Me tomo la libertad de aportar otro texto reeditado para sumar a esta convocatoria juevera
SUCEDIÓ
EN UN COLECTIVO
He odiado los largos viajes
en colectivo desde que debía levantarme a las cinco y media de la mañana para
llegar a tiempo al colegio que se encontraba a más de una hora de mi casa. Los
detesto, más aún en esos momentos en que la gente viaja apiñada como sardinas
en lata, resignados y dolientes hacia el monótono destino al que cada quien ha
apostado en su vida. Ya sea de ida como de vuelta, sumergirme dentro de un mar
de extraños bostezantes en su letargo mañanero o su regreso claudicante me ha
resultado siempre tan fastidioso como deprimente. Sólo el rítmico reflejo de
las luces mortecinas que se apagan o se encienden sobre los vidrios empañados
logra sacarme de la pegajosa futilidad que me envuelve en esos momentos.
Fue durante uno de esos
tramos de intrincadas elucubraciones que la vi por primera vez, hace ya mucho
tiempo. Y aclaro que digo “la” por pura intuición, ya que, si me pongo a
pensar, sólo un leve gesto de femenina suavidad que alcancé a percibir bajo su
inalterable mirada me hace suponer que pertenezca a ese sexo. Por todo lo
demás, nada en su exterior denota algún género. Ni su vestimenta, ni sus
movimientos, ni su voz, que jamás he escuchado. Totalmente rapada, sin cejas ni
pestañas advertibles, según sea la luz del sol que incida en el momento, un
dejo breve de cabellera rojiza enmarca su cabeza que se alza desafiante sobre
el elegante cuello que evoca al de un cisne. Una sonrisa indescifrable a modo
de Mona Lisa llevan sus labios finos, siempre inmutable ante lo que pase a su
alrededor. Sólo yo parezco percibirla camuflándose entre los demás rostros,
observándolo todo, como si el evaluar la conducta de la gente fuera su única
intención.
He llegado a pensar que no
es humana. Tal vez sea un ángel o un extraterrestre. Una vez le descubrí un
tatuaje en el antebrazo izquierdo, una especie de código QR impreso sobre su
piel, por lo que comencé a fantasear con que se trataba de un androide -o
quizás fueran varios, idénticos- intercalándose entre la gente para
observarnos. Tan sólo en una oportunidad la vi demostrar empatía con alguien a
quien le habían sustraído la billetera y ella, sin que nadie más lo notara, se
las ingenió para provocar la caída del ladrón desbaratando así el robo. En esa
oportunidad descarté que fuera un ser maléfico, idea que, confieso, se me cruzó
en un principio. En otra ocasión la vi observar un accidente callejero sin
inmutarse. Su pasividad en esa circunstancia me hizo mirarla con cierta reprobación
que sin duda advirtió. Esa fue la única vez que cruzamos directamente nuestras
miradas por unos segundos. Los suficientes como confirmarme que algo
extrasensorial la rondaba, pudiendo percibir los pensamientos ajenos. Esa idea
me descolocó de raíz, lo reconozco, volviéndome totalmente vulnerable frente a
ella.
Lo cierto es que desde hace
mucho tiempo la vengo encontrando en mis largos trayectos interurbanos, a veces
de día y otras, por la noche. Siempre disimulando ambos que notamos nuestras
respectivas presencias. Siempre cuidando de no dar una señal equívoca por la
que el otro pueda acercarse demasiado.
Así nos hemos manejado hasta
hoy, en este extraño y solitario trayecto en el que sólo ella y yo -más allá
del chofer autoexiliado en su música- compartimos viaje.
Creo que no fue casualidad
que al subir se sentara justo detrás de mí, próxima su insondable sonrisa a la
zona más sensible de mi nuca, que ahora se eriza por el temor que, más allá de
toda lógica, su íntima cercanía me provoca anunciándome un fin trágico. No sé
bien si será el de ella o el mío.
20 comentarios:
Inquietante y bien narrado. Ese ser, mujer o similar, puede que sea la premonición de un encuentro con la Parca, o no, pero me encantó cómo nos ha llevado en ese Autobús.
Un abrazo
Da la impresión que tiene que ser el tuyo.
Abrazos.
Hablando de encuentros te dejo éste recién hecho.
https://alfredcomermaprat.blogspot.com/
Abrazos.
Mira, estar leyendo y escuchando a la vez esa preciosa melodía me eriza la piel, son sentimientos profundos los que nos dejas...Besos.
Neo te envío mi enlace
Un beso
https://tracycorrecaminos.blogspot.com/
Son posibilidades que se nos ocurre al viajar rutinariamente. Me alegra que te atrapará la historia. Un abrazo y muchas gracias por leer con atención Albada
Jeje. Veremos, veremos
Te agrego en breve, Alfred. Muchas gracias por sumarte. Un abrazo
Me alegra mucho, Campi. Lograr traspasar con emoción y sensaciones es a lo que se aspira al escribir. Muchas gracias. Otro abrazo
Ya te agrego Tracy. Muchas gracias
Nunca hurgaste en el código... que diria???
Una inquietante aparición, tecnológica, extraterrestre sobrenatural, aunque no necesariamente maligna. Parece no serlo pero es inquietante que parezca anticipar el futuro.
Tal vez sea el fin de la vida de alguien más.
Bien contado. Un gran aporte a tu propia convocatoria.
Jueves.
Jaja no se me ocurrió averiguar! Gracias por leer, Gustab. Un abrazo
Me alegra que te gustara Demiurgo. Un abrazo y muchas gracias por leer con interés.
¡Qué bueno! Has creado un extraordinario personaje. Podemos imaginarlo en cada detalle. El misterio va creciendo, lo has logrado muy, muy bien; y el final (que reconozco quería que me sorprendiera dadas las expectativas que creas...) es perfecto, abierto. Tanto has inquietado al personaje que no sabemos si se ha descolocado o la amenaza es real...
Un abrazo y feliz finde!
Valoro mucho tu detallada interpretación, Maite. Muchísimas gracias. Un fuerte abrazo
Tremendo final, además has relatado tan bien el escenario y la personalidad de "ella", que parece que yo también iba en el autobús.
Jaja. Me alegra que así lo hayas sentido, Tracy! Muchas gracias. Un abrazo
Pone un poquitín los pelos de punta, al menos a mí. Inquietante relato, besos.
Jeje eso intenté. Muchas gracias un abrazo
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