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jueves, 2 de junio de 2016

ESTE JUEVES, UN RELATO: Escoge un tema y cuenta

Esta semana la querida María José nos propone desde su blog, elegir entre una lista de posibles títulos para luego narrar una historia. Me he dejado llevar por mi veta infantil al escribir y además, me pasé un poco de la cantidad de palabras. Espero me disculpen.


El título por el que me decidí: "Esperando que alguna princesa lo besara"

(foto tomada de la red)


Existió una vez un sapo que, más allá de lo fantasioso que parezca, decía ser en realidad un príncipe encantado.

Nadie sabía bien los pormenores pero lo cierto era que ante los interrogantes sobre el porqué de su inocultable desdicha, él siempre narraba la misma historia: castigada su insolencia principesca por el encantamiento de una hechicera, quedó convertido en feo y arrugado sapo desde entonces, provocando el rechazo de sus congéneres, quienes lo habrían echaron a escobazos de su propio castillo.

Desde ese momento aciago decía venir vagando -de charca en charca- buscando sin suerte alguna princesa que se animara a romper aquel hechizo grotesco mediante un beso apasionado. La fuerza de aquel gesto comedido resultaría ser lo único capaz de disolver el encantamiento, haciéndolo por fin retornar a su naturaleza humana.

Pero pese a la vehemencia con que a todos repetía su historia, pocos, en realidad la creían, soportando aletargados su insistencia como un mero entretenimiento, ya que no mucho había para hacer en aquellos humedales.

Con el tiempo, la historia del sapo dejó de resultar curiosa y entretenida para los somnolientos habitantes de aquellos juncos, sólo los pocos visitantes que arribaban le prestaban un rato de su atención, extrañándose ante la posibilidad de que ese verrugoso sapo alguna vez hubiese resultado ser un gallardo príncipe.

Un día llegó al lodazal una atractiva rana de selecta alcurnia. Decían que era hija de un poderoso batracio que había hecho de un lago lejano un lugar muy agradable para vivir. Muy sabio y respetado era, ya que al tiempo todos decidieron nombrarlo Rey y por ende, Princesa a su primogénita.

Compadecida la forastera por los lamentos y de la infructuosa espera del sapo, acercándosele con mucha ternura la joven rana entrecerró sus ojos ofreciéndole generosa sus labios para intentar romper el hechizo: si el poder de besar de una princesa era la clave para quebrar el encantamiento, no debía ser un dato fundamental su especie.

Cuál enorme debió ser la decepción de la princesa rana al ver la actitud despectiva del sapo ante su propuesta, quien, con soberbia y marcado desprecio se alejó de ella diciendo que no debía ser “tosca rana” la princesa que lo deshechizara, sino “bella y gentil doncella humana, coronada con delicada diadema.”

Lejos de sentirse ofendida, la rana -que había heredado la sabiduría de su padre- meditaba con conmiseración sobre aquel infeliz que, no sólo seguía convencido de su propio delirio, sino que además, de haber sido cierto, hubiese merecido padecer el castigo de la hechicera… dado que había probado aun ser estúpidamente altanero.

19 comentarios:

Jenofonte dijo...

Conozco a varios qué, eligiendo demasiado de quien recibir un beso... murieron siendo sapos... (entonces el relato tiene algo de verdad).

Sindel Avefénix dijo...

Qué buena historia, Moni! El sapo todavía con pretensiones! Es cierto lo que piensa al final la rana, de haber sido real lo del hechizo, bien merecido lo tenía, por altanero y pretencioso.
Me dibujó una sonrisa leerte, un abrazo.

Pablo dijo...

Hola; lo cierto es que la metáfora de la rana está genial. Es muy humano y muy real. Encima que le va a hacer un favor, se queja. Su condenación no es ser una rana, sino el hecho de ser altanera. Un abrazo.

Ester dijo...

De esos quedan y muchos, altaneros sin tener de que presumir salvo de su idiotez. Hadas de esas que los convierten en sapo debería haber mas. Abrazos

Anónimo dijo...

Una lección para no olvidar.
Pues si con los castigos tremendos y orribles que la vida nos impone, no aprendemos a ser más humildes, serenos y humanos, todo castigo lo atraemos nosotros mismos con nuestro insensato proceder.
Muy buena reflexión.
Un abrazo.
Ambar

Juan L. Trujillo dijo...

Muy educativa manera de resolver el pedido de este jueves. Brillante relato con un final didáctico y sobre el que conviene reflexionar.
Enhorabuena y un beso.

Montserrat Sala dijo...

Hola Neo: no le fué bien tener tan poca humildad, tanto orgullo.
Andando los dias se van encontrando tipos así, como este sapo asqueroso y a fé mia que no los soporto. Un relato revelador, didáctico y con moraleja. saludos, que tengas un feliz dia.

yessykan dijo...

Encantador, me gusto esa fabula, con su moraleja. Presumido, fue un tonto, quien sabe si la ranita podría haber hecho el milagro. ¡Cuán equivocado se vive al menospreciar a quien no se conoce!
Beso

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Creo que los hechizos así son rotos por princesas humanas.

Ilesin dijo...

Hay muchos de esos todavía viviendo en charcas por su estupidez.
Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Toda una fábula de la soberbia...
Besos.

Leonor dijo...

Me encantó tu forma de contarlo y has hecho un bonito cuento sobre el sapo encantado que en este caso se quedará siendo sapo por ser tan presuntuoso.

Cuántos sapos de este tipo he conocido ya a lo largo de la vida.

Un beso.

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Bonito cuento, la verdad es que la soverbia trae esos disgustos, nadie era bueno para él y así le fue.
Un abrazo

Mag dijo...

Te aseguro que me sobran nombres para tu sapo. A alguno, aún lo veo solo en su estanque...

Un beso enorme.

vivian dijo...

Qué linda historia has contado y con qué arte y calidad!!!
Lo veo ilustrado en un libro, en un corto publicitario (daría para mucho) o una preciosa y divertida película de Pixar.
Te quedó de maravilla y nos deja un lección impecable. Sin banalizar de lo que se trata, yo le pondría una pancarta en su puerta: ni uno más, tanto tonto y soberbio como tú!!!

besos dobles!!!!

MOLÍ DEL CANYER dijo...

Es un cuento precioso con moraleja, cuantos personajes como ese sapo conocemos todos en nuestra vida, así que se se quede en el lodazal el sapo, besos.

María José Moreno dijo...

Delirios de grandeza, huida de la realizad y empecinamiento marcan los párrafos de este entretenido relato.Gracias por participar. Un beso

Anónimo dijo...

Aquí existe un refrán que dice: "Quien nace lechón, cochino muere". La prepotencia y la estupidez de la que hace gala el sapo verrugoso, hace que tenga bien merecido el castigo infringido, sea cierta o no au condición de príncipe.
Muy buena forma de responder a la propuesta de Verónica.
Un fuerte abrazo.

Encarni dijo...

El reino animal está lleno de muy variada actitud y aptitud, por eso este sapo se ganó a pulso estar en un charco de por vida, jejeje. En el reino humano también existen esté tipo de sapos. Una buena fábula. Un beso

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