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lunes, 27 de abril de 2009

HISTORIA EN TRES PARTES (reedición) - Parte1







LA MUERTE DE LOS PRIMEROS PÁJAROS

Esa mañana despertó con una extraña sensación de incertidumbre, quizás un mal presagio…no era raro en ella levantarse con ansiedad y desencanto. Su vida no era un cúmulo de felicidad pero solía tranquilizarla la sensación de sobriedad y seguridad que desde siempre la rodeaba.

Pertenecía a la clase más acomodada de Baviera; su familia era de rancio abolengo, su matrimonio, sin pasión y con poco afecto no había resultado nada fuera de lo previsto. Su marido, un acaudalado industrial, aunque sin apellido ilustre, aportó al matrimonio la cuota de desahogo económico conveniente y de esa manera, ambos contrayentes recibieron beneficios de la que fuera considerada dentro de los más altos círculos sociales, la boda del año de aquel 1930.

Pero todo aquello parecía ya muy distante. Tres años habían pasado desde ese punto culminante de su monótona pero distendida vida y ahora eran pocas las decisiones que quedaban bajo su responsabilidad: mantener en orden la casa y sus criados, organizar y asistir a los encuentros de rigor con las damas de su posición, alguna que otra cena o salida elegante por semana y en verano el consabido viaje a la montaña que realizaban todos los años junto con sus padres.

No había podido tener hijos y si bien no hacía demasiado que se había casado tenía cierta amargura que le impedía dedicarse de lleno a alejar su mente de conflictos, como era su intención y como lo había hecho siempre.

La comunicación con su marido se limitaba a los temas domésticos, la renovación de su vestuario o algún que otro chisme de alguna familia de su entorno venida a menos. Sus relaciones sociales, sus intereses económicos, y algún aislado comentario sobre la necesidad de entablar vínculos con nuevos personajes influyentes eran los temas que su esposo traía de vez en cuando a la intimidad de su vida hogareña.

Nada que pudiera distraerla de su cotidiana seguridad, a pesar de que era una época de revueltas, de inestabilidad política y malestar social que ella elegía ignorar.

Los horrores de la guerra no les habían afectado directamente, ya que su acaudalada posición siempre les permitió evadirse en los momentos de mayor tensión.

Si bien siempre los vaivenes de la política fueron asunto de hombres que las damas de su posición no manejaban, los rumores de cambios profundos habían llegado hasta la intimidad de su Club de Damas Benefactoras, en el que solía volcar su cuota de responsabilidad social para con las clases menos afortunadas.

Pero esa mañana había despertado con una impresión extraña que la inquietaba notoriamente sin saber el motivo.

Luego de desayunar, como todos los días fue a revisar la gran jaula con pájaros que se centraba en el patio principal, pequeño capricho que su marido le había delegado y al que ella, sin cuestionamientos, había aceptado incorporar a sus ocupaciones domésticas.

Sin que hubiera un motivo aparente encontró a varias de las aves muertas, tiradas sobre el piso de la jaula. Ese hecho desagradable la inquietó más de la cuenta y lo relacionó con la sensación de inquietud que la embargó desde muy temprano; como solía hacer en esas situaciones en que la realidad no le mostraba su lado más amable decidió no deprimirse y encomendó a su criada que se ocupara de quitar los cuerpecitos sin vida y de comprar otras aves para reemplazarlos.

Cuando ya el asunto se había alejado casi por completo de su mente, la criada le trajo la noticia que el dueño de la tienda de animales que solía ocuparse de las aves ya no estaba.

El pequeño negocio mostraba sus vidrieras rotas y carteles insultantes habían sido pintarrajeados en los muros. Palabras incomprensibles que ella ni siquiera retuvo daban a entender que el viejo veterinario había sido sacado a la fuerza de allí y llevado a algún lugar para ser interrogado.

Le costaba entender por qué gente como aquel simple veterinario se empeñaba en meterse en asuntos poco claros, cuestiones que escapaban a su escaso dominio de política y que provocaban hechos de violencia de esa magnitud. Por lógico instinto de supervivencia, alejó rápidamente de su cabeza aquellos desagradables temas.

Cerca del mediodía, cuando ya el asunto de los pájaros se había borrado completamente de su cabeza, su marido regresó inusualmente temprano. Le traía una grata sorpresa: iban a hacer un viaje juntos. Por complicaciones en los negocios su esposo nunca antes se había podido alejar de allí por mucho tiempo, pero ahora ambos viajarían hacia oriente y realizarían aquella travesía que varias veces habían postergado.

Muy alegre recibió la noticia, evaluando que era poco el tiempo de que disponía para renovar su guardarropa pero igualmente festejó la oportunidad de alejarse de ese ambiente de hostilidad del que a veces no lograba protegerse.

Su esposo, además le comunicó que esa tarde vendrían varios personajes encumbrados, políticos y empresarios con los que debería cerrar algunos detalles de negocios. Gente a quien ella no conocía y a quien en realidad tampoco le era grato conocer.

Igualmente sabía que sus obligaciones de anfitriona la obligaban a hacer alguna entrada oportuna y breve, poniendo un toque de color a aquellas reuniones de negocios en las que se suelen tocar asuntos áridos y poco gratos a los oídos femeninos. Ya se las ingeniaría para cumplir con lo imprescindible sin ofender a los invitados de su marido.

A la hora indicada y tal como lo había previsto, los personajes fueron llegando; eran hoscos hombres de negocios, miembros del partido al que recientemente su esposo se había sumado y algún militar que aportaría su cuota de racionalidad y eficiencia. Todos atributos que contribuían a que sus deseos de esfumarse de aquella sala crecieran en forma proporcional al número de visitantes.

Mientras les ofrecía el café y el licor de rigor comprobó que el vocabulario que aquellos caballeros desplegaban tampoco estaba de acuerdo con su concepto de amena tertulia.

Esas voces ríspidas, implacables, firmes y autoritarias despertaban demasiada intimidación para una dama y los temas que trataban eran especialmente desalentadores para motivar alguna oportuna intervención: mítines, proclamas, economía, nacionalismo, líder, enemigos…términos oscuros y poco gratos que buscó enseguida olvidar concentrándose en el delicioso aroma de su café.

Lo más rápido que pudo buscó una adecuada excusa para escabullirse y dejó a los hombres en aquel mar de humo y negociaciones que le resultaba tan poco acogedor.

Mientras se retiraba del salón, luego de recibir muy formales cumplidos alcanzó a escuchar algo de algunas corridas en los suburbios, ataques a negocios y volantes que proclamaban el nuevo ideario.

Nada de eso consiguió alejarla de su inmediato objetivo: llamar a su hermana para comunicarle las novedades sobre su próximo viaje.

Si bien muy cercanas, las dos mujeres tenían grandes diferencias de carácter, así mismo eran muy buenas confidentes y ninguna de las dos guardaba secretos hacia la otra. Esa tarde la voz de su hermana estaba particularmente inquieta, luego de escuchar las noticias de su pronta partida, la interrumpió cuando apenas comenzaba a detallar las necesidades de su guardarropa. Le habló de ciertos rumores que ya se oían en círculos muy cercanos a su familia. La fuerza que estaba cobrando un nuevo líder, la creciente cantidad de adeptos, la nueva doctrina, la violencia que se había desatado en algunas zonas de la ciudad, los comentarios sobre las vinculaciones de su esposo con quien sería sin duda nombrado canciller…

Todo ese fárrago de cuestiones políticas que escapaban a sus menesteres de esposa y dama de la sociedad casi consiguen alterarla, pero de inmediato logró recuperar el control de sus pensamientos, concentrándose en los preparativos de la próxima travesía.

Esa noche, durante la cena, su marido se mostró particularmente excitado, debiendo interrumpir la comida dos veces a causa de imprevistos llamadas telefónicas.

Mientras ella disimulaba su disgusto por lo poco propicio de quien buscara resolver asuntos de negocios a esas horas, intentaba distraerse pensando que el viaje quizás vendría bien para agregarle algo de romanticismo a su matrimonio, que lejos estuvo siempre de ser una de las novelas rosa con las que acortaba sus tardes.

En esos pensamientos estaba cuando el puño de su marido golpeó violentamente la mesita sobre la que descansaba el teléfono, la fuerza del impacto fue tan grande que el cenicero de cristal que estaba a su lado cayó al suelo y se hizo añicos.

Tan grande también fue la sorpresa por la inesperada reacción de su marido que tardó en llamar a la criada para que recogiese los trozos del suelo.

Cuando la conversación telefónica terminó, lejos de tranquilizarse su esposo continuaba visiblemente molesto, haciendo gala de un lenguaje vulgar y violento que ella hasta ahora desconocía.

Enorme fue su inquietud al verlo con los ojos enrojecidos a causa del disgusto con algún subordinado que no había cumplido alguna de sus órdenes como debiera. Más crecieron sus interrogantes al escuchar que en su reproche, su marido hacía hincapié en que “el nuevo gobierno” requería de una “nueva mentalidad” y alejarse de “los viejos conceptos moralistas”. Esos vocablos fueron nuevos para sus oídos y no se compatibilizaban con lo que su cabeza entendía como “problemas comerciales”.

El hombre debió darse cuenta de lo inapropiado de sus exabruptos, porque acto seguido, buscó retomar la compostura, pidió disculpas a su esposa y retomó la cena sin más explicaciones, motivo éste que instó a la mujer a encontrar algún tema mucho más grato para acompañar los postres.

Contrario a su propósito, el primer asunto que vino a su cabeza fue el de la sorpresiva muerte de los pájaros que había acontecido esa mañana, cuestión bastante desagradable que pretendió obviar en un primer momento y que ahora, sin proponérselo siquiera había vuelto a resurgir como excusa para desviar el tema de conversación.

Con bastante sorpresa la mujer escuchó las palabras que a propósito pronunció su marido. Luego de unos breves instantes de reflexión, con una mirada gélida e impiadosa que no le conocía, el hombre, masculló: - No hay que dramatizar, es la selección natural – para mejorar la especie es bueno que sobrevivan sólo los más aptos.


(continúa)

11 comentarios:

Lola dijo...

Denso y liviano a la vez, como la cabecita "loca y evasiva" de la mujer.
Me ha encantado el estilo, con un fluir, como la mujer en una danza, siguiendo los pasos establecidos, sorprendida cuando nota algún pisotón...
Se intuye de qué va, pero lo mejor está por llegar, ¿hacia dónde irá?
Esperaré la continuación con interés.
Besos

Marisol Cragg de Mark dijo...

Una época oscura para Alemania:
Un comentario que podría calificarse de nazi: "No hay que dramatizar, es la selección natural – para mejorar la especie es bueno que sobrevivan sólo los más aptos".

Cuánta gente aprovechó de la coyuntura de la II Guerra Mundial para acumular gran dinero sea en el área textil (para hacer uniformes), en la de armamento,etc. y cuántos se afiliaron al partido nazi no sólo por conviccción, sino por conveniencia.

Recieb un cordial saludo desde Berlín.

Lala dijo...

Aunque se trata de una ficción, este relato tuyo trae sensaciones fuertes, debido al transfondo de la historia...

Por cierto, tus historias no se olvidan y esta también la recuerdo perfectamente.

:D


Un beso


Lala

Cecy dijo...

Oh, si que me ha despertado la intriga, se ven muchas cosas en este texto, mucha oscuridad poca cosas claras para la mujer, un marido que no se sabe bien o podemos sospechar que es un personaje oscuro, pero bueno prefiero seguir esperando a ver como se desarrolla.

Besos.

Mundo Animal. dijo...

♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡
............,.---._.. ._,-';
.... ,----(..... o`-'.,-´
. /(........`--'._,´
'( ..\. |__|. |' Abrazos desde el
......|_|...|_| Mundo Animal.

"EL SECRETO DE LA FELICIDAD ESTA EN MIRAR TODAS LAS MARAVILLAS DEL MUNDO,SIN OLVIDARTE NUNCA DE LAS COSAS SENCILLAS...QUE TIENES EN LAS MANOS, CUIDEMOS A NUESTRAS MASCOTAS Y RESPETEMOS SUS DERECHOS"

. !! NEO TE DESEAMOS UNA EXCELENTE SEMANA, CHRISTAN Y ESTRELLA ¡¡
♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Muy bueno este relato; repito, muy bueno.

Me reservaré hasta ver la continuación, que, indudablemente, promete mucho.

Un abrazo!

≈♦ Mi Sentir ♦≈ dijo...

MUY LINDO RELATO NEO, TRATARE DE LEER LOS SIGUIENTES, ESPERO ESTES BIEN,TE DEJO UN BESITO Y BUENAS TARDES

MORGANA dijo...

Neo, tu maravilloso relato y la musica de fondo me ha transportado a ese mundo que tan bién sabes crear..algo intuyo,pero espero seguir leyéndote.
Besos.

Ardilla Roja dijo...

A ver el seguimiento...

Sinuhe dijo...

Mmmm... hay que ver lo camaleónica que eres,jejeje. Esto promete. Me espero a que lo termines para comentar con más profundidad. No tardes, ehh¡¡¡

:)

Abrazos

Anónimo dijo...

Moni, insisto en que estás más que preparada para escribir una novela, o hacer una recopilación de las trilogías y publicarlas en papel, las descripciones son impecables, al igual que la narrativa, tenés un don, no cualquiera puede escribir de esta manera, te lo aseguro y sabés que lo digo en forma objetiva, un beso, sigo como la tortuga Manuelita en todos los sentidos, jaja, pero a la larga o a la corta siempre llego a leerte, no se me escapa. Besos!!

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