(Ilustración: Stephan Martiniere)
…”Del impulso primigenio se
desprendieron dos fuerzas antagónicas, balanceándose en perpetuo equilibrio. El
ying y el yang en irremediable avenencia.
Lejos de repelerse, ambas,
entrelazadas en molinetes vertiginosos, fueron conscientes de la sostenida
estabilidad que se brindaban y decidieron, en fecunda consumación, ir dando
origen a todo lo que sería un nuevo universo. Bajo distinta consistencia fueron
aglutinándose en variada especie: materia y energía decantándose una en la otra
continuando la sutil armonía de la danza creacional que recién iba comenzando. Construyéndose
a sí mismo el Todo fue surgiendo de la misma Nada.
Como si de un gran remolino se
tratase, girando al ritmo de una colosal directriz invisible, la inabarcable
totalidad del cosmos se fue gestando con fantástica exquisitez y belleza. Todo
era bello, equilibrado, armonioso y perfecto.
Pero la voluntad que guió el
origen no quiso dar por acabado su experimento. Todo lo contrario, se regodeó
una y mil millones de veces en dar forma y razón de ser a todo aquello que iba
construyendo a su imagen y semejanza. Tanto en lo extenso como en lo pequeño,
el infinito fue norma en la creación, desconcertando de esa manera a cualquier entendimiento
que quisiera explorar la existencia de límites. Decidió jugar con los
principios, haciendo que lo que regía lo mayúsculo, definiera también lo casi
imperceptible, sembrando quizás la punta para intentar descifrar los enigmas de
su naturaleza. La vida se abriría paso desde las distintas perspectivas.
Todo fue puesto en su lugar,
quizás, como un reto. Una especie de códice encriptado aguardando ser
descubierto e interpretado. De eso se trataba la creación: una proposición
aguardando ser aceptada, una invitación hacia las fuentes del conocimiento...
un enigma sostenido desde los orígenes rigiendo como faro, hacia donde todas
las eventuales conciencias reveladas pudieran querer arribar”…
Perdido en esas elucubraciones
estaba el niño, alucinado frente a su enorme tazón de sopa, escuchando como su
madre lo retaba por demorar tanto en tomarla, mientras absorto, cuchara en
mano, no dejaba de hacerla girar.
(Más relatos jueveros, en la entrada anterior)
19 comentarios:
Cuantas elucubraciones puede haber en un acto, que un observador externo puede creer trivial.
Muchas veces pensé que el universo funciona como si estuviésemos flotando en un gran tazón de sopa, girando y girando al ritmo de una gran cuchara gigante... de ahí la inspiración para el relato jeje
La complicada creación del mundo y de la vida y su eterna explicación por la mente ...de un niño que observaba como se transformaba ese tazón de sopa mientras las ondas se formaban dando nuevas formas del mundo imaginado en el cual vivía...
Muy buen relato, gran imaginación.
Fuerte abrazo
Mucha imaginación, le has puesto, pero seguro que és mucho más complejo, crear un mundo Nuevo,que arreglar este viejo que ya conocemos. Un abazo.
Yo pensé que el mundo mejoraba despacio, gesto a gesto, pero me ha encantado esa opción. Un abrazo
Que buen relato Mónica... Los pensamientos de un niño haciendo girar el contenido de un tazón lo han llevado a explicarnos la creación... un tema complejo sin duda... con muchos giros y formas de hacer de la Nada el Todo... Me ha gustado...
Besines...
Me gustó esta explicación de la creación ...¿por qué no?
Excelente aporte sin dudas. Un beso.
Todo un universo en un cuenco... Y es que solo los niños pueden jugar a ser Dios y no equivocarse.
Y esa mano divina de metal que coge, saca, mete...
Me ha encantado.
Besos.
Curiosa la manera en que nos has explicado la forma en que el yin y el yan se equilibraron...para luego ir descompensándose o no...pero si para ir creando...y curioso tambien el modo en que juegas con ese modo de elucubrar que solo tienen los niños...y los adultos... cuando nos dejamos llevar por la imaginación...
me ha gustado mucho...
un besote
Me ha encantado!! Bien pudiera haber comenzado todo así...
Y ese final, me gusta, el niño que lo ha pensado todo.
Muy bueno, muchos besos
Muy buen relato, todo un genio en potencia con un cuenco de sopa delante.
Un saludo
En ese giro de cuchara le dió de sobra tiempo para hacer esas cavilaciones de como se hizo el mundo, y seguro que aún está girando la cuchara.
Un abrazo
Es genial! Todo lo que ha pasado por esa cabeza en un instante!
Original teoría, tal vez no tan lejana de la realidad.
Te pido mil disculpas por no participar en tu propuesta, estoy con un tema personal a resolver y me tiene a las corridas, nada malo, al contrario, creo que es para que suceda algo bueno que ya te contaré.
Un beso enorme.
¿Y todo esto lo imagina un niño mientras desayuna? Y yo que pensaba que mi hija era lista. 😉
Buena reflexión.
Un abrazo
Buenos días, Mónica:
Creo encontrar en tu fabulación del génesis de un nuevo mundo una pez y un orden que me atrapan y calman. Lo que es doblemente curioso ya que concibo la creación como un acto caótico y mi ánimo es firmemente enérgico.
Gracias por la belleza de tu relato y la calma de sus palabras.
Estupenda narración. No sabía si estaba escuchando la voz en off de un astrónomo o se trataba de un poeta. Que sea un niño quien elucubre un mundo nuevo no es tan extraño, porque el mundo está lleno de mentes maravillosas, e ignoradas.
Un abrazo.
¡Qué bueno, Neo!
Ese giro final es maravilloso y es que puede haber un mundo o una metáfora de él en cualquier lugar.
Besos.
Buf, qué miedo me da el niño porque si esa inteligencia la usa para mal....Mi cabeza da vueltas, como la sopa en el tazón, intentando comprender el inicio del mundo y tengo que dejar de pensar porque me vuelvo loca...no tengo esa capacidad...sin embargo tu, Neo, has sido capaz de escribirlo...Me quito el sombrero!
Un beso
Me gusto esa visión introspectiva y futurística. La ambientación te quedo fabulosa, Mónica.
Besos
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