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domingo, 9 de agosto de 2009

TRES PERSPECTIVAS - Parte 1



La siguiente trilogía pretende armarse en base a las distintas perspectivas que tres personas entrelazadas por el destino, tienen de la misma situación trágica que debieron enfrentar. Cada uno, de distinta forma y en distintos momentos, muestra su particular punto de vista ante una parte crucial de sus vidas que los marcará para siempre.

Las mismas, son versiones absolutamente libres de personas reales que, creo, lograrán identificar.

Nota: el orden en que las presento, como verán, no es cronológico.



OSCAR - 1895

Entre cuatro paredes, encerrado en las mazmorras no puede creer aún que esa sea su suerte.

Ayer, privilegiado, respetado y exitoso. Hoy uno más entre los delincuentes, los despreciados, los que avergüenzan.

Su costoso abrigo, sus zapatos lustrados, su camisa de encajes contrastan vergonzosamente con aquellos muros sucios, derruidos, malolientes.

Cómo llegaría a soportar toda esa inmundicia por dos años era algo que todavía no entraba en su mente.

Su cuerpo, si bien robusto y bien alimentado, no supo nunca de los sinsabores del esfuerzo físico, de las privaciones, de los malos tratos. Hasta cuándo podría resistir en ese infierno era algo que ni siquiera llegó a plantearse antes porque en realidad nunca creyó que aquella pesadilla fuera posible.

Nunca dio por cierta la posibilidad que lo encarcelaran. Siempre creyó que su posición social y la agudeza de su discurso serían determinantes a la hora que la justicia inclinara su balanza, y si bien el marqués estaba en una situación mucho más encumbrada que la suya nunca se le ocurrió pensar que se llegaría a ese extremo.

Dos años de trabajos forzados por una acusación tan endeble, tan relativa como la que le hicieron era un castigo tan desmedido que aún le parece imposible que haya sido concretado.

Su inútil abogado no le dio más esperanzas. Ni siquiera le queda ya alguna débil expectativa. Por más improbable que sea, un mínimo atisbo de luz al final del túnel serviría para darle ánimos, para tener algo que esperar del día siguiente…pero no es así. Ni siquiera tendrá el consuelo de saber que alguien estará esperando por él cuando su condena se cumpla…si es que llega a soportarla.

Sus amigos, numerosos e incondicionales en sus días de gloria, se peleaban hasta hace poco por halagarlo, por congraciarse con sus caprichos. Hoy, cuando el deshonor y la difamación han llegado hasta su puerta, todos han huido.

De su esposa no puede esperar más que desconcierto. La pobre nunca supo dónde estaba parada y su dependiente naturaleza de mujer mimada, criada entre algodones, sin duda hará que desista de toda propuesta de acercamiento o entendimiento que él pueda intentar. Su conservadora mentalidad tan poco afecta a la permisividad y a la consideración de distintas perspectivas, seguramente hará que huya espantada a refugiarse entre los muros de su casa paterna y sustraiga para siempre de su vida, con ella, a sus dos pequeños. La moralidad hipócrita de la sociedad conservadora en que nació y en la que se alimenta cada día, hará imposible que siquiera se disponga a tratar de comprender. Nada más ajeno a sus posturas inflexibles. Ella no puede dar más de lo que es, y su pequeñez de corazón es tal, como estrecha su capacidad de entendimiento…propia de su condición de mujer.

De nada sirve esperar algo ni de ella ni de sus viejos amigos. Lo abandonaron. Él lo sabe y ya lo ha asumido.

Quienes lo idolatraron antes hoy lo desprecian, como si se tratase de otra persona. Él siempre fue así, aunque las formas lo obligaran a poner ciertos velos sobre su más íntimo ser. Nadie que haya hecho alarde de conocerlo verdaderamente puede decir que alguna vez se mostró distinto. Simplemente no quisieron verlo. No lo aceptaron, no tuvieron el coraje de entenderlo.

Pero lo que más le duele, lo que realmente le destroza el corazón como una estocada traicionera es el desamor que ahora le prodiga quien es y fue el motivo de sus pesares y también –para qué negarlo- de sus más encumbrados sueños y placeres.

Aquellos ojos claros que le atravesaron el alma apenas verlos, aquellos que lo complementaron tan intensamente en su arte y sus desvelos, hoy se han borrado, impiadosos, alejándose totalmente del desconsuelo de sus días.

Comprende lo difícil que debe haber sido para la levedad de su ángel tener que enfrentar a su padre en ese oscuro escándalo que los colocara de repente y con crudeza en el medio del huracán, entre de las murmuraciones y la incomprensión de una sociedad tan mediocre que no entiende ni de amores ni del vuelo del arte y su libertad.

Elevados ambos por sobre la chatura de aquellos mortales simples y conservadores, la inmensidad de su pasión, su atrevimiento, su entrega mutua, quedará inmortalizada en cada uno de sus versos, invocación eterna del amor verdadero que no sabe ni de formas ni de composturas ni de conveniencias ni de indecencias. El amor es amor y como tal debería ser encumbrado y enaltecido.

Mientras sus ojos intentan acostumbrarse, resignados, a la celda y a la oscuridad que lo envuelve, vienen a su mente, como un bálsamo aquellos versos tan amados que alguna vez su joven amante le dedicara, culminando su declaración con una frase que jamás olvidará mientras quede aire en sus pulmones y sangre en su corazón:

"the love that dare not speak its name" (el amor que no se atreve a decir su nombre).

Con el paso de los años fruto de su dolor y desengaño escribirá a modo de irónico desahogo:

«Detrás de la alegría y la risa, puede haber una naturaleza vulgar, dura e insensible. Pero detrás del sufrimiento, hay siempre sufrimiento. Al contrario que el placer, el dolor no lleva máscara.» (Behind joy and laughter there may be a temperament, coarse, hard and callous. But behind sorrow there is always sorrow. Pain, unlike pleasure, wears no mask).


5 comentarios:

La sonrisa de Hiperion dijo...

Siempre hay escritores que nos marcan a fuego.

saludos!

Pepi dijo...

Que triste acabar una brillante carrera en una cárcel, todo por una sociedad hipócrita que siempre se escandaliza por cosas que realmente no son para escandalizar, aunque en aquellos años si, pero la hiprocresía sigue presente. Me gustó tu forma de contarlo. Besitos.

Anónimo dijo...

Me encanta la facilidad para ponerte en el lugar de tus personajes (histórico o imaginarios), la forma de pensar NO es la tuya, es la de ellos!!. En cuanto a la historia biográfica de Oscar, qué decir, son incomprensibles algunas formas de actuar que caracterizan a ciertas sociedades, al extremo de condenar actos que no tendrían por qué valorarse en términos de justicia (hasta donde yo sé el chico era mayor de edad, no?, creo). Bueno Moni, hoy me quedo con la intriga de las otras dos historias porque voy muertaaaaaaaaaaa jajaja, a dormir se ha dicho, encima hace un frío de locos, tengo las uñas de una mano moradas (no sé por qué se me congeló una sola mano jajaja). Besos!!

Cecy dijo...

Siempre jugando con los extremos, eso hace que se lastime mucho mas que una persona.
Muy bueno, como siempre.

Besos.

amelia dijo...

dicese, que cuando estaba a punto de morir en esa pensión inmunda dijo: o cambian el papel del de las paredes o me marcho.
El era asi, y todos los maricones y con respeto, son asi, sensibles y traicionados por la belleza, lo adoro, al fin y al cabo, es un revolucionario como yo, claro que yo no estaré enterrada como, el, vete tu a saber donde me enterrarn mis hijas, un beso monica.

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