Me sumo con este relato a la convocatoria de esta semana, que nos deja Mari desde su blog, Si leyeron mi historia de la semana anterior, encontrarán que ésta continúa aquella trama. Si no lo hicieron, espero que lo entiendan igual, jeje.
ENSALADA DE PIMIENTOS (con referencia a ESE OTRO MUNDO)
Observaba el pimiento verde -casi
esférico y sin pliegues- y mientras lo lavaba se preguntaba qué sabores
tendrían aquellos otros, rústicos, más salvajes y arrugados creciendo desordenados
entre hierbas y enredaderas -sin funguicidas ni riego medido- que estupefacto
logró observar durante su excusión furtiva fuera del domo.
Aquellas verduras silvestres abrevando
en un vergel natural más allá de los límites de la burbuja blindada en que su
civilización se preservaba, ponía en jaque la teoría en que los habían adiestrado:
no era imposible la vida por fuera del gran orbe.
Mientras su mano descarnaba casi
sin pensar la pulpa sintética de aquel pimiento lustroso recién desempacado, con
lujuria culinaria intentó imaginar la variable de jugos con los que aquellos
otros pimientos salvajes podrían sorprenderlo.
Aquella noche se propuso volver a
arriesgarse. Esta vez iría solo. Sin equipo ni guía que le diera respaldo en la
aventura de escabullirse. Ya conocía el camino y además, tenía mentalmente ubicados
los matorrales en los que había visto crecer los morrones silvestres. No era
lejos de la puerta por donde lograron evadir con facilidad a los guardias. Si
bien esta vez no habría fuegos de artificio distrayéndolos, ya encontraría el
momento oportuno para deslizarse entre las sombras sin ser advertido. Al fin de
cuentas gracias a los miedos inculcados, nunca a nadie -más que eventualmente a
él y algunos otros pocos locos- se le cruzó por la mente arriesgarse a morir
intoxicado fuera del domo. La gente era sumisa y estaba totalmente disciplinada,
además la comodidad y la protección que sentían bajo la gran cúpula eran
suficiente motivo para permanecer sojuzgados sin que nada alterase su bonhomía.
La ansiedad por volver a sentir las
sensaciones del mundo exterior hacia latir más rápido su corazón inquieto. La primera
bocanada de aire puro exterior sorprendió sus pulmones como la primera vez. Por
fortuna nada imprevisto alteró sus planes. La luminosidad del plenilunio iluminó
sus pasos y rápidamente concretó su cosecha.
Con todo un tesoro variopinto oculto
bajo su abrigo logró reingresar sin ser advertido. Al fin en su cubículo desplegó
sin pudores aquellos exuberantes frutos inauditos: un raro pimiento violáceo
casi sin arrugas, dos regordetes amarillos apenas manchados, un lustroso morrón
fragante y carnoso, y varios ajíes diminutos y arqueados anunciando su picor aún
antes de ser machacados.
La ensalada que se preparó fue
una llamarada de libertad que recordará para siempre, una verdadera orgia de
colores y sabores que acompañó en soledad, apenas con sal y el mejor aceite y
que encontró en su alacena.
12 comentarios:
Hay que ver la inquietud y la curiosidad hace salir de ese mundo burbuja y aventurarse a saborear lo que nace silvestre en el campo exterior. Imagino lo que debió de sentir de placer al comer un pimiento con su sal y su aceite.
El mundo moderno no sabe el sabor natural de las hortalizas del campo. Una buena continuación al relato del jueves pasado.
Un besote, feliz resto de semana.
Me alegra que te gustara y que se entendiera como continuación del anterior relato, Campi. Un abrazo y muchas gracias
Una ensalada que nos lleva a un mundo de búsqueda de libertad, de indagar que hay donde no estamos, de recuperar lo natural. Una bonita historia que nos remueve el pensamiento. Abrazos
Gracias Ester. Pensando en continuar la historia de la semana pasada pude responder al reto, por suerte. Un abrazo y muchas gracias por leer
al final tendrán razón los libros de autoayuda y lo único que necesitamos para comernos el mundo es una buena motivación ;)
Ojalá sea así, Beauseant. De otro modo la apatía ganará la batalla y nos someterán contentos dentro de la jaula. Un abrazo, y muchas gracias por leer
Hola Mónica, que despliegue de sensaciones nos transmite el texto para que disfrutemos de tan rica ensalada. Excelente aporte juevero. Un abrazo grande
Genial la historia, Moni. Podría titularse "los pimientos de la libertad".
Un abrazo.
Hola Mónica, me encantó realmente tu historia, imagino con qué placer comió esa ensalada, degustando esos sabores prohibidos, me encanto.
Un abrazo grande.
PATRICIA F.
Te agradezco y valoro mucho tu comentario, Nuria. Un fuerte abrazo
Jaja cierto! Muchas gracias por leer con atención, Mercedes. Un abrazo
Siempre saben mejor lo que se nos prohíbe, Patricia. Eso es sabido jeje. Un abrazo y muchas gracias por leer con atención
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