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viernes, 7 de noviembre de 2014

ESTE JUEVES -POR AYER- UN RELATO: El abc de la Dimensión desconocida

No quise dejar de participar en la convocatoria que este jueves nos hace Yessy, aunque más no sea con una re edición.





UNA EXTRAÑA SENSACIÓN

Había algo que no encajaba. No sabía qué, pero algo estaba mal. Quizás esa extraña sensación en las cercanías de la boca de su estómago, quizás esa sequedad inusual en sus manos…

La noche anterior había cenado solo. Comió mal, apenas logró encontrar sobras en una heladera tan desierta como su cama y antes de acostarse la soledad lo atrapó sin piedad entre los pliegues de las sábanas gastadas.

Esa mañana se mostraba más fría que lo habitual para esa época del año. El sol ya estaba alto sobre el horizonte pero no lograba sentir la tibieza matinal que solía endulzarle los prolegómenos de sus días. Esa breve sensación que precedía a las que siempre resultaban ser ingratas jornadas laborales tras su escritorio poblado de pilas de facturas esperando ser despachadas.

Mirándose en el espejo del ascensor no lograba reconocerse. Algo en su mirada le producía la extraña sensación de hallarse frente al reflejo de un desconocido. Una inmensa vacuidad interior descendía desde su garganta haciéndole presentir que un hecho extraordinario había sucedido o estaba a punto de acontecer. Quizás sólo fueran suposiciones suyas pero en su interior despoblado ya de sueños y expectativas lograba percibir que algo en su entorno estaba cambiando, o quizás lo que había cambiado fuese él mismo y aún no lograba entender de qué se trataba.

Ensimismado en sus pensamientos se dirigió como todas las mañanas hacia el kiosco de la esquina. Miró impávido los titulares de los principales diarios, como de costumbre. Como de costumbre no lo sorprendieron los títulos catástrofe sobre hechos de violencia y guerras lejanas.

Pese a esmerase en intentar reconocer como habituales las cosas y la gente que lo rodeaba, esa rara sensación que lo embargaba crecía más y más a medida que avanzaba hacia su trabajo y el tiempo parecía estirarse a su alrededor como un chicle pegajoso.

Sobre el empedrado sucio de las callecitas malolientes esa mañana sus pasos no sonaban como todos los días. Aunque no lograba entenderlo, algo en su andar le resultaba ajeno, irregular, distinto. La gente misma, que iba y venía como todos los días apurados por sus urgencias, parecía ignorarlo, cruzando frente a él con displicencia, como si no lo notaran, como si de improviso habitara un mundo paralelo en el que él resultaba ser menos que una sombra.

La ansiedad por llegar a su oficina y sentarse al fin frente a su acostumbrado nido de papeles le resultaba sospechosa, extrañamente reconfortante. Saberse protegido entre los rincones de su rutina en ese momento se le antojaba más que agradable, quizás hasta imprescindible. Intentando infructuosamente mirar a los ojos de los eventuales transeúntes con los que casi se tropezaba, no hizo más que confirmar lo que estaba sospechado desde el momento en que comenzó a sentirse hueco por dentro, deshabitado, fatuo, ajeno: algo a su alrededor –o en su interior – (no lo sabía aún con precisión), había alterado su relación con el mundo y aunque pareciera irreal, tenía la convicción que pronto iba a lograr dilucidar de qué se trataba con exactitud.

Al fin el temor se apoderó de él. Un frío inmenso lo recorrió íntegramente desde la base de la nuca a lo largo de toda su espalda. Intuyó que la verdad estaba a punto de estallar frente a sus ojos y supo también que esa verdad le iba a doler.

Mala señal fue ver a Molina revolviendo impunemente los cajones de su escritorio. Peor aún fue lo que presintió cuando escuchó cuchichear, irreverentes, a las chicas de contaduría mencionando una y otra vez su nombre frente a él, como si nada. Terrible sensación fue la que lo traspasó cuando otro de sus compañeros, haciendo un guiño y señalando su escritorio ya vacío de expedientes y papeles comentó con sorna –“lo vamos a extrañar”-

Pálido se quedó –más aún de lo que ya imaginaba estar-cuando de reojo logró ver en el diario que leía su jefe, entre los obituarios del día, su propio nombre junto a la fecha de su reciente defunción.

20 comentarios:

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Sería demasiado, no saber que uno está muerto, y deambular por ahí como si nada.
Relato con halo de misterio hasta el final.
Un abrazo

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Interesante re-edición.
Me da la impresión de que va reaccionar mal, que va a tratar de hacerse notar en la oficina. Probablemente fracase, y eso lo ponga de mal humor. Y trate de usar recursos más drasticos para ser percibido. Tal vez se ensañe con Melina.

Musa dijo...

Tremendo final, descubrir el mismo su muerte.
Me gustó de principio a fin.

PEPE LASALA dijo...

Impresionante Mónica, no podía imaginar ese final. Un escrito donde la dimensión desconocida parece ser la cuarta. me encantó amiga. Un fuerte abrazo y buen fin de semana.
@Pepe_Lasala

rodolfo dijo...

siempre interesante leerte y jamás decepcionas. Gracias por "estar cercana siempre " :-)

rosa_desastre dijo...

Magnifico! Ese ritmo angustioso desde el despertar de un día cualquiera hasta darse cuenta...de que no despertaría nunca mas.
UN abrazo

Ester dijo...

Asistir al entierro de uno mismo es el sueño de muchos vivos. Un abrazo

Sindel Avefénix dijo...

Escalofriante relato! Eso de andar perdido entre la dimensión de vida y de muerte debe ser algo agobiante.
Muy bueno Moni, me dejó con la piel erizada.
Besos y buen finde!

LAO dijo...

Muy buena ocurrencia tu historia Neo...

Lucía m.escribanoblogsport.com dijo...

Si no fuera por el miedo que nos han insuflado hacia la muerte. Es un tema desconocido que nos cuesta hasta hablar de ello.
Buen relato !
Abrazos guapa.

yessykan dijo...

Escalofriante la trama de tu protagonista desde la quinta dimensión, lugar donde viven los fastasmas de los ya fallecidos. Muy imprecionante final, descubrir en su misma oficina que ya habia muerto. Te quedo genial, Neo. =)
Besos y gracias por acompañarme.

Charo dijo...

Es increíble cómo poco ha poco nos has ido creando el ambiente y describiéndonos las sensaciones de la persona hasta llegar a ese terrible final en el que descubre que ya está muerto.
Genial!
Unbeso

Loquita Diplomada dijo...

¡Qué manera de enterarse que está muerto! Tu relato inquieta de principio a fin. Transmites la preocupación del protagonista al punto que se torna angustiante para el lector.
Muy bueno Neo!

Un beso!

Gaby* dijo...

Un relato que nos va llevando lentamente a descubrir junto al protagonista, su nueva realidad. Ese "vivir" en un plano paralelo, donde uno no es más que una especie de ser invisible y espectador de lo que acontece ya sin su presencia, deja los pelos de punta! Como siempre, te luces con tu relato, lleno de detalles que van atrapando a lo largo y ancho de la historia!
Besos!
Gaby*

María José Moreno dijo...

Espeluznante y clásico relato. Un temor siempre tenido y una dimensión desconocida que siempre vivimos con angustia. La angustia es lo que más he encontrado en todos los relatos relacionados en estos fenómenos. Un beso

José Vte. dijo...

Estupendo y bien narrado Neo. Tomar conciencia de que se ha muerto a través de unos cuchicheos de oficina y del obituario de un periódico debe de ser duro, incluso para un fantasma que no desea reconocerlo.
No lo había leído y me gustó.

Un abrazo

San dijo...

Un relato con mucha fuerza Neo, va enganchando al lector hasta hacerle sentir la misma aguntias que siente el protagonista. No pieerde el ritmo en ningún momento. Lo disfruté.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Tremendo asistir como espectador a la certeza de la propia muerte.
Me ha encantdo, Mónica.
Un fuerte abrazo.

con mas essencia de mussa dijo...

Tiene algunas similitudes con mi escrito, y si tanto se escribe sobre eso, Habrá una dimensión paralela mas alla de la muerte?
Ya empiezo a pensarlo
Un beso. Me ha gustado mucho.

Luciano Doti dijo...

Muy bueno tu cuento. Gracias por recomendármelo y comentar en el mío.

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