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lunes, 22 de noviembre de 2010

UN HOGAR NO ES UNA CASA – Tres puntos de vista (2)

Perspectiva 2. EXPULSADO Y SIN COBIJO


















Cuando le llegó la noticia de su traslado la idea de alejarse del sitio que lo viera nacer le cayó como una bomba. Ni en sueños se había imaginado lejos de aquellas calles en las que desde siempre se encontraba como pez en el agua.

A pesar del aire enrarecido, la inseguridad que cada día iba en aumento, los ruidos constantes que enmarcaban todo con su acostumbrada estridencia, nada de eso lograba contrarrestar la sensación de comodidad que le sugería el hecho de habitar en una ciudad cosmopolita y ajetreada como aquella. La posibilidad de tener al alcance de la mano todo lo que se necesitara era una cualidad que compensaba largamente los contados aspectos negativos que la vida de ciudad podría llegar a tener.

Fue por esas circunstancias que tardó en hacerse a la idea de que aquel traslado en realidad se concretaría. Demoró todo lo que pudo en anoticiar a su mujer y su hijo sobre la imposición laboral que debía enfrentar sin chistar, sin que se le haya consultado ni se le hubiese ofrecido mejoras económicas suficientes a modo de incentivo.

Pero la realidad no se cambia por el mero hecho de retrasarla y por fin un día hubo que levantar todo e irse, evitando pensar en lo que dejaban atrás.

El trayecto le resultó insoportablemente largo. No eran una familia modelo, eso lo tenían los tres muy presente, por lo que la acostumbrada receta de evitar estar mucho tiempo juntos - compartiendo lo que quizás otros disfrutaran – solía ser puesta en práctica todas las veces que fuera necesario. Pero un viaje era algo diferente e inusitado. El silencio se hacía más espeso que de costumbre y mirarse directo a los ojos, aunque más no sea por breves instantes, era inevitable. Tanto para él como para su hijo y su esposa, la mesurada distancia autoimpuesta por cada miembro hacia los otros dos, era sumamente valorada, ya que con eso diminuían las molestas discusiones.

El último tramo del extenso trayecto lo hicieron en auto, desde la estación hasta las cercanías del pueblo, donde los esperaba la que sería su nueva casa.

Apenas al llegar fue cuando tomó definitivamente conciencia que ya no habría vuelta atrás. Aquella sería su casa por los próximos cinco años al menos… y la imponencia y el descuidado estado de aquellos muros lograron desestabilizar todo su ser con franca inquietud. No estaba seguro de poder sobrevivir en aquellas soledades y pensarse con la sola compañía de su mujer y su hijo por tanto tiempo le hizo sentir un temblor extraño subiendo por su espalda.

Enseguida debió debutar con sus nuevas asignaciones laborales. Si bien pasaría la mayor parte del día en su trabajo, al retornar al atardecer serían varias las horas en que los tres deberían solventar el silencio de la incomunicación que nunca supo enfrentar.

Desde el principio, algo muy especial le resultó particularmente inquietante en aquella casa: un persistente olor a almizcle mezclado con canela se desprendía de su interior. No lograba identificar muy bien la causa del aroma, ni el lugar desde donde provenía, ya que en todos los ambientes se percibía claramente su presencia. En ningún sitio en particular su intensidad se acentuaba o desaparecía totalmente. A veces le parecía descubrir que era la madera de ventanas, puertas y escalera el origen de aquel perfume. Otras, identificaba directamente al aire como portador de tan perturbador mensaje olfativo. Lo cierto es que sólo a él no le resultaba grata esa fragancia y al poco tiempo comprendió que tanto su mujer como su hijo desistieron enseguida de indagar su origen.

A medida que iban pasando los días vislumbraba que nunca lograría hacer suyos los recovecos de cada habitación, las curvas de cada moldura.

La sensación de desprotección que percibía en cada estancia, aumentaba su incomodidad al punto de sentirse –con certeza- mal recibido en el que se suponía debería ser su hogar.

Pese al esfuerzo de su mujer por hacer más acogedora aquellas paredes inhóspitas, nada lograba poner fin a esa sensación de impaciencia que lo embargaba cada día más.

Así, comprendió –a pesar de lo ilógico que sonaba- que era la misma casa la que se estaba encargando de expulsarlo de su cobijo. Supo, sin lugar a dudas que no era allí donde quería –no podría- vivir el resto de sus días…

(continuará)


16 comentarios:

casss dijo...

Tienes una arte especial en esto de las trilogías: ME ENCANTA COMO LO HACES!!!
Besotes (dobles claro)

Anónimo dijo...

Adaptarse a una nueva casa cuesta, y máxime si hay que dejar muchas vivencias en el hogar anterior...deende de lo que te motiva o te lleva a cambiar...seguiremos leyendo...

Marcos dijo...

Muy bonito, Mónica.
Difícil y triste situación la del inmigrante.
Saludos progresistas de Madrid.

Natàlia Tàrraco dijo...

Ya me tienes fascinada Mónica.

Los traslados nos trasladan a cosas nuevas pero a veces llevamos ese olor encima y en la maleta los silencios que pesarán más por la novedad, entre pareces nuevas. Los cambios son necesarias etapas, en definitiva, todo cambia. Magnífico início a la espera de lo que sigue.
Besitooooo.

Marisol Cragg de Mark dijo...

Pues, me pregunto qué pasa con la casa.. algún espíritu maligno vive allí? :-/
Me quedo con la curiosidad. En cuanto tengas la parte 3 , me apunto.
Te dejo muchos slaudos.

Mariela Torres dijo...

No poder comunicarse con los que uno convive debe ser una gran desgracia.

Besos.

rodolfo dijo...

en determinadas circustancias, puede parecer que lo inerte tiene vida.
No tal y como podamos imaginar vida comparada con la nuestra. Pero la materia,en cualquiera de sus manifstaciones, no deja de ser parientes lejanos nuestros
Polvo de estrellas somos...como el resto de la materia.
Muchos sofistas y filósofos asi lo manifiestan: Anasimando, práxiteles, y hasta Santo Tomás, pasando por Platón

Ricardo Miñana dijo...

Cualquier cambio siempre hay que adaptarse, me ha gustado tu buen relato,
siempre es un placer pasar por tu casa.
feliz semana.
un abrazo.

Ciberculturalia dijo...

He leído el punto de vista uno antes de leer este de hoy y estoy ansiosa de leer el tercer punto de vista.
Y es que la vida es así, todo depende de cada mirada.
Como siempre, estupenda
Besos

PAOLA OCAMPO dijo...

ESTA TODO EN LA CABEZA...CREO QUE ESTA EN UNO MISMO LLEVAR LA ESENCIA DE EL LUGAR NATAL..LO QUE SUCEDE ES QUE COMO TODO.. SOLO AL PERDERLO UNO SE DA CUENTA DE LO QUE QUIERE..
besos!

Matices dijo...

Cuando ya no queda nada, cuando las palabras se pierden y el sonido de la casa es hueco y sombrio, adaptarse es como mantenerse en equilibrio en una tenso alambre...

Espero el desenlace,

Un beso y gracias...

mariajesusparadela dijo...

Nos falta el hijo. Espero impaciente para saber si une o separa; si siente como la madre o como el padre. Si percibe el aroma a favor o en contra. Si hace grupo o prefiere la soledad y el silencio.
Tu resolverás de maravilla.

MARU dijo...

Los tralados, bien lo sé porque en 30 años he, mejor dicho, hemos echo 20.
Por toda la geografia Española, incluídas las Islas Canarias e Islas Baleares.

Mis hijos viajaron con nosotros, hasta que ingresaron en la Universidad que lo hicieron en Valencia, de donde somos y, donde hemos vuelto este verano, con la jubilación.

Pero efectivamente, entre estas letras que tan bien hilvanas, están miedos, incertidumbres, frustaciones,
recuerdos, anhelos, esperanzas y muchas soledades...

Volver a empezar... En todo.
En ciudad, en casa, en trabajo, en escuela, en vecinos, en amigos, en restaurantes, médicos, odontólogos, tiendas y comercios, en todas esas pequeñas cosas que conforman nuestra rutina diaria, nuestra vida...
No es facil.
Seguiré atenta la última parte (hoy me he leido la uno y dos)
Besitos

Mar Cano Montil dijo...

Pues me has enganchado, Mónica, a estos puntos de vista o capítulos de "Un hogar no es una casa"...

Parece algo trivial pero no todas las casas son hogares, ni todos los hogares son casas... A veces el hogar es la querencia por un lugar, la vuelta a las raíces...

No cualquier casa puede ser un hogar, a veces pueden llegar a ser tan frías y yermas como lo son sus dueños; porque el hogar somos nosotros, vayamos donde vayamos...

Me gusta como transmites la sensación de angustia que provoca cualquier cambio no deseado.

Mil besos, Neo.

R.D.Network dijo...

Hola Moni!
Excelentes los dos relatos, reflejando dos realidades bien distintas... Como será la tercera?
Un beso grande!

RoB

Carol dijo...

Esto o parecido me ocurrió en una de las casas en las que he vivido y es una sensación difícil de superar, no te acostumbras ni disfrutas del hogar.

Me gusta como lo relatas.

Un abrazo.

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