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jueves, 19 de diciembre de 2024

CADA JUEVES, UN RELATO: FOTOS AL VUELO

 Me sumo con esta historia a la propuesta juevera de esta semana. Me disculpo por haber sobrepasado la cantidad de palabras sugeridas. No pude acortarlo más sin afectar la trama. 

Dar clic aqui para leer todos los relatos en el blog de Artesanos de la palabra.



FOTOS AL VUELO

La caja primorosa básicamente contenía papeles. Servilletas dibujadas, tickets visados, folletos ya olvidados. Huellas de cafés y madrugadas compartidas archivados con la melancolía propia de quien idealiza un ayer añorado. Y entre tantos registros siempre un nombre sobresaliendo en medio de aquel cúmulo de recuerdos sublimados. Un nombre que jamás después se permitió pronunciar por miedo a desgastar aquella cadencia que sintió alguna vez, deletreándolo en íntimo paladeo.

En  más de una ocasión pensó en tirar la caja. Quemarla sin más, sin rescatar ni repasar aquellos rastros resignados en su recuerdo. Pero siempre se frenó antes de buscar los fósforos. El apego inconsciente que frenó aquellos impulsos destructivos se agazapaba con remordimiento intentando endulzar lo que alguna vez fue causa de rompimiento.

Culpas, quizás como excusas pretendiendo justificar lo que de vez en cuando evocaba con tristeza. Más de una vez se entretuvo imaginando lo que hubiera pasado si en lugar de no ceder ante la sospecha, hubiese actuado con menos intransigencia. Al fin de cuentas la juventud es incertidumbre, una dubitativa prueba en el proceso de construcción de nuestras personalidades y nadie puede decir, que nunca se equivocó ni que jamás actuó con egoísmo o irresponsabilidad. Tal vez fue demasiado estricta a la hora de juzgar. Siempre valoró con extrema exigencia la fidelidad y pretenderla en forma absoluta durante aquellos años adolescentes quizás fue desmedido, castigando con demasiado rigor aquello que le dolió más de la cuenta.

De repente se encontró recorriendo fotografías borradas de su memoria. Una a una repasó puntillosamente las escenas retratadas: su vestido de graduación luciendo apenas como una mancha incierta. Los peinados voluminosos añejando los rostros de sus amigas. Las poses infantiles de los muchachos -seductores en su memoria- contrastando con la inseguridad de aquellos retratos fortuitos.

De repente un rostro. Aquel rostro que tanto la había enamorado. Evocó con nostalgia ese nombre vedado y lloró, enternecida la imagen por la dulzura del tiempo ido. Se contempló bailando con él en la foto siguiente. Su mirada embelesada no ocultaba lo que sentía. Él,  en cambio parecía querer esquivar la intimidad del momento. Sus amigos rondando sin dudas lo apabullaban, acobardando su machismo incipiente. En las sucesivas instantáneas, su galán -en cambio- lucía más natural y obsecuente. La cercanía de otra beldad parecía haber alterado la actitud contenida que mostraba junto a ella. Haciendo un esfuerzo logró reconocer aquella rubia esbelta en la que se posaban los ojos de su antiguo enamorado. No entendía cómo se le había pasado antes aquel detalle ingrato: ¡su propia prima odiosa haciéndole ojitos a su novio! ¡La casquivana obscena! ¡Envidiosa consumada! ¡Allí estaba la prueba, la felonía temida al fin comprobada! Ahora todo encajaba entre mil recuerdos borrosos: tenía rostro y nombre la traición susurrada.

Abrumada por la ira sintió que una fogata sería un fin demasiado honroso para aquellas reliquias blasfemas. Quiso darles menos respeto, arrancar de cuajo la afrenta sin que quedaran siquiera escorias votivas conmemorando el engaño. Fue así que en un impulso indecoroso, deseando alejar rápidamente tanta traición y falsedades, arrojó sin previo aviso todos aquellos recuerdos por la ventana. Mientras el viento se encargaba de arrastrar por los cielos papeles y maldades, ella pensó en qué nuevo uso le daría a aquella caja engalanada. Se le ocurrió que Kitty -su gata mimada- estaba necesitando un sitio para hacer sus necesidades y aquel arca de encajes -sin dudas- resultaría muy apropiado.




1 comentario:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Creo que es entendible esa ira un tanto tardía.
Y el sentido del casrigo hacia esas fotos, que el ambiente exterior irá desgastando, no faltará una lluvia que las vaya borroneando.
Y la caja también, ahora será para su gata.
Un abrazo.

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