciables para cualquiera que observara aquella máscara enjuta en la que su rostro se había convertido.

Él mismo, al contemplarse en el pequeño espejo de su cuarto de soltero comprendía que la labor que había emprendido implicaría poner en riesgo su salud, pero sin dudas aquello sería una consecuencia secundaria derivada de la magna tarea que el destino había decidido poner en sus manos y no sería él quien se negara o pusiera límites mezquinos en lo que debía asumirse como prioridad.

A pesar que el proyecto se fue complejizando cada vez más y que los detalles a tener en cuenta en su catálogo se fueron multiplicando de tal manera que debió ir agregando anexos a los cuadernos de relevamiento, su firme convicción y su empeño no mermaron, aún cuando padeciera algunos desmayos.

Tampoco fueron pocas las ocasiones en que debió soportar la incredulidad y la molesta desidia de la gente que lo observaba realizar su maratónica tarea desde la comodidad de quienes se conforman con ver pasar sus días con dejadez, sin siquiera curiosidad por lo que la vida se empeña en revelarle.

Nadie parecía apreciar el valor real de lo que su espíritu indagador había decidido llevar a cabo. Nadie se dignaba a contribuir aunque más no sea por solidaridad con aquella tarea crucial que se había propuesto enfrentar.

Debió soportar constantemente, hasta en quienes lo conocían, esa actitud de patética conmiseración que, aunque con disimulo, las personas que se consideran cuerdas generalmente le dedican a los locos.

Más de una vez había que tenido que recurrir a la fuerza bruta (con las lógicas limitaciones que su endeble físico le imponía) para abrirse paso ante la mala disposición de algún ama de casa desconfiada que le negaba el acceso al zaguán de su casa o algún grupo de muchachos mal entrazados que le cerraban el paso a algún conventillo.

Pero a pesar de los malos trances, de las muchas pruebas a los que lo expuso el destino, el hombre persistió en su cometido y duplicó su dedicación hasta censar lo que asumió como un representativo número de piezas relevadas.

El día que puso fin a la meticulosa tarea del inventariado había un sol impiadoso que rajaba la tierra. A pesar de ello, y sabiendo que estaba jugando un papel determinante en el descifrado de los mensajes del destino, el hombre concluyó su labor en una de las callecitas más recónditas del barrio de Mataderos, en medio de una bandada de mosquitos que lo azuzaban sin piedad desde el yuyerío del baldío cercano.

El último portal a inventariar correspondía a la vieja entrada de lo que alguna vez había sido un almacén, que en ese momento, dada su especial condición de colación de ciclo, por algún designio intrincado del azar, pasaba a adquirir una connotación más que destacada.

Sobre el dintel, en lo que quedaba del marco de la puerta desvencijada aún lograba verse en relieve y bastante maltrecho el cartel que alguna vez había brindado nombre a aquel establecimiento: la cabeza de un caballo, con las crines al viento que enmarcado con rastros de pintura roja aún rezaba silencioso: “El Potro”

A pesar de lo inhóspito del paisaje, de la incomodidad del calor y los mosquitos, de la molesta presencia de los vagos entre los que debió transitar, a pesar de todo eso…el hombre se sintió feliz.


(continuará)



jueves, 10 de septiembre de 2009

INVITACIÓN



Hola a tod@s!

les extiendo desde aquí la invitación para conocer y participar de un blog colectivo al que fui invitada por las amigas Cass y Any. Su nombre es El sur también existe y tiene como finalidad estrechar vínculos, no sólo entre bloguers latinoamericanos sino entre todos quienes tengan ganas de poner buena onda.

Estan todos avisados.
Los esperamos.


miércoles, 9 de septiembre de 2009

UN PREMIO (Gracias Lan)


El amigo Lan ha tenido la deferencia de otorgarme este premio. Generalmente suelo excusarme de continuar este tipo de cadena de premiaciones, ya que no me siento cómoda en la difícil tarea de nominar sólo algunos blogs amigos. Pero dado que estas preguntas me resultaron originales e interesantes, además de agradecer a Lan por su gesto, dejo aquí mis respuestas e invito a quien quiera hacerlo a dejar las propias en los comentarios.


¿Que historias marcaron tu inicio al mundo de la lectura?

En general siempre me atrajeron los cuentos cortos, no así las novelas, y el primer libro de cuentos que me atrapó fue, según recuerdo, Crónicas Marcianas, de Ray Bradbury.

¿Qué no le debe faltar a una buena historia?

Creo que un final inesperado, o por lo menos, un desenlace contundente.

¿Que libros no deben faltar en tu biblioteca?

No tengo biblioteca…simplemente unos estantes! Jejejeje…y allí se agrupan en forma natural, asistemática y no muy organizada los libros que el azar o el interés de momento deciden caer en nuestras manos (hablo por toda la familia).

¿Autores cuyas obras te marcaron?

Borges, Cortázar, Benedetti…

¿Que es un libro para ti?

Una ventana que quiere ser abierta.

¿Que le dirías a alguien que todavía no ha leído un libro?

Que alguna vez se anime a probar.


(ya saben entonces...están invitados a compartir el premio dejando sus respuestas)



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