Esta semana nos conduce Dorotea. Para ver más relatos jueveros, pasar por su blog.
Alguna vez me contaron –o tal vez
sólo haya sido un sueño- que en un principio el Invierno era apenas una
deslucida temporada de vientos fuertemente gélidos y días grises, nada bello
adornaba su clima destemplado, y la gente huía de él y sus inclemencias
climáticas buscando cálido refugio en el interior de sus casas.
Triste y algo celoso estaba el
Invierno de la belleza particular de las otras estaciones, en donde la frescura,
las formas y los colores irradiaban durante ellas la plenitud de la creatividad
de la Naturaleza en sus distintas manifestaciones. Tanto el Verano como el
Otoño y la Primavera habían sido bendecidos por innumerables detalles de fiesta
y celebración por los cuales podían estar sumamente orgullosos, luciendo con
elegancia cada quien sus particulares signos de hermosura durante el tiempo en
el que le toca instalarse sobre la Tierra.
La madre Naturaleza juzgó
entonces que el descontento y la tristeza del gris Invierno estaban
justificados ya que, quizás por cansancio o por estar aterida de frío, en el
momento de otorgar hermosura al invernal estadio, reconocía haber estado
algo falta de imaginación y fuerza creativa.
Para tratar de enmendar su falta
de ingenio inicial, quiso la maternal Natura otorgarle también alguna nota
especial por la cual lucirse frente a los mortales, pudiendo así también
él desplegar belleza y encanto en su momento de mayor enjundia. Fue así que decidió incorporar la nieve como
la materia prima con la que, dispuso, se manifestara la plena gracia
invernal, a la vez que le ofreció al propio Invierno que diseñara los delicados
copos de nieve con los que se ornaría de allí en más.
Agradeció el Invierno ese regio
gesto de generosidad de su Madre
Creadora y de inmediato se volcó a trazar sus propuestas. Lejos de intentar
emular la libre organicidad de las formas con las que se engalanaban sus
hermanas, se dejó llevar por la inspiración de las simetrías a la hora de armar
sus diseños. Con desbordante creatividad y sin repetirse, logró formar un
infinito catálogo de cristales de nieve que demuestran sin lugar a dudas sus
dotes de artista y destacado procurador de original belleza.