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jueves, 23 de enero de 2020

LOS JUEVES, UN RELATO: Qué tengo en el bolsillo?

Esta semana es Mar quien nos conduce y nos propone hurgar en los bolsillos para narrar una historia. Mis musas estas vez respondieron con creces y se destaparon con un texto bastante más largo de las 350 palabras sugeridas. Me disculpo por ello, pero no supe abreviarlo sin que perdiera fuerza.
Para leer todos los textos, pasar por la Bitácora de Mar.





EL ABRIGO DE LOS MÁGICOS BOLSILLOS

La noche anterior lo había encontrado, mal doblado y abandonado sobre un banco de plaza, sin nadie alrededor que lo reclamara. Se lo veía casi nuevo y bastante abrigado, nada que ver con su vieja y agujereada chaqueta que apenas lo cubría. Por eso se lo llevó, aliviada su conciencia al no encontrar en su interior algún papel u objeto que acreditara la pertenencia de quien lo había dejado olvidado.

Al verlo ahora ahí, prolijamente colgado sobre el respaldo de la silla del cuarto, acariciado por el hilo de sol que se filtraba por la ventana rota, el hombre revalorizó  su hallazgo y pensó que tal vez la suerte comenzaría a mostrarle su mejor cara. Y se sorprendió sonriendo, acariciando el paño azulado bajo la luz mañanera.

Como todos los días salió bien temprano luego de prepararse un té caliente con las últimas galletas secas que apenas alcanzaban para callar sus tripas. Sin rumbo determinado y sin más objetivo que sobrellevar otra jornada como mejor pudiera, salió a la calle con el firme propósito de intentar ser optimista. 
                             
El frío del invierno se hacía notar. Celebraba contar con aquel cálido abrigo que le había regalado la suerte, que además, resultaba ser exactamente de su talla y le otorgaba un muy buen porte. 

A media mañana, las ganas de saciarse con algo más suculento que las rancias galletas que había desayunado lo hicieron detener frente a una panadería en donde ofrecían café completo con tostadas a un precio muy conveniente. Suspiró hondamente sabiendo que cero era su capital y con gesto inconsciente y resignado metió sus manos en los bolsillos de su flamante saco buscando abrigarse un poco más. Enorme fue su sorpresa cuando sus dedos ateridos palparon en el fondo de uno de los bolsillos algo que hacía mucho ya había dejado de ver: un billete de cien. Nuevo, apenas ajado por el doblez, parecía haber estado aguardando el momento adecuado para aparecer.  No lo pensó dos veces y entró de inmediato buscando hartar sus ganas entre aquellas delicias que hacía tanto venía deseando. Quizás por lo inesperado, todo le supo a manjar de dioses: el café, el jugo de naranja, los panes tostados, la manteca y la roja mermelada. Sin dudas los mejores que había probado.

Mientras saboreaba feliz aquel regalo imprevisto, advirtió que una señora había sufrido un percance al cruzar la puerta del negocio, soltándosele la rueda al cochecito de bebé que llevaba. Naturalmente solícito se ofreció a ayudarla, aunque resultaba poco lo que podía hacer, ya que uno de los bornes se había quebrado. Instintivamente golpeó suavemente los costados de su abrigo en señal de sincera consternación. Al hacerlo, notó que del lado derecho, la chatura esperable en un bolsillo vacío se veía alterada por un pequeño bulto. Metió su mano de inmediato buscando saber de qué se trataba. Anonadado quedó al ver que se trataba de un borne, exactamente igual al que se le había roto al cochecito. Sin salir de su asombro y ante el agradecimiento de la mujer, rápidamente logró reparar el daño y la rueda quedó nuevamente fija en su lugar. 

Intentando disimular su infinita sorpresa luego de aquellos dos insospechados hallazgos, hurgó y rebuscó en sus bolsillos esperando encontrar un hueco o un lugar secreto en donde hubiesen podido estar ocultos tanto el billete como la pieza metálica. De más está decir que no lo halló.

Pasado el mediodía se dirigió al banco en donde mensualmente cobraba su magra pensión de desocupado. Habitualmente no había nadie a aquellas horas, ya que todos concurrían apenas abría. Esa vez no fue así. La gente colmaba el salón principal y el número de orden que le tocó indicaba lo largo de la espera: “554”… y andaban por el 450! Resignado guardó el talón en su bolsillo y se acomodó en un rincón tratando de no impacientarse. Transcurridos unos segundos volvió a sacar el papelito para verificar los turnos que faltaban para que lo llamaran. “455” leyó estupefacto.

- ¡Imposible!- pensó, mientras sentía que una extraña electricidad recorría su espina dorsal confirmando la cercanía de un hecho mágico.

-¡455!- llamaron desde una de las cabinas de pago. Y hacia allá fue, tambaleándose por el nerviosismo y la incredulidad.

La próxima coincidencia no hizo más que confirmar su sospecha de que aquel abrigo de veras tenía un componente prodigioso: la persona que estaba detrás de la ventanilla no era otra que la señora del cochecito, aquella que quedó tan agradecida por la ayuda que le había prestado y que, allí, al enterarse de su situación, quiso devolverle favor con favor dándole el número de teléfono del taller de su esposo, que casualmente estaba buscando un ayudante bien dispuesto y hábil en cuestiones mecánicas.

32 comentarios:

Campirela_ dijo...

El relato es increíble y ojalá hubiera muchos bolsillos mágicos ..pero Neo no sé si es que estoy leyendo mal o hay magia en el relato su número era 554..porque se pone contento cuando ve el 455..Aquí si que hay magia ..Un fuerte abrazo y muy feliz noche.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Jeje a veces la suerte nos ayuda a encontrar el camino. Muchas gracias Campirela. Un abrazo

Tracy dijo...

Un abrigo mágico que ayudó al que se lo encontró, todos no tenemos un bolsillo mágico, pero sí a personas que se nos ponen en el cammino y nos hacen la vida más llevadera.
Un beso

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Muy buena y apropiada reflexión Tracy. Muchas gracias. Un abrazo

Ester dijo...

La suerte llegó a una persona buena y servicial, el abrigo fue el vehículo el bolsillo su distribuidor. Original y feliz relato. Abrazos

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Muchas gracias Ester. Me alegra que te gustara. Un abrazo

Myriam dijo...

Lindo cuento de Navidad. Me gustan los milagros. Y me gusta la gente agradecida.

Besotes, Monica

Myriam dijo...

Y me alegro de que tu personaje solidario haya encontrado trabao, se lo merecía.

Más besos

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Cierto, Myriam, podría interpretarse muy bien como ciento de Navidad. Te agradezco el comentario.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Un giro para bien en su vida. Ahí radica el poder de la magia del traje. Me alegra que te gustara. Un fuerte abrazo y gracias otra vez.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Es que precisamente la magia hizo que el número en cuestion se cambara, adelantando su turno. 😊

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Cambiara, quise poner 😁

Juan L. Trujillo dijo...

Estoy con el comentario de Tracy. No busquemos bolsillos mágicos, seamos y busquemos personas dispuestas a ayudar.
Todo sería bastante mejor.
Besos.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Buena reflexión Juan. Muchas gracias. Un fuerte abrazo y gracias por pasar y leer

AlmaBaires dijo...

¡Qué buen relato!

Creo que es una buena reflexión o simbología de que, a veces, vale una buena predisposición; es decir, las oportunidades están, sólo que a veces no las notamos.

Un beso.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Nos hace falta apenas un empujoncito para aprovecharlas. Gracias María. Un abrazo

ɱağ dijo...

Tengo la sensación de que era un buen hombre y por tanto se merecía que le pasara lo mejor. Cuando lo que se ofrece se da de corazón, la vida nos da regalos inesperados.
Una historia preciosa, Moni, de verdad. Y un abrigo que no solo le quitó el frío sino que le dio una oportunidad de vida.
Gracias por tan bonita historia.
Besos enormes.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Me alegra que te gustar Mag, muchísimas gracias. Un fuerte abrazo

Albada Dos dijo...

La lámpara de Aladino con forma d abrigo. Me ha gustado por la originalidad, ese corazón de hombre bueno y el trabajo que acaba de conseguir.

Un abrazo y feliz finde.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Me alegra que te haya gustado y te pareciera original, Albada, muchas gracias. Un abrazo

María dijo...

Qué bueno que encontrara trabajo.

Qué buen relato.

Besos.

Mar dijo...

Que bonita historia y además con moraleja: haz bien y no mires a quien. Gracias a su buen hacer y a la magia del abrigo, la suerte lo acompañó.

Gracias por participar.
Bss.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Muchas gracias María. Un abrazo

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Fue un placer poder hacerlo Mar. Un abrazo y gracias por la propuesta.

Max Estrella dijo...

La magia existe en el bolsillo de un abrigo o cada jueves en tus letras.
Abrazo grande

el oso dijo...

Arranquemos diciendo que quiero un abrigo así. No me conformo con menos.
Del relato me encantó especialmente la naturalidad con que presentás hechos prodigiosos. Muy bueno.
Besos

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Gracias Max!😁

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Te agradezco mucho tu comentario de Oso. Un abrazo

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Que buen relato.
Merecía un poco de ayuda. Y la tuvo en forma misteriosa.
Me recordó algunas de los episodios de La dimensión desconocida.
Bien contado.
Un abrazo.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Te agradezco mucho tu comentario Demiurgo. Me halaga mucho. Un abrazo y feliz semana!

MOLÍ DEL CANYER dijo...

Hasta hoy no habia tenido tiempo de venir a visitarte. Que cuento más mágico!! Pero un abrigo adi ha de caer en las manos de quien realmente lo necesita. El relato es precioso, besos.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Te agradezco mucho tan amable comentario Moli. Me pone muy contenta saber que te gustó la historia. 😊 un fuerte abrazo

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