Tras andar errando
detrás de fugaces logros
o éxitos aplaudidos
al final del camino
uno comprende
-o al menos debería-
que no está
allá afuera, la felicidad,
pendiendo de un hilo
en la piel de otro
o enhebrada a alguna estrella.
La felicidad auténtica,
la más simple,
la más íntegra,
la más vital,
la indispensable,
radica, al fin de cuentas,
en uno mismo.
En esa paz interior
que uno alcanza
-o busca en sabiduría-
cuando comprende
que lo principal
-lo más valioso-
lo llevamos dentro…
y es eso lo que perdurará
aún cuando ya
no estemos vivos.
8 comentarios:
Bello, bello como siempre. Còmo estas Neo! un gusto pasarme por acà.
La maravillosa sabiduría universal que solo escuchan quienes se han adiestrado para SENTIRLA. Bss.
También yo pienso así.
El mérito está en saber decirlo como tu lo haces.
Es cierto, para mirar a nuestros adentros tenemos toda la vida, cambia y cambiamos pero lo esencial es lo más sencillo. Bien dicho Neo, besito.
¡Qué belleza!
No me parece que sea simple, creo que es bastante complejo.
wow!!!! simplemente bello.... tus palabras se han clavado en el hueco de mi alma, donde se refugia el demonio que me susurra todas las madrugadas, yo al menos sé que mi felicidad nunca ha radicado en otro lado más que en mi interior, es por ello que nunca me he avergonzado de lo que fui o de lo que soy, con el simple hecho de aceptarse ya uno ha conseguido lavarse de todos los pecados para poder mirar el ocaso sin verguenza y sin temores, que la muerte tocará tu puerta y lo recibirás con un abrazo más un por qué demoraste tanto?... aunque para completar la felicidad es esperar la muerte cogido de la mano de aquella persona que amaste tanto, no es una necesidad, pero tampoco está demás.....
Cierto, la felicidad radica en uno mismo, saber cómo encontrarla y disfrutar de ella en todo lo que tenemos... MªJesús también sabe de ésto.
Un abrazo :)
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