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domingo, 13 de junio de 2010

EL CÍRCULO DEL APOCALIPSIS - Parte final


A LAS PUERTAS DEL UNIVERSO

Ante sí, conservando rancio el aire que fuera fresco alguna vez, se hallaba lo que adivinó era una enorme biblioteca. Preservada del eco de violencias y tragedias, aquella enorme sala, subdividida en otras por arcadas curvas que sostenían el techo en magnificencia aún recordada, parecía estar dispuesta para ella, aguardando desde siempre su llegada. El relieve de una silueta humana con los brazos extendidos rodeada por un círculo flameante se destacaba en la parte superior de uno de los muros de la estancia.

Luego de encender todos los candelabros que halló a la vista, la mujer se dejó llevar por la emoción de tener ante sus ojos el que consideró el mayor tesoro que podía imaginar: ordenados en estanterías, guardados en exhibidores, ubicados en sus correspondientes anaqueles, por todos los rincones, en cada una de las numerosas salas fue encontrando más y más testimonios de todo lo que la humanidad fuera alguna vez y de lo que ella apenas tenía referencias, capturadas al azar, de boca de algún anciano memorioso que se abandonara al calor de sus recuerdos.

Nada en toda su vida había logrado conmoverla tanto. Se hallaban ante sí los registros invaluables de tantos años ya olvidados, generosos escritos de glorias y sueños pasados, descripciones de realidades borradas ya de la faz de la tierra, geografías de antaño, ilustradas crónicas de viajes y aventuras. Un universo fascinante, como jamás su mente ansiosa se animó imaginar…a su entera disposición!

Alguna caprichosa mediación desconocida había hecho que sus pensamientos, sus deseos, su espíritu, se conjugaran para hallar el camino que la condujo hasta allí…frente a aquel único y colosal tesoro…que, paradójicamente, ella no sabía dilucidar!...Jamás quiso la suerte que alguno de aquellos pocos ilustrados que quedaban en ese entonces con vida, se cruzara en su camino para que le enseñara la extraña técnica de trazar e interpretar líneas de la que los antiguos solían disponer.

Profundamente conmovida por el inimaginable designio en el que el destino la había colocado, la sufrida mujer confió una vez más en sus instintos y tomando uno a uno los volúmenes que sabía no lograría nunca comprender, comenzó a recorrer aquellas magníficas páginas, algunas plagadas de coloridas ilustraciones, otras con regularidad de signos y prolijamente encuadernadas. Hasta las más añejas y menos conservadas se dejaban hojear con sumisión y entrega.

La compleja mezcla de sensaciones que atravesaban su mente y corazón la fue haciendo caer en un inusual sopor mientras acariciaba con impotencia y resignación las tapas magníficamente decoradas de un pequeño libro que encontró guardado dentro de una caja.

Con el precioso libro entre sus manos se dejó dominar por el sueño que la fue envolviendo. Recostada en el mesón que se hallaba en el centro del salón principal de la biblioteca, casi apoyando la cabeza sobre él, la mujer fue penetrando poco a poco, con delicadeza inaudita, dentro de la realidad que el libro guardaba.

Se dejó llevar, blandamente… hacia un bosque frondoso…donde el sol se filtraba cálido y curioso haciendo dorar con su oro las hojarascas que cubrían el suelo por donde ella iba pisando.

Lograba sentir la brisa, un sugestivo aroma a pinos y hierbas fragantes…alcanzaba a ver a los pájaros en sus nidos…los polluelos temblorosos clamando a sus padres por su alimento… logró acariciar las flores extrañas y bellas que poblaban el sendero…se embriagó con el rumor del agua de un arroyo cristalino…se dejó llevar por la emoción al ver correr un zorro tras una liebre que casi rozó su pie en la huida…Fue mágico…pero real el andar por esas sendas, contenidas todas dentro de aquel libro…fue real su alegría, fue intenso y real el palpitar en su pecho al ver jugar unos niños, felices, agitando sus manos al viento!...

En medio de su ensoñación, sin haber salido aún de ese limbo, la mujer se preguntaba si el hechizo que estaba haciendo realidad lo que alguien alguna vez había descripto sería parte del delirio final de una enferma que, con ingenuidad, buscaba engañarse a sí misma.

Sin quererlo, más bien esforzándose por no hacerlo, la mujer despertó en medio de un leve resplandor. Con el libro aún entre sus brazos, acodada sobre el antiguo mesón de la biblioteca decidió que no debía esperar para comprobar el alcance del mágico embrujo que de ella se había apoderado.

Tomó otro libro, esta vez uno más voluminoso, con pequeñas figuras terribles y coloridas decorando los laterales del escrito…se dejó llevar por la tersura de una bruma irisada y cayó nuevamente en la magia envolvente…”soy el alfa y la omega”…”el principio y el fin”…escuchó claramente una voz intacta y primordial pronunciando esas palabras a la vez que algo que nunca había experimentado le confortaba por dentro… tuvo esta vez la certeza que el destino le estaba regalando un presente infinito: por alguna razón que no comprendía –quizás por pura piedad ante su soledad inmensa – se le estaba dando la facultad de revivir y conocer lo conocido y vivido por otros muchos, todos seres como ella, que desde épocas inmemoriales, habían amado, habían construido, habían enunciado, habían descubierto…

Un universo paralelo existía a través de los testimonios dejados por sus semejantes, preservados en forma latente, vívida y palpable en cada volumen de aquella biblioteca.

Abrumada por la inmensidad de aquella maravillosa oportunidad que se le ofrecía llegó a pensar que quizás el poder que se le estaba otorgando no acabara allí…quizás lo que tenía ante sí no fuera solo un alimento para su infinita sed de conocimiento o una salida mágica para su propia realidad truncada. Quizás ante sus ojos tuviera la puerta de entrada hacia otra dimensión desde donde pudiera advertir a sus pasados congéneres sobre el final hacia el que se estaban dirigiendo…quizás tuviera la extraordinaria misión de intentar cambiar el rumbo de lo que terminó en destrucción…un acceso hacia los márgenes del tiempo enlazados a través de los testimonios que la humanidad fuera dejándose a sí misma a lo largo de los siglos…

Conmovida a tal punto que llegaba a sentir la presencia de su propio espíritu, vertía con emoción las lágrimas que creía ya no tener… volvió a escoger otro libro al azar…lo abrió, sin ver, en una página cualquiera y rogó a los dioses que hasta allí la habían conducido, que le dieran una nueva señal…una constancia certera de lo que le estaban brindando…

Reposando su cabeza muy cerca de las páginas amarillentas de aquel otro libro, volvió a caer en el sedado sortilegio del ensueño revelador…esta vez fue de tintes dorados la niebla que la envolvía…y lo que alguna vez alguien escribió en forma profética, sintió que podría llegar a ser realidad a través de ella:

“Después de cada final habrá siempre un nuevo principio”…


(fin)

sábado, 12 de junio de 2010

EL CÍRCULO DEL APOCALIPSIS - Parte dos


ENTRE LAS RUINAS DEL TIEMPO

Esa noche durmió profundamente. Ignorando miedos (a fuerza de convivir con ellos, los temores tienden a acrecentar las fortalezas), repasando obstáculos, atesorando recuerdos. Cobijada entre los resaltos de aquella torre, vigía de mejores épocas, la mujer logró alejar de su mente las inquietudes propias de quien habita desde siempre un mundo hostil de peligros constantes, de soledades eternas…

La certeza de poder casi tocar su ansiado sueño hizo que se sintiera más fuerte, más cercana a lo que alguna vez debió ser un ser humano en su integridad.

La leve tibieza de la luminiscencia matinal se coló por el ventanuco de la torre, haciendo las veces de sol mañanero – algo absolutamente perdido y olvidado en aquellos entretelones del tiempo -.

No hubo pájaros, por supuesto, ni brisa matinal ni azul de cielo…una eterna niebla gris unificaba los días y las noches desde aquellos arcanos días en que la gran explosión hizo tronar la tierra. Divisar las leves diferencias entre ellos era quizás su único distracción en los momentos de mayor quietud, cuando la noción de ser única entre bestiales sobrevivientes la invadía y le tendía la trampa de dejarse llevar hacia los espejismos de sus fantasías.

Hubiese querido ser niña. Infante alegre como decían fueron alguna vez las criaturas que acababan de nacer. Por otros tiempos el nacer era motivo de alegría, de amor, de regalo celestial, de promesas cumplidas. En lo que ella recordaba, el nacer, además de rara circunstancia era apuesta de supervivencia, un intento más de la especie por sobreponerse al ultimátum de la muerte. No se era niño por lo tanto, sólo inexperta cría intentando pasar otro día acurrucado en su recelo.

Le hubiese gustado conocer aquellos extraños animales que, alguna vez, alguien le contó que poblaron el planeta, cohabitando con los humanos sobre la superficie terrestre, dando testimonio, con su existencia, de la magnífica diversidad que la naturaleza prodigaba por aquellos tiempos.

Aunque carente de afectos fuera de los que refiriera la propia supervivencia, los pocos semejantes que alcanzó a conocer alguna vez le hablaron de otras circunstancias, otras realidades que se dieron en el pasado. Hubo un tiempo en que la tierra era próspera y vitales las aguas. Los humanos eran muchos y poblaban los cuatro rincones del planeta. Se fueron enfrentando unos a otros y acabaron exterminando lo que antes abundaba y ella sólo conoció por referencias.

Intentar soñar con aquellos lejanos tiempos en que ella ni existía había consistido hasta ahora en su principal sustento. Haber llegado desde tan lejos hasta esas ruinas, inspirada quién sabe por qué fuerzas, resultaba ser ya en sí mismo un triunfo, una hazaña tan increíble que todavía la hacía estremecer por dentro. Y ahora que estaba allí, recorriendo la imponencia de aquellas reliquias volvía a sentirse desorientada, perdida…sin saber en realidad qué buscar, dónde indagar…

Lo primero que debía proveerse era un sitio con más reparo, algo más oculto que los despojados muros del ingreso donde había pernoctado. Dedicó muchas horas a remover escombros, despejando como pudo lo que debió ser una habitación principal. Aquella estancia le resultó apropiada y estaba semioculta atravesando un abra central cubierta de tablones y restos de una estructura de madera. Aprovechó lo que pudo para proveerse de fuego dentro de su refugio.

Inmediatamente se dedicó a recorrer con la mirada los magníficos relieves de aquellos muros. Aún debajo del polvo y el desgaste acumulado, aquellas figuras tan extrañas y de bella apariencia lograban impresionarla. Sin duda se trataba de animales que alguna vez habían andado los rincones de la Tierra.

Había en la habitación también algunos restos de muebles y se preocupó por reinstalar los que podían ser aprovechados. Las exquisitas tallas en esas maderas le recordaron que había habido tiempos en que las manos humanas estuvieron dedicadas a destrezas ya desconocidas. Acarició un trozo que le agradó especialmente. Se trataba de la representación de una flor, con muchos pétalos y hojas que la coronaban. Decidió ponerla a la vista, sobre una cornisa que cruzaba a lo largo uno de los muros. La contempló embelezada: la luz rojiza del fuego encendido le otorgaba un encanto inusitado. Se sintió cómoda en ese rincón, por primera vez en tanto tiempo lograba alejarse por unos instantes de su permanente angustia de supervivencia. Sin darse cuenta, se dejó caer sobre una saliente en la pared del fondo del salón presionando sobre ella con brusquedad.

Para su sorpresa, determinado por ese movimiento, parte de ese mismo muro se entreabrió, dejando ver los escalones pétreos de una escalera angosta. Mientras su corazón latía más agitado por el presentimiento de haberse topado con un secreto guardado por muchos siglos, su instinto de preservación le aconsejó que bajara muñida de lanza y antorcha.

Ya acostumbrados a la oscuridad, sus ojos no tardaron en adiestrarse para andar en aquella penumbra inquietante. Afortunadamente alcanzó a ver varias teas sujetas a los muros laterales; las fue encendiendo una a una, por lo que la luminosidad se fue incrementando a medida que avanzaba. Al final del pasadizo se alzaba una gran puerta. Dos hojas de sólida madera engarzada con herrajes de hierro cedieron ante la presión de su mano temblorosa que no pudo resistirse a girar el aldabón.


(continuará)

viernes, 11 de junio de 2010

EL CÍRCULO DEL APOCALIPSIS - Primera parte




LA SOBREVIVIENTE

Sin dudas la luna, inmutable en su levedad pese al paso del tiempo, fue la única testigo que vio arribar aquella figura.

Oculta por capa oscura, cubierto su cuerpo con cota y capucha, en medio del silencio sepulcral de la noche avanzaba lento, con la serenidad de quienes son concientes de la trascendencia de sus pasos.

La rústica lanza que usaba a modo de cayado se hundía en la arena mientras su cuerpo, agotado por el esfuerzo, se apoyaba sobre ella intentando recomponer su postura.
El cansancio le talaba los huesos, las recientes heridas fulguraban bajo la luz cenicienta de la noche estrellada…las viejas, en cambio, eran una con los pliegues de la piel agrietada por años y sacrificios.

Venía de lejos, desde donde el recuerdo de las viejas civilizaciones había sobrevivido hasta hacía poco. Pero la oscuridad del olvido había ya velado para siempre las luces de aquellos siglos. Inmemoriales…Acabadas… Dispersas… Nada de aquellas huellas quedaba indemne. Sólo fragmentos en su frágil memoria.

Frente al mar, negro como el presente, fundiéndose con un horizonte de turbias neblinas, ella supo que al fin había concluido su camino. Con la convicción que era ése el lugar desde donde debería concretar su sentencia buceando en conjuros de dioses ya olvidados, la mujer se detuvo, paladeando el salitre del aire que, por unos instantes, le recordó el estar viva.

Recortado sobre el cielo noctámbulo, en lo alto del acantilado, alcanzó a divisar unas ruinas. La silueta de la torre destacaba sobre las salientes de las rocas, alcanzando el oleaje a tocar con su espuma el borde de la base.

No estaba lejos. Un esfuerzo más y lo lograría.

Con uñas y dientes hubiese sido capaz de escalar aquellos riscos. El tiempo transcurrido en su largo peregrinar ahora se le antojaba poco, mientras disfrutaba complacida por haber llegado, pese a todo, a su ansiada meta.

Haciendo valer los últimos restos de fuerza contenida logró alcanzar la cima de los peñascos, agrietándose en el ascenso lo poco que quedaba sin sangrar de sus manos desgajadas.

Entre aquellas otras piedras, las labradas quizás en el comienzo de la historia, alguna vez otros humanos intentaron develar lejanos misterios, mucho más arcaicos de los que ella ahora llevaba dentro y aguardaban ser descifrados por el paso fugaz de algún rayo inspirador o por algún eco perdido entre los susurros del viento.

Restos de fortalezas mal heridas, monolitos de grandezas ya vencidas. Aquellas ruinas guardaban frente al mar inexorable, algún resto de sus magias pasadas. Lograba sentirlo…

Impalpable pero ciertos...en las hendijas, quizás, entre piedra y piedra, atrapados en los aires de un ayer que alguna vez fue limpio, quedaban rastros de otros tiempos.

Alguna vez entre esos muros alguien cantó letanías a viejas deidades, otros escudriñaron desde lejos las estrellas, algunos quizás evocaron historias de sus ancestros volcando en tersos pergaminos sus señales de tinta. Muchos más hurgaron más tarde entre esas líneas, reencontrándose con los primeros, venciendo las cenizas del tiempo que, implacables, sella el final de cualquier vida.

La mujer comprendió que allí moriría. Era su decisión. Era su destino. Pero después de intuirlo entre las escamas de sueños infinitos, la sola idea de haber alcanzado por fin esos ruinosos muros le llenaba el pecho de algo parecido a lo que otrora los antiguos llamaron gozo.

Saberse próxima a la puerta tácita de aquel poder inimaginable, desgastado por la sustancia de inacabables guerras y sus infinitos fantasmas, le hacía comprender que algo o alguien había dispuesto que así debía dejar su huella en el camino, ese que ya culminaba, ese que por los designios de la estupidez, los odios y la muerte no tenía más futuro…

…o tal vez se equivocaba, tal vez el exterminio no fuera aún definitivo y esa puerta no estaba aún cerrada y ese alguien o algo que seguía presintiendo la convocaba a seguir a tientas en su cometido.

No saber a ciencia cierta para qué se debe seguir resistiendo - cuando se han consumado ya las sentencias a todos los castigos- es algo que escapa a la conciencia y el entendimiento humano, tan limitados, tan infértiles, tan absurdos…

Cuando han caído en el pozo del olvido las que fueron innovadoras ciencias y tecnologías, prometedoras cepas del saber y el hacer de mortales generaciones, aspirar a reencontrarse con las primigenias fuentes de la inquietud y la sabiduría, implicaba pretender desandar los pasos que la humanidad entera había trazado desde el inicio de los tiempos.

Desde que los humanos comenzaron a erguirse frente al Todo animándose a plantearle los fundamentos de la que entendían su supremacía, pretendieron en su arrogancia ocupar por siempre el cenit de la creación. Esa soberbia los condenó. Esa vanidad terminó por arrasarlos.

Los pocos sobrevivientes, aullando allí fuera en las cercanías de esas ruinas legendarias, convertidos en criaturas deambulantes que nada sabían de preguntas o respuestas, se resignaban a despedazarse unos a otros en merecido castigo por su iniquidad.

Ella no sufrió el contagio. Por algún extraño designio había logrado preservarse de ese destino de bestialidad irreversible en los que los había trocado el último holocausto.

A pesar de su profundo agotamiento existencial, buscando a ciegas el significado de su propia permanencia, la mujer se empeñaba en seguir indagando.

No le preguntaba ya a su razón, que muy pocas pruebas le había dado hasta ahora de resultados o de esperanza. Tampoco le preguntaba ya a la experiencia, que se había ido desgranando entre las manos del tiempo como si se tratara de las arenas del desierto.

No quedaban ya sabios a los que consultar, se habían extinguido, como los amaneceres dorados, las aves, los sueños y los testimonios alguna vez atesorados.

No quedaban en pie monumentos, ni rastros de lo que fuera civilización avanzada. No quedaban tampoco credos, ni mitos ni esperanzas de redenciones prometidas.

En ese punto terminal de la historia humana, intentar elevar plegarias a la nada, a la oquedad sombría de los cielos y los tiempos, no resultaba siquiera una estrategia vana…consistía más bien en un insulto a la creación que intentó una y otra vez reconstruir lo destruido, sostener en vano lo que se insistía en ser derribado.

Pero no era a rezar para lo que ella había arribado. Era más irreal quizás su cometido, menos práctico, más ilusorio…llegar hasta allí siguiendo la inspiración del latido de sus ensoñaciones no hablaba bien de su condición de sobreviviente que ha debido enfrentar sañas y miedos. Era quizás él último resquicio de cordura lo que insistía, pese a todo, en apostar a un improbable justificativo.


(continuará)

jueves, 10 de junio de 2010

ESTE JUEVES UN RELATO: HACEMOS DEPORTES?




Lo suyo debía ser un deporte.

Nadie puede ser portador de tanto mal humor sólo por naturaleza.

Una carga tan frondosa de malas ondas necesariamente requiere un fuerte entrenamiento para desarrollarse y subsistir.

La ejercitación y perseverancia sin dudas mejora la performance de cualquier disciplina y en su caso, la constante práctica de quejas, bufidos, críticas, cuestionamientos y pesimismo hizo, sin lugar a dudas que en ese rubro, el tipo fuera un campeón.

Si fuera posible inscribir el fatalismo como disciplina olímpica hubiese encabezado por lo menos la delegación nacional y a la vuelta traía seguro una medalla de plata (por no decir la dorada que quizás resulta demasiada ostentación).

Lo cierto es que si alguien decía que le había gustado una película, a él seguro le había resultado aburrida y previsible.

Si otro alguien alababa el nuevo éxito musical, a él le resultaba insoportablemente pegajoso.

Si un compañero de trabajo proponía festejar su cumple en el bar de la esquina, a él se le daba por contar sobre los achaques de la vejez.

Si a su mujer se le daba por celebrar la primavera adornando la mesa con un jarrón con flores, a él seguro le provocaban alergia.

Era así nomás…contrera por deporte y pesimista en estado puro…a mí nadie me saca de la cabeza que tanta eficiencia sólo se logra por un sano afán de competitividad!


(MÁS DEPORTISTAS AQUÍ)



lunes, 7 de junio de 2010

EXTENSAS INQUIETUDES





En la inmensidad
de las incógnitas
que ofrece
la noche de luna llena
- plena de arpegios
armonías
y enigmáticos sortilegios-
el ser humano
imperfecto
y pasional
se pregunta
por qué y cuándo
ha comenzado
a vislumbrar
que no está solo
allí en el clímax
de ese universo
extenso y perpetuo.


sábado, 5 de junio de 2010

SÁBADOS LITERARIOS DE MERCEDES - Conversaciones con Dios

Dado que no he llegado a tiempo para elaborar una entrada ad doc para este sábado, me permito transcribir parte de un texto que ya edité y así ajustarme a la consigna que hoy nos inspira.


Y TÚ, QUIEN ERES? ...SOY EL ALFA Y LA OMEGA

Soy el Final y el Principio, lo Efímero y lo Eterno, la Energía y la Materia, soy la Causa y la Consecuencia, El Origen y el Destino. Mi Fuerza es lo primordial de todos los inicios, hacia Mí confluyen todas las conclusiones.

Me hice carne en mi Creación., en cada una de mis Criaturas.

Soy Ellas y Ellas soy Yo, aunque aún no lo hayan descubierto. Cuando sufren, soy Yo el que sufre, cuando aman soy Yo el que está amando.

Me complace verlos crecer, aunque a tientas avancen, sin saber que de Mí nacieron y a Mí volverán, ese es el Ciclo eterno que sé que no alcanzan a comprender en su magnificencia. En esa búsqueda de la Comprensión se encuentran desde que les di Vida, porque ése es su real Crecimiento.

Por saberse vulnerables han tejido más de una leyenda para aplacar la Inquietud que les despierta sentirse Nada frente a mi Todo, frente a Mí mismo, que soy Ellos, pero como los amo tanto y quiero que crezcan, les he dado Libre Albedrío, aunque también ese regalo cuestionan cuando ven desconsolados el fruto mismo de su Ignorancia.

Son frágiles, fatuos, transitorios, pero a la vez fuertes, trascendentes, eternos. Son una constante paradoja y ahí radica su mayor riqueza: son dueños de Ser y Hacer lo que quieran y para su resguardo los he hecho parte íntima de mi Creación, de mi Totalidad, que los abruma y a la vez inspira.

Me enternece verlos maravillados frente a lo que llamaron Luz, frente a lo que llamaron Cielo.

Me complace sentir que disfrutan Todo lo que les he dado aún cuando sé que en un futuro, avanzando en su necedad, se enfrentarán a la exigencia imperiosa de cambiar su actitud ante el real peligro de que su egoísmo y descontrol provoque la desaparición de la Vida tal como la han conocido.

Sé que muchos me culparán por sus males y me ignorarán en su bonanza. Pero para eso los he creado, para que en su devenir por la Vida vayan creciendo en Conocimiento y Virtud intentando acercarse a este Origen, a este Principio y Fin que soy Yo y que no comprenden.

Mi pobre Adán, sintiéndose Nada, deambulando entre su necesidad de aprender y su fragilidad carnal de Hombre que no puede detenerse ante la Muerte, tendrá que aprender a sobrellevar sus Miedos y Egoísmos, su Vanidad, su eterno destino de errante en un Todo infinito en el que a veces se siente Dueño, y otras muchas, apenas Polvo.

Intentará muchas veces reemprender su rumbo junto al vigor que le da mi Eva, (casi ave por su constante necesidad de vuelo) buscando en su Razón las respuestas a todo, y cuando no las halle, cuando se enfrente a los Misterios que trascienden la capacidad de su mente, retornará a la Intuición, que siempre continuará guardada en su rincón más íntimo a pesar que a veces la niegue por irracional y primaria.

Mi frágil Eva, más fuerte por dentro de lo que es por fuera, siempre estará atenta con su corazón abierto, cuando el Destino los ponga frente algún abismo, cuando sus decisiones no le sean propicias, Ella sacará fuerzas para seguir adelante, de la mano de lo que un día intuyó y llamó Esperanza.

Ambos, dualidad de un mismo Todo, energías opuestas de la misma Naturaleza, avanzarán buscando Saber y Comprender, complementarse, vencer la angustia del sobrevivir sin la protección que en el Origen sentían junto a Mí, aunque no me vieran.

En su intento de explicar su historia, fabularán suponiendo que a Una la he hecho con parte del Otro, y no ha sido así…los dos han surgido al mismo tiempo, separándolos de la misma sustancia primordial los he moldeado, no a mi imagen, porque no la tengo, pero sí he depositado en Ellos mi Hálito, mi Impulso, mi Espíritu, mi Fortaleza; y al poco tiempo los enlacé, para que ambos siempre se presintieran, como lo hacían ya Conmigo en aquel Inicio.

A causa de su vanidad, Adán creerá muchas veces que es dueño de la que es su compañera y actuará, ignorante, sin considerar que son iguales, partes opuestas de un mismo todo: la Humanidad, que se extenderá y crecerá por sobre el resto de mi Creación, a la que a veces considerarán como propia.

Buscarán trascender intentando miles de caminos, algunos fatuos, otros hostiles, otros peligrosos y sin sentido, algunos serán nobles, generosos, desinteresados, muchos otros, impropios y mezquinos. Ninguno será definitivo, siempre les dejaré abierta la puerta de la Oportunidad, hasta el último minuto en que tengan vida; hasta allí les toleraré sus Críticas, sus Errores, sus Necedades, porque son parte de Mí y los he creado para que cada uno encuentre su Destino.

Adán y Eva…mis Criaturas, mis consentidos. En su ilusión de saber todas las respuestas desconocerán su propia Ignorancia e inventarán historias, leyendas, mitos, religiones. Presumirán frente a ellos mismos de manejar a su antojo lo que no les ha sido dado más que para Ser, para Crecer…se creerán muchas veces capaces de ser Yo, aunque no sepan que Yo soy su misma Naturaleza.

Les costará comprender, les llevará una Vida, y para algunos, ese tiempo no será suficiente.

Pero siempre estaré; cuando me busquen y cuando me nieguen, cuando me encuentren y cuando me olviden. Porque soy la Causa de que Sean, el Destino hacia donde se dirigen.

Mis Criaturas: desde el Origen les he regalado la Palabra, la Razón, la Intuición, los Sentimientos, el Cuerpo, las Sensaciones. Hagan con ellos lo mejor que puedan. Son los instrumentos que les he dado para que crezcan; porque el verdadero significado de su Vida, ese que han querido descubrir desde aquel trascendental mordisco, no es el arribo al Final del camino, es el mismo Andar el que les mostrará su Sentido…


(más relatos http://sabadosliterarios.blogspot.com/)


viernes, 4 de junio de 2010

SENTENCIAS




Quien no combate la maldad

está permitiendo su permanencia.


Quien consiente el dolor de los demás

está denostando su propia existencia.




jueves, 3 de junio de 2010

PREGUNTAS DE UN AUGUR













Mirando al sol

de un atardecer rojizo

alzando los ojos al cielo

el augur pretende

descifrar los signos

que hacen a la senda

de un pasado oscuro,

de un futuro incierto…


Desde el hoy esquivo

intenta leer la suerte

que a propios y ajenos

envuelve sombría,

sin mostrar respuestas

a todos los porqués.


Si es por siempre

que el sol se halla en el cielo

y por ende,

allí fulgurará…

por qué tantos

seres y existencias

como arenas del tiempo

tan sólo, pasarán.


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