Sumándome con demora a la propuesta de Inma:
NI DE ROSA NI DE PRINCESA
Había una vez una niña que no se
comportaba como las demás. Lejos estaba de soñar con ser una frágil princesa o
con príncipes azules que la rescataran de eventuales peligros o encantamientos.
En cambio era una niña que intentaba disfrutar de cada pequeña cosa que la vida
le brindara sin caer en prejuicios ni miedos exacerbados hacia el diferente o lo
desconocido. Se sentía libre y sin temores. Descreía que detrás de cada cara
poco atractiva o desfigurada aguardara agazapada una personalidad maliciosa
dispuesta a atacarla sin más motivo que el de romper su inocencia. No soñaba
con dar órdenes ni contar con privilegios otorgados por alguna corona brillante
que adornara su cabeza. No quería tener que preocuparse por su apariencia al
punto de necesitar en algún momento de su vida un espejo mágico sosteniendo su
autoestima. Pensaba que cada quien debía elegir a voluntad su forma de vivir,
vestirse y opinar sin tener que ajustarse a las normas impuestas por el capricho
de un mandante. Ambicionaba ser siempre ella misma, sin tener nadie a quien
copiar ni envidiar ni frente a quien presumir. No elegía exclusivamente el
color rosa para decorar su habitación ni se acotaba al estante “para nenas” en
las tiendas de juguetes. No hacía caso de los comerciales que recomendaban el
más “cool” de los juguetes ni dejaba de lado su imaginación a la hora de
inventarse distracciones. Disfrutaba divagar frente a las ilustraciones de
viejos libros infantiles y hasta se entusiasmaba descubriendo juguetes que
habían usados sus padres y abuelos en otras épocas.
Frente a los demás, ella vivía en
un mundo de “absurda fantasía” sin “sentido práctico” y con poca “relación de
pertenencia”. Eso llegó a inquietar a sus padres, quienes por recomendación de
profesionales especializados la obligaron a hacer terapia para ajustarse a los cánones
impuestos por la mayoría.
Al tiempo, la terapia dio
resultado y ella comenzó a soñar como todas con ser princesa, con casarse con
un joven y apuesto príncipe que la rescatase de peligros, brujas y dragones.
Comenzó a temerle a la fealdad y a la oscuridad, a los distintos, a los
foráneos. Dejó de aventurarse por lugares desconocidos y de jugar con libros y
juguetes pasados de moda. Comenzó a elegir el rosa para todo lo que llegara a
sus manos, a acumular todo lo que le recomendaban por televisión. Comenzó a ser
una niña como todas las demás, con miedos inconfesados por sentirse distinta o
fuera de lo que estaba bien visto para las niñas modositas y bellas. Desde ese
día su libertaria inocencia comenzó a marchitarse para siempre.
P.d
LES RECUERDO QUE HA COMENZADO LA CONVOCATORIA PARA PARTICIPAR DE LA TARJETA NAVIDEÑA DE ESTE AÑO. LES RUEGO SE APUREN EN ENVIARME SU FOTO!
15 comentarios:
Jolines yo me recuerdo una niña casi como esa, claro que cuando yo era pequeña era más facil ya que no habían ni anuncios ni nada parecido, aunque si recuerdo que me llamaban "marimacho" porque decían que me comportaba como los chicos. El hacer que las niñas tengan un papel determinado desde pequeñas, el que cada vez se las perciba más hipeersexualizas pienso que luego pasa lo que pasa que la mayoría de mujeres tenemos serios problemas para construir nuestra identidad. Por cierto tu cuento me ha encantado, besos.
P.D. No recuerdo a que correo tengo que enviarte mi foto, me lo podrias hacer llegar a traves del mio: molidelcanyer@gmail.com.
Mas o menos, así era yo, solo que no fui a terapia y he llegado a esta edad, que ya es importante, sin ningún trauma ni problema. Así como lo has contado así me gustan los cuentos. Un abrazo
Buenas tardes , ojala no hubiera hecho terapia , pq así era totalmente feliz , con sus secretos , sus fantasías e ilusiones.
Las personas todas somos distintas y cada una con sus rarezas , lo importante es sentirse feliz consigo misma , ya seas o te llamen rara , ¿que es ser rara? ser diferente a quién...
Muy bonito tu relato .Un saludo y feliz resto del día.
Qué pena que al final las normas logren imponerse. Todas, y todos, nacemos para ser seres únicos, cada cual con sus sueños, pero hay que adaptarse al conjunto de la sociedad. Si no eres como todos estás en contra de todos.
Un beso.
Pues yo de pequeña leí muchos cuentos de hadas y me costó mucho sufrimiento darme cuenta de que los príncipes azules no existían...qué pena que a tu protagonista no la hayan dejado ser como era, tan original y genuina.
En cuanto pueda te mando la foto.
Un beso
Qué pena de niña! Ay, el daño que hacemos sin pretenderlo.
Esa terapia hizo un cambio abrupto y radical a la pobre nena. Y ahora con sus frustraciones ya es una chica normal, según los “demas” estaran felices de los resultados. Muy original tu cuento de la princesa, me gusto su contenido.
La foto, si me decido te aviso, mejor dicho te la envio. Gracias por el recordatorio.
Beso
Y esa terapia fue como una manzana envenenada, que fue matando lo que tenía de distinta, tan alejada de los convencionalismos, de los prejuicios.
Tu relato es uno de los más inquietantes de este jueves.
Un abrazo.
!!Que pena!!! Terminaron por llevarla a la mediocridad, al rebaño. Y los del "rosa" y "azul", tan contentos.
Besos.
A veces los progenitores no saben valorar lo especial que son sus hijos y creen que una educación reglada y convencional es lo mejor.
Una pena.
Aleccionador cuento.
Un abrazo.
¿Por qué nos amputan la infancia?
Besos.
(Tengo pendiente la fotografía.)
Un triste cuento, más triste dado que es recurrente en la vida real. Espero que cada vez menos.
Besos.
Al principio me senti identificada,,,,lo bueno es que no me llevaron a terapia nunca...digo..a mi me parece bueno..a mis padres, mi rebeldía no les gustaba mucho...pero creo que lo he hecho bien...y aunque no soy una princesa, soy la reina de mi hogar...besosss niña
Todos deberíamos de tener la posibilidad de ser y actuar como sentimos en nuestro interior y no dejarnos llevar por lo que dicen y piensan los demás.
Lelas letras.
Besos.
Pd recuerdame como enviarte la foto para la targeta. Gracias
Y así es como se encajona a la gente en estereotipos bien enraizados.
Un saludo.
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