jueves, 30 de abril de 2020

CADA JUEVES UN RELATO: El viaje (im) posible

Esta semana nos convoca Mag desde su blog, para adentrarnos en el mundo de las aventuras. Debí recurrir a un relato que medianamente creo que se ajusta a la consigna y que publiqué hace varios años, ya que mis musas andan medio aletargadas. Abrazos para tod@s.

Esoterismo: El Pentagrammaton o Tetragrammaton

EL PENTAGRAMMATON

Con sus cinco sentidos alertas, dispuestos a captar y analizar toda señal que pudiese encontrar en aquel sitio sobre el ansiado pentagrammaton, el avezado explorador recorría con sigilo y mucha precaución el complicado trazado de aquellos pasillos desolados. Con polvo acumulado durante no menos de cinco siglos, aquel intrincado recorrido se abría ante él como una sucesión aparentemente caprichosa de galerías sin ventanas repletas de alusiones bíblicas, signos esotéricos y extrañas inscripciones que luchaba por descifrar.

Las razones personales que lo llevaban a andar solo por aquellos siniestros rincones, aislado de todo contacto humano y alejado de cualquier otro punto de referencia de civilización, resultaban ser mucho más egoístas de lo que uno hubiera llegado a suponer –dado sus nutrido legajo académico y sus respetables antecedentes como historiador y antropólogo.

Esta vez el interés que movilizaba sus afanes resultaban ser mucho menos respetable que los que lo habían impulsado anteriormente a lo largo de su carrera. Y es que en aquel punto de su trayectoria –con algunos tibios logros investigativos en su haber y apenas reconocimiento entre sus pares- el simple respeto y la consideración a niveles universitarios le resultaba ya un soso incentivo… apenas una excusa como para aparentar estar ocupado con algo que lo distinguiera de sus chatos colegas. La codicia, el hastío, las ansias de renombre, el orgullo herido y la ambición de alcanzar el estatus social y económico que jamás conseguiría por otros métodos, resultaban ser los reales motivadores de aquella expedición.

Según sus fuentes –recabadas a lo largo de sus muchos años de estudio- el pentagrammaton que estaba oculto  entre aquellas ruinas resultaría ser la llave para hacer realidad todos sus sueños más caros y postergados. Aunque no sabía aún muy bien su mecanismo ni la manera en que sus poderes extraordinarios deberían ser invocados, aquella mágica pieza de origen cabalístico resultaría ser la catapulta que lo proyectaría hacia la concreción de sus más anhelados sueños de trascendencia.

Al quinto día de permanecer escrutando la compleja trama de inscripciones y signos labrados en piedra y metal, al fin un dato cierto sobre la ubicación del preciado pentagrammaton le fue revelado. Resultaba ser que dentro de cinco cajas consecutivamente dispuestas una dentro de la otra –todas selladas bajo inescrutable cerrojo- se encontraba preservada la inestimable joya.

Uno tras otro los cinco sellos fueron abiertos por el científico, haciendo gala de un desarrollado ingenio –que desconocía poseer- en combinación con los valiosos conocimientos que tantos años de esfuerzo  y trabajo le habían aportado.

El primer sello en ser abierto respondió a cierto acertijo que aludía a la insana prisión que provocaba en el alma la codicia. Rápidamente fue por él resuelto con solvencia evocando algo leído en uno de los primeros pasillos que antes había recorrido.

El segundo sello hacía referencia a la apatía y el hastío, a la pesada carga que representa en la vida humana. La solución a dicho enigma logró interpretarla en uno de los muros más derruidos del segundo pasillo.

El sello tercero fue abierto luego de revisar una y otra vez ciertas inscripciones que aludían a la vanidad, a las sucias trampas en que los hombres solían caer cuando se dejaban llevar por las ansias de renombre y la fatuidad de la gloria humana.

Resolver el enigma para destrabar el sello siguiente le significó un gran desafío: debió recurrir a todo su empeño y testarudez para no sucumbir ante el desaliento que lo embargó, luego de insistir infructuosamente por horas y horas frente a un antiguo escrito que hablaba de la falsedad del orgullo y la ilusión de la autosuficiencia. Pese a las grandes dificultades, logró resolverlo y eso le hizo sentir una especial satisfacción.

El quinto y último sello resultó ser menos complicado de lo que se había imaginado. Quizás el mérito de haber resuelto correctamente los cuatro anteriores enigmas implicaba suficiente garantía y cualificación como para ser considerado merecedor de semejante privilegio: acceder por fin al tan codiciado pentagrammaton. Antiguos criptogramas labrados en cinco piedras estratégicamente ubicadas a lo largo de la última galería fueron los que le dieron las pistas para sortear el último tramo del acertijo. La ambición desmedida y sus terribles implicancias en el corazón humano constituían el tema que allí se iba desarrollando.

Luego de la agitación inicial al comprobar la exitosa apertura del  último cerrojo, una profunda e incomparable emoción le fue embargando a medida que sus ojos –acostumbrados ya a la semi-penumbra de aquellas oscuras galerías- iban logrando identificar cada uno de los símbolos grabados en aquella magnífica pieza metálica que por primera vez contemplaba extasiado.

Reconsiderar las tramas urdidas por tantos grandes personajes a lo largo de años y años, intentando mantener oculto y protegido aquel tesoro invaluable, le hacía tomar conciencia de la enorme importancia de lo que tenía ahora en sus manos,  destellando con enigmático encanto bajo la débil flama de un par de antorchas encendidas.

Pensó en todos aquellos seres que se esforzaron por preservar semejante tesoro, incluso dando su vida por ello. Pensó en el cuidado primoroso que aquellos guardianes pusieron en labrar cada una de las cajas dentro de las  que lo ocultaron, en lo elaborado de cada una de las afinadas pistas que se le fueron insinuando para garantizar que sólo quien estuviera adecuadamente preparado lograra revelar los secretos consiguiendo acceder a los compartimentos.

Pensó en todo el tiempo transcurrido hasta que, por fin, un científico ignoto lograra dar con aquel pentagrama,  rescatándolo de las tinieblas del olvido y la ignorancia… y se sintió complacido, complacido y gratificado, pero no con el mismo tipo de orgullo con el que había estado alentándose hasta ahora, esa vanidad absurda de quien busca saberse por encima de sus congéneres, reafirmándose en su aparente superioridad y enviciado ego. No, ahora su complacencia respondía a algo mucho más sutil y desinteresado que le bullía por dentro, algo más profundo que le hacía sentir más cerca de la grandeza del conocimiento, de la valoración de la verdad, de la integridad en sus más elevados niveles.

Supo de repente que de alguna inesperada manera, el impulso que lo motivó a ir resolviendo cada uno de los enigmas lo fue purificando por dentro, como un filtro espiritual que lo fue depurando de sus nutridas  impurezas, animándolo a ser mejor persona. Se dio cuenta que a medida que iba dilucidando enigmas, rompiendo sellos y abriendo  cerrojos, él mismo iba rompiendo sus propias barreras en su interior, sacando a la luz su propio pentagrama de fuerza y virtud.

Fortalecido en su fuero más íntimo, tan feliz como no imaginó nunca poder sentirse, el hombre se supo reconciliado al fin con sí mismo y con el resto del mundo. Se descubrió pleno, satisfecho y fortalecido…y sin pensarlo dos veces, procedió inmediatamente a revertir con sumo cuidado cada una de las pistas y señales que sacó al descubierto, volviendo a restablecer los sellos y a cerrar cuidadosamente los cerrojos de cada una de las cinco cajas en las que volvió  a dejar –tal como estaba- el precioso pentagrammaton, para que así, oculto y nuevamente protegido aguardara –quizás otro cinco siglos- hasta que otro hombre –como él- desencantado y abatido, consiguiera redescubrir su valor a fuerza de empeño y astucia.

jueves, 23 de abril de 2020

CADA JUEVES UN RELATO: Publicación de un libro

Esta semana Tracy nos conduce con una muy original propuesta: imaginar que vamos a publicar un libro cuyo tema debe abarcar algún aspecto del período de confinamiento, por lo que debemos acompañar el relato con una imagen adecuada a modo de tapa, una sinopsis, una dedicatoria y un prólogo (aportado por otro participante juevero). Para leer todos los relatos, pasar por su blog.



TÍTULO: REENCUENTRO EN CUARENTENA

ILUSTRACIÓN DE TAPA

Fotógrafo retrata misteriosa mansión que fue abandonada dejando ...
(imagen sacada de la red)

DEDICATORIA: a todos quienes hemos debido confinarnos a causa de esta desgraciada circunstancia

PRÓLOGO ( a cargo de Tracy) Interesante la positividad plasmada  respecto a la cuarentena, resaltando lo que tiene de bueno en cuanto a la capacidad de cambiarnos, de reencontrarnos con nosotros mismos, conociéndonos mejor.
Eso es lo que le  ocurre al protagonista de esta historia.

CONTENIDO 

Fue un hecho meramente casual que el día que decretaron la cuarentena obligatoria se encontrara allí en el pueblo, en la casa que por más de cuatro generaciones perteneciera a su familia y que él decidiera vaciar y vender luego que su prima Adela, última ocupante de la casa, falleciera sin descendencia y lo nombrara como único heredero. 

La tranquila vida de pueblo le resultaba totalmente ajena a su acostumbrada realidad, tan activa y agitada como contrastable con la que debería llevar allí, en aquel solitario caserío en medio de la nada comunicado con el exterior tan sólo con línea telefónica, sin internet ni whatsapp, por lo que las horas de encierro impuesto se le presentaban tan vacías como atemorizantes. No sólo ya no conocía a nadie, sino que tampoco le hacía feliz tener que enfrentar los oscuros recuerdos de una infancia allí transcurrida que, con los años, se había disipado en su memoria como algo bastante gris y monótono.

Los primeros días que debió transitar en aquella soledad y lejanía los ocupó recorriendo los rincones de la ruinosa casona, calculando la inversión que debería hacer para transformar aquellas ruinas en algo medianamente interesante para un eventual comprador.  Sin buscarlos, los recuerdos olvidados fueron asaltándolo de improviso, haciéndolo sonreír y llorar a partir de un pequeño detalle reencontrado en el rellano de la escalera, en alguna moldura del yeso descascarado del comedor o en las volutas caprichosas de las mayólicas del zaguán. Los retratos de sus antepasados, enmarcados con vetusta elegancia, parecían querer evocarle destellos de lo que alguna vez ellos vivieron y aún deseaban compartir. Pese a la soledad y a los años transcurridos, comprobó que parte de lo que allí pasó, de la gente que allí vivió, aún se mantenía latente entre aquellos muros y desecharlo sin misericordia resultaría ser una afrenta a sus historias.

A medida que transcurrían los días sin más preocupación que intentar subsistir con el mínimo e indispensable contacto humano, su sensibilidad para con el resto de los habitantes del pueblo, paradójicamente, se fue agudizando al punto de lograr entenderlos sin necesidad de mediar demasiadas palabras ni acercarse. Desde la ventana lograba discernir sus estados de ánimo, sus inquietudes y sus penas con tanta precisión como a la vez fue descubriendo el paisaje inmenso que lo rodeaba: las montañas, los campos sembrados, los árboles de la plaza, el rústico empedrado enmarcando los muros blancos. Todo fue cobrando un gesto de belleza y poesía que anteriormente no había logrado descubrir.

Como todo en la vida, la cuarentena llegó a su final. Ese día, hubo fiesta en el pueblo, las luces poblaron la plaza y la gente se animó a celebrar hasta con besos y abrazos. Lejos de lo que al inicio del retiro él pudo haber pensado, la experiencia no sólo no le fue traumática sino que además, fue reparadora: logró reconciliarse con su pasado y sus historias, reubicó al fin sus prioridades y decidió no desprenderse de la casa. Resolvió en cambio aportar a la vitalidad del pequeño pueblo instalando en la propiedad un hospedaje, tan cálido y acogedor como descubrió que podían ser nuevamente  su corazón y sus recuerdos.



jueves, 16 de abril de 2020

ESTE JUEVES UN RELATO: AFRODITA VISITA EL MARA VERSO

Sumándome a la propuesta juevera del amigo Demiurgo y en celebración anticipada del cumpleaños de su más destacado personaje, Mara Laira. Para leer todos los textos participantes a esta especial convocatoria, pasar por aquí.




AFRODITA EN EL MARAVERSO

Por una de esas razones que los mortales no entendemos, un día cualquiera del siglo 21 de la era cristiana, la diosa Afrodita decidió otra vez descender a la Tierra por uno de esos vórtices espacio temporales que las entes divinas conocen a la perfección y los humanos corrientes apenas intuyen en sus más locas fantasías.

Fue así que la hija de la espuma y el primero de los titanes volvió a encontrarse inmersa en la realidad de quienes sobrevivimos apremiados por nuestras urgencias  intentando aprender a cada paso las enseñanzas de quienes, como ella,  transcurren sin la persecución constante del tiempo y de la muerte.

Admirada por la gran cantidad de cambios tecnológicos que observó desde su última visita, la eternamente joven y bella diosa advirtió que en otros sentidos, la humanidad seguía estancada en su proceso de acercamiento a la sabiduría y que, conceptos como el de la belleza femenina, aún resultaban atados a los estereotipos que, por milenios, los hombres habían venido construyendo en su propia medida y beneficio.

Andando sin prisa por mares y continentes la inquieta Afrodita decidió esta vez explorar las tierras australes que alguna vez fuera llamada Terra argetea o argéntea, más específicamente se decidió a visitar una localidad llamada Hurlingham, atraída tal vez por la inesperada raíz anglosajona del nombre o por la poética connotación de su apodo -la Perla del Oeste- quizás evocando aquella nacarada vieira que fuera su primera cuna. La mítica diosa arribó allí, por puro capricho del destino, durante una pandemia que se había extendido cruelmente por el mundo.  

Intentando pasar inadvertida en aquella urbe, la beldad divina se topó con un poderoso demiurgo quien de inmediato la reconoció -pese al coqueto barbijo que Afrodita llevaba para mimetizarse con los pocos lugareños que quebraban la cuarentena- . Palabra va, palabra viene, el seductor personaje no tardó en conseguir que la diosa aceptara visitar sus dominios, un muy particular mundo habitado por múltiples seres surgidos de su imaginación y templanza. De todos ellos, la bella Afrodita inmediatamente entabló conversación con una de ellas, llamada Mara Laira, a quien el polifacético demiurgo había dotado de gran carisma y voluntad férrea. Esas características lograron impactar a la diosa quien, a partir de allí comprendió que al igual que los dioses, aquellos seres habían conseguido –pese a desigual cuota de virtudes y defectos- algo nunca alcanzado por los humanos: la inmunidad frente a la muerte y al paso del tiempo.   

jueves, 9 de abril de 2020

CADA JUEVES UN RELATO:SEÑALES EQUÍVOCAS

No quería dejar de participar en la convocatoria juevera de esta semana, aunque las musas hayan resultado ser esquivas. Lo hago con un texto que apenas indirectamente tiene que ver con el tema propuesto. Para leer más aportes, pasar por el blog de Dorotea.






¿Por qué punta incierta
empieza el inicio
del camino
hacia cualquier objetivo?
¿En qué esquina uno decide
alterar el que
venía siendo
el rumbo hasta allí,
y elige al fin
convenir que cambia
desde ese ahora
el propio destino?
Señales.
Seguras, equívocas,
inciertas, falsas
o esquivas.
Cada quien intenta
descifrar a su manera
los mensajes que
a cada paso, la vida               
nos tiende a modo
de clave y seña
para intentar andar
y responder
siguiendo nuestro tino.

jueves, 2 de abril de 2020

CADA JUEVES, UN RELATO: DESDE MI VENTANA LA VIDA SIGUE

Esta semana, siguiendo la propuesta juevera de la querida Moli me dejo llevar por la imaginación en época de cuarentena y les dejo este relato. Para leer más aportes jueveros, dar clic aquí. Besos sin contagio para tod@s!





DESDE LA VENTANA

La pobre no sabe estar sola. Desde nunca lo ha sabido y ahora, por la impuesta obligación de mantenerse en casa, hace lo que puede con su ansiedad y sus miedos.

Él, en cambio, desde su cómoda situación de narrador omnisciente frente al teclado, conoce sus más íntimas debilidades mejor que ella y por lo tanto, explota sus aristas más dramáticas para ir armando una historia, pretendidamente entretenida para sus seguidores del blog.

La describe inquieta, delgada, de contextura pequeña y de mediana edad. Más cerca quizás de esa vejez que le aterra que de aquella juventud que añora, aunque no recuerde demasiados logros para destacar. La  muestra como una mujer del común, sin más ni menos que lo que se necesita para sobrevivir en un mundo de competencias y soledades al que se fue adaptando por necesidad y costumbre. Con tal de mantenerse acompañada, además de su trabajo, que la mantiene ocupada la mayor parte del día resolviendo problemas ajenos, se había inventado una rutina de charlas, talleres y gimnasios que ha debido interrumpir de cuajo debido a esta cuarentena que hoy la ha puesto dentro de esas cuatro paredes a la que desde un tiempo llama casa y de la que no ha sabido apropiarse hasta ahora.

Para ir conectándola con la realidad que la rodea, el incisivo escritor la ha instalado frente a un ventanal por el que la mujer, hasta ayer desconectada totalmente de sus vecinos, va enterándose de pequeñeces de aquellos desconocidos que poco a poco pasan a ser personajes cercanos, cada uno detrás del cristal que le ha tocado en suerte: la viejita encorvada del primer piso del edificio de enfrente tiene un gato al que mima con devoción. Lo ha bautizado León, o así le parece escuchar a ella cuando por las mañanas lo llama apenas se despierta. En el segundo del mismo edificio viven una parejita de enamorados a los que el encierro obligado les ha caído como regalo del cielo, ya que se la pasan haciéndose arrumacos sin pudor y sin horarios. En el último piso ha descubierto a un solitario que vive tecleando sin descanso frente a una portátil que lo acompaña a todos lados, junto a la cama, en el sofá, en la mesa del austero comedor o junto a las macetas florecidas. Dele que dele tecleando a toda hora,  haciendo brotar historias, que, agudizando su imaginación, ella ya cree que consigue interpretar: ahora él comienza la historia de una mujer como ella, inquieta, delgada, de contextura pequeña –adivina- Una mujer que descubre que no sabe estar sola y lucha por dominar su ansiedad y sus miedos.

El escritor se detiene un momento frente al teclado. Comienzan a arderle los ojos por el cansancio y sabe que debe interrumpir su relato por unos minutos. Se incorpora, se estira, se deja llevar por los colores de las flores de las macetas que pueblan su terraza. Su mirada se detiene entonces en un ventanal de un edificio vecino. Alcanza a distinguir allí a una mujer que le parece cercana, conocida. Ella también lo mira. Sin miedos, sin sorpresas, sus mundos paralelos se han tocado. Ambos ahora se reconocen y se descubren.


El siguiente video es una breve muestra del show que se armó desde una terraza cercana a mi edificio hace un par de noches.