NAVIDAD BLOGUERA

FIGURA Y FONDO

FIGURA Y FONDO
mi último proyecto

FLIN EN LA LIBRETITA

...un personaje nacido de mi mano...

Cartas que no fueron enviadas

..quedan invitados a conocer el blog de Eduardo, mi papá (que sigue vivo desde sus letras)

LADY DARK

un relato ilustrado

Seguidores

domingo, 24 de junio de 2012

EL ENIGMA, FIN DEL CUENTO




Parte Final: LA REVELACIÓN

En medio de su júbilo no supo si dirigirse hacia la biblioteca, o en cambio retornar a la pensión. En ambos sitios tenía material de sobra como para iniciar la búsqueda de puntos conectores entre la plantilla -ahora en su poder- y los preciados azulejitos relevados.

En su cabeza, ávida de respuestas definitivas, mil y una posibilidades rondaban como alternativas para ser exploradas. Pensó que debería comenzar examinando detenidamente el esténcil, tal vez encontrara alguna inscripción que lo orientara o le ayudara a limitar su búsqueda. Quizás debería continuar con la verificación de la cantidad exacta de azulejos coincidentes con ese diseño. Lo que más le inquietaba era definir cómo y cuánto acotar la búsqueda.

Pensó también que los datos del lugar donde había adquirido la plantilla sin duda deberían tener algún significado especial, por lo que memorizó inmediatamente la dirección de aquel tugurio donde había hallado la inestimable pieza: Matanza 611 y tomó nota también de un dato que –inmediatamente- le pareció relevante: el nombre del local era “El Caballito”.

Decidió -por fin refugiarse- en la pensión para hurgar plácidamente en los secretos de su recién adquirido tesoro. Allí podría manipular, comparar y chequear a su antojo tanto la plantilla en sí, como los innumerables ejemplares de sus réplicas fielmente asentadas en sus registros.

Al llegar, su nerviosismo fue tal que la llave de su cuarto parecía no querer calzar en la cerradura. Al fin logró abrir la puerta y entrar… para volver a cerrarla luego y aislarse completamente del ruido de la calle, los vecinos y el jolgorio de los pibes que a esa hora regresaban de la escuela.

Su primer gran descubrimiento fue advertir que bajo la gruesa capa de óxido y mugre pegoteada, la plantilla llevaba grabada una inscripción bastante pequeña, de la que sólo se alcanzaba ver a simple vista unas pocas letras: “C x ML”.

De más está decir que rápidamente se puso a experimentar con cuanta sustancia abrasiva encontró en las cercanías intentando despejar el área en cuestión. Lo más efectivo fue remojar la plancha en cloro para luego frotarlo cuidadosamente con arena fina, tratando que en el proceso no se alteraran las inscripciones.

Después de un tiempo que no registró, pero que debió haber sido considerable (al culminar, la luna ya se veía claramente en el cielo) la leyenda salió a la luz bajo la tutela de la lámpara de aquel cuarto adusto y silencioso.

Lo que en apariencia sería un código de serie convencional y ordinario (IV  IX I  XX  M c ML) pasaría ahora (si sus capacidades de intérprete de lo oculto así lo posibilitaran) a  develar su significado más trascendental y recóndito.

Buscó inferir si aquella inscripción correspondería a una clave que buscaba esclarecerse según otro dato implicado en alguno de sus contrapartes azulejadas, que, a estas alturas ya habían sido computadas y resultaban ser exactamente mil seiscientos once.

M 611 garabateó caprichosamente. Y no supo si aquella arbitrariedad se debía al cansancio acumulado, la ya imperiosa necesidad de alimentarse o algún otro intrincado sortilegio que así lo hizo transcribir.

Lo cierto es que de inmediato le vino a la mente la dirección del negocio de  compraventa de la calle Matanza, cuya localización correspondía (por supuesto no casualmente) al número 611. Aquella primera prueba tangible de que sus exhaustivas investigaciones estaban bien encaminadas lo renovó por dentro.

Su corazón parecía latir con más insistencia. Sentía en su interior lo que podría asemejarse a la fuerza de un potrillo…y aquella feliz comparación terminó por exaltarlo más aún, al tiempo que recordara los dos principales episodios relacionados con equinos de todo su periplo callejero: el nombre del otrora almacén, figurante como domicilio de los últimos azulejos registrados “El Potro” (donde había varios de los ejemplares coincidentes con su esténcil) y precisamente el nombre del la casa de compraventa de la calle Matanza, designada coincidentemente “El Caballito”. Su felicidad no podía ser mayor.

Llegó la mañana. Por lo menos así lo anunciaba la luz del sol que insistía en asomar entre las cortinas deshilachadas de la única ventana de aquel cuarto de alquiler.

La gran debilidad que lo invadía era por él adjudicada a la profunda satisfacción provocada por haber logrado enlazar varios de los secretos escondidos en aquel diagrama de azulejos, códigos, nombres claves y esténciles. No asociaba ni de lejos que tal estado de decaimiento tuviera que ver con los días de ayuno prolongado -producido más por descuido que por voluntad- a consecuencia del gran apasionamiento que su vocación de revelador de acertijos fue determinando.

Decidió permitirse un descanso luego de aquella jornada plagada de positivas señales y buenos designios.

Hundida en un blando mar de sueños, su cabeza se empeñaba en no querer desprenderse del hilo conductor al que se habían prendido sus razonamientos. Uno a uno los sucesos más trascendentes de su pesquisa se fueron hilvanando a la deriva de su ensueño… mientras su mente, que no paraba de buscar nuevos significados nacidos de aquel entretejido sutil de registros y claves, se negaba a detenerse.

Surgida entre las sombras de su inconsciente, la noción del tiempo fue tomando otra vez la forma de las convenciones y a pesar de no estar despierto, la certeza de estar transitando por día y fecha determinados alertaron a sus sentidos para que, con presteza, la urgencia de lo importante le hiciera despertar.

Sin llegar a sentirse plenamente lúcido, la convicción de que otra gran revelación estaba por serle concedida hizo que el hombre intentara una vez más hurgar en los secretos de aquella inscripción misteriosa.

Al mismo tiempo que la certeza de padecer un fortísimo dolor de cabeza tomaba forma en su conciencia, un dato con el que se topó alguna vez durante sus investigaciones en la biblioteca, llegó de improviso a su mente buscando ser puesto en práctica.

Según recordaba haber leído, para las culturas más arcaicas, como la de los celtas, los espejos desempeñaban dentro de sus creencias otro tipo de funciones además de las obvias.  Solían ser interpretados como puerta de comunicación con los dioses o ancestros, y por lo mismo, funcionaban como una fuente de conocimientos ocultos, oráculos o presagios que a través de ellos pudieran emerger.

Extrañamente sudoroso, sintiéndose muy débil, el hombre intentó comprobar qué efecto recibía al confrontar con un espejo aquella escritura de la plancha de esténcil. Tambaleándose y como pudo, consiguió instalarse frente al pequeño espejo de la pared, sosteniendo entre sus manos la plantilla metálica que de repente parecía haber adquirido un peso descomunal.

Con titánico esfuerzo logró mantener en posición la inscripción para ser reflejada en forma conveniente, mientras sus afiebrados ojos se esmeraban en visualizar las letras que ahora se le mostraban impiadosamente borrosas.

Como era de esperarse, lo que en apariencia era un simple número de serie, al reflejarse pasaba a cobrar otra significación bien distinta: el supuesto “IV  IX I  XX  M c ML“   resultaba ser (con ciertas licencias) “ LM c M XX I XI VI”, o, para ser más claros L (50) MCMXXI  (1921) XI (11) VI (6). Cifras éstas  que cobraban entidad a la luz de haber vuelto a tener conciencia de la fecha en que transcurría aquella situación, 11 - 6 -1921 ¿casualmente? ese mismo día…¡el día de su cumpleaños número 50!

Temblando de pies a cabeza y sin saber ya si aquellos síntomas tan inusuales eran provocados por la exaltación lógica de haberse encontrado con un enigma dirigido inequívocamente hacia él… o si en cambio, los temblores, la fiebre y la debilidad eran el resultado acumulado de alguna especie de sentencia que estaba apunto de ser cumplida.

Los datos de la fecha exacta en que se encontraba no terminarían de revelar su sentido si no lograba entrever de qué pronunciamientos estaban acompañados. Pensó en aquella otra señal relacionada con la dirección del local de compraventa: M 6 11. Otra vez 6 y 11, o sea 11 de junio…como poniendo énfasis. En qué?...M. M de calle Matanza…Matanza = Muerte, infirió… y de repente tuvo la certeza que aquel intrincado juego de artilugios y señales confabuladas no habían sido más que una burla… Una sádica sentencia hacia donde el destino había decidido conducirlo. Quizás para humillarlo. Quizás para castigarlo por la soberbia de pretender asumirse como intérprete de un lenguaje del que no era digno y para el que no estaba realmente entrenado.

Con su mente ahora sospechosamente esclarecida, presintiendo la inminente llegada de la muerte y sin que esto le generara pánico alguno -más bien, una patética sensación de humillación y menosprecio- tuvo aún la inquietud de intentar revelar qué último significado tendría la presencia de caballos en aquel oscuro mensaje del que era destinatario.

Pensó que quizás el mismo sitio donde comenzara a elaborar su aventurado proyecto fuera el lugar más adecuado para culminar de concretarlo. Hacia allí se dirigió, sacando fuerzas de flaquezas.

Confirmando que el destino suele prepararnos jugadas magistrales en las que nos coloca de repente frente a algún hito trascendente o enigma dispuesto a ser descifrado, el hombre se abandonaba otra vez al azar…o quizás, a algún hilo virtual que hilvanaba su rumbo en la tarde somnolienta de los barrios porteños. Hurgando nuevamente en el misterio de zaguanes frescos y silenciosos, volvió a dejarse llevar por los sortilegios de las mayólicas y azulejos que continuaban hechizándole con sus mensajes cifrados de imágenes, símbolos y recuerdos…

…Ahora, mientras divaga entre fiebre y delirios sobre cuál sería el papel que juegan los caballos en su  inminente final, observa con atención- sin antes haberlo notado en sus relevamientos- un curioso azulejo albiazul que se destaca en la entrada de un zaguán ignoto.

Es uno muy atípico…Algo especial…Un minúsculo caballito azul con dos patas alzadas y las crines al viento…

Instintivamente busca entre sus bolsillos lápiz y papel, aprestándose a añadirlo como rareza a sus registros…pero, como broche final del encriptado juego al que cruelmente fue sometido… la muerte le sorprende junto al raro azulejo, precisamente antes que el hombre llegara a catalogarlo.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Está bien, podria ser una ironia que haya fuerzas que impidan que se revelen ciertos secretos.
O tal vez haya sido el temperamento demasiado emocional del personaje lo que le impidió llegar al secreto final.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

..o tal vez no había ningún mensaje más allá que la fecha de su propia muerte...el chiste que le hizo el destino fue hacerle precipitar por su locura, hacia un final que de otro modo -de no existido precisamente esa insanía- no se hubiera provocado

Muchísimas gracias por seguir atentamente la lectura

RGAlmazán dijo...

Llegó a lo que llegó y no había más. Su juego le precipitó hacia la fecha fatal.

Salud y República

Luis dijo...

Disculpa Neogéminis por dejarte este mensaje. Te envié un mail a la dirección moni_FR_123@hotmail.com
para comentarte que tu blog está nominado a la I Edición del Premio B. Espero que te sumes a la iniciativa. En el mail adjunté las vias de votación mediante un banner. Un abrazo y disculpa la molestia

emejota dijo...

Nunca existe un secreto final si hay vida detectivesca, uno siempre acabará inmerso en la búsqueda del sagrado grial. Bss.

Any dijo...

Un chiste del destino; alguna vez escuché que cuando Dios se aburre, se juega nuestro destino a los dados. Me parece que este tipo agarró a Dios en uno de esos días "a este le cancelo el carnet de socio el 11.06, pero además antes lo hago renegar un poco je je ... " que feo!
Ja, vió que le dije que este señor estaba perdiendo el tiempo? hubiera dedicado ese esfuerzo en vivir un poco, por lo menos se hubiera ido mas contento.
Me gustó mucho toda la descripción primera y los datos de como llegó esa moda azulejística a este lejano mundo. Muy interesante. Y el tipo me dió mucha pena y un poco de envidia, nunca podría apasionarme asi por nada (creo bah)
Un beso

mariajesusparadela dijo...

Leo también los comentarios y de todo saco conclusiones. Hay sobre todo dos quue me llaman la atención: uno, la categórica afirmación de que "la felicidad no existe". Otro, el consejo de que "hubiera sido mejor que hubiera dedicado su teimpo a vivir un poco".
Estoy en absoluto desacuerdo: lo importante (en mi opinión) es el camino y ese hombre vivió intensamente ese camino y, a su forma, fué feliz.
Me gustaría tener siempre mi vida tan llena y al llegar mi último día poder decir: qué paseo más corto e intenso. Eso, creo, es la felicidad.

censurasigloXXI dijo...

Yo entiendo las pasiones por descubrir. Creo que cada uno ve las vidas de los demás, muy bien o muy mal aprovechadas según quisiera vivir la suya propia. A modo de envidia, deseo o frustración... o no.

Un beso.

La sonrisa de Hiperion dijo...

De nuevo por aquí.

Saludos y un abrazo.

Anónimo dijo...

Acabo de recordar la novela Los Impostores, donde el personaje es un sintetista, por un extraño experimento, es capaz de ver relaciones donde nadie más las ve, pero son relaciones reales. A veces son armadas por quienes quieren llamar su atencion. Este personaje considera a Sherlock Holmes como mejor sintetista. Hay un romance con una mujer, perteneciente a la especie que es motivo del titulo, puede transformarse en distintas mujeres, puede fusionarse con computadoras y tiene un lenguaje quimico. Se llama Demi, lo que facilita una clave, con el juego de mitad, algo que se le escapa al protagonista.

Archivo del blog

BLOG REGISTRADO

IBSN: Internet Blog Serial Number 1-958-000-000