Esta semana, Max Estrella nos propone hablar de los cumpleaños. Aquí dejo mi relato. Saludos para tod@s!
Frente a su retrato celebra otro
cumpleaños en ausencia. La vieja foto le devuelve el reflejo de una pálida
sonrisa que alguna vez fue joven y diáfana. Ahora sólo trae ecos apagados de lo
que fue.
Vuelve a repetir en silencio su
ferviente promesa de venganza. Agudiza su dolor intencionalmente recordando una
y otra vez los momentos previos a la ya lejana tragedia. El último beso
paternal, las usuales recomendaciones ante cada salida, el gesto de su mano en
alto y aquella sonrisa angelical y amada que nunca más volvería a ver.
Años sosteniendo la esperanza de
que alguna vez la justicia humana actuara en consecuencia de lo que aquel
asesinato –que no fue accidente- mínimamente merecía, poniendo fuera de
circulación a aquel desgraciado mal nacido que, borracho, destruyó sus vidas,
su alegría y su cielo. Pero ese consuelo nunca llegó. Ni siquiera se le
concedió esa compensación de saberlo encerrado tras las rejas en castigo por
todo el daño que le causó.
Pero esta vez ha decidido
“celebrar” el cumpleaños de su hija muerta de otra manera. De una forma
drástica. Poniendo en práctica el ‘ojo por ojo” que antes –en su otra vida-
siempre rechazó. Aguarda tenso, frente a la casa en donde –sabe- habita ese
gusano, escurridizo criminal que logra escaparse una y otra vez de esa justicia
que parece que no existe. Pero ahora él actuará en forma definitiva. Al fin lo
ve salir. Solo y tambaleante, alcoholizado como acostumbra cuando decide salir
a ‘festejar” las noches de fin de semana. Al desgraciado parece que no le han pasado
los años. Se lo ve igual. Despreocupado y aniñado, sin pudores ni fantasmas que
lo torturen ni culpas que le hagan temblar de vergüenza. Mejor. Eso le
facilitará las cosas a la hora de decidirse a apretar el acelerador y
aplastarlo sin piedad como él hizo aquella funesta noche con su hija.
Es ahora. Lo sabe. Lo siente. Lo
confirma. Los separan solo unos metros y al fin logrará poner fin a todo ese
odio contenido. A ese infierno insufrible en el que se le transformó su vida
luego de aquella noche fatal. Al fin su pie responde y oprime sin compasión el
acelerador que responde con un chirrido infernal proclamando su furia y su
locura.
Lo ve pálido, inmóvil por el
terror de lo que sabe en unos segundos se le vendrá encima. Las luces de su
auto descontrolado lo enceguecen. No acierta a correr ni a gritar. Sólo, con la
inutilidad de los gestos últimos, el malnacido atina a cubrirse el rostro con
sus brazos buscando protegerse de lo que, sabe, será justicia.
Pero justo en el momento
decisivo, en ese segundo final en el que ya se anticipaba a sentir el ruido
seco sobre el frente de su auto, inesperadamente la ve. Con la claridad con la
que nunca antes logró reconstruir su imagen -pese a la desesperación de
buscarla infructuosamente en sus recuerdos- una ráfaga de su sonrisa… un
destello de su mirada… un leve haz de luz que seguro brotaba de su alma, lograron frenarlo justo antes de lo definitivo. Antes de que se transformara
irremediablemente en algo mucho peor que ese desgraciado al que, con tanto
odio, pretendía matar.
16 comentarios:
Menos mal que al final la locura hizo su aparición, porque cordura es lo que se manifiesta cuando la justicia vengativa reclama actuación. Un gran relato, un sorprendente final que no se si yo habría sabido escribir. Abrazos
Un buen relato donde apesar de que la muerte le arrebato la vida a ultima hora es quien perdona y enseña a perdonar a quien cuando le llegue su hora sera juzgado.
Besos
La venganza no es algo que pueda aconsejarse. Y se lo recordó aquella que pretendía vengar.
Es deseable que también la haya visto aquel que iba a ser atropellado. Que sepa que alguna vez atropelló a alguien tan especial, que fue capaz de aparecer para evitar esa venganza.
Bien contado.
Habría jurado que te comente, no se adonde se fue. Te decía, es un cumpleaños negro y triste, que talvez para algunos no se vea bien la venganza, pero en mi opinión, creo que no para todos. Pasar por esa experiencia ha de ser tormentoso, y hay quienes no pueden sobrellevar y perdonar.
Saludos
Qué triste celebrar de cumpleaños. Un ser tan deprimente que por su borrachera apaga una vida se merece eso y más. Yo le pasaría el carro más de mil veces hasta deshacer sus míseros pellejos en el concreto. (¡Yay! disculpa mi brutalidad) un relato muy desgarrador, lo tejiste a la perfección de un cumpleaños negro y sombrío.
Me encanta leerte por cómo encauzas tus historias y ese vocabulario y la forma en la que enlazas.
La venganza dicen que es un plato a servir frío y que no es aconsejable pero a veces, sin pasarse, es un golpe sobre la mesa, pero lo mejor es sentarse en la sillita de anea y esperar a que toquen las campanas que ponen a cada uno en su sitio. Nadie se va sin ajustar cuentas antes.
Un beso enorme.
Pensé que ya había comentado.
¡Aplausos!-no hay nada más que decir-
saludos
Bravo Mónica! El relato es impecable, nos hace ponernos en la piel del personaje y entender su venganza pero en el último momento también agradecemos que no se haya convertido en asesino en parte gracias a la visión de su hija.
Este relato te hubiera servido también para la anterior convocatoria que iba de fantasmas!
Un beso
La venganza creo solo deja más dolor y no es aconsejable, quizás por ello se lo hizo recordar ella
Un excelente relato y muy real
Un beso
Un relato absolutamente humano. Como se ha dicho más arriba, logramos ponernos en la piel del personaje, en ese sentimiento de venganza que, en ocasiones, se puede entender hasta legítimo...
Muchos besos y gracias por participar...
Hola nuevamente; vaya, me dejaste clavado en la lectura para pegarme un frenazo descomunal. Me encantó, sobre todo cuando te has centrado en la otra persona.
Saludos. Pablo.
Ufffff Mónica... se me congeló la sangre en las venas... no sé de qué sería capaz en el caso del protagonista, y espero nunca tener que descubrirlo...
Un super beso.
Estupenda prosa, como siempre. El relato estremece tanto por el tema como por la sucesión rápida de los acontecimientos. Me alegro de que frenara, aunque no sé si en esta otra vida real el protagonista lo hubiera hecho.
Saludos, Mónica.
Muy intenso tu relato. La venganza nunca delvulve a quien ya se a ido. Un saludo.
Por un momento durante tu relato, pensé que lo ibas a asesinar e iba pensando que justo parecía, pero que es difícil vivir con la muerte de una persona sobre tu conciencia.
Menos mal que le salvaste!
Un beso
del
Aire
Pienso que era merecedor de otro final. Sus continuas borracheras no indican precisamente ni arrepentimiento ni voluntad de cambiar. Pero tampoco ese padre merece en modo alguno el tener que vivir el resto de su vida con la mala conciencia de haber quitado la vida al asesino y eso seguro que hubiera acabado ocurriendo. Al final se impuso la cordura. Magnífico relato para un indeseado cumpleaños.
Un fuerte abrazo.
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