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miércoles, 27 de enero de 2010

EL AMULETO - Parte final




Parte final: Un particular sortilegio


Su cuerpo temblaba de pies a cabeza aún antes de enfrentarse cara a cara con la hechicera.

Para su sorpresa, la anciana mujer parecía estar esperándolo, y dedicándole una amable mirada lo invitó a sentarse a su mesa. Le sirvió pan, miel, nueces, algunas frutas y una humeante taza de té que lo reconfortó considerablemente.

Luego de agradecerle y apelando a las formalidades que aprendió durante sus temporales ocupaciones, no sin que se notara un marcado temblor en su voz, el joven le confesó a la hechicera todo los entretelones de su miserable vida, su infortunio, los peligros que debió enfrentar para llegar hasta allí y la esperanza que llevaba encendida en su corazón desde que aquel viajero le narrara lo trascendental que había sido en su vida haber conocido a alguien de semejante poder y sabiduría.

La anciana recordó de inmediato a aquel hombre que alguna vez había llegado hasta su refugio buscando algún elixir que le ayudara a cambiar su suerte. Reconoció haberle brindado algún consejo y se alegró al comprobar que aún la recordaba con sincero agradecimiento.

Luego de ver que el joven estaba realmente esperanzado en obtener su ayuda, la anciana le explicó que no había una receta universal para confeccionar el talismán adecuado para todos. Cada personalidad requería de una combinación particular de ingredientes para que el amuleto en cuestión funcionara y el interesado debía participar en forma directa en la elaboración y en la recolección de sus implementos.

De inmediato el muchacho accedió a colaborar en todo lo que fuese necesario y le agradeció de corazón que aceptara confeccionarle el tan ansiado amuleto.

Los preparativos comenzaron de inmediato. El joven debía recoger algunas raras hierbas en el pantano, por lo que primeramente debió aprender a reconocerlas. Seguidamente debió internarse en lo más profundo de aquella ciénaga, protegiéndose de las alimañas que abundaban por doquier.

Por instrucción de la anciana debió vencer su natural repugnancia por las víboras y juntar en un frasco el veneno de algunas de las más peligrosas.

Debió escalar nuevamente las montañas, deslizarse por los escarpados riscos buscando cierto mineral muy escaso e imprescindible para la elaboración de su amuleto. El proceso de extracción de aquellas piedras implicó muchísimo esfuerzo de su parte.

Debió agudizar el ingenio para construirse algunas herramientas, aprendió a separar las impurezas con gran destreza y además discurrió un efectivo método para agilizar el fundido del mineral.

Pasaron los días y los meses. Aprendió a orientarse aún en la oscuridad y se esmeraba por seguir las instrucciones de la hechicera al pie de la letra: su amuleto debía ser confeccionado concienzudamente, sin dejar ningún detalle librado al azar.

A la hora de moldear el material principal el joven se enteró que aún faltaba un ingrediente fundamental: una escama de dragón debía ocupar el lugar central de su amuleto y conseguirla era casi imposible.

De haber sido algo menos perseverante, sin duda hubiese desistido en esa última misión…pero su temple fue creciendo con el transcurso de los días y él mismo reconocía haber superado ya las limitaciones con que contaba en sus primeros tiempos de travesía.

Siguiendo las sugerencias de la hechicera, con gran destreza logró fabricar una poderosa lanza asiendo su daga a un sólido y delgado tronco que encontró en las cercanías. Se proveyó de corteza de árboles flexibles, con ellas entretejió sogas resistentes. Se fabricó una coraza de duro cuero para protegerse ante la eventualidad de una embestida.

Al fin, seguro de sí mismo y confiado en poder culminar con éxito ese último requerimiento para su tan ansiado talismán, el joven partió hacia una quebrada no muy lejana donde habitaba el último dragón del que se tuvieran noticias.

Fue intensa la batalla, muy astuta su estrategia, su falta de experiencia en el combate fue compensada por su gran determinación y su coraje, ya puesto a prueba una y otra vez a lo largo de tan complicada aventura.

Inconciente quedó el dragón, con algunas heridas de consideración el joven valiente. Aprovechando los momentos de inconciencia de su contrincante y buscando no causarle daños innecesarios, logró con esfuerzo y gran cuidado extraer una dura escama de aquella piel acorazada.

Más grande que los dolores provocados por sus heridas fue su regocijo al ver que por fin había logrado su cometido. Antes que el sol cayera otra vez, el muchacho regresó, satisfecho aunque casi agotado, a la cueva de la mágica hechicera.

La anciana desplegó sus dotes de curandera y consiguió detenerle las hemorragias y entablillarle sus huesos rotos.

El muchacho bebió y comió con agradecimiento sincero por las atenciones recibidas y ofreció recompensar con creces a la anciana ni bien cambiara su suerte a instancias del amuleto que estaba por consagrarse.

Antes de la media noche la hechicera culminó sus ritos, roció con mágicos polvos el talismán e incrustó, por fin, en su centro, la destellante escama del dragón.

A la mañana siguiente, recuperado totalmente de su convalecencia el joven se aprestaba para recibir, por fin, su maravilloso tesoro.

Brillaban sus pupilas al contemplar, extasiado, la pequeña pieza. Ansioso por sentir entre sus manos aquella porción de buena fortuna y sortilegio el joven recibió con delicadeza lo que tanto había anhelado.

Casi hipnotizado por los poderes que lograba presentir, su mirada se quedó detenida en el dorado de la escama…y ante sus ojos y sin que comprendiera la naturaleza de lo que sucedía, el talismán comenzó a desmaterializarse!

Apenas un polvillo etéreo quedó suspendido en el aire, y en nada se convirtió luego de unos instantes.

Desconcertado, incrédulo, atónito por lo que había sucedido el joven, sin poder encontrar palabras adecuadas para expresarse, buscó hallar las respuestas a sus interrogantes en la mirada de la anciana que lo contemplaba sonriendo.

La mujer, más sabia que poderosa, trató de explicarle con calma lo que estaba sucediendo:

- no te sientas defraudado –

- no es engaño ni fracaso lo que ha acontecido…es la prueba indiscutible que para cambiar tu suerte no ha hecho falta amuleto alguno. Sólo ha bastado que se despertaran tu temple, tu fe, tus ganas, tus talentos, tus ansias por conocer y crecer…y solo, por tu propia cuenta, has logrado hallar y vencer lo que creías imposible.

- No se transforma con magia el destino, se lo construye trabajosamente -


(fin)



27 comentarios:

MORGANA dijo...

El final que me esperaba...genial Moni..¿sabes?Sin ser igual ,me recuerda a un libro de Paulo Coelho
en la que un joven sueña con un tesoro y emprende un viaje de años para luego descubrir que ese tesoro estaba en el lugar de residencia de éste.
Para nada es igual,pero cuando hablabas de el coreje,tesón autoestima..me ha venido a la cebeza...eres una gran narrdora,de veras.
mil besos.MJ

RGAlmazán dijo...

Bello relato y como siempre, bien construido. Tiene un final esperado que no desarma el relato. La moraleja final lo envuelve. El ritmo y la fluidez hacen fácil su lectura y te conducen de un sorbo hasta el final.
Gracias, guapa, por compartirlo.

Salud y República

Un par de neuronas... dijo...

Yo lo veo como la metáfora de la vida de todos aquellos que no lo han tenido fácil, unida al refrán QUIEN ALGO QUIERE ALGO LE CUESTA.
Ha sido muy chulo leerlo. Por un momento hasta he desconectado ¡Qué bien! Y mira que es difícil desconectarme.

GRACIAS, COMPI. BESITOS.

Ricardo Miñana dijo...

Un excelente e interesante relato,
un placer pasar por tu bonito blog
que tengas una feliz semana
un abrazo.

Ardilla Roja dijo...

Elemental, querida Neo. Buen final. Nada como trabajar y creer en uno mismo.

Besos

Dan d'O dijo...

Neogéminis, he leído atenta y con emoción tu relato. El amuleto no se necesita, pero si no se creyera que se necesita jamás tu personaje se hubiera movido... como la pluma con la que vuela Dumbo... He disfrutado mucho la lectura...

¡Un abrazo fuerte!

Pepe dijo...

Hola Neo:
Como ya he leido en varios comentarios, el desenlace de tu magnífico relato es previsible, pero ello no le resta a la historia ni un ápice de dramatismo, de intensidad, de belleza.
Tiene mucho que ver tu relato con aquello de hacerse a uno mismo. Tiene que ver con esfuerzo, con tesón, con determinación, con fé en las propias posibilidades.
Lo dicho: Me ha encantado sobremanera.
Un abrazo.
Pepe.

Mundo Animal. dijo...

............,.---._.. ._,-';
.... ,----(..... o`-'.,-´
. /(........`--'._,´
'( ..\. |__|. |'
......|_|...|_| HOLA MONI VAYA FINAL ERES UNA DIOSA ESCRIBIENDOOOOO QUE TENGAS MUY BUEN DIAAAAA ABRAZOSSSS
CHRISSSSSSSSSSS

ShaO dijo...

Lo que sí era previsible era lo mucho que me iba a gustar XD. No has dejado detalle al azar, hasta el dragón sobrevive para seguir siendo el centro final de los amuletos que uno no necesita porque la magia siempre la llevamos dentro. Precioso una vez más : )
Un caldero de besotes

pepa mas gisbert dijo...

Nuestro mejor talismán es nuestra confianza, en nosotros mismos y en los demás.

Un abrazo

Javier D dijo...

Hola, Mónica,
Mientras leía este relato, pensaba en cómo enfrentamos nuestras posibles y, más o menos, recurrentes situaciones de cambio… Creo que, casi siempre, nos cuesta enfrentarlos solos.. al menos inicialmente.. creo que, para ello, creamos todo tipo de “rituales de paso”, más como una motivación y un impulso, que como una fuerza “real” que nos ayude a dar forma a dichos cambios.. Pero es curioso.. creo que, con frecuencia, esas motivaciones, esos rituales, cumplen su función.. desatan la fuerza que necesitamos para emprender dichos cambios.. igual es que, en esas circunstancias, más que en otras, asumimos con mayor claridad nuestra condición de seres limitados.. y hasta nos hacemos un poco más humildes..

Un abrazo, Mónica

PD: vamo a vé, Mónica.. entre tú y yo.. ya sabemos que tienes un gran corazón.. sip.. y que estás en contra del exceso de violencia.. de acuerdo.. pero, mujer, qué difícil que se lo has puesto al muchacho.. porque a vé.. ya de por sí, resulta complicao matar a un dragón.. pero dejarlo inconsciente.. uuuff.. eso.. !pa mí, sí que tiene méritoo!.. ejej..

Natàlia Tàrraco dijo...

En el largo camino está el viaje verdadero, no en la meta. El viaje a Ítaca, el aprendizaje...que dura, tal vez la vida entera.
Bsitos Neo por este bello relato a través del infinito mar del esfuerzo.

Unknown dijo...

En la primera parte hay una frase que parece encerrar el paradigma de este extraordinario relato: “el huérfano no conoció nunca el descanso ni la alegría que merecen los niños”.
Cuanta verdad para comprender las tres partes que bien podrían ser el preámbulo de una novela.
He disfrutado mucho de su lectura. (Impreso queda, para volver a deleitarme con un buen té o quizás un mate)
Un abrazo

Anónimo dijo...

La moraleja es la vida que hemos transcurrido tanto tú misma como todos los que hoy día tenemos 40 , 50 y 60 y pico, la última generacion de los que laburamos como animales para conseguir lo que tenemos. Que nuestros padres no nos facilitaron las cosas (como ahora se hace) para tener algun bien. Solamente nos obligaron a estudiar y de ahi en mas nos abrimos camino solos, no sin sacrificio.
El personaje de tu historia aprendió que las cosas se consiguen solamente de una manera luchando para obtenerlas. Muy lindo tu cuento. Tienes un hermoso don.Un besito.

Onminayas dijo...

Un final, como aquí dicen, esperado aunque no menos deseable. Aunque, en este caso, bien valió la pena llegar hasta él transportado durante aquel mágico cuerpo del relato.

Besos, Neo.

Carol dijo...

Completamente de acuerdo con la moraleja que encierra el cuento, la magia se fabrica día a día dando lo mejor de nosotos mismos.

Gracias por dar tanto y bueno, Mónica.

Un abrazo.

Sergio Lopez(Lely Vehuel) dijo...

Hola,¿Como anda todo? espero bien y por lo que veo en tu sitio,como siempre todo muy interesante me gusto mucho lo que publicas,me sienta bien pasar por aqui,sigo pasando y ya que voy de paso,invitarte a mi blog a peregrinar un poco con algo nuevo,mucha luz y hasta pronto...

tag dijo...

Me lo imaginaba, pero lo escribes tan bien, tienes esa facilidad para describir personajes, lugares, situaciones y sentimientos que ha sido un agradable paseo en busca del amuleto.
Como decía Machado..Caminante no hay camino, se hace camino al andar.
Pues lo mismo, no hay amuleto que valga, es tu trabajo diario el que construye tu suerte y destino.

Un gran relato, Neo.
Besosssss

Recomenzar dijo...

me gustaron tus palabras vale la pena leerte
besos

Lala dijo...

Te lo dije!
La recompensa la llevaba a sus espaldas! Al llegar a la gruta ya había sido recompensado, y más después, con sabiduría, fortaleza, y otras virtudes que harían de él otra persona diferente de la que fue.
Pero me ha encantado leerte, como siempre :D


Un besito


Lala

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Estupendo final, no esperaba menos.

Esto esta fenomenal, amiga.

Besos...!

Alhena dijo...

Muy bueno Neo el relato y con el final adecuado, ya sabemos que no dan la vida , pero no nos la dan hecha.

Un abrazo.

La sonrisa de Hiperion dijo...

Eres una encantadora de serpientes, nos eganchas con tus palabras. Siempre un placer pasar por tu universo de la palabra.

Saludos y un abrazo enorme.

Cecy dijo...

Me encanto como termina el relato.
Mucho aprendizaje en el.
Lindo.

Besitos y buen finde.

Basileia dijo...

Creo que es el final apropiado cielo, todos tenemos un amuleto confecionado con los mejores ingredientes, aunque no lo sepamos reconocer. ¿El resultado? Lo mejor de uno mismo.

Feliz fin de semana Neo.
Besines

Anónimo dijo...

"Templo" .. Me encuentro con esta matàfora de un modo ciertamente inesperado.
A mì, me ha gustado mucho.

Tésalo

apm dijo...

Otra vez llego un poquitín tarde, perdoname Neo, es que he tenido una semana cargaita de trabajo fuera de casa, y aún no terminé, mañana tengo que ir Antequera, un pueblo precioso de Málaga... ni tiempo he tenido de entrar en el ordenador.
Me encantó la historia, especialmente el final que no esperaba y me ha parecido -por eso mismo- espectacular.
Así que después de todo lo que pasó buscando el veneno, el mineral y la escama del dragón, después de sus heridas y cuando ya estaba listo el talismán, éste, se desmaterializó, y, llegan esas fabulosas palabras de la hechicera diciendole que no se apenara, que lo importante no era el talismán, porque había cambiado su destino con su fé, sus ganas, sus talentos.
la frase final es absolutamente espectacular y magnífica: No se transforma con magia, el destino se construye trabajosamente.
!bravo Neo!, !bravísimo!, chapeau
Me ha encantado la historia y sobre todo, su final.

Un besote, ya sabes, gordo, gordo, gordo

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