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jueves, 6 de marzo de 2014

ESTE JUEVES UN RELATO: Mascota


Ya es la hora. Está por llegar. Algo en mi interior me avisa sin necesidad de consultar el reloj. Escucho sus pasos en el palier. Una sensación que no sé definir me hace reconocerlos. Un cosquilleo confuso siempre se me adelante y mezcla, en inesperadas dosis, agitación e incertidumbre. Un palpable nerviosismo me invade de pies a cabeza y eriza mi piel. Lo espero detrás de la puerta anhelando que se fije en mí, que me dedique una mirada complaciente.

Sé que a veces no llega tranquilo, dispuesto a disfrutar de mi compañía sin más y no logra contener su estrés acumulado durante el día. Pobre. No lo culpo. Debe ser difícil andar allí afuera, en ese infierno urbano enfrentando la estupidez de toda esa gente que cada día se vuelve más incompetente. Es más que comprensible que a veces no se contenga y descargue su ira sobre mí. No es que no me quiera. ¡Nada que ver! Es que el cansancio lo obnubila y a veces no llega a tranquilizarse como necesita. Yo lo comprendo y tengo paciencia. Por eso intento no contrariarlo. Estar siempre alegre, bien dispuesta, atenta a sus necesidades, sus requerimientos, sus ganas, sus quejas… valorando mucho si llega con deseos de sacarme a pasear, de lucirme frente a los demás, si quiere que lo mime en la quietud del hogar o si prefiere que lo acompañe desde lejos y en silencio.

Hago todo lo que me corresponde lo mejor posible. Intento verme siempre bien, prolija, animosa y bien acicalada. Conservo mi lugar, dejo siempre que él sea quien imponga el ritmo de silencios y cariños, de palabras y gestos que me indiquen cómo fue su día. Nunca intento apresurar las cosas y jamás dejo que mis melindres le alteren sus rutinas.

Debo ser muy sutil para averiguar su estado de ánimo. Tengo que agudizar y poner a prueba todos mis sentidos para intentar interpretarlo. Pese a mi persistencia, casi nunca lo logro, seamos sinceros, pero eso no me amedrenta. Busco cada día volver a intentarlo basándome en las buenas o malas experiencias anteriores. Creo que poco a poco lo voy consiguiendo.

Comparando con los inicios de nuestra relación, hemos avanzado mucho. Ya casi no me castiga. Solamente algunas veces amaga algún bofetón –sólo con la mano abierta- sobre mi cara, pero ya no la deja caer con demasiada rudeza. Lo transforma casi de inmediato en un empujón -algo brusco sí- pero sin maldad. Yo valoro esa consideración como un triunfo de los lazos que hemos venido forjando día tras día, noche tras noche.

A veces hasta consigo que prolongue por un rato alguna caricia acompasada. En esos increíbles minutos de éxtasis yo quisiera que se eternizara el tiempo. Que la tierra dejara de rotar sobre su eje, que las estrellas aumentaran su brillo en el cielo y todo se conservara así, para siempre… como ese segundo de íntima felicidad que me invade por su sentida muestra de cariño. Muestra que por ser tan poco frecuente, valoro infinitamente.

Ahora, a lo que aspiro -sé que demando demasiado- es aproximarme a la que es mi más soñada meta: quisiera que alguna vez dejara de tratarme como su fiel vistosa y dócil mascota, y me considerara como lo que en verdad soy…su legítima esposa.


Más relatos sobre mascotas, en lo de Charo.

24 comentarios:

rosa_desastre dijo...

Uffffffff, que escalofrío cuando he llegado al final de tu brillante relato, final inesperado y durísimo.
Para quitarse el sombrero, amiga.
Un abrazo.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

La última frase le cambia el sentido, extremadamente la cambia.
En el primer número de Superman, el superheroe entonces rudo, intervino para defender a una mujer de alguien así.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

El giro final esconde un drama que solo puede solucionarse con una decisión propia...
Besos.

Juan L. Trujillo dijo...

Perfecto relato que juega con la intuición del lector, para llevarlo a un final brillante e inesperado.Enhorabuena por el tratamiento que has sabido dar al encargo del jueves.
Un abrazo.

La sonrisa de Hiperion dijo...

De nuevo por tu casa, disfrutando de las cosas que nos dejas.
Saludos.

PEPE LASALA dijo...

Ya lo han dicho antes Neo, pero yo insisto, el final lo cambia todo. Gran relato. Un fuerte abrazo y feliz fin de semana amiga.

Maruja dijo...

Muy buena entrada.
Feliz fin de semana.

Tracy dijo...

¡¡¡Qué fuerrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrte!!!

Luis de Burg dijo...

jajajajajajaja.... por dios!!!! ya me estaba quedando dormido con tantas palabras y sentimientos provenientes de una mascota, indudablemente normal y natural, tu texto al principio me pareció simple y aburrido, sin detalles impresionantes que me llevaran a etiquetar esta entrada como algo brillante, incluso hasta recordé haberla leído en algún lado, bueno, normalmente en textos de personas que aman a los animales, siempre están intentando pronunciarse en contra del maltrato, se toman tan personal su trabajo que hasta logran conectarse directamente con los pensamientos de ellas y con ellos plasmar sus sentimientos y sus deseos, asumo que algún poder mental han de tener, alguna especie de telepatía animal o quizás en el extraño de los casos, haber conseguido descifrar su lenguaje corporal, por eso no le tomé la debida importancia a tu texto, porque todo encajaba en aquellas líneas acostumbradas de "ayudemos a las mascotas" pero el final, me sacó de lugar, como que me dio un aplastante golpe contra el pavimento, entonces, sólo entonces, pude reconocer todas tus palabras e intercambiar al personaje principal por una esposa fiel, que aguanta todo, simplemente porque ama al animal de su esposo.... sorprendente como siempre, menos mal que no abandoné la historia antes de tiempo, sino, nunca hubiese sabido que se trataba de otro tipo de ser viviente :)

Alberto V. dijo...

Muy duro el relato. Por desgracia también muy actual. La relación sadomasoquista. La alienación del individuo. Tus dedos son como los pinceles del mejor pintor.
Un besazo y que sigamos leyéndote.

Anónimo dijo...

Muy bien conseguido ese doble sentido hasta el final, que no sabes si es persona o mascota.
Un abrazo

Cecy dijo...

¡Mierda!
Que me has dejado con los pelos de punta, Moni.

Un abrazo :)

Gaby* dijo...

Espera Neo... debo de hacer un esfuerzo para cerrar la boca! Quedé... pasmada! Pero qué bien nos has llevado durante todo el relato a un final totalmente impensado. Duro al final, pues, no se concibe tal realidad y sumisión.
Excelentemente narrado!
Besos!
Gaby*

elperroverde dijo...

Que duro final, pero no falto de realidad por desgracia en numerosos hogares, por llamarlos de alguna forma.. pues parecen mas cárceles que otra cosa.. espero cada día sean los menos...
Un abrazo.
elperroverde

Charo dijo...

La verdad es que me has dejado impresionada con el tremendo final del relato, pues en todo momento pensé que hablaba una perrita porque son tan fieles a su dueño que los siguen queriendo y justificando aunque los maltraten, ccomo en el caso de esta mujer.
Muchas gracias por participar.Un beso

San dijo...

Tremendo giro final Neo. Todo el relato te mantiene tensa y con el deseo de que cambie la trama y sí que ha cambiado sí, pero para mostrar una realidad dura y tremenda.
Un abrazo.

Alfredo Cot dijo...

Envolvente y sospechosamente previsible. Ya es de lamentar que un comportamiento que ni siquiera es propio para tratar a los animales, derive en el trato con tu compañer@.
O habría que decir maltrato...?

Buen precalentamiento, con un golpe final al estómago.
Besos

Fabián Madrid dijo...

Pensaba que era una cosa... y al final...
Un beso.

Unknown dijo...

¡ooooooooo! ¡qué fuerte! yo juraba que se trataba de un animalito que en su docilidad aceptaba de su amo lo que fuera, pero el final me dejó totalmente asombrada.
me sorprendiste, eso si que no me lo esperaba y es que lo contaste con tal genialidad.... que el efecto fue impactante.
¡saludos Neogeminis!

Anónimo dijo...

Mónica he de confesarte que desde casi el principio de tu relato intuí que quien así expresaba sus sentimientos de sumisión, de esclavitud consentida, de síndrome de Estocolmo, era la esposa del protagonista, ¿cómo llega una mujer a sentirse culpable de la infelicidad del esposo cuando no lo es en absoluto?. ¿Cómo llega a aceptar el castigo como si fuera merecedora de él?. ¿Donde, cuando y como pierde su dignidad personal hasta ese extremo?.
Impactante y, lamentablemente, demasiado frecuente.
Un fuerte abrazo.

Loquita Diplomada dijo...

Me despistaste! Me costò comprender la realidad que describias, muy duro hasta para una mascota tener alguien asì, cuanto màs para su propia esposa.
Un relato que me impactò, adempas de sorprenderme.
Un beso!

Toni dijo...

Las dudas se van deshaciendo hasta el final. Un relato muy bien dosificado.

Un beso.

rodolfo dijo...

has andado muchos caminos para mantener esta medida ambigüedad ...estupendo Mónica

Bichita23 dijo...

Hola mi querida y magistral Neo, no creo haber visto la mascota, tal vez por eso siempre pensé que se trataba de una mujer sumisa como Simone de Beauvoir pensé : «El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres»
PD: aún pienso empiezan las detonaciones

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